Galina es una doctora ucraniana a la que la invasión rusa en su país ha vuelto a obligarla a dejar atrás su hogar y su familia. Ya en 2014 tuvo que abandonar durante dos meses su ciudad natal, Stanytsia, situada en el óblast de Lugansk, región en conflicto desde entonces y actualmente territorio ocupado por las tropas de Moscú.

Al igual que entonces, cuando ejercía en el hospital de la ciudad, esta mujer de 50 años decidió en febrero que tampoco iba a abandonar su país a raíz del ataque orquestado por Vladimir Putin y que, por encima, estaba su enorme compromiso de cuidar a los heridos, una atención que realiza en Chernivtsí, al suroeste, junto a la organización humanitaria Médicos del Mundo, de la que forma parte desde 2016. "Tenía claro que me iba a quedar en Ucrania para trabajar y ayudar a los pacientes", cuenta a El Independiente.

Su caso es el de miles de sanitarios que ya estaban exhaustos tras dos años de pandemia del covid-19 y que ahora han visto cómo sus vidas se han roto de un día para otro por la guerra en Ucrania. El coronavirus puso en jaque a los hospitales y se ha saldado con más de 112.000 muertos en un país que empezaba a recuperarse de la cuarta ola cuando el Kremlin ordenó la entrada de sus tropas el pasado 24 de febrero.

Al igual que el resto de la población, estos profesionales han tenido que abandonar sus casas y buscar lugares seguros para ellos y sus familias mientras continuaban trabajando para garantizar la salud de sus compatriotas. Un impacto emocional en el que también influyen las jornadas maratonianas para curar sin descanso a los miles de civiles afectados que llegan desde las zonas de combate, lo que ha colapsado el sistema de las ciudades más cercanas a las fronteras.

"Las acciones militares han impactado negativamente en mi salud física y psicológica, ya que tuve que abandonar mi hogar, mi familia, mis amigos, así como todas mis propiedades al quedar en territorio ocupado. Durante 10 días tuve que quedarme en el sótano de mi casa debido a los bombardeos", relata Galina.

Es ese sentido del compromiso y de entrega por parte de los médicos ucranianos el que alaba Nieves Turienzo, presidenta de Médicos del Mundo España, quien asegura que "ninguno" de estos profesionales se ha planteado huir del país, ya que su compromiso es "superior a cualquier riesgo que puedan correr".

Ningún sanitario se ha planteado huir del país, su compromiso es superior a cualquier riesgo que puedan correr

La determinación es tal que ni aun encontrándose en focos de guerra activa hace que se replanteen huir. "De hecho, a muchos los tuvimos que obligar a moverse del Donbás aun habiendo entrado los rusos por compromiso a mantener el cuidado de los pacientes. Al final, nuestros pacientes acaban siendo parte de nuestra vida", cuenta Turienzo.

La ONG lleva desde 2015 trabajando en Ucrania para reforzar la atención primaria, sobre todo en la zona ocupada del Donbás, y ahora cuenta con un corredor humanitario a través de Rumanía para enviar todo tipo de material necesario ante la demanda de ayuda de los hospitales. Preguntada por este diario, su presidenta afirma que el equipo desplegado en el terreno no ha corrido "riesgo vital" ni ha sufrido daños físicos durante los ataques, en parte porque se tratan de unidades móviles que pueden cambiar de localización cuando ven que el riesgo "no es asumible".

Los ataques a estructuras sanitarias se vienen denunciando desde el inicio de la contienda, una acción que está tipificada como crimen de guerra y que dificulta, aún más, el envío de medicamentos y la asistencia en zonas de guerra activa. Las autoridades ucranianas denuncian que más de 20 hospitales habrían sido destruidos desde el inicio de la invasión y Médicos del Mundo contabiliza al menos 85 ataques a estas infraestructuras. Por ello, Turienzo lamenta que los gobernantes no pongan el foco como deberían en garantizar la seguridad del personal sanitario. "Hay situaciones y personas que son de primera necesidad que hay que proteger más allá del agua y la energía, entre ellos, la salud y sus profesionales", expresa. 

No obstante, y a pesar de la crudeza de este conflicto, que ya ha dejado más de 1.800 civiles muertos y causado más de 4,5 millones de refugiados, según Naciones Unidas, la diferencia en el tipo de ayuda ofrecida con respecto a otros escenarios bélicos se encuentra en que Ucrania cuenta con un sistema de salud público más sólido que otros países en crisis humanitaria. Así lo afirma Franz Luef, coordinador de emergencias en Ucrania de Médicos Sin Fronteras (MSF).

Hospital destruido en Mykolaiv

Un médico observa un hospital destruido por los ataques en Mykolaiv.EUROPA PRESS

«La presencia de Médicos Sin Fronteras no es realmente necesario en el sentido de falta de personal. Sin embargo, el sistema público se ha visto afectado por la guerra en el suministro de medicamentos y material médico», asegura Luef.

Un punto en el que coincide Joanne Liu, pediatra y miembro del equipo de respuesta de MSF. “Está claro que el sistema médico ucraniano es resistente», afirma en declaraciones recogidas en una nota.

“Lo mejor que podemos hacer es escuchar con atención y comprender las áreas específicas en las que nuestro apoyo puede aportar verdadero valor agregado. Hemos identificado varias áreas clave en las que nuestro apoyo médico y humanitario puede ser un beneficio real, práctico y que, en ocasiones, salva vidas directamente”, añade Liu.

El grupo de Luef se encuentra realizando formaciones a hospitales en Ivano-Frankivsk, ciudad al oeste donde la sobrecarga hospitalaria empieza a ser un problema acuciante debido a la llegada de casi siete millones de desplazados internos. Como el gran reto es hacer llegar medicinas a las regiones más castigadas por el asedio ruso, como Mariúpol, el equipo consigue acercarse cada vez más al este de Ucrania mientras amplía las vías de entrada de medicamentos. «La mayoría de ayuda humanitaria está entrando desde Polonia, pero nosotros lo hacemos por Eslovaquia para tener más opciones», cuenta.

Trenes medicalizados

Desde primeros de mes MSF organiza trenes medicalizados para evacuar a civiles. El último ha conseguido trasladar hacia Leópolis a 48 ucranianos, algunos procedentes de Kramatorsk, que recientemente sufrió un ataque con misiles atribuido a las fuerzas rusas en la estación de trenes dejando al menos 50 muertos y más de cien heridos. Muchos de los evacuados presentaban heridas.

Un hospital psiquiátrico bombardeado en Mykolaiv.

Un hospital psiquiátrico bombardeado en Mykolaiv.EUROPA PRESS

«Tras el horrible ataque en la estación de Kramatorsk, lo pensamos mucho. Las llamadas desesperadas de los hospitales de la zona nos decidieron. Vamos a continuar e incluso a intentar ampliar el servicio», afirmó el lunes Christopher Stokes, coordinador de emergencias de la organización.

La primera evacuación en tren con personal médico tuvo lugar el 1 de abril y logró sacar también a nueve heridos de gravedad, la mayoría procedentes de Mariúpol, que se encontraban hospitalizados en Zaporiyia.

VIH

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaba la semana pasada de que la falta de antirretrovirales ante la carestía de suministros se traducía en el riesgo de que se interrumpieran los tratamientos de más de 260.000 ucranianos que padecen VIH.

El hospital de Volnovaja, destruido por las bombas.

El hospital de Volnovaja, destruido por las bombas.EFE

Se trata de un problema de gran dimensión en Ucrania, con una de las tasas más altas de infección en Europa y que en 2020 registró el mayor número de casos diagnosticados de sida.

Ello ha hecho que la OMS se coordine con otras organizaciones internacionales y las autoridades ucranianas para enviar más de 200.000 medicamentos para garantizar que los tratamientos de estos pacientes no se vean afectados durante al menos un año.