El origen de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) está ligado al nombre de un visionario que se dio cuenta de que la unión de naciones transatlánticas sería vital para contener la expansión de la URSS. Ernest Bevin, ministro británico de Exteriores, ya había impulsado el tratado anglo-francés de Dunquerke en 1947. En enero de 1948 Ernest Bevin expuso su proyecto en la Cámara de los Comunes: "Si queremos crear un mundo sólido, estable y saludable, necesitamos los recursos y el poder de Estados Unidos".
El siguiente paso fue el Tratado de Bruselas de marzo de 1948, entre Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Francia y Reino Unido. Ese año la URSS dejó claras sus intenciones con el golpe de estado en Checoslovaquia que derrocó a Edvard Benes y el bloqueo de Berlín. Así se creó la Organización para la Defensa de Europa Occidental. Pero Bevin sabía que para frenar a la URSS había que implicar a Estados Unidos en la defensa de Europa. No paró hasta conseguirlo.
En Washington vieron de forma positiva la firma del Tratado de Bruselas, así que Ernest Bevin insistió ante Estados Unidos y Canadá para empezar conversaciones sobre seguridad colectiva en el Atlántico y el Mediterráneo. Comenzaron en julio de 1948. Sir Oliver Franks representó al Reino Unido en las conversaciones que no fueron fáciles. "Los estadounidenses se comportan como si fueran una especie de hadas madrinas que reparten favores a los países europeos occidentales menos afortunados, siempre y cuando estos últimos puedan justificar sus demandas de tales favores", decía Franks en uno de sus informes.
Hubo discrepancias sobre la cobertura geográfica de la Alianza. EEUU quería que incluyera a Noruega, Dinamarca, Suecia, Islandia, Irlanda y Portugal. Pero los países firmantes del Tratado de Bruselas temían que abarcar tanto mermara su eficacia. Los europeos veían fundamental el artículo 4 del Tratado de Bruselas, por el que se prestaría asistencia militar al país que fuera atacado, mientras EEUU quería que la última palabra fuera de su presidente y/o el Congreso. La elección de Harry Truman en noviembre de 1948 impulsó el proyecto de pacto de seguridad transatlántico, del que era un gran defensor como forma de contener la amenaza soviética.
Las conversaciones se retomaron y finalmente se invitó a formar parte a Dinamarca, Islandia, Noruega, Portugal y también a Irlanda y Suecia que lo rechazaron. España fue descartada por ser una dictadura. Italia fue finalmente aceptada para asegurar su vínculo con Occidente.
Decía Lord Ismay, primer secretario general de la OTAN, que la organización había nacido para tener “a los rusos fuera, a los americanos dentro y a los alemanes abajo”. Los rusos eran el enemigo; los americanos, los protectores; y los alemanes, los perdedores de la guerra. Alemania (occidental entonces) ingresó en la OTAN en 1955.
El Tratado de Washington
El borrador del Tratado de Washington empezó a circular en diciembre de 1948. La clave era el artículo 5: los europeos querían que fuera lo más vinculante posible. EEUU reclamaba que cualquier despliegue de tropas de EEUU fuera aprobado por el presidente.
Finalmente el artículo 5 quedó así:
“Las Partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas, y en consecuencia, acuerdan que si tal ataque se produce, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a la Parte o Partes atacadas, adoptando seguidamente, de forma individual y de acuerdo con las otras Partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada, para restablecer la seguridad en la zona del Atlántico Norte. Cualquier ataque armado de esta naturaleza y todas las medidas adoptadas en consecuencia serán inmediatamente puestas en conocimiento del Consejo de Seguridad. Estas medidas cesarán cuando el Consejo de Seguridad haya tomado las disposiciones necesarias para restablecer y mantener la paz y la seguridad internacionales”.
El artículo 5 del Tratado de Washington, la cláusula de defensa mutua, solo se ha invocado una vez: lo hizo Estados Unidos tras los ataques terroristas del 11 de Septiembre.
El preámbulo describe con claridad cuáles son los fines de la OTAN, una organización defensiva, al contrario de lo que denuncia Moscú:
“Las Partes de este Tratado reafirman su fe en los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y su deseo de vivir en paz con todos los pueblos y todos los Gobiernos. Decididos a salvaguardar la libertad, la herencia común y la civilización de sus pueblos, basados en los principios de la democracia, las libertades individuales y el imperio de la ley. Deseosos de promover la estabilidad y el bienestar en la zona del Atlántico Norte. Resueltos a unir sus esfuerzos para la defensa colectiva y la conservación de la paz y la seguridad. Acuerdan, en consecuencia, este Tratado del Atlántico Norte”.
Quiénes son los aliados
El Tratado de Washington se firmó el 4 de abril de 1949 y entró en vigor el 24 de agosto. Los 12 países signatarios fueron: Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido.
La primera ampliación tuvo lugar en 1952 cuando entraron Grecia y Turquía; en 1955 lo hizo Alemania, la entonces República Federal; y en 1982 lo haría la España democrática. En España se celebró en 1986 un referéndum sobre la permanencia, al que se había comprometido el socialista Felipe González en su campaña electoral. Ganó el sí por el 56,8% frente al 43,1% del no. España se integró en la estructura militar en 1999.
Después de la caída del Muro de Berlín, el desmoronamiento de la URSS y la desaparición del Pacto de Varsovia, solicitaron su ingreso los países de Europa Central y Oriental que habían estado en la órbita soviética. Fue en la cumbre de Madrid de 1997 cuando se dio luz verde al proceso y se impulsa la política de puertas abiertas, que dará paso a futuras ampliaciones. Entraron en la OTAN en 1999 Hungría, Polonia y República Checa. La siguiente ampliación al Este fue en 2004 con los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia y Rumanía. En 2009 accedieron al club transatlántico Croacia y Albania. Las últimas incorporaciones han sido las de Montenegro, en 2017, y Macedonia del Norte en marzo de 2020.
En 2022 Suecia y Finlandia, dos países tradicionalmente no alineados, han solicitado su ingreso en la OTAN como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania. Los 30 aliados han de dar su visto bueno a esta nueva ampliación con dos países que ya son asociados de la Alianza Atlántica. Turquía ha puesto objeciones por la acogida a refugiados kurdos, y los dos países están aclarando su posición a Ankara. Hay esperanza de que logren el visto bueno en la cumbre de Madrid o poco después.
Su proceso de ingreso será rápido porque cumplen las condiciones y sus fuerzas armadas están prácticamente adaptadas a las aliadas. En los dos países la opinión pública se ha mostrado favorable al ingreso como consecuencia de la agresión rusa y las amenazas de Putin en contra de que crucen esta línea roja de unirse a la Alianza Atlántica. "Nosotros decidimos nuestras alianzas", han dicho en Suecia y en Finlandia.
Asociados de la OTAN
La OTAN ha tejido una red de acuerdos de cooperación con 40 países en todo el mundo. Estas naciones no forman parte de la estructura política ni militar de la Alianza Atlántica, ni se benefician de la cláusula de seguridad colectiva, pero gozan de ventajas. De los 40 países asociados ahora tres tienen suspendidas su relación: Afganistán, Bielorrusia y Rusia.
Cuatro de los nueve socios globales han sido invitados a la cumbre de Madrid, lo que da idea del interés de la Alianza en fortalecer la relación con ellos. Son Japón, Corea del Sur (ambos muy cercanos a EEUU), Australia y Nueva Zelanda. A ellos se unen en esta categoría Colombia, el único país latinoamericano, que tiene esta relación con la OTAN, junto con Irak, Mongolia, Pakistán y Afganistán, país en el que se paralizó la cooperación desde la llegada de los talibán al poder.
La relación con el flanco sur, que se quiere revitalizar en la cumbre de Madrid, se materializa en el Diálogo Mediterráneo, del que forman parte Argelia, Egipto, Israel, Jordania, Mauritania, Marruecos y Túnez.
Otro foro de asociados es el Consejo de Asociación EuroAtlántica, en el que están Suecia y Finlandia, junto a Austria, Irlanda, Malta, y Suiza, junto con Bosnia-Herzegovina y Serbia, además de Georgia, Moldavia y Ucrania, junto con Armenia, Azerbaiyán, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbequistán. Ahora se ha excluido a Rusia y Bielorrusia por la invasión de Ucrania.
Con los países del Golfo se impulsó la Iniciativa de Cooperación de Estambul con la participación de Bahrein, Kuwait, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.
Estructura de la organización
La OTAN cuenta con una estructura política y otra militar. El órgano supremo es el Consejo del Atlántico Norte, encabezado por el secretario general, cargo que actualmente ocupa el noruego Jens Stoltenberg, que se mantendrá un año más en el puesto.
Cada país aliado cuenta con un embajador permanente en la sede de la Alianza Atlántica en Bruselas. En las cumbres de jefes de Estado y de gobierno, como la de Madrid, es donde se adoptan las decisiones estratégicas.
En el plano militar las estructuras de mayor relieve son el Comité Militar y el Estado Mayor Internacional. También existe un Grupo de Planeamiento Nuclear, en el que están los países con capacidad atómica, a excepción de Francia.
Cómo se financia la OTAN
El mayor peso de la financiación de la OTAN recae sobre Estados Unidos, que lleva desde la cumbre de Gales de 2014 (presidencia de Obama con Biden como vicepresidente) reclamando a los aliados que aumenten sus presupuestos de defensa a al menos un 2% del PIB. El ex presidente Donald Trump arremetió contra los europeos por no aportar lo suficiente.
Además de Estados Unidos, solo cumplen esta premisa Grecia, Reino Unido, Francia, Croacia, Lituania, Letonia. Estonia, Polonia y Rumanía. Desde la invasión rusa de Ucrania varios países han prometido aumentar su presupuesto, entre ellos España, y modernizar sus Fuerzas Armadas, como es el caso de Alemania.
El presupuesto en defensa conjunto ronda los 1,174 billones de dólares (1,051 billones de euros). Estados Unidos aporta casi el 70% del total: más de 811.000 millones de dólares. El siguiente sería el Reino Unido con 72.000 millones, lo que equivale al 6,2%. España apenas llega al 1,3% con los 11.338 millones que dedica a defensa.
Otra cuestión es la financiación directa de la Alianza, de unos 1.850 millones de euros para 2022. El presupuesto civil sería de 289,1 millones de euros y el militar de 1.560 millones. Con ellos se paga el personal civil, los costos operativos, los gastos del a sede y las misiones y operaciones de la estructura de comando de la OTAN. A ello hay que sumar el Programa de inversión en Seguridad, previsto para 2022 en 790 millones, que contempla las inversiones en construcción y sistemas de comando y control.
Estados Unidos aporta un 16% de este presupuesto, al igual que Alemania, mientras que a España le corresponde un 6%. Las autoridades militares españolas siempre argumentan que España sin embargo es uno de los países que más participan en misiones en el exterior. Este año casi ha triplicado su número. Sería el séptimo país en este ranking y el quinto por nivel de compromiso. Desde su ingreso en la Alianza Atlántica, unos 125.000 efectivos han participado en operaciones de la OTAN.
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