La presencia de las tropas rusas en la región de Kiev dejó un reguero de crímenes. Ataques aéreos ilegítimos en Borodyanka, que segaron la vida de al menos 40 civiles, y ejecuciones extrajudiciales en Bucha, Andriivka, Zdvyzhivka y Vorzel en las que una veintena de civiles fueron disparados a bocajarro. Es la denuncia que ha presentado este viernes Amnistía Internacional tras una minuciosa tarea de recolección de testimonios y pruebas en las zonas limítrofes con la capital ucraniana de la que se retiraron recientemente los uniformados del Kremlin.
Los testimonios más terribles fueron recabados en enclaves como Bucha, a unos 30 kilómetros al noroeste de Kiev, donde se han localizado fosas comunes y cuerpos de civiles desperdigados por su callejero. Una de las víctimas fue Yevhen Petrashenko, un gerente de ventas de 43 años asesinado el 4 de marzo en su apartamento de la calle Yablunska.
El asesinato a sangre fría de Yevhen y Leonid
“Yevhen yacía muerto en la cocina. Le habían disparado por la espalda, [cerca de] los pulmones y el hígado. Su cuerpo permaneció en el apartamento hasta el 10 de marzo, cuando pudimos enterrarlo en una tumba poco profunda en el patio”, relata Tatiana, su esposa, que se hallaba en el sótano del edificio cuando ocurrieron los hechos. Pudo acceder al domicilio en compañía de los soldados rusos, los mismos que previamente habían efectuado registros domiciliarios en el bloque.
Le habían disparado por la espalda, [cerca de] los pulmones y el hígado
El equipo de investigación de Amnistía Internacional encontró 2 balas y 3 casquillos en el lugar del homicidio. Se identificaron como balas perforadoras de blindaje 7N12 de punta negra y calibre 9 x 39 milímetros que sólo pueden emplearse con rifles especializados en manos de algunas de las unidades de élite rusas, incluidas las que, según informes, operaban en Bucha en aquel momento.
En las jornadas siguientes al repliegue ruso, se hallaron en Bucha una serie de documentos militares del ejército ruso que ayudan ahora a reconstruir el despliegue castrense. Entre los documentos, figuraban expedientes de reclutamiento e instrucción pertenecientes a un mecánico conductor del 104 Regimiento de las Tropas Aerotransportadas de Rusia (VDV). Algunas de sus unidades precisamente disponen de las balas perforadoras de blindaje de 9 x 39 milímetros que acabaron con la vida de Yevhen.
El horror volvió a asomar por el bloque del gerente de ventas semanas después. Entre el 22 y 23 de marzo Leonid Bodnarchuk, vecino del mismo edificio, también perdió la vida. Era albañil y tenía 44 años. Residentes que se refugiaban en el sótano precisaron a Amnistía Internacional que unos soldados rusos dispararon a Leonid cuando éste subía las escaleras y que luego lanzaron una granada en el hueco de la escalera. Su cuerpo fue hallado mutilado en un charco de sangre en las escaleras.
La organización internacional analizó la escena del crimen y detectó grandes manchas de sangre en varios peldaños de la escalera que conducía al sótano, así como marcas de quemaduras y un patrón de daños en la pared compatible con la explosión de una granada.
No fueron los únicos homicidios ilegítimos que fueron reportados en las semanas en las que la zona estuvo sometida al yugo ruso y que centran el informe de Amnistía 'He’s Not Coming Back’: War Crimes in Northwest Areas of Kyiv Oblast', basado en decenas de entrevistas y en un análisis exhaustivo de pruebas materiales. Un equipo de la organización visitó Bucha, Borodyanka y otras localidades y pueblos cercanos el pasado mes, después de que se hubieran exhumado las víctimas de entre los escombros de los edificios derrumbados o de las tumbas poco profundas temporales en las que muchas habían sido enterradas.
A finales de febrero, fuerzas rusas ocuparon Bucha. Entre el 4 y el 19 de marzo, según Amnistía, mataron a 5 varones en presuntas ejecuciones extrajudiciales acaecidas en un recinto de 5 edificios dispuestos alrededor de un patio, cerca del cruce de las calles Yablunska y Vodoprovidna. En total, la organización entrevistó a 45 personas que habían presenciado homicidios ilegítimos de sus familiares y vecinos a manos de soldados rusos o que tenían conocimiento de primera mano de ellos, y a otras 39 que habían sido testigos de ataques aéreos contra 8 edificios residenciales o que tenían conocimiento de primera mano de ellos.
Los disparos que acabaron con Olha y Olexandr
En otros enclaves cercanos a Bucha, como Novyi Korohod, resultó asesinado Viktor Klokun, trabajador de la construcción de 46 años. “Tenía las manos atadas a la espalda con un trozo de plástico blanco y le habían disparado en la cabeza”, narró Olena Sakhno, su pareja, que recibió el cadáver de Viktor el 6 de marzo.
Mi padre murió al instante de una bala en la cabeza. A mi esposa le alcanzó un trozo de metal y mi hijo también resultó herido
También cayeron en mitad del conflicto Olha, la esposa de Oleksii Sychevky, de 32 años, y su padre Olexandr, de 62. El convoy de coches a bordo del que viajaban fue tiroteado por lo que, según creían, eran fuerzas rusas. “El convoy eran todos civiles que huían. En casi todos los coches había niños. Cuando nuestro coche acababa de llegar a una fila de árboles, oí disparos; primero disparos sueltos y luego una ráfaga", manifestó Oleksii.
“Los disparos alcanzaron al primer vehículo del convoy, que se detuvo. Nosotros íbamos en el segundo y tuvimos que detenernos también. Después nos dieron. Nuestro coche fue alcanzado por al menos seis o siete disparos. Mi padre murió al instante de una bala en la cabeza. A mi esposa le alcanzó un trozo de metal y mi hijo también resultó herido”, agregó.
Ataques aéreos contra población civil
En Borodyanka, Amnistía Internacional halló que al menos 40 civiles murieron en ataques desproporcionados e indiscriminados que devastaron todo un barrio y dejaron sin hogar a miles de personas. Los pasados 1 y 2 de marzo, una serie de ataques aéreos rusos alcanzaron a 8 edificios de apartamentos de la localidad de Borodyanka, a unos 60 kilómetros al noroeste de Kiev, donde vivían más de 600 familias.
Los ataques causaron la muerte de al menos 40 residentes y destruyeron los edificios, así como decenas de edificios y casas de los alrededores. La mayoría de las víctimas murieron en los sótanos de los edificios, donde se habían refugiado. Otras murieron en su apartamento. En la mañana del 2 de marzo, un solo ataque mató al menos a 23 personas en el Edificio 359 de la calle Tsetralna. Entre las víctimas figuraban 5 familiares de Vadim Zahrebelny: su madre, Lydia; su hermano Volodymyr y Yulia, su esposa; y los padres de ésta, Lubov y Leonid Hurbanov.
“[Mi hijo y yo] salimos del Edificio 359 justo después de las 7 de la mañana. Pero mi madre, y mi hermano y su esposa insistieron en quedarse en el sótano porque tenían miedo de que los soldados rusos les disparasen si salían a la calle. Unos 20 minutos después de que saliéramos, el Edificio 359 fue bombardeado y todos murieron, junto con otros vecinos y vecinas”, narró Vadim.
Vasyl Yaroshenko estaba cerca de uno de los edificios cuando éste fue bombardeado. “Salí de mi apartamento para hacer unos trabajos en el garaje, mientras mi esposa iba a llevar al sótano a una pareja de vecinos de más edad. Cuando llegué al garaje, a unos 150 metros del edificio, hubo una explosión enorme. Me agaché detrás del garaje. Cuando miré, vi un gran hueco en el edificio. Toda la parte del medio se había derrumbado, justo donde estaba el sótano en el que se refugiaban los residentes. Mi esposa Halina estaba entre quienes murieron. Todavía la veo en la puerta de nuestro apartamento, el hogar donde vivimos 40 años”.
El 1 de marzo, una serie de ataques aéreos alcanzó a otros 6 edificios de la vecindad. Al menos 7 personas murieron en el Edificio 371 de la calle Tsentralna, entre ellas Vitali Smishchuk, cirujano de 39 años, su esposa Tetiana y su hija de 4 años Yeva. “Estaba hablando con mi hijo, diciéndole que se marchara, pero le preocupaba salir. Se refugiaron en el sótano en busca de seguridad… pero la bomba destruyó la parte de en medio del edificio, donde estaba el sótano”, evocó Ludmila, madre de Vitali.
Rendición de cuentas
“Las fuerzas rusas deben responder ante la justicia por una serie de crímenes de guerra cometidos en el noroeste de Kiev”, exige la organización. “El patrón de crímenes cometidos por las fuerzas rusas que hemos documentado incluye tanto ataques ilegítimos como homicidios deliberados de civiles”, ha señalado Agnès Callamard, la secretaria general de Amnistía Internacional que ha visitado la zona en los últimos días y que ha ofrecido una rueda de prensa este viernes desde Kiev. "La escala de los crímenes es enorme", advierte.
“Nos hemos reunido con familias cuyos seres queridos perdieron la vida en ataques terribles y cuyas vidas ha cambiado para siempre la invasión rusa. Apoyamos sus peticiones de justicia y solicitamos a las autoridades ucranianas, a la Corte Penal Internacional y a otras entidades que garanticen la preservación de las pruebas que podrían respaldar futuros enjuiciamientos por crímenes de guerra. Es vital que todas las personas responsables, incluidas las que ocupan los máximos puestos en la cadena de mando, respondan ante la justicia”, opina.
La búsqueda de justicia por crímenes de guerra
Las ejecuciones extrajudiciales cometidas en conflictos armados internacionales constituyen homicidios deliberados, que son crímenes de guerra, recuerda Amnistía. Los ataques indiscriminados y desproporcionados llevados a cabo con intención dolosa son también crímenes de guerra.
Todas las personas responsables de crímenes de guerra deben rendir cuentas penalmente de sus actos. Según la doctrina de responsabilidad de mando, los superiores jerárquicos —tanto los mandos militares como los dirigentes civiles, por ejemplo ministros y jefes de Estado— que sepan o tengan motivos para saber que sus fuerzas están cometiendo crímenes de guerra y no hagan nada para detenerlos o castigar a los responsables deben ser considerados también penalmente responsables.
Todos los procesos o mecanismos judiciales deben ser lo más exhaustivos posibles, y garantizar que todos los perpetradores de crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad, genocidio y del crimen de agresión en Ucrania, de todas la partes en el conflicto, responden ante la justicia en juicios justos sin recurso a la pena de muerte. Además, se deben poner los derechos de las víctimas en primer plano de la investigación y del enjuiciamiento de crímenes internacionales, y todos los mecanismos de justicia deben adoptar un enfoque centrado en las personas sobrevivientes.
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