Con la invasión a punto de entrar en su tercer mes, el régimen de Vladimir Putin necesita más que nunca una victoria militar que vender a sus tropas y su población. Una urgencia que, jalonada por la fallida toma de Kiev y la agónica resistencia de Mariúpol, sienta ahora las bases de una nueva ofensiva en la región oriental del Donbás, escenario de duras refriegas entre fuerzas ucranianas y separatistas prorrusos desde 2014. Una lluvia de misiles y artillería ha golpeado en las últimas horas el este del país y la región sureña de Mykolaiv, en la ruta hacia la estratégica ciudad de Odesa.

“El plan para liberar las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk se está llevando a cabo metódicamente”, declaró este martes el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, durante una reunión con oficiales del ejército. Tras ordenar el reagrupamiento de sus efectivos en Ucrania a finales de marzo, el objetivo ahora es ampliar su control territorial allá donde resulta más fácil reivindicar un triunfo militar, en la región oriental del Donbás.

A lo largo del martes, en los primeros compases de la renovada ofensiva, el Kremlin se jactó de que sus misiles y su artillería habían sacudido instalaciones en el Donbás y la región de Mykolaiv, en el camino hacia el mar Negro. “Se trata de una ofensiva mucho más limitada que la anterior. Reducida en cuanto a los objetivos que se quieren alcanzar y a la profundidad de lo que se quiere o puede penetrar en territorio ucraniano” , advierte en conversación con El Independiente Andreas Krieg, profesor titular de la Escuela de Estudios de Seguridad del King’s College de Londres.

Consolidar los avances en el este

En la primera fase de la operación rusa, la que arrancó el 24 de febrero, los uniformados avanzaron desde cuatro flancos. “Y precisamente por esa dispersión fracasó. Ahora están concentrados en objetivos bastante limitados en la región del Donbás. Persiguen simplemente ampliar el territorio que ya controlan desde el inicio en 2014. Su propósito es crear un puente terrestre entre el Donbás y Crimea, para poder reabastecerse y establecer vínculos logísticos entre la Rusia continental y la península de Crimea”, detalla Krieg. La ofensiva surge de una segunda necesidad: “Tienen que consolidar la zona porque el frente oriental no es seguro”.

Rusia ha desplegado once batallones tácticos, una fuerza de entre 8.000 y 11.000 soldados adicionales a los que ya contaba en Ucrania

Tras el revés de Kiev, descrita por Putin como “la madre de todas las ciudades rusas” que ni siquiera llegó a sitiar, y la retirada de sus zonas limítrofes, Moscú ha reforzado en las últimas semanas su despliegue en el este. Según estimaciones del Pentágono, el estamento castrense ruso ha enviado hasta once batallones tácticos a Ucrania, una fuerza de entre 8.000 y 11.000 soldados adicionales a los que ya contaba sobre el terreno. Varias decenas de miles más se hallan en el norte del país a la espera de órdenes de sumarse al combate.

Un soldado ucraniano en la región del Donbás.

Kiev y Washington coincidieron este martes en que la nueva estrategia rusa parecía fiar sus éxitos a ataques más pequeños que podrían anticipar movimientos de tropas de mayor envergadura o servir de distracción en otros frentes. “Es solo en parte una nueva fase de la guerra porque, en realidad, la contienda en el Donbás lleva más de ocho años. Lo que está haciendo ahora Rusia es concentrar más tropas y esfuerzos en una zona más pequeña geográficamente, pero sigue siendo un vasto territorio el que pretenden ocupar. Así que las líneas logísticas seguirán siendo complejas y vulnerables a los ataques de los ucranianos”, anticipa en declaraciones a este diario Linas Kojala, director del Centro de Estudios de Europa Oriental, con sede en Lituania. 

"La última gran ofensiva de la guerra"

En las últimas semanas Rusia ha repartido por las inmediaciones de las provincias de Donetsk y Lugansk unidades recién desplegadas junto a aquellas que se retiraron del noreste de Ucrania. Los primeros zarpazos de la ofensiva se registraron a última hora del lunes en las localidades de Rubizhne, Popasna y Marinka con apoyo de artillería pesada tras un inicio formado por ataques localizados y bombardeos a lo largo de la línea de contacto. Según Moscú, las primeras operaciones habían impactado en 28 puntos de mando, cuatro arsenales, dos sistemas de misiles y más de 1.200 soldados ucranianos.

Kiev, por su parte, confirmó la nueva escalada bélica. En palabras de Oleksiy Arestovych, asesor presidencial ucraniano, la del Donbás es "la última gran ofensiva de esta guerra". "Rusia no tendrá éxito", vaticinó. "Una parte muy importante del ejército ruso se concentra ahora en esta ofensiva. No importa cuántos militares sean enviados allí, lucharemos y nos defenderemos. Lo haremos todos los días", prometió el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky.

Resulta muy improbable un éxito repentino y espectacular de la ofensiva rusa

Para el Instituto para el Estudio de la Guerra, sin embargo, “resulta poco probable que la ofensiva rusa en el este coseche más éxito que las anteriores, pero sí puede desgastar a los defensores ucranianos o lograr ganancias limitadas”.

“Las fuerzas rusas no efectuaron la pausa operativa que probablemente era necesaria para reconstituir e integrar adecuadamente las unidades dañadas retiradas del noreste de Ucrania en las operaciones en el este del país”, advierte el último parte del citado Instituto, con sede en Washington. En el mejor de los casos, agrega, los batallones han sumado soldados de otras unidades, por lo que “el ejército ruso cuenta en estos momentos con pocas unidades cohesionadas para canalizarlas hacia las nuevas operaciones”.

Unas carencias a las que habría que añadir “los informes sobre la desastrosa moral rusa y los continuos problemas logísticos”. “El poder de combate real es una fracción de su fuerza”, subraya la organización, que califica de “muy improbable un éxito repentino y espectacular de la ofensiva rusa”.

A contrarreloj

Las pérdidas que pueda causar en las trincheras ucranianas tampoco resultarán decisivas para el fin de la guerra. “Vamos a asistir al uso ruso de una abrumadora potencia de fuego, con artillería y misiles balísticos. Tratarán al menos de hacer eso y complicar la defensa ucraniana, también en el oeste del país”, señala Krieg.

Una ofensiva a contrarreloj con una fecha marcada en rojo en el calendario, el 9 de mayo, el día que conmemora la victoria soviética sobre la Alemania nazi en la II Guerra Mundial. “Es de suma importancia ideológica para Putin. Le gustaría ver una victoria antes de ese día”, confirma Kojala. “No debemos hacernos ilusiones de que la guerra tiene una fecha límite, especialmente tan cercana. Putin tiene muchas herramientas en su propaganda para proclamar a los rusos que el Kremlin ha logrado al menos algunos de sus objetivos antes del 9 de mayo, pero resulta complicado que la agresión pueda detenerse inmediatamente después. Los ucranianos han dejado claro que no aceptarán ceder sus tierras”, concluye.