El futuro de la OTAN se decide en la cumbre de Madrid. Las líneas de la estrategia de futuro de la Alianza dibujan los espacios donde se desarrolla la nueva Guerra Fría que vivimos. La guerra de Ucrania ha reactivado el mundo en bloques, que si bien no son tan definidos como cuando existía la URSS, mantiene a Estados Unidos en el liderazgo atlántico. Y ese liderazgo marca el camino de una Alianza hacia un espacio exterior cada vez más militarizado.
“El espacio como dominio ha ido ganando en importancia para la OTAN en el último lustro y es previsible que se hagan más referencias al mismo, dada su transversalidad. Lo que ocurre en el espacio afecta al resto de dominios, ya que las comunicaciones militares, la ISR [Inteligencia, vigilancia y reconocimiento] o hasta las previsiones meteorológicas suelen depender de los satélites”, afirma Christian D. Villanueva López, director de la Revista Ejércitos.
“El Concepto Estratégico que se aprobará en Madrid debe responder a estos retos en 360º, reforzando la importancia del colectivo de la OTAN en la defensa colectiva e incorporando las nuevas formas de guerra híbrida y los nuevos espacios de confrontación que son el ciberespacio y el espacio exterior”, afirma la ministra de Defensa, Margarita Robles, en la publicación El futuro de la OTAN tras la cumbre de Madrid en 2022 del Instituto de Estudios Estratégicos.
“El nuevo Concepto Estratégico de la OTAN que nazca de Madrid subrayará la importancia del dominio del espacio", confirman desde la portavocía de la OTAN. "La alianza está integrando el espacio en sus ejercicios y entrenamientos, planes operativos, su desarrollo de capacidades y esfuerzos de innovación”.
“El espacio no va a dejar de ser un lugar de cooperación científica, lo que no quita para que la parte militar continúe ganando en importancia"
Christian D. Villanueva López, director de la Revista Ejércitos
La 'Guerra de las galaxias' de Reagan
Fue precisamente en el espacio donde la Guerra Fría marcó su punto de inflexión. En la conocida como la Guerra de las galaxias o la gran performance de Ronald Reagan que emitió en directo por televisión, en 1983, el presidente anunció la creación de una red de satélites equipados con rayos láser capaces de acabar con cualquier misil balístico de la URSS en el aire. La denominó Strategic Defense Initiative (SDI), un sistema de defensa en el que estaba dispuesto a invertir miles de millones de dólares. Suponía una escalada más en la carrera militar de la Guerra Fría que la URSS, sumida en la crisis, no podía seguir. Fue considerado un gran farol, porque esta tecnología no estaba disponible, pero empujó a Mijaíl Gorvachov a sentarse en la mesa de negociación que condujo al final de la guerra de bloques.
Casi 40 años después de aquel anuncio, el espacio se ha vuelto a poner en el objetivo de la OTAN y el que durante décadas ha sido lugar de cooperación científica internacional se transforma ahora en un escenario bélico, de la misma manera que le ocurre al Ártico. Nuevas fronteras significan nuevos conflictos. Hasta 2019 la OTAN no tenía un mandato espacial concreto sobre el espacio, pero la Alianza tiene claro que es un ámbito clave para la seguridad.
Espacio abarrotado
Un total de 65 países tienen programas espaciales, una proliferación de actores en el espacio que requiere más vigilancia, especialmente cuando China ya es el tercer país en enviar humanos fuera de la Tierra y aspira a llegar a la Luna y a Marte. La gran mayoría de países lo que ha conseguido es poner en órbita satélites y sus agencias espaciales, en principio, tienen carácter científico. Pero el espacio ha dejado de ser un lugar exclusivo de entendimiento para ser un lugar de sospecha. Cualquier satélite que se lanza con fines meteorológicos puede estar siendo usado con otros objetivos.
“El espacio no va a dejar de ser un lugar de cooperación científica, lo que no quita para que la parte militar continúe ganando en importancia. Quien más, quien menos ha destinado en los últimos años recursos crecientes. Cada vez son más los Estados con programas espaciales de carácter militar y todas las potencias entienden que el espacio es, por decirlo de alguna manera, un cuello de botella sin el cual muchas de las capacidades de los sistemas o las unidades que operan en el resto de dominios, quedan inutilizados. Por poner un ejemplo, sin capacidades de reconocimiento en tiempo real, o de comunicaciones seguras, o sin GPS, una parte sustancial del armamento moderno se vuelve inútil”, afirma Villanueva López.
Según el Informe Capacidades Globales de Contraespacio 2022, del think tank estadounidense Secure World Foundation, el desarrollo de capacidades ofensivas contraespaciales está en aumento en países como EEUU, Rusia y China. “La existencia de las capacidades contraespaciales no es nueva, pero las circunstancias que las rodean sí lo son. Actualmente existen mayores incentivos para el desarrollo y el uso potencial de las capacidades ofensivas de contra espacio. También existen mayores consecuencias potenciales de su uso generalizado que podrían tener repercusiones globales mucho más allá de las fuerzas armadas, ya que gran parte de la economía y la sociedad global dependen cada vez más de las aplicaciones espaciales”, asegura el informe.
Un buen ejemplo de los efectos destructivos del espacio como campo de batalla se vio en 2021, cuando Rusia destruyó con un misil uno de sus satélites creando 1500 proyectiles de basura espacial que pusieron en peligro a la Estación Espacial Internacional. Se trató de una prueba DA-ASAT, es decir, un arma antisatélite lanzada desde la superficie terrestre o desde un avión. “Estados Unidos todavía no tiene una capacidad operacional anti satélite de ascenso directo (DA-ASAT) reconocida, pero sí tiene interceptores operativos de defensa antimisiles de medio curso que han sido probados en un rol ASAT contra satélites de órbita baja”, señala la Secure World Foundation. Pero según los análisis de este centro de investigación, Estados Unidos “ha desarrollado DA-ASATs dedicados en el pasado, tanto convencionales como con ojiva nuclear, y poseen la capacidad de hacerlo en el futuro cercano si así lo desean”.
Tampoco hay evidencias de que EEUU disponga ya de satélites armados con láser, pero la Agencia de Misiles de Defensa (MDA) tiene previsto investigar la viabilidad de las armas de energía dirigida -DEW, como se conoce técnicamente a los láser- basadas en el espacio para defenderse de los misiles balísticos. Este año Israel ha comunicado la creación del láser de alta potencia más innovador del mundo que ha bautizado como Iron Beam.
“Si se desarrollan, estos sistemas [láser en el espacio] podrían tener capacidad contra otros satélites en órbita y, dependiendo de sus capacidades de adquisición y seguimiento de objetivos, podrían considerarse sistemas anti satélites de facto”, señalan desde la Secure World Foundation. Según este think tank, las décadas de investigación e innovación de EEUU en defensa espacial “no siempre se han expresado públicamente”.
El interés de EEUU por el espacio se ha traducido en su organigrama militar con el restablecimiento del Comando Espacial de los EEUU (USSPACECOM) que creara Reagan en los años 80 y la creación de la Fuerza Espacial de los EEUU (USSF) para operar, entrenar y equipar a las fuerzas espaciales.
Basura espacial como arma arrojadiza
La Agencia Espacial Europea (ESA) ha registrado más de 36.500 pedazos de basura espacial mayor de 10 cm que se siguen de manera periódica. A medida que la tecnología mejora se detecta un número cada vez mayor de objetos en el espacio que ponen en peligro lo sistemas los satélites. Según los modelos de la ESA, la cantidad de objetos de más de 1 cm de tamaño supera el millón.
La ESA ha instalado en Tenerife la estación de telemetría láser Izaña 1 (IZN-1) con la que hace seguimiento con láser de restos de basura espacial, una tecnología que se quiere extender por todo el globo con más estaciones para control de desechos espaciales. La idea de la ESA es que en un futuro próximo estas estaciones sean capaces de desviar la trayectoria de los objetos con impulsos de láser.
Los servicios de inteligencia no pierden de vista estos avances que pueden tener aplicaciones militares de defensa y ataque en el espacio. Incluso tecnologías en desarrollo como lanzamientos de red para rescatar basura espacial pueden tener otros usos contra satélites enemigos.
Europa a la zaga de EEUU
Pensar en términos de Espacio en Europa nos remite inmediatamente a la Agencia Espacial Europea, pero es una agencia civil de carácter primordialmente científico, sin competencias militares. Sin la experiencia acumulada de EEUU, los europeos se han activado para desarrollar su capacidad espacial.
“No hay una agencia espacial a nivel comunitario que tenga competencias militares. Sin embargo, la UE está desarrollando proyectos relacionados con el espacio de carácter militar, no hay más que atender al listado de proyectos en marcha de PESCO [la Estructura de Cooperación Permanente en Defensa de los miembros de la UE] para verlo: EU-SSA-N, DoSA, EURAS, COHGI... ”, asegura Villanueva López. “Además, es previsible que en nuevas tandas de proyectos se sumen varias iniciativas más. Todo eso sin contar con otros programas y proyectos de investigación financiados a través del Fondo Europeo para la Defensa o con fondos propios de las empresas o los Estados miembros”, añade.
Francia es el país más avanzado en esta materia en el ámbito de la UE. En julio de 2019 lanzó la primera Estrategia de Defensa Espacial Francesa y reasignó el control de los satélites militares de la agencia espacial francesa al Ejército. “En 2021, Francia llevó a cabo sus primeros ejercicios militares, con el nombre en código ASTERX, en el espacio exterior, probando las capacidades de su Comando Espacial, como parte del objetivo francés en evolución, de convertirse en la tercera potencia espacial más grande del mundo”, señalan desde Secure World Foundation.
España está todavía lejos de sus socios de la Alianza. “Tiene sus propias iniciativas, no olvidemos que el Ejército del Aire ha valorado pasar a llamarse Ejército del Aire y del Espacio, siguiendo el ejemplo francés, y que posee un Centro de Operaciones de Vigilancia Espacial (COVE) localizado en Torrejón de Ardoz", apunta el experto de la revista Ejércitos [Al día siguiente de la publicación de este reportaje el Ejército del Aire anunció el cambio de denominación]. "En nuestro caso, a diferencia de Francia, no vamos más allá de intentar tener 'conciencia situacional' de lo que ocurre en el espacio y puede afectarnos como país, pero es indicativo de por dónde pueden ir los tiros en el futuro”.
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