En los últimos años Roman Zozulya ha guardado un discreto silencio. El futbolista ucraniano no ha olvidado la ola de rechazo que hace justo un lustro desencadenó su frustrada llegada al Rayo Vallecano, entre acusaciones de unas simpatías nazis que él siempre ha negado. Ni siquiera la invasión rusa de su país, inaugurada hace dos semanas, ha alterado su mutismo. Zozulya, que milita actualmente en el Fuenlabrada, rechaza hablar y prefiere no exponerse en los medios de comunicación.
“Está pasando un mal momento y no quiere hablar con nadie”, reconoce a El Independiente un buen amigo, que mantiene contacto casi diario con el delantero ucraniano. Desde el club, que milita en la segunda división, también rehúsan cualquier solicitud de entrevista. Zozulya alterna sus partidos con una labor humanitaria que ha redoblado en los últimos días, en plena crisis desatada por un conflicto armado que ha provocado más de dos millones de refugiados y un desplazamiento interno aún difícil de cuantificar.
El futbolista, el rostro más conocido entre la diáspora ucraniana en España, acaba de enviar dos ambulancias a su país natal. “Finalmente superamos todas las dificultades burocráticas y hemos enviado dos ambulancias con regalos a la región de Kiev y Járkov”, anunciaba hace unos días Zozulya en su perfil de Facebook, en el que publica mensajes de apoyo a las fuerzas armadas de su país. Los vehículos pertenecían hasta ahora a los servicios de emergencias de la consejería de Sanidad de la Xunta de Galicia.
“Siempre he estado orgulloso de ser ucraniano, pero hoy lo estoy de cada uno de mis compatriotas: de las mujeres que derriban drones enemigos con botellas de cristal; hombres que detienen tanques con sus manos, deportistas y voluntarios de todo el mundo que se movilizan por su país y, por supuesto, los héroes que arriesgan sus vidas todos los días en las batallas más feroces”, reconoce el futbolista, que posa frente a las ambulancias enviadas a la geografía del conflicto.
"Una nación de zombis cobardes"
“Mi corazón está roto por las ciudades destruidas por los invasores racistas y la muerte de demasiados ucranianos, pero sé que todo nuestro dolor y nuestras lágrimas se volverán en su contra. La cuenta atrás para su final comenzó el 24 de febrero [fecha del inicio del asalto ruso sobre el país]. Y se acerca rápidamente al final”, opina quien acusa a las tropas rusas de representar a “una nación de zombis cobardes”.
Zozulya asegura haber recaudado, con ayuda de otros amigos futbolistas ucranianos, más de 200.000 euros “para las necesidades del ejército” en el lapso de cuatro días. “La ayuda ha salido ya para Ucrania y estará disponible para nuestros soldados en unos días”, admite en medio de una ola de solidaridad a la que no es ajeno. “Nuestro país fue cubierto por una auténtica peste. Pero tenemos una vacuna contra eso: nuestra fe. Nadie puede mantenerse alejado. Todos estamos haciendo una cosa importante: proteger nuestra tierra y limpiarla de la invasión del Kremlin. ¡La victoria está muy cerca!”, sostiene.
El deportista, que firmó el pasado julio con el Fuenlabrada CF tras pasar cuatro temporadas en el Albacete Balompié, ha ido elevando su tono en sus contadas publicaciones en las redes sociales. “Dios sabe que ningún ucraniano quería esta guerra. ¡Pero los racistas irrumpieron descaradamente en nuestras casas y pagarán un alto precio por ello!”, juró hace unos días. En el primer día de la invasión, con las primeras manifestaciones frente a la embajada rusa de Madrid, Zozulya se jactó de que “Ucrania carecía de fronteras”. “En contra de la agresión fascista de Rusia en Ucrania. Junto a nosotros, el actor de Hollywood Javier Bardem expresa su apoyo a la Ucrania soberana y condena la atroz invasión de los invasores rusos en nuestra tierra”, indicó después de que Bardem se dejara ver por las inmediaciones de la protesta.
En sus publicaciones recientes, el futbolista ha dejado clara sus opiniones sobre la retórica de Vladimir Putin y las razones esgrimidas finalmente para lanzar el ataque. “Nunca hemos sido pueblos hermanos. En diferentes períodos históricos han buscado someternos, condenarnos a pasar hambre, perseguirnos, encarcelarnos y matarnos por el derecho a hablar nuestra lengua materna, a expresar nuestra posición y a buscar la independencia. Nunca hemos tenido el Síndrome de Estocolmo, siempre hemos rechazado su violencia y su control”, manifestó, lamentando la posición de la opinión pública rusa.
Nunca hemos sido pueblos hermanos. En diferentes períodos históricos han buscado someternos, condenarnos a pasar hambre, perseguirnos, encarcelarnos y matarnos por el derecho a hablar nuestra lengua materna
"Un ejército forjado en acero"
“Nuestros vecinos tienen miedo de levantar la cabeza y protestar ante el enfermo mental que les gobierna. Por supuesto, hay rusos conscientes que nos han expresado repetidamente su apoyo, pero son pocos. La gran mayoría es multitud lobotomizada por la propaganda. Pero es su elección vivir con miedo y depresión”, replicó. “Somos una nación pacífica que no tiene planes de atacar a nadie. Tenemos suficiente gente y tierras, pero no se las daremos a ningún loco”.
Lo que hemos estado haciendo es repeler la agresión rusa durante ocho años y no permitir que se extienda por toda Europa
A juicio de Zozulya, “Putin es una reencarnación de Hitler”. “Y sus planes son más ambiciosos que invadir Ucrania. Resulta más importante que nunca que el mundo se una e imponga sanciones económicas a este régimen maldito”, suplicó. El hombre que guarda silencio en los medios celebra que “por fin, en el octavo año de guerra, el mundo se haya enterado de que no hay una contienda civil en Ucrania”. “Lo que hemos estado haciendo es repeler la agresión rusa durante ocho años y no permitir que se extienda por toda Europa. Y el precio fueron 15.000 vidas”.
En sus escasas manifestaciones públicas, el delantero no escatima en elogios hacia los uniformados ucranianos. “Creo en su triunfo porque el carácter de nuestras fuerzas armadas está forjado en acero. Nuestra victoria está cerca, al igual que el fin del perverso del Kremlin”, indica quien fue condecorado el pasado junio por el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, convertido hoy en uno de los héroes de la resistencia. El futbolista aprovechó sus vacaciones en el país para visitar un centro de rehabilitación para veteranos del ejército sufragado por la diáspora ucraniana en Estados Unidos en Irpin, una localidad sometida ahora al plomo ruso.
Zozulya dedica la mayoría de sus publicaciones, desperdigadas en el tiempo hasta la invasión de hace dos semanas, a su declaración de amor hacia su país. Rara vez comparte detalles de su vida familiar. En una de las excepciones, el ucraniano presumía de su hija Karolina, nacida hace once años en Ucrania. Es una joven promesa del tenis. “Empecé en este deporte a los cuatro años”, explicaba la menor. Hace un año entrenaba en Albacete, aprovechando su residencia en la ciudad. Karolina ha llegado incluso a participar en un torneo organizado por Rafael Nadal. “Es muy trabajadora en pista y es muy responsable. Tiene las condiciones perfectas para llegar lejos en el deporte”, explicaba entonces su entrenador en una entrevista en una televisión local.
Cinco años del fichaje fallido por el Rayo
En su redes sociales, el delantero agradece a menudo las muestras de solidaridad que ha recibido en estos años, a partir del episodio de su fallida cesión del Betis al Rayo Vallecano en febrero de 2017, cuando grupos ultras del club madrileño montaron en cólera por lo que consideraba la llegada de un jugador “con filiación nazi”. La reacción, amplificada por la exposición mediática y las declaraciones políticas, terminó bloqueando su incorporación al club. En 2019 la polémica volvió a resurgir en un partido entre el Rayo Vallecano y el Albacete que fue suspendido entre insultos de “puto nazi” al ucraniano.
Soy partidario de mi país. Soy apolítico y contrario a todas las ideologías
“No soy racista ni fascista ni nazi”, manifestó entonces. “Considero que ayudar a mi país no es ningún delito y que cuando tienes frío y estás sin comida o sin casa, son necesarios fondos como el que creamos”, arguyó. Zozulya, que asegura rechazar “todas las ideologías relacionadas con algún tipo de violencia”, ha explicado en alguna ocasión que, a propósito de las imágenes que se difundieron de él con una camiseta con números vinculados con el nazismo, desconocía su significado y tuvieron lugar en unos partidos amistosos con otros colegas y presencia de prensa.
También atribuyó a su parecido físico la instantánea con una bufanda con el rostro de Stepan Bandera, líder nacionalista ucraniano responsable del asesinato de miles de polacos y judíos. "Soy partidario de mi país. Soy apolítico y contrario a todas las ideologías", recalcó. Más de dos años después, Zozulya trata de mantenerse al margen de aquella polémica. Su desvelo es ahora el escenario bélico en el que se haya sumido su país. “¡La victoria está a la vuelta de la esquina! ¡Gloria a Ucrania!”, exclama con evidente ardor guerrero a modo de despedida en sus mensajes públicos.
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