Después de los cuatro días de festejos por el Jubileo de la Reina, ha terminado la tregua para el primer ministro británico, Boris Johnson, por la crisis del Partygate. Sir Graham Brady, presidente del Comité 1922, ha anunciado a primera hora de la mañana que ha recibido las 54 cartas necesarias para convocar una moción de confianza al líder del Partido Conservador. En el comunicado se anuncia que tendrá lugar este lunes entre las 18h y las 20h de este lunes (una hora más en España).
Para que la moción de confianza tenga éxito será necesario que 180 diputados conservadores la apoyen, es decir, la mitad del grupo parlamentario. De momento es el 15% el que ha pedido la moción. Si pierde la votación, Boris Johnson habrá de dimitir como primer ministro. Si la gana, tendrá al menos un año de respiro, ya que durante ese tiempo su partido no podrá volver a poner en duda su liderazgo.
El descontento por el Partygate no se ha disipado en estos meses, a pesar de que la guerra en Ucrania le ha llevado a Boris Johnson a ganar tiempo. En los festejos del Jubileo, Boris Johnson tuvo que escuchar abucheos del público, una señal de que ha perdido gran parte del masivo apoyo con el que llegó a Downing Street en diciembre de 2019. El Partido Conservador cuenta desde entonces con la mayoría absoluta en el Parlamento británico.
La antecesora de Boris Johnson, Theresa May, superó la moción de confianza en diciembre de 2018 pero su liderazgo quedó tan debilitado que poco después se vio forzada a dimitir.
Poco después de conocerse que habrá moción de confianza el 10 de Downing Street ha anunciado que esta votación "brinda la oportunidad de acabar con meses de especulación y permite al gobierno trazar una línea y seguir adelante con su compromiso con las prioridades de la población". A su vez, el primer ministro "da la bienvenida a esta oportunidad de defender su caso ante los diputados a quienes recordará que cuando están unidos y focalizados en los asuntos relevantes para los votantes no hay una fuerza política más potente".
El primer ministro conservador ha enviado una carta a los diputados en la que les pide su apoyo. Según Boris Johnson, este voto les da la oportunidad de zanjar lo que se ha convertido a su juicio en "una obsesión de los medios" para centrarse en "los intereses de los votantes". Antes de que se pronuncien, el primer ministro se dirigirá a los 360 diputados tories, que tienen en sus manos su continuidad en el cargo.
La situación se volvió a complicar el 25 de mayo pasado cuando se hizo pública la investigación realizada por Sue Gray. En ese documento se apunta que los líderes políticos del gobierno han de "asumir la responsabilidad por las fiestas celebradas en Downing Street durante el confinamiento".
En el informe se incluyen fotos en las que puede verse a Boris Johnson copa en mano celebrando con su equipo. En su comparecencia en el Parlamento británico, el primer ministro insistió en que siempre entendió que se trataba de eventos que tenían que ver con su actividad laboral. Insistió a su vez en pedir perdón por haber participado mientras la población padecía estrictas condiciones por el confinamiento. "Estoy avergonzado. He aprendido la lección", remarcó ante los diputados.
La cuestión, según la oposición laborista, es que el primer ministro habría incumplido la ley estando en el cargo. A su vez, Boris Johnson habría mentido al negar que había asistido a estos festejos, que muchas veces acabaron a las tantas de la madrugada y con muestras de que allí se bebió en exceso.
El Partygate estalló al filtrarse a los medios de comunicación británico las informaciones sobre las fiestas celebradas en Downing Street durante el confinamiento. Incluso la prensa conservadora más fiel a los conservadores como el Daily Telegraph, conocido como Torygraph, llegó a publicar exclusivas sobre estos eventos. Detrás de esta filtración está Dominic Cummings, el que fuera spindoctor de Boris Johnson, que tuvo que dejar su cargo en noviembre de 2020 por su distanciamiento con el premier. Cummings fue el artífice de la campaña del Brexit.
A Boris Johnson puede salvarle el hecho de que no está claro quién puede sucederle en un momento de crisis internacional sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial por la guerra en Ucrania. En todo caso, quien parece mejor situada es la ministra de Exteriores, Liz Truss.
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