El viaje de Igor empezó hace tres años cuando conoció a Tatiana, con quien se casó en agosto de 2021. Tatiana es ucraniana pero lleva 13 años en España. Primero llegaron sus padres y luego ella vino a pasar un verano. Y se quedó. "Estaba embarazada con 19 años y pensé que aquí mi hijo tendría un futuro mejor. No me equivoqué". Cuando su familia en Ucrania se vio en peligro por la guerra, Igor y Tatiana no se lo pensaron dos veces. Había que ir en su ayuda. Igor se puso en marcha con Stanislav, su suegro. Rumbo a Europa Central.
La hermana de Tatiana, Lilia, y su prima Iryna estaban muy preocupadas por sus hijos. Lilia tiene dos niños: Stas, de ocho años, y Eva, de tres. Iryna es madre de tres criaturas. Son Iegor, de 11 años, Matviy, de nueve, y Solomiia de año y medio. Desde el miércoles 23 de febrero había una gran inquietud en la zona. Después del anuncio del presidente ruso, Vladimir Putin, el jueves 24, se dieron cuenta de que había que huir. Era una invasión en toda regla.
Sabían que tendrían que dejar atrás a sus maridos, pero temían por la vida de los pequeños. En el menor de los casos sufrirían una experiencia que les marcaría para siempre. Decidieron salir, a pesar de que los hombres no pudieran hacerlo. Había que poner a salvo a los pequeños.
En los últimos seis días han huido de Ucrania 835.928 personas. "A este paso este éxodo va a convertirse en la mayor crisis de refugiados de Europa de este siglo", según ha reconocido la portavoz de ACNUR, Shabia Mantoo. Por primera vez la Unión Europea va a conceder protección temporal a todos los ucranianos desplazados que lleguen a los Estados miembros huyendo de esta guerra.
"El viaje a través de Ucrania ha sido complicado. Iryna y sus niños salieron el sábado 26 de febrero de Kamianets-Podilskyy, en el sudeste del país, y de ahí llegaron a Khmelnytskyi, donde residía y trabajaba Lilia, la hermana de Tatiana. Los atascos eran kilométricos y les forzaban a largas horas de espera, con los niños cada vez más agotados. Llegaron a estar cuatro horas sin moverse del sitio por la aglomeración de vehículos", relata Tatiana desde San Sebastián, donde vive con Igor.
Ayuda espontánea en las carreteras
"Me han contado que mucha gente estaba en las carreteras con comida, agua, ofreciéndose para ayudar a los que querían salir del país. Hay quienes brindan su casa a desconocidos para que puedan descansar. Todo el mundo está ayudando de una manera increíble", cuenta la joven ucraniana, de 32 años. Los ucranianos están unidos como nunca antes y confiados en la victoria. Una encuesta recién publicada muestra que una gran mayoría de la población, el 88%, confía en la victoria frente al agresor ruso. El presidente, Volodymyr Zelensky, cuenta con el respaldo del 93% de la población.
También se ha incrementado sustancialmente el apoyo al ingreso en la Unión Europea, un 86%, y en la OTAN, un 76%, según una encuesta de The Rating Group, que cita The Kyiv Independent. Es decir, Putin ha logrado el efecto contrario de lo que quería conseguir: unir a los ucranianos en su contra y convencerlos de que su camino está en el Oeste.
Después del pesado periplo por Ucrania en el que pasaron por Ternopil y Leopolis, las dos mujeres y los tres niños llegaron el domingo a la frontera con Polonia. Pasaron por Rava-Ruska. "En la frontera les recogieron voluntarios polacos que los llevaron a un refugio en Huta Szumy. Me cuentan que se portaron muy bien con ellos en Polonia, salvo en el tren de camino a Katowice, cuando iban de pie, apilados. Algunos les hacían fotos como si estuvieran en una feria pero eso fue una excepción", añade Tatiana, que ha estado pendiente al minuto del viaje de Irina y Lilia, por un lado, y de Igor y su padre, por el otro.
Decidieron que había que acudir en su búsqueda y que la mejor fórmula sería por carretera. Buscaron una furgoneta de nueve plazas y consiguieron un descuento del 65%. "La gente se está volcando con nosotros. También nos ofrecen ropa para los niños, comida, hasta unos amigos nos prestan un piso que iban a alquilar en breve", señala Tatiana. Salieron el domingo a las tres de la tarde y llegaron a Katowice 24 horas más tarde. Sin parar salvo un par de horas para descansar.
A las 20 horas del lunes se encontraron en Katowice. Poco antes hablamos con Igor. "Cuando supe de la angustia que estaban pasando, empecé a pensar cómo ayudar. Tenemos una casa en Cantabria, donde vamos los veranos. Mis hermanos estaban de acuerdo en que podíamos ofrecérsela a nuestra familia ucraniana. Todos estaban de acuerdo. Sentimos esto muy cerca. Es la peor experiencia que he tenido nunca. Una guerra, tan cerca", contaba Igor, de 39 años, que estuvo en Ucrania por primera vez el verano pasado, tras su boda.
"Me trataron como uno más. Son mi familia. Había que ayudar. Nos trasladaron su angustia. Mi cuñado y el marido de Iryna se han quedado en sus casas. No están combatiendo. Va a ser duro. Mi suegro, Stanislav, tiene claro que ya no podrá volver a su país". El padre de Tatiana lleva años trabajando fuera de Ucrania, primero en Rusia, luego en Portugal y después en España, donde siempre se ha sentido bien acogido. Pero tanto él como su esposa tienen familia muy cercana en Ucrania, por la que temen y a quienes imaginan que no verán nunca más. Reina el pesimismo. Nadie ve el fin de la guerra cerca.
Primer encuentro en Katowice
Ese primer encuentro en Katowice fue emocionante. Hubo risas, lágrimas, abrazos, mucho alivio, una gran preocupación por los que se quedan, por el país que está siendo bombardeado. Era un primer paso hacia una nueva vida. Aún quedaban muchas horas de carretera. Durmieron en esta población polaca pero de ahí partieron hacia Alemania, Francia hasta llegar a San Sebastian este miércoles poco antes de la hora de comer.
"Los niños se quejaban de que había sido largo y aburrido, pero no parecen ser conscientes de que huyen de una guerra. Afortunadamente. Los pequeños, sobre todo, creen que vienen a ver a la familia en España", cuenta Tatiana, mientras Igor descansa del largo viaje. "Nuestra familia ha tenido suerte porque tiene dónde ir. Otros no pueden salir. O no se lo plantean para no dejar a los suyos. Por increíble que parezca en Europa hay una guerra", añade. Y, como sostiene Igor, "es nuestra guerra también. No podemos mirar a otro lado porque Ucrania no sea miembro de la Unión Europea o de la OTAN. Estamos en el siglo XXI y mi cerebro no lo asimila. Un país soberano ha sido invadido. Está muriendo gente mientras estamos hablando".
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