Cuando estalló la guerra, Inna tenía claro que si abandonaba Ucrania era con la familia al completo: sus tres perros. En los primeros días de la invasión rusa hizo maletas y dejó su hogar, ubicado en un pueblo cerca de Kiev, y puso rumbo a Przemysl, punto neurálgico de llegada de refugiados. Allí se encontró a primeros de marzo con la protectora de animales madrileña Salvando Peludos gracias a una llamada de su hija, Verónica, afincada en Gerona, que pidió que la ayudasen a traer a su madre. Todos ellos, los representantes de la organización, la mujer con sus tres mascotas y otros nueve perros rescatados salieron en furgoneta desde Polonia hacia España el 7 de marzo.
Su historia es la de muchos ucranianos que intentan abandonar su país con sus mascotas. Pero, desgraciadamente, no todos pueden contar lo mismo. Al trauma que supone dejar atrás a parejas, padres y hermanos por la ley marcial se añade el abandono de los animales, a veces por dificultad logística, otras, por tratarse de salidas precipitadas. El éxodo ucraniano ya supera las 4 millones de personas, según Naciones Unidas.
Ante esta situación, protectoras de animales se han volcado en ayudar a los refugiados que han logrado escapar con sus peludos y son varias las ONG españolas que se han desplazado a las fronteras polaca, eslovaca, rumana o moldava para hacer llegar la ayuda humanitaria.
8.000 kilos de ayuda
Tras su primer viaje para sacar a Inna, el presidente de Salvando Peludos, Fernando Sánchez Ocaña, ha organizado otro esta semana a Polonia para llevar más de 8.000 kilos de ayuda con comida para gatos y perros, transportines y material sanitario, como medicamentos y desparasitantes, además de mascarillas para los centros de acogida. Durante los primeros días de invasión, se ofrecieron a que un ucraniano viniese a España para trabajar en su albergue, hasta que dieron el paso de ir a la frontera ellos mismos a recoger a los animales y traerlos aquí con la idea de dejar espacio libre para los refugiados que fueran llegando.
Hasta Leópolis para salvar a una familia
Además, muchos de los que consiguen pasar con sus animales tienen miedo a que las autoridades del país de acogida pongan problemas. López explica que durante los primeros días se llenaron dos hoteles con personas cuyo temor a que les separaran de sus mascotas era tan grande que las escondían en cualquier rincón. "Vimos que algunos habían escondido a sus mascotas incluso en los bolsillos de las chaquetas porque tenían miedo a que se las quitaran o no les dejaran viajar con ellas", asegura.
Pero también hay casos donde la ayuda ha traspasado fronteras. El propio López se desplazó con su equipo hasta la ciudad ucraniana de Leópolis por una llamada de auxilio de una familia a través de las redes sociales. "Fuimos allí porque una mujer me pedía ayuda por Instagram, tenía dos hijos pequeños y un perro, no podían salir de Ucrania y decidimos entrar a recogerla. Ahora, se encuentran en Barcelona", relata.
Aún así, Sánchez recuerda que los refugiados pueden salir con sus animales bajo cualquier circunstancia. Sin embargo, el principal impedimento radica en una cuestión de salud pública. Si los animales disponen del certificado de vacunación de la rabia no tienen ningún problema para moverse por la Unión Europea, pero si no cuentan con la documentación necesaria han de guardar una cuarentena antirrábica en los centros, además de ser sometidos a pruebas antes de poder viajar.
FOUR PAWS
La prisión de Vova
Pero más allá de los compañeros de cuatro patas que escaparon, hay otros que se quedaron dentro. Es es el caso de un oso pardo en cautiverio, Vova, que quedó atrapado en su jaula cerca de un restaurante que sufrió un incendio en la región de Khmelnytskyi, en el oeste del país. Fue la organización mundial de bienestar animal FOUR PAWS quien lo rescató y transfirió a un santuario cerca de Leópolis.
Protectoras ucranianas
Mientras, las protectoras ucranianas trabajan a contracorriente por acoger al mayor número posible de animales abandonados y heridos en pleno conflicto. Es el caso del refugio Sirius, ubicado en Kiev, en pie desde 2000 y que ahora publica a través de su Instagram las donaciones necesarias para paliar la situación crítica que han provocado los ataques aéreos, dejándolos sin suministros.
En la ciudad de Jersón, controlada por Moscú, se encuentra Shelter Shans, otro centro que se desvive por salvar a cualquier animal de cuatro patas en medio del bloqueo que sufre la ciudad desde que Moscú inició la ofensiva.
Perros y gatos rescatados por Shelter Shans, un refugio animal en Jersón. FACEBOOK SHELTER SHANS UKRAINE KHERSON
También al sur, en Odesa, una pareja de veterinarios -VetCrew en Instagram- que está en proceso de construir un albergue animal intensifica sus esfuerzos para sanar a pájaros, conejos, hamsters y cualquier animal herido que se encuentra por el camino.
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