Hace ocho años la cumbre de la OTAN en Gales concluyó con un propósito de enmienda: “Estamos de acuerdo en invertir la tendencia a la baja de los presupuestos de defensa”, rezaba la declaración final. Por aquel entonces Rusia acababa de anexionarse Crimea y pocos vaticinaban el escenario de una guerra abierta en suelo europeo como la que estalló el pasado febrero. La cita de Madrid culmina con la “reafirmación” de la promesa de los aliados de incrementar su gasto militar por encima del 2 por ciento del PIB. Un compromiso que, para países como España, supondrá esfuerzos titánicos en una coyuntura adversa, marcada por la inflación más alta en cerca de cuatro décadas y el fantasma de un invierno del descontento llamando a las puertas.
En los cuarteles de la Alianza Atlántica se formula ahora el pacto en términos sencillos: “invertir más en defensa y reafirmar el compromiso de los aliados de gastar al menos el 2 por ciento del Producto Interior Bruto en defensa en 2024 junto a más financiación común para la OTAN”. “Juntos estamos desplegando más recursos y capacidades para reforzar nuestra Alianza en todos los dominios: tierra, aire, mar y ciberespacio”, deslizó el presidente estadounidense Joe Biden al cierre de la cumbre. El encuentro, calificado de “histórico” y “transformador”, acabó huérfano de cifras concretas. “Los números específicos del gasto común serán decididos en los presupuestos anuales”, admitió el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, a propósito de un “incremento significativo” en el horizonte de 2030.
La realidad de las estadísticas resulta menos optimista. Según los datos publicados esta semana por la propia OTAN, nueve de los 30 países que conforman la Alianza superan ya el umbral del 2 por ciento de su PIB. En 2014, cuando se diseñó el compromiso de inversión en defensa, solo tres aliados cumplían la directriz. EE.UU. sigue liderando, con diferencia, el gasto. Dedica el 3,7 por ciento de su PIB a defensa frente a la media del 1,77 por ciento que marcan los miembros europeos de la organización y Canadá. El aporte de Washington supone cerca de dos tercios del total. Una asimetría que suscitó amargas reprimendas durante el mandato de Donald Trump. En los últimos ocho años, los gobiernos europeos y Canadá han desembolsado 350.000 millones de dólares estadounidenses para estrechar la distancia.
Las diferencias siguen siendo abismales. “Hemos decidido incrementar el presupuesto en defensa en 200.000 millones de euros en los próximos años pero no es suficiente”, reconoció el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, esta semana desde Madrid. A juicio de William Alberque, director de Estrategia, Tecnología y Control de Armas del IISS (Instituto Internacional para Estudios Estratégicos, por sus siglas en inglés), “el compromiso marcha bien”. “Aparte de los 9 que ya lo cumplen, otros cinco más tienen planes de hacerlo en dos años. Y si se incluye a Finlandia y Suecia, serían 16 de 32”, detalla en declaraciones a El Independiente.
¿Quién hubiera imaginado que Alemania y Países Bajos darían un giro a su gasto en defensa tan repentinamente?
William Alberque, director de Estrategia, Tecnología y Control de Armas del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos
“¿Quién hubiera imaginado que Alemania y Países Bajos darían un giro a su gasto en defensa tan repentinamente? La mayoría de los aliados también están gastando más. Todo va en la dirección correcta”, agrega el experto. El club de los mayores inversores en defensa lo lideran Grecia (3,76), EE.UU. (3,47) y Polonia (2,42). Croacia, Estonia, Letonia, Eslovaquia, Reino Unido y Lituania completan el grupo. Una decena de socios, en cambio, no llegan al 1,5 por ciento: Alemania, Portugal, Canadá o Turquía. España figura entre los más rezagados, con una estimación de 1,01 por ciento para este año, solo superado por Luxemburgo y su 0,58 por ciento.
España ha sido uno de esos países que ha priorizado 'la mantequilla a los cañones', favorecido por las distintas crisis sufridas a lo largo de este siglo
MANUEL RUIZ, EXPERTO EN SEGURIDAD NACIONAL
El caso español
En el caso español, el compromiso manifestado por Pedro Sánchez durante la cumbre es cumplirlo en 2029, un lustro después de lo acordado colectivamente y con la Alianza pensando ya en los incrementos que se pactarán para el horizonte posterior a 2024. Para alcanzar la cifra, el Gobierno -con la oposición interna de Unidas Podemos- tendría que doblar anualmente la partida en defensa. “Muchos países, entre ellos España, no han dado prioridad a la cifra. El estallido de la guerra en Ucrania ha demostrado que el modelo de guerra convencional, que se creía ya superado, sigue muy vivo en el contexto internacional y ahora toca adaptarse a él porque, sencillamente, nuestras sociedades no están preparadas para un conflicto convencional contra las grandes potencias con capacidad para redefinir la arquitectura internacional”, señala a este diario Manuel Ruiz, experto en seguridad nacional, defensa y geoestrategia.
“España ha sido uno de esos países que ha priorizado 'la mantequilla a los cañones' de un tiempo a esta parte, circunstancia favorecida por las distintas crisis sufridas a lo largo de este siglo y afortunadamente, no ha pagado el alto precio que podría cobrarse su dejadez en materia de defensa”, arguye Ruiz. “Ahora, tras la agresión de Ucrania y la consolidación de un nuevo contexto, ascienden grandes actores, como China y Rusia. Hay que acortar la brecha con otros actores regionales como Marruecos o Argelia”. Un día después del cierre de la cumbre, entre grandes alharacas por la organización, la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, reconoció que "será duro, pero será" negociar el incremento.
Sin recetas
El principal interrogante es, en todos los países que deben acelerar el ritmo marcial de su presupuestos, cómo pagar la factura sin causar una escabechina en las partidas destinadas a pensiones, sanidad, educación o vivienda. Una receta aún más complicada cuando la economía se dirige hacia un escenario de crecimiento cero o incluso recesión. “Es una buena pregunta. Con los precios de la energía y la inflación, podría resultar difícil, y complicarse aún más en los próximos años, pero ahora parece que hay un amplio apoyo público al incremento en toda la alianza”, subraya Alberque.
La cumbre de Madrid ha cerrado sin recetas específicas para acomodar ese aumento. “Creo que la paz y la seguridad no tienen precio. Y si hay un precio que pagar hoy resulta menor que el que pagaremos dentro de seis meses, si no hacemos nada ahora”, responde a este diario Robert Golob, primer ministro de Eslovenia. En el transcurso de la cita, el primer ministro británico Boris Johnson anunció que el país llegará al 2,5% al final de esta década. En su rueda de prensa, Biden mencionó expresamente algunos ejemplos positivos, desde Alemania -que avanzó un fondo especial de 100.000 millones de dólares para su ejército- hasta Eslovaquia, República Checa y Países Bajos por su promesa del 2%. “Polonia, Rumanía, Estonia, Letonia y Lituania están contribuyendo más del 2,5%, algunos hasta el 3%”, añadió sin citar a España.
Efecto Putin
Lo que era un presupuesto menguante antes de 2014 -en los años previos el gasto militar se redujo entre el 0,9 y el 2,7%- ha sumado desde entonces incrementos de hasta el 4,9%. “Hay un compromiso mayor, también para aumentar el presupuesto común por parte de los miembros de la OTAN. En general, se debe a la invasión rusa de Ucrania”, indica a este diario Jessica Varnum, subdirectora del Centro James Martin para los Estudios de No Proliferación, con sede en Washington. Ha sido la escalada militar en el este, con Vladimir Putin desempolvando los tambores de guerra, lo que ha terminado de cambiar las tornas, acomodándose a lo que durante décadas se ha reclamado desde el otro lado del Atlántico.
El conflicto ha provocado también ciertos corrimientos en la calle, pero en menor grado de lo que el discurso político voceado en la cumbre parece indicar. Una encuesta publicada hace unos días por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores arroja luz al respecto. “Solo en Polonia, Alemania, Suecia y Finlandia hay un apoyo público sustancial al aumento del gasto militar”, señala a este diario Pawel Zerka, uno de los autores del estudio.
“El apoyo al aumento del gasto en defensa es más débil entre los ciudadanos de lo que podría parecer si sólo se escucha a los líderes políticos”, agrega. Italia lidera los que se oponen al incremento.“Italia es un caso atípico entre todos los países encuestados, ya que el 63% dice que no es necesario aumentar el gasto en defensa, a pesar de la guerra. Solo un 14% quiere que se produzca un aumento”, añade.
Solo en Polonia, Alemania, Suecia y Finlandia hay un apoyo público sustancial al aumento del gasto militar
Pawel Zerka, EXPERTO Del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores
España es otro de los países destacados en la oposición al incremento en defensa. Según la encuesta, el 51 por ciento de los consultados la rechazan frente a un 23 por ciento que se muestra partidario. Una postura más cercana a los postulados pacifistas que, con escaso seguimiento, desfilaron por Madrid en las jornadas previas a la cumbre. “La exigencia del 2% responde más bien a los intereses de EE.UU., que tienen mucho que ganar en un mundo crecientemente militarizado y polarizado”, alega Quique Sánchez, investigador del Centro Delàs de Estudios por la Paz. “Si agregamos su gasto, los países de la OTAN ya dedican 17 veces más que Rusia a gasto militar. ¿Cómo va a mejorar nuestra seguridad colectiva aumentar aún más esta diferencia? ¿No es evidente a estas alturas que debemos apostar por otras vías?”, se interroga.
Los grandes aumentos de tropas serán muy costosos y los estados miembros experimentan presiones de gasto cada vez mayores
Ed Arnold, experto en seguridad europea del Instituto Real de Asuntos Internacionales de Reino Unido
De las palabras a los hechos
La subida del gasto militar en los presupuestos nacionales también lleva aparejado un incremento de la financiación común de la OTAN, cuyo presupuesto anual ronda los 2.500 millones de euros. Según la fórmula pactada hace tres años, EE.UU. y Alemania son los principales contribuyentes, alrededor del 16%; seguidos de Reino Unido (11) y Francia (10.5). Aún hoy el 85% de los gastos de la OTAN los pagan países que no pertenecen a la UE.
Existe la posibilidad real de que se abran viejas heridas sobre el reparto de la carga, especialmente entre EE.UU. y los aliados europeos
Ed Arnold, experto en seguridad europea del Instituto Real de Asuntos Internacionales de Reino Unido
“Existe un aumento significativo y considerable en el presupuesto de financiación común de la OTAN, y una trayectoria acordada hacia 2030”, se limitó a decir esta semana Stoltenberg. Según Carmen Romero, secretaria general adjunta para diplomacia pública de la organización, las aportaciones se basan en tres C: “cash (efectivo), capabilities (capacidades) y contribution (aportaciones)”. “España destaca en capacidades y contribuciones. Se ha modernizado mucho y participa en numerosas misiones. Es menor su dedicación presupuestaria”, esboza.
A nadie se le escapa que lo acordado en Madrid requerirá años para hacerse realidad y someterá a la OTAN a enormes tensiones. “Son anuncios que conllevan un enorme riesgo”, avisa Ed Arnold, experto en seguridad europea del Instituto Real de Asuntos Internacionales de Reino Unido, el más longevo de los think tank del planeta. “Los grandes aumentos de tropas serán muy costosos y los estados miembros experimentan presiones de gasto cada vez mayores”, asevera. Con las economías tratando de digerir el aumento del coste de la vida y la presión inflacionista, “la capacidad de mantener la voluntad política sobre la financiación de la OTAN disminuirá”. Y si se incumple, pronostica, “la Alianza podría perder la confianza y la credibilidad, y por tanto la disuasión efectiva”.
“Existe la posibilidad real de que se abran viejas heridas sobre el reparto de la carga, especialmente entre EE.UU. y los aliados europeos, lo que podría desestabilizar aún más la Alianza, especialmente si un personaje similar a Trump consigue llegar a la Casa Blanca en 2024”, alerta Arnold. La cumbre de Madrid se enfrenta ahora a su hora de la verdad, sin recetas concretas sobre cómo incrementar el gasto sin sacrificar la partida social y con una opinión pública más favorable a concluir la guerra en Ucrania que al dispendio castrense. “Los documentos y comunicados de seguridad europeos, tanto de la OTAN como de la UE, son cementerios de ambiciones sobre supuestas fuerzas de reacción rápida nunca realizadas que, por suerte, nunca fueron puestas a prueba por el entorno de seguridad”, concluye el analista.
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