“Es un día muy complicado”, se excusa Ihtisham Hibatullah a las puertas de Al Yazira. La televisión qatarí, un controvertido referente informativo de Oriente Próximo, tiene su cuartel general en un distrito de Doha, la capital de Qatar de cuyas arcas depende su presupuesto anual. Es primera hora de la tarde del jueves. En los exteriores, azotan la calima y el calor. Intramuros, se respira tristeza. La emisora elabora el luto por la muerte de una de sus reporteras, Shireen Abu Akleh, por un disparo del ejército israelí en los territorios palestinos.
“No estaba en una zona de guerra. Shireen se encontraba en su propio barrio, en el que residía y del que conocía cada palmo”, lamenta Hibatullah, a cargo de las relaciones internacionales de la cadena, establecida en 1996 y cuyas coberturas de las guerras de Afganistán e Irak catapultaron al podio mediático internacional. Abu Akleh, de nacionalidad estadounidense y raíces palestinas, falleció el miércoles mientras cubría una redada de las tropas israelíes en el campamento de refugiados de Jenin, en la Cisjordania ocupada. La veterana periodista de Al Yazira, de 51 años, recibió un disparo mortal en el rostro a pesar de lucir un chaleco antibalas con la identificación de prensa.
“Shireen nos envió un correo electrónico a las 6.13 de la mañana del miércoles. Nos informaba de que se hallaba de camino a la redada. Poco después, intentamos contactar con ella para establecer una conexión por satélite. No volvimos a saber de ella hasta que compañeros de otros medios comunicaron que había sido alcanzada por una bala”, explica Hibatullah mientras recorre la redacción de Al Yazira en inglés. Decenas de empleados trabajan en las hileras de mesas dispuestas en torno al plató donde, entre cabezas calientes y focos, una de las presentadoras cuenta a los telespectadores la última hora del asesinato. Sobre la pantalla, una imagen de la periodista con Jerusalén como escenario.
Shireen nos envió un correo electrónico a las 6.13 de la mañana del miércoles. Nos informaba de que se hallaba de camino a la redada. Poco después, intentamos contactar con ella para establecer una conexión por satélite
Un asesinato en busca de castigo
“Para nosotros ahora lo primordial y lo más importante es que la comunidad internacional sea consciente de lo difícil que es informar desde los territorios palestinos y de cómo Israel, sin ningún respeto a la profesión periodística, ha firmado el asesinato a sangre fría de una periodista de renombre internacional”, arguye el portavoz de la compañía en conversación con El Independiente.
“Abu Akleh llevaba más de 20 años trabajando en el periodismo. No solo había cubierto la causa palestina sino otros temas globales como las elecciones estadounidenses o los asuntos europeos. Era una periodista veterana. Hemos perdido a una gran colega en una situación que no esperábamos, en un país que se dice democrático pero que ataca sistemáticamente a los periodistas. Resulta devastador”, esboza.
El final de Abu Akleh ha vuelto a colocar el foco en la desprotección de los informadores en uno de los conflictos más enquistados del planeta, que -en un escenario regional cada vez menos favorable a las aspiraciones palestinas- se halla lejos de cualquier resolución. Alrededor de 50 reporteros palestinos han perdido la vida desde 2000, según el sindicato de periodistas palestinos. El comité para la protección de los periodistas rebaja la cifra a 18 profesionales desde 1992. “Lo que ha sucedido no es nuevo. Hace exactamente un año, nuestras oficinas en Gaza fueron asaltadas y nuestros colegas fueron detenidos”, indica Hibatullah. El ejército israelí ha iniciado una investigación para esclarecer el soldado que disparó a la reportera.
“También el año pasado Givara Budeiri, una de las compañeras de Abu Akleh fue detenida en Jerusalén este. Sufrió lesiones físicas. Esta intimidación y las amenazas para silenciar a la prensa y la información veraz que sale de Palestina ha sido una constante”, deslizan desde la empresa de capital qatarí, que emplea a 4.000 personas y cuenta con más de medio centenar de oficinas alrededor del planeta.
"El árbol de los mártires"
En el recinto de Al Yazira crece una suerte de árbol, una escultura dedicada a "los mártires" de la cadena, reporteros, productores y cámaras caídos en zonas de conflicto. "Con Abu Akleh, son ya 12 trabajadores", comentan desde la televisión. "Es un recuerdo de los riesgos que supone esta profesión", resalta. /F.C.
El homicidio ha suscitado la amplia condena internacional, con llamadas a las autoridades israelíes y palestinas a abrir una investigación que esclarezca las circunstancias del óbito de la periodista, uno de los principales rostros que han relatado el azaroso conflicto palestino en las últimas décadas, entre sucesivas intifadas y ofensivas israelíes. “Existe unanimidad al pedir que se haga justicia. Estamos ante un acto criminal contra un periodista y su libertad de contar lo que acontece al mundo. Nuestra voz y lo que pedimos ha sido amplificada por la comunidad internacional, todos los líderes políticos como el propio gremio”, subraya Hibatullah.
No vamos a hacer lo que han hecho los israelíes. El único medio a nuestro alcance es acudir a la vía legal
Fuentes de la compañía confirman a este diario que Al Yazira contempla recurrir a los tribunales para perseguir a los autores y exigir cuentas a Tel Aviv. “No vamos a hacer lo que han hecho los israelíes. El único medio a nuestro alcance es acudir a la vía legal para que se haga justicia y se garantice que este horrible crimen contra un informador no vuelva a ocurrir”, explican desde Doha. “Estamos en los primeros días tras este horrible crimen y se trata de algo que está evolucionando. Seguimos conociendo algunos detalles y no tenemos todas las respuestas, pero estamos estudiando ya las opciones judiciales a nuestra disposición”, agregan. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, se ha mostrado partidario de llevar el caso hasta la Corte Penal Internacional.
Ayer viernes una multitud acompañó el féretro de Abu Akleh por las calles de Jerusalén este, desde el hospital hasta la iglesia del sepelio. El lúgubre peregrinaje, entre banderas palestinas y cánticos de “Palestina, Palestina”, estuvo jalonado de momentos de tensión, con los uniformados israelíes propinando golpes a los asistentes y arrojando gases lacrimógenos. Las exequias se celebraron en una iglesia católica de la ciudad vieja, la catedral de la Anunciación de la Virgen, repleta de feligreses, familiares y amigos. El cuerpo de la periodista fue enterrado en un cementerio cercano, el camposanto protestante de Monte Sión. Las autoridades israelíes trataron de eliminar cualquier expresión de apoyo a la causa palestina. “Siguen intentando silenciarnos e impidiendo que la gente esté con nosotros”, lamentó Lina Abu Akleh, sobrina de la periodista.
El gigante catódico del mundo árabe
380 millones de hogares en todo el planeta tienen al alcance de un botón el universo de Al Yazira. La cadena se jacta de haber alumbrado un modelo especialmente exitoso entre la audiencia árabe que intentan copiar con dispar resultado sus rivales, desde Al Arabiya hasta CNN o Skynews en árabe. Una popularidad herida por las controversias de su cobertura y la hostilidad de los regímenes vecinos. Sus detractores le acusan de practicar una doble narrativa en inglés y árabe.
En su trayectoria no todo han sido éxitos. A lo largo de estos años ha debido encajar el cierre de Al Yazira América o de su web en turco. La corporación qatarí gestiona un canal dedicado a las retransmisiones en directo; una televisión en los Balcanes, con sede en Sarajevo; la plataforma digital AJ+ en inglés, francés y español; una web en mandarín; un think tank y un centro de formación pionero en el norte de África y Oriente Próximo. Fuentes de Al Yazira niegan a este diario que exista ningún plan de exposición en idioma español.
25 años de periodismo bajo radar
La muerte de Abu Akleh añade un nuevo capítulo a los convulsos 25 años de historia de Al Yazira, fundada en 1996 por el entonces emir Hamad bin Jalifa. Desde entonces se ha movido en terreno hostil, litigando con la animosidad que despierta en los países vecinos y las críticas de quienes la consideran un poderoso instrumento de diplomacia en manos de la monarquía qatarí. Entre los reproches, figuran la denuncia de que Al Yazira silencia la política interna de Qatar y sus sombras mientras arroja luz y amplifica las contradicciones de las monarquías limítrofes. Otros denuncian que la red da voz a los Hermanos Musulmanes, una organización perseguida en Egipto pero legal en Europa, y hasta un grupo terrorista como Al Qaeda.
No nos planteamos reabrir la oficina en Egipto. Tenemos cuatro periodistas entre rejas
La cadena fue una de las razones de peso que llevaron en 2017 a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto a romper relaciones con Qatar. El bloqueo regional se prolongó hasta principios de 2021, aunque el restablecimiento de los lazos aún no es completo. Hace cuatro años una de las demandas del cuarteto fue precisamente que la señal de Al Yazira (la isla, en árabe) fundiera a negro. Doha, que resistió un costoso hostigamiento regional, resistió las presiones y Al Yazira se mantiene en antena.
Los nubarrones no han remitido a pesar de que su señal, vetada durante años, ha retornado a la mayoría de los países del entorno. Fuentes de la compañía confirman a este diario, no obstante, que su presencia sigue siendo muy limitada en el golfo Pérsico. A pesar del deshielo con los países vecinos, Al Yazira carece aún de oficinas en Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Egipto. En Bahréin, donde las revueltas de 2011 fueron aplastadas con la complicidad de los regímenes vecinos, la hostilidad es incluso anterior y se remonta a la década de 2000. “La situación sigue siendo complicada”, deslizan desde la empresa. “En Egipto, por ejemplo, no contemplamos el regreso de las operaciones de manera inmediata. Tenemos a cuatro periodistas entre rejas”, advierten con cierta amargura.
Un acoso y derribo al que se ha sumado esta semana el fallecimiento de Abu Akleh en mitad de una redada israelí. “La recordaremos siempre y le haremos el tributo que merece”, comenta Hibatullah. En el árido recinto, entre los edificios que albergan los estudios de las cadenas en inglés y árabe, se halla plantado un árbol completamente distinto a sus vecinos. El arbusto es, en realidad, una escultura que recuerda a los “mártires” de Al Yazira, los reporteros y los cámaras de la cadena caídos en el campo de batalla. Cada hoja lleva tallado el nombre de un empleado fallecido. Hay ramas previstas por si nuevas tragedias llegan. “Pronto añadiremos el de Abu Akleh”, avanza el portavoz. “Para que no olvidemos que, cuando se empuñan las armas para imponer la ley, se termina ejecutando a civiles”, concluye.
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