Juan aterrizó en Ucrania hace doce años. “Vine como turista y me encantó todo esto”, evoca. Ahora, con la guerra deslizándose por su país de acogida, el residente español se niega a hacer las maletas y abandonar a su suerte a sus vecinos, que se enfrentan a una invasión rusa desde múltiples flancos y se preparan para librar una feroz resistencia. “No me voy a ir porque lo diga Putin”, replica este zaragozano de 47 años en conversación con El Independiente.

“Es ya mi segundo hogar y no me voy a marchar. Suena muy épico pero es la realidad”, asevera Juan, recién establecido en el oeste del país y pendiente desde el jueves de su hijo. El menor de edad, que residía hasta ahora junto a su ex mujer en Kiev, ha logrado en las últimas horas unirse a las miles de personas que han abandonado la capital camino de la ciudad de Leópolis. “Han logrado salir de Kiev de madrugada y mi plan es ahora reunirme con ellos en Leópolis”, avanza.

Juan pertenece al centenar de españoles que ha optado por permanecer en el país a pesar del avance de las tropas rusas. La embajada española en Kiev ha organizado la evacuación del resto, alrededor de centenar y medio de nacionales que tratan de abandonar el país. El primer convoy, con 52 personas, tenía previsto alcanzar la frontera polaca ayer sábado tras emplear horas en recorrer un trayecto complicado por la caravana de vehículos que huyen en dirección al país vecino. Otra segunda operación -con más de 90 personas, entre ellas la embajadora de España y los últimos miembros del personal diplomático- se hallaba aún a mitad de camino.

Nadie creía que fuera a invadir así el país. Putin ha cometido un error que terminará pagando

Testigo de ocho años de conflicto

“Es mi derecho seguir aquí”, recalca quien ha sido testigo de una turbulenta década, marcada por las manifestaciones pro europeístas de Euromaidán que estallaron a finales de 2013 en la plaza de la Independencia de Kiev y, meses después, lograron desalojar del poder al entonces presidente, el prorruso Víktor Yanukóvich, y el conflicto con Moscú que sucedió al cambio político. “Estuve como fotógrafo en Maidán, luego en el frente del Donbás como voluntario civil llevando ayuda y durante año y medio en el hospital militar de Leópolis recaudando dinero para los heridos de guerra”, detalla.

Juan y su hijo, de 10 años, en Ucrania.


“Son muchos años ya y he visto muchas cosas. Aunque no me considere ucraniano, lo que está haciendo Rusia es como si se lo estuviera haciendo a unos compatriotas”, murmura Juan, que retornó al país el pasado enero tras pasar los meses de la pandemia en España. “Me pilló allí y no pude regresar antes”, arguye. “Para mí no tiene ningún sentido irme de aquí ahora y dejar todo esto como está”.

Reconoce el español que el escenario de una invasión como la que el Kremlin ordenó el pasado jueves no entraba en sus cálculos. “Cuando me desperté el jueves y leí la información de que había comenzado la invasión pensé que era una noticia falsa. Es un movimiento completamente inútil. Putin no puede conseguir ya nada. Perdió la guerra cuando la inició en 2014. Todo lo que haga ahora va a servir para alejar aún más a Ucrania de Rusia”, opina.

Todo lo que está haciendo Putin es completamente gratuito

“Puede ocupar militarmente zonas de este país porque es un ejercito más poderoso, pero todo esto es completamente gratuito”, indica. Su primer temor ahora es “la desinformación”. Su objetivo, en cambio, es garantizar el bienestar de su hijo, que tiene autismo. “Voy a intentar enviarlo a España porque la situación va a empeorar en las próximas semanas. No creo que vaya a hacer ninguna escabechina de civiles pero nadie sabe. Tampoco creíamos que fuera a invadir así el país”, añade.

Juan junto a un amigo en la ciudad de Mariupol.

Con las escaramuzas llamando ya a las puertas de algunas de las principales ciudades del país, Juan mantiene la calma. “Este país cambió mucho a partir del conflicto en 2014. Y la población se ha acostumbrado al conflicto”, responde. Desde el jueves, en la localidad en la que ha encontrado acomodo sus vecinos tratan de preservar ciertas rutinas.

La guerra está servida y se prolongará en el tiempo

“La gente está tranquila, a la espera de ver cómo se desarrolla todo. La guerra está servida y se prolongará en el tiempo”, narra. “Ha habido alguna diferencia en los últimos días pero es normal. En el supermercado tuve que esperar el jueves dos horas para pagar y el efectivo había desaparecido de los cajeros, pero el sistema bancario sigue funcionando con normalidad”, apunta.

En mitad de la incertidumbre bélica, entre llamadas a la movilización popular y las instrucciones del ejército para enfrentarse al enemigo, Juan no duda en la victoria de los ucranianos. “Putin ha cometido un error que terminará pagando. Soy realista y sé que habrá sangre, pero esto no le saldrá bien a Rusia porque no puede mantener una ocupación. No tiene ejército suficiente y no va a encontrar apoyo. Hará muchísimo daño pero no ganará esta guerra”, concluye.