Fue el principal arquitecto de las reformas que emprendió el ejército ucraniano tras la primera sacudida rusa, allá por 2014 en la región del Donbás y la península de Crimea. Y, curtido por dos décadas de experiencia en la industria armamentística, llegó a ocupar el ministerio de Defensa. Andriy Zagorodnyuk es uno de los mayores conocedores de las fuerzas armadas que hoy tratan de detener las embestidas del Kremlin en el oeste del país.
Al frente del Centro para las Estrategias de Defensa, un think tank con sede en Kiev especializado en seguridad, Zagorodnyuk -que fue, además, asesor de Volodímir Zelenski- no oculta los reveses que la ofensiva rusa en el Donbás sigue ocasionando entre las tropas de su país. "Cada territorio que perdemos es un problema porque se trata de nuestra población, nuestra tierra y de miles de negocios, pero hay que ser realistas", declara en una entrevista con El Independiente. "A diferencia de lo que sucedió al inicio de la contienda, Moscú ha concentrado ahora sus efectivos en un lugar muy concreto y resulta mucho más complicado enfrentarse a sus golpes", agrega.
Pregunta.- ¿Cómo han evolucionado las tropas ucranianas desde que usted dejó el ministerio hace ahora dos años?
Respuesta.- En primer lugar, el número de efectivos es sustancialmente mayor porque cuenta con más de 300.000 personas, una cifra a la que habría que sumar los reservistas y los 100.000 voluntarios de las unidades de defensa territorial. Y esa es sola la estructura formal. En total, las fuerzas armadas tienen más de 700.000 personas involucradas, además de la Guardia Nacional, los guardias fronterizos y algunos policías que también participan en el conflicto. Son cientos de miles de personas las que dependen en estos momentos del mando operativo. El ejército ucraniano es hoy mucho más grande de lo que era entonces, alrededor de 250.000. Sin contar los civiles, su fuerza no superaba los 206.000 uniformados.
P.- Pero, a pesar de estos avances que detalla, un abismo sigue separando a los ejércitos ucraniano y ruso...
R.- Pero la distancia que hoy existe es en cantidad de equipamiento y no en número de personas. En un principio el ejército ruso trajo a Ucrania 150.000 soldados y luego aumentó a 200.000. Es más o menos la cantidad que mantienen actualmente. Obviamente hay algunos efectivos que se utilizan desde Rusia sin entrar en territorio de Ucrania como tropas de apoyo además de algún refuerzo de la Marina. En términos generales, los que están involucrados directamente en la guerra representan poco más de 200.000 hombres.
Somos conscientes de que nos ha tocado batallar con un enemigo mejor equipado
De lo que se trata aquí es de la cantidad de equipos que emplean porque tienen suministros de la Rusia continental y cuentan con ventaja en ciertos tipos de equipamiento como aviones, misiles, fuerza naval, artillería o sistemas de lanzamiento de cohetes. En eso nos supera. Luchamos contra un ejército mucho más financiado. Su presupuesto era once veces mayor que el nuestro en los momentos en que nuestro presupuesto estaba al máximo. Somos conscientes de que nos ha tocado batallar con un enemigo mejor equipado.
Hoy sabemos que la eficiencia es mucho más importante que los números en un ejército. Nuestras tropas actúan mejor y hacen un mejor trabajo, y eso es lo que estamos viendo claramente en estos momentos
P.- ¿Qué lecciones han aprendido desde 2014?
R.- Hoy sabemos que la eficiencia es mucho más importante que los números. Implica que nuestras tropas actúan mejor y hacen un mejor trabajo, y eso es lo que estamos viendo claramente en estos momentos. Así que, independientemente de sus cifras de efectivos, no son tan eficientes como lo somos nosotros y por eso los hemos detenido en múltiples zonas. Entre las razones de esta eficacia está el entrenamiento, la motivación o el conocimiento del territorio. Existe, además, una diferencia de doctrina [conjunto de principios fundamentales por los cuales las fuerzas militares guían sus acciones para la consecución de sus objetivos] con Rusia, que sigue usando la antigua soviética con ciertas actualizaciones.
Nosotros, en cambio, empleamos una doctrina mucho más occidental. Tenemos el llamado mando nacional, que significa que las decisiones se toman al nivel más bajo posible. No se aplica al 100%, pero incluso en la medida en que se aplica, ya supone una gran diferencia. La razón fundamental de nuestras ventajas es que durante años hemos tenido lo que se llama un control civil democrático independiente, con toda una serie de organismos externos, incluyendo la sociedad civil y el Parlamento y el ministerio de Defensa. Los rusos carecen de todo eso. Nadie controla externamente a sus fuerzas armadas. El ministro es militar y, esencialmente, se controlan a sí mismos. De ahí parten problemas muy importantes de eficiencia.
P.- Estados Unidos, primero, y Reino Unido, después, han anunciado el envío de misiles de largo alcance. Alemania, por su parte, proporcionará sistemas de radar. ¿Hasta qué punto esa ayuda puede estrechar las distancias entre ambos ejércitos?
R.- Puede contribuir a llenar el vacío existente. En realidad, resulta muy interesante ver que se trata de dos tendencias diferentes. Estamos logrando recibir más equipos occidentales. En algún momento tendremos una masa crítica que nos permitirá llegar al punto de inflexión y cambiar el curso de los acontecimientos. Y los rusos, en cambio, están agotando sus capacidades. Están desplegando en el campo de batalla material más antiguo, como, por ejemplo, los tanques T-62, que es un equipo completamente obsoleto. Están agotando algunas posiciones y algunas capacidades. Nos enfrentamos a dos tendencias diferentes. Ucrania se está occidentalizando y modernizando mientras el ejército ruso se hace más y más viejo. Y tan pronto como estas dos tendencias se crucen, creo que habrá llegado el punto de inflexión donde podremos ver un giro de los acontecimientos.
P.- ¿Cuándo se producirá ese cambio de tornas?
En el mejor de los casos, la guerra durará aún meses. Rusia está condenada al fracaso
R.- Es una buena pregunta. Una cuestión histórica, además. No lo sé. Nadie puede predecir lo que está ocurriendo en estos momentos, pero hay expertos que calculan que tendrá lugar tal vez en agosto o septiembre.
P.- Camino de los cuatro meses de guerra, ¿cuáles son los escenarios?
R.- Uno es el de una guerra prolongada, que es extremadamente desfavorable. Así que haremos todo lo posible para que ese escenario no se produzca, porque aún así vamos a ganar, pero será a través de un período de tiempo más largo y más agotador. Y luego está el escenario de un conflicto más rápida. Eso significaría que tendríamos un progreso sustancial a finales de este año. En ambos cálculos los rusos acabarían perdiendo. Es la opinión de algunos analistas muy serios con los que trabajo. Rusia está condenada al fracaso. En cualquier y en el mejor de los casos, llevará meses. No estamos ante una solución rápida, que podamos arreglar en un mes o dos.
P.- La región de Lugansk está a punto de caer por completo en manos rusas. En Donetsk, en cambio, alrededor del 30 por ciento sigue controlado por Kiev. ¿Se puede detener el avance ruso?
R.- Todo es posible. Porque cuando uno observa que traen tanques T-62 y también reclutas y reservistas sin ningún conocimiento en el campo de batalla ni tiempo para el entrenamiento colectivo, que es extremadamente importante para construir su capacidad, lo que están haciendo es reunir a gente y arrojarla en la batalla. Lo único que puede significar es que están agotando sus capacidades. La cuestión es cuándo terminarán de agotarlas y no serán capaces de seguir adelante. Nuestra misión es que se cansen y paren.
La paz surgirá en el campo de batalla, cuando los rusos entiendan que no tienen posibilidades militares
P.- ¿Qué información de inteligencia apunta precisamente a esta flaqueza rusa?
R.- No estoy en posición de compartir, pero obviamente se enfrentan a problemas serios. Ya saben que la guerra no está sucediendo de acuerdo con el plan. Así que han decidido algunos cambios. Tienen algunos contratiempos graves y no están contentos con el curso de los acontecimientos. Y, además, empiezan a ser conscientes de que la guerra no acabará sin consecuencias para ellos. Ya hay investigaciones sobre crímenes de guerra en curso. Hay cosas que han hecho que no se pueden deshacer y por las que tendrán que rendir cuentas en los tribunales.
P.- En los próximos meses Zelenski podría enfrentarse a decisiones duras. ¿Se verá forzado a ceder territorios a Rusia?
R.- No creo que lo haga. No sería una decisión difícil sino débil. Según la Constitución, no puede hacerlo por sí mismo y, en estos momentos, la gente no se inclina por ninguna de esas concesiones. En absoluto. En segundo lugar, ningún presidente del país puede entregar parte del territorio a otro. No está dentro de su potestad. Sabemos, además, que hacerlo sería un gran error. Ceder una parte del territorio no detendrá la guerra, sino que la reforzará, porque entonces Putin irá más allá, envalentonado por lo que considera un éxito. Cualquier acuerdo de paz con Putin no es ejecutable. Solo un pedazo de papel, porque él puede cambiar de opinión al día siguiente y culpar al enemigo por ello.
P.- ¿La guerra acabará en el campo de batalla o en la mesa de negociaciones?
R.- En ambos sitios y no es contradictorio. Los rusos pueden llegar a algún tipo de acuerdo cuando entiendan que no tienen posibilidades en el campo de batalla. No son opciones excluyentes. Solo la fuerza puede hacer que se detengan. No confío en las posibilidades de un acuerdo de paz con los rusos. Desgraciadamente, tal y como están las cosas, no creo que estén dispuestos a firmar la paz. Así que tendremos que sacársela a la fuerza. Es la única opción en este momento. Y no es que no queramos la paz. Queremos la paz más que cualquier otra nación en el mundo. No estamos disfrutando de la guerra en absoluto. Pero es que si no tienes otra opción, es lo único que puedes hacer: la guerra.
No hay posibilidad de escalada militar porque Rusia está agotando sus capacidades
P.- ¿Es capaz el ejército ucraniano no solo de detener los progresos rusos sino de recuperar el territorio perdido?
R.- Con equipamiento y munición sí. Ya lo hizo en los territorios del norte del país, y se puede replicar en el sur y este de Ucrania. Es solo un asunto de tener los equipos adecuados. Necesitamos tanques, artillería, radares, aviones, aunque sé que éste último es un elemento complicado de obtener. Y también precisamos de material para la guerra electrónica además de una gran cantidad de municiones.
P.- ¿Es la escalada militar un riesgo?
R.- No creo que puedan. ¿Con qué capacidades podrían los rusos hacerlo? Sé que ha sido un tema central en la discusión de prensa y políticos pero no está en mis cálculos. [Está la posibilidad de una escalada nuclear] Sí pero sería añadir una negatividad enorme, con consecuencias sin precedentes. Ningún país del mundo quiere abrir la puerta nuclear. Al mismo tiempo, no les supondría ningún logro tangible. No cambiará la posición de Ucrania ni su determinación de defenderse porque no hay nada que pueda ser peor para nosotros que la ocupación rusa de Ucrania. Para mucha gente no hay nada peor que lo que ya ha ocurrido.
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