Con los primeros compases de la guerra en Ucrania, Galina decidió recorrer media Europa en busca de su hija de 9 años. Una semana después, acaba de regresar a Málaga sana y salva. Es uno de los 49 ucranianos que han llegado este martes a la ciudad andaluza tras tres días de viaje sufragado por un empresario malagueño, cuando la cifra del éxodo provocado por el conflicto supera los dos millones de refugiados
“Fui a Ucrania a recoger a mi hija porque vivía allí con mi madre. Yo estoy trabajando y no puedo atenderla, pero en un tiempo tan difícil tenía que ir a por ella”, relata a El Independiente Galina, tras regresar esta madrugada acompañada de la pequeña. “La abuela ha decidido quedarse allí. No quiere salir de su casa ni siquiera para ir al refugio. Quiere simplemente seguir viviendo como lo hacía antes de la guerra”, comenta.
Galina, a punto de cumplir los 16 años de residencia en España, ha servido en los últimos días como traductora del resto de pasajeros del autobús, 47 mujeres y niños que han optado por hallar refugio temporal en España. “Algunos tenían parientes en España y el resto se ha quedado en un hostal en el centro de Málaga. No sabemos aún qué será de ellos. Una parte serán acogidos en casas por vecinos de la zona”, avanza la joven.
Los recién llegados lo han hecho en un autobús fletado por Vicente Jiménez, un empresario y coleccionista privado malagueño que la semana pasada viajó hasta los campos de refugiados habilitados en la frontera de Polonia con Ucrania en busca de ucranianos dispuestos a instalarse en Málaga. “Ha sido una semana muy dura. Espero que las imágenes de la llegada sirvan aún más si cabe para concienciar al mundo del sufrimiento del pueblo ucraniano y actuar en consecuencia y no solo con palabras”, señala Jiménez.
“Salir de Ucrania fue muy complicado. No quedan ya medios de transporte hacia la frontera. Un hombre nos llevó hasta la frontera y pasamos doce horas esperando en una cola, con otra mucha gente”, rememora Galina. En su huida otras siete personas de su pueblo natal, ubicado en el oeste del país, se sumaron al periplo.
Según Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de dos millones de personas han dejado ya Ucrania hacia los países vecinos. Las evacuaciones a través de los corredores humanitarios desde enclaves sitiados por el ejército ruso podrían incrementar unas cifras que dibujan el mayor éxodo en suelo europeo desde la II Guerra Mundial.
Con 44 millones de habitantes, el flujo migratorio podría ser aún mayor. El enquistamiento de la guerra podría causar hasta 10 millones de refugiados y desplazados internos. En un hecho sin precedentes, la Unión Europea autorizó la semana pasada la entrada ilimitada en territorio comunitario de refugiados de guerra procedentes de Ucrania. Esta protección ofrece un permiso de residencia inmediata durante un año ampliable a tres, la posibilidad de trabajar y acceso a la educación, asistencia social, atención médica o de otro tipo y medios de subsistencia.
En el autobús que acaba de llegar a Málaga, la intención es que la estancia en la ciudad sea breve. Tanto como lo permita un conflicto incierto. “Yo voy a seguir mi vida aquí. El resto del autobús espera que la guerra se acabe lo antes posible para que se vuelva todo a la normalidad y la gente pueda retornar. Las mujeres y niños dejaron allí maridos, padres y hermanos porque los hombres no pueden salir de Ucrania”, concluye Galina.
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