Las sospechas conducen desde hace días hasta el otro lado del Estrecho. Las revelaciones de que los teléfonos móviles de Pedro Sánchez y varios de sus ministros fueron infectados con Pegasus hace ahora un año, en una coyuntura marcada por la llegada de Brahim Ghali y el asalto migratorio a Ceuta, convierte a Marruecos en el principal sospechoso del espionaje. El reino de Mohamed VI ejerce sin escrúpulos un espionaje sistemático, contra sus súbditos y también contra funcionarios extranjeros. Antes de padecerlo La Moncloa, fue El Elíseo donde sufrieron sus métodos.
El Independiente desvela la estrategia de control absoluto del régimen marroquí a partir del preciado testimonio de sus víctimas, las que mejor conocen la despiadada maquinaria de vigilancia de la monarquía alauí y su élite política y policial. “Pegasus forma parte de lo que se pueden llamar las nuevas estrategia de represión empleadas por Mohamed VI”, advierte en conversación con este diario Hicham Mansouri, un periodista marroquí exiliado en Francia. Mansouri, cofundador de la asociación marroquí para el periodismo de investigación, estuvo durante años en el radar de la dictadura marroquí. Hasta que no tuvo más opción que la huida del país.
A diferencia de su padre, Mohamed VI adoptó una estrategia que pretende 'manchar antes de castigar'
Hicham Mansouri, PERIODISTA
“Hasán II utilizó una represión frontal violenta. Fueron los 'años de plomo', simbolizados en particular por la prisión secreta de Tazmamart. A diferencia de su padre, Mohamed VI adoptó una estrategia que pretende 'manchar antes de castigar'”, explica el reportero. “Pegasus se encuentra en medio de este sistema, ya que permite analizar de forma muy minuciosa la vida privada de los objetivos e incluso de los objetivos potenciales. Actúa por represión anticipada, antes de ensuciar a través de sus medios de comunicación o demandarlos por delitos como el adulterio, la violación o el blanqueo de dinero…”, agrega.
El pasado julio la investigación de Forbidden Stories, Amnistía Internacional y un consorcio internacional de periodistas hizo aflorar un tsunami que había permanecido silente: el uso intensivo y obsesivo del programa israelí Pegasus por parte de los servicios secretos marroquíes. La revelación, fruto de una filtración, dejó al descubierto más de 50.000 números de teléfonos considerados objetivos de la vigilancia de Pegasus. En el listado figuran periodistas marroquíes y de una veintena de nacionalidades y funcionarios extranjeros como el presidente francés Emmanuel Macron o el diplomático estadounidense Robert Malley, negociador del acuerdo nuclear con Irán en 2015. La relación incluía más de 200 móviles españoles.
Pegasus se encuentra en medio de este sistema, ya que permite analizar de forma muy minuciosa la vida privada de los objetivos e incluso de los potenciales
Hicham Mansouri, PERIODISTA
Una vigilancia a escala industrial
La información demostró que Rabat era uno de los principales clientes del software, propiedad de la empresa israelí NSO Group, usado también por autocracias del golfo Pérsico para perseguir a su disidencia. “Está en manos de la policía política de Marruecos, a través de la dirección general para la vigilancia territorial. Es el organismo que controla y espía a activistas, periodistas, políticos y hasta miembros del ejército”, explica a este diario Ali Lmrabet, periodista marroquí afincado en España. “Marruecos obtuvo Pegasus en 2017”, reconoce el reportero, otro de los blancos del programa.
Marruecos cuenta con Pegasus desde 2017
“Mi móvil marroquí fue infectado en 2017 y el español en 2019. Cuando me contactaron de Amnistía me indicaron el año, mes, día, hora, minuto y segundo en el que los servicios secretos habían entrado en mi teléfono. Querían mis contactos y poder activar la escucha cuando tenía encuentros y trabajaba en un tema que ellos consideraban sensible”, detalla Lmrabet. “Se ha dicho que funciona con un enlace que, al recibirlo y abrirlo, te infecta el dispositivo. Pero con Pegasus es más sofisticado. Simplemente se necesita que te llamen para caer en la trampa”, alerta.
El periodista vincula alguno de los episodios acaecidos durante el año al empleo sin tregua de la aplicación israelí, hoy en el ojo del huracán. “¿Cómo se supo que Brahim Ghali estaba en España? ¿Cómo Marruecos mató con un dron israelí al jefe de la gendarmería del Polisario? Hoy sabemos que centenares de teléfonos de funcionarios argelinos, civiles y militares, fueron espiados por Marruecos. Fue uno de los motivos que llevaron a Argelia a romper relaciones con Marruecos”, arguye Lmrabet.
Las maltratadas voces del periodismo independiente en el país vecino conocen bien los métodos de la muhabarat marroquí. Los sufren desde hace décadas. “El espionaje se lleva a cabo principalmente a través de dos medios: la tecnología, con la escucha de las conversaciones telefónicas, y, en las redacciones, la presencia de trabajadores infiltrados por la inteligencia que se dedicaban a espiar al resto de compañeros”, comenta Aboubakr Jamaï, fundador del semanario local Le Journal. “Siempre trabajé sabiendo que era eso lo que estaba ocurriendo. Era una constatación que servía para protegernos cuando tratábamos temas sensibles”, añade.
“Pegasus introdujo una novedad importante: Es una herramienta más sofisticada que permite a los servicios secretos acceder y descargar toda una vida, la que se almacena en un celular”, alerta Jamaï. Una eficacia que explica el denuedo con el que los uniformados marroquíes han hecho uso del programa. “Es una bala de plata para la policía política marroquí, porque supone entrar en las vidas y las comunicaciones de un individuo. La inteligencia marroquí lo ha empleado de manera intensiva”, apunta otra de las víctimas de la vigilancia. “Existen pruebas sólidas de que funcionarios extranjeros han sido espiados por los servicios secretos marroquíes usando Pegasus”, desliza.
Pegasus es una bala de plata para la policía política marroquí, porque supone entrar en las vidas y las comunicaciones de un individuo. La inteligencia marroquí lo ha empleado de manera intensiva
Aboubakr Jamaï, periodista y fundador del semanario local Le Journal
Marruecos, un subcontratista
“Las cifras de gente espiada por Marruecos puede sorprender pero tiene sentido cuando se integran los hechos de que Marruecos probablemente no solo lo está haciendo para sí mismo sino que ha estado trabajando con otros países. Los principales candidatos son Israel y los países del golfo Pérsico. Y eso explicaría que una herramienta tan costosa haya sido comprada por un país que no es, ni de lejos, el más rico del mundo”, subraya Jamaï. El escenario de que Rabat se haya convertido en los últimos años en el brazo del espionaje de otros países que han “externalizado” el polémico uso de Pegasus es una posibilidad en la que coinciden los entrevistados para este reportaje. “Resulta lógico pensar que Marruecos no ha pagado el coste completo del programa sino que otros países la han sufragado”.
Lo que puedo decir es que Marruecos nunca se atrevería a espiar a sus 'amigos y aliados' europeos sin el plácet o la petición de otra potencia
Hicham Mansouri, PERIODISTA
A juicio de Mansouri, esta precisión explicaría el uso generalizado de la herramienta en los cuarteles de la inteligencia local. El espionaje con Pegasus sería, en parte, fruto de encargos de países terceros. “Pegasus forma parte de un marco más global: La influencia israelí en la región, a partir de la normalización de las relaciones. Puede ser que Marruecos haya actuado como subcontratista de Israel para espiar a jefes de Estado y políticos europeos, a cambio de la normalización, la cooperación económica y la impunidad en el uso de Pegasus en la caza de sus ciudadanos en Marruecos y en otros lugares”, argumenta el periodista.
“Lo que puedo decir es que Marruecos nunca se atrevería a espiar a sus 'amigos y aliados' europeos sin el plácet o la petición de otra potencia. Resulta inconcebible. El régimen marroquí es pragmático y ambicioso, pero no suicida”, opina Mansouri. “Si ha actuado así, es porque tiene las garantías de no gestionar en solitario una posible crisis derivada del mal uso de Pegasus. Esto explica el silencio y la tímida reacción, al menos hasta ahora, de los europeos. Marruecos es sólo la punta del iceberg”, sugiere.
Hace una semana La Moncloa, en plena tormenta política por el espionaje con Pegasus a líderes independentistas catalanes, denunció que los móviles del presidente del Gobierno y la ministra de Defensa, Margarita Robles, habían resultado también infectados con el programa israelí por un agente externo. La primera de las intrusiones se habría producido en el contexto de la entrada masiva de unos 10.000 inmigrantes en Ceuta entre el 17 y 18 de mayo de 2021. Un dato temporal que eleva la presión sobre Marruecos. La presidencia del Gobierno, sin embargo, ha rehusado proporcionar información adicional sobre el origen del espionaje en un momento en el que busca la reconciliación con el reino alauí, tras el histórico cambio de posición en el contencioso del Sáhara Occidental, alineándose con el plan de autonomía marroquí y exhibiendo su soledad parlamentaria.
Rabat está haciendo ahora lo que hizo siempre: antes tenía chivatos humanos y ahora son electrónicos gracias a Israel
Ali Lmrabet, PERIODISTA
“Sería muy fácil de saber si Marruecos está detrás porque cada cliente de Pegasus genera una huella electrónica” advierte Lmrabet. “Rabat está haciendo ahora lo que hizo siempre: antes tenía chivatos humanos y ahora son electrónicos gracias a Israel”, denuncia el reportero. “No tengo duda de que lo que ha pasado últimamente en Madrid está relacionado. El cambio de posición sobre el Sáhara es una decisión personal de Pedro Sánchez, no es del Gobierno ni de su partido. Estoy seguro de que Marruecos está chantajeando en estos momentos a Sánchez porque han debido encontrar algo en su teléfono. En 2,5 gigabytes de información en un teléfono puede haber mucho”.
Estoy seguro de que Marruecos está chantajeando en estos momentos a Sánchez porque han debido encontrar algo en su teléfono
Ali Lmrabet, PERIODISTA
Difamación y chantaje
Intramuros del país vecino, la información recabada a través del espionaje de Pegasus y otros programas previos, de nacionalidades italiana, francesa o neozelandesa, ha terminado apareciendo en las televisiones y los tabloides más cercanos al régimen en un ejercicio continuo de difamación contra aquel que desafía la narrativa oficialista. “Los medios de comunicación del régimen publican muchas informaciones privadas que son imposibles de obtener sin vigilancia. Lo hacen para intimidar y ensuciar. El objetivo es aniquilar a quienes critican o se oponen al régimen”, puntualiza Mansouri.
Después de mi experiencia, sé que los servicios de inteligencia marroquíes espían a todos aquellos que consideran un peligro o que les pueden provocar un problema
Wahiba Khourchech, EX POLICÍA
Una de las víctimas más recientes de estas prácticas es Wahiba Khourchech, una ex agente de policía marroquí que padeció el hostigamiento del régimen tras denuncia por acoso sexual a su superior. “En abril de 2019 enviaron a mi marido 3 fotografías en las que aparecía con mi hija y mi abogado en una habitación de hotel en Rabat. Le dijeron que era mi amante”, rememora la mujer en declaraciones a este diario desde su exilio estadounidense. “Mi teléfono era espiado sin tregua. Muchos los mensajes que me cruzaba con mi abogado eran luego compartidos con mi marido. Mi abogado supo luego que su celular había resultado infectado con Pegasus y que sus contactos habían pasado a estar en el radar de las autoridades”.
Khourchech logró escapar al chantaje y la difamación cruzando la frontera y estableciéndose inicialmente en Melilla, desde donde viajó a Estados Unidos. “Para los servicios de espionaje marroquíes, los políticos y los responsables españoles constituyen una prioridad porque comparten el conflicto de Ceuta y Melilla. Es normal que espíen sus teléfonos”, replica. “Después de mi experiencia, sé que los servicios de inteligencia marroquíes espían a todos aquellos que consideran un peligro o que les pueden provocar un problema porque están dispuestos a contar lo que está sucediendo en Marruecos. Y lo hacen de mil maneras: mediante Pegasus o accediendo a los hogares y colocando cámaras”.
Círculo cerrado y opaco
Al frente de esta maquinaria de vigilancia masiva, manufacturada en Tel Aviv y puesta a funcionar en Rabat, se halla el todopoderoso Abdellatif Hammaouchi, jefe de la dirección de la policía nacional marroquí, la dirección de la seguridad nacional y la vigilancia territorial y los servicios secretos. Ejerce también como asesor de Mohamed VI en asuntos antiterroristas. “El sistema de seguridad es muy opaco. Hammaouchi controla tanto la policía como los servicios secretos. Eso ya supondría un escándalo en sí mismo. Se trata de un círculo muy cerrado gestionado impunemente por tres o cuatro personas, a veces con flagrante amateurismo. El gobierno no tiene ningún control sobre el trabajo de los servicios y menos aún el Parlamento”, desgrana Mansouri.
España, junto a Francia, ha alimentado el monstruo, entre otras razones, porque se le considera un buen aliado en la lucha contra el terrorismo
Aboubakr Jamaï, periodista y fundador del semanario local Le Journal
Unas sombras alargadas que siguen encontrándose con la ingenuidad de los servicios secretos europeos. “Que Marruecos es el socio indispensable de España en materia de antiterrorismo es un mito. Los franceses ya lo entendieron hace ya tiempo. Los españoles están a mitad de camino”, indica Lmrabet. “Los franceses y los españoles nunca han puesto presión sobre Marruecos por el tema de los derechos humanos. España no dudó en enviar a un hombre que era inocente para que fuera torturado en Marruecos”, lamenta Jamaï.
“Que ahora se desvele que Marruecos ha espiado a la élite política española es una suerte de justicia poética. España, junto a Francia, ha alimentado el monstruo, entre otras razones, porque se le considera un buen aliado en la lucha contra el terrorismo. Los franceses y los españoles han premiado y condecorado a la policía marroquí por ese supuesto trabajo y ahora observan lo que han estado apoyando. Estos son los frutos. Lo que han alentado durante años es el lado oscuro del régimen, el lado de los servicios de seguridad que no van contra los criminales sino que persiguen a quienes luchan por la democracia y los derechos humanos”, concluye.
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