Durante años fue la sombra de Vladimir Putin. Uno de los primeros en apostar por él como sucesor de Boris Yeltsin y el jefe de su primera campaña presidencial, la que hace 22 años le llevó directamente hasta el Kremlin. Sergei Pugachev, apodado otrora “el banquero de Putin”, no se arrepiente del pasado pero hace ya más de una década que vive en el exilio, en lucha permanente por la fortuna de 15.000 millones de dólares que le expropió Moscú y que aún reclama, con escala en los tribunales españoles.
“Si retrocedemos a cuando Putin fue elegido, la realidad es que no le conocíamos bien. Y la elección era entre él, el alcalde de Moscú o el primer ministro. De los tres, Putin era potencialmente la única persona que era más o menos leal y menos agresiva porque los otros dos los que aspiraban era simplemente a controlar Rusia”, rememora Pugachev en una extensa y exclusiva entrevista con El Independiente. La suya es una mirada única a los entresijos del poder que ha protagonizado la vida política de su país, desde la desintegración de la URSS en la década de 1990 hasta su abrupta salida en 2011.
El oligarca, que ejerció además como asesor de Yeltsin, continua convencido de que “Putin es una persona que llegó al poder de manera accidental y que se involucró en política aunque no tenía ningún interés previo y no había sido elegido ni había participado activamente en la vida política”. “Básicamente estaba allí. No estaba preparado para ser presidente y la idea inicial es que fuera un presidente temporal, que aguantara durante dos años o máximo cuatro en el cargo. Solo los estrictamente necesarios”, arguye.
Los "complejos" del nuevo zar
Pugachev vincula la meteórica carrera de su ex amigo, el hombre que ordenó en febrero la invasión a gran escala de Ucrania, a “sus complejos”. “Si uno trata de explicar a grandes rasgos cómo sucedió esto, técnicamente y desde el principio Putin siempre quiso ser rico, tal vez no necesariamente un multimillonario pero sí alguien bastante rico. Conozco a algunos de sus colegas de la KGB y todos pueden confirmar que Putin tenía la voluntad de hacerse rico, si se puede calificar así”, evoca quien llegó a amasar un emporio, formado por astilleros, la mayor mina del planeta y un abultado catálogo de bienes inmobiliarios en Moscú y San Petersburgo.
“Putin nació en una familia pobre y su vida era bastante complicada”, rememora el empresario. “Tenía bastantes problemas personales y complejos mentales basados en eso porque no quería que el mundo supiera de esas circunstancias; de cómo alguien que había salido de la KGB, cuando regresó desde Alemania a Rusia en los noventa, tuvo que vivir en una vivienda social que compartía con su familia, sus padres, dos hijos y su esposa. Ocupaban una habitación todos juntos. Vivían mal y eso es algo que resulta muy sorprendente para alguien que tenía el rango de teniente coronel de la KGB y que vivía casi como un vagabundo”, agrega.
“Cuando fue elegido como candidato presidencial, él dejó claro que lo hacía por dinero. 'Puedo ser vuestro presidente; simplemente pagadme', nos dijo. El mensaje que transmitió es que podía hacerlo por un mandato y que luego era nuestra labor buscar a un sustituto. La estrategia no era diferente a la elección del CEO de una empresa, en este caso aplicado a un jefe de estado”, recuerda Pugachev.
El ex oligarca asegura haber percibido ciertos cambios en la apariencia de Putin. "Lo traté mucho durante 30 años y y es obvio que veo algunos cambios en su forma de caminar y comportarse. Mucho de lo que se dice sobre su salud son rumores", indica. "Lo evidente es que no está en su mejor estado. Era alguien que se cuidaba mucho; que solía nadar durante cuatro horas al día; luego recibía masajes y le hacían la manicura y la pedicura. Tiene solo 69 años y parece que ha cumplido los 90 años. Así que, teniendo en cuenta todo el dinero y los recursos de los que dispone, es probable que esté muy enfermo. Hasta la gente que ha trabajado toda su vida en la mina tiene mejor aspecto".
La obsesión ucraniana de Putin
Cuando se le interroga por los años al lado de Putin, Pugachev -que ha tenido tiempo de reflexionar sobre ese largo pasaje de su vida- advierte de la complejidad de “analizar el pasado desde el presente”. “Era muy difícil saber en el pasado en qué tipo de persona se convertiría Putin, analizar lo que ocurrió hace dos décadas desde el presente”, murmura su otrora escudero. “En estos más de 20 años de reinado de Putin hay al menos tres etapas: la primera está centrada en su enriquecimiento y el de la gente a su alrededor. La segunda comienza en 2010 y se basa en mantener y consolidar el poder. La tercera comenzó en febrero, con la invasión de Ucrania”.
A su juicio, “Putin no ha cambiado, quizás sí su círculo”. “Desde mi experiencia personal, la gente no cambia”, alega con cierta amargura. Tampoco ha variado un ápice, alerta, su obsesión por la vecina Ucrania. “Es una larga historia y no apareció ayer. Hay que remontarse a 2004 con Maidán. Para Putin, se trata de un asunto personal, más allá del Gobierno o el parlamento. Por aquel entonces es probable que no tuviera planes de ocupar o atacar Ucrania, pero él lo ve todo como si fuera blanco y negro. En un lado están Estados Unidos y la Unión Europa, a la que considera un apéndice de Washington, y en el otro Rusia con la concepción de la URSS y su influencia sobre los países que nacieron en la era post-soviética”, relata.
Una mentalidad soviética que procede de sus años como espía y que, según Pugachev, comparte con otros camaradas. “En su proceso de acomodo al poder, Putin se apoyó en personas que tenían ese mismo trasfondo de la KGB y los colocó en los sectores clave para tener un mejor control sobre todo, desde las empresas públicas hasta privadas”, subraya. “Entre 2000 y 2010 quienes no estaban de acuerdo con este nuevo sistema, abandonaron el país o les terminó pasando algo”, dice el oligarca crípticamente. El presidente ruso puso, añade, las bases para amasar una fortuna de un modo peculiar.
“Mientras asistíamos al relevo de líderes políticos en Europa y EE.UU., Putin se asentó”, rememora. En 2011 Pugachev optó por dejar atrás Rusia. Para entonces su relación con el ex espía que contribuyó a aupar a la cúspide rusa era casi inexistente. “Llevaba ya algunos años entre Rusia y Francia porque tenía negocios en diferentes países. Comprendí que nada bueno iba a pasar en el Kremlin y entendí que no tenía sentido para mí continuar hablando y discutiendo con los allegados a Putin. Lo que decidí no fue tanto abandonar el país como vender mis activos. Quería dejar de hacer negocios allí”, explica.
Para entonces, desliza, “Rusia estaba gobernada ya por la cleptomanía”. “Eso implicaba que no había opciones de hacer negocios en el futuro. Fue una época, además, en la que los países occidentales se acercaron a Rusia y el círculo de Putin presumía de corromper voluntades en Occidente. Se impuso la sensación de que podían hacer lo que les viniera en gana y que había empresarios occidentales haciendo cola en Moscú. Fue el momento en el que comenzó a construirse Nord Stream”, narra. La propaganda rusa, recalca, comenzó a hacer estragos. “Se lanzó la idea de que teníamos gas, petróleos y otros recursos. Que había toneladas de dinero y que esa abundancia iba a durar miles de años. El sueño de reconstruir una suerte de post-URSS evitó que la sociedad percibiera la corrupción masiva y ubicua y que comprendiera que el país se hallaba en una estado bastante terrible”.
La oportunidad extraviada
Pugachev opina que la Federación Rusa, hoy aislada de Occidente, perdió la posibilidad histórica de reformarse. “Conoció una oportunidad, la del millón, para desarrollarse en 1991. Por aquel entonces contaba con lo mejor de su pasado soviético en términos de recursos e infraestructuras que podía haber explotado para construir un futuro próspero desde el punto de vista democrático, económico, cultural y geopolítico. 30 años después, sin embargo, el país carece de potencial, ni siquiera en el ámbito cultural”, maldice Pugachev.
Los sueños liberales que emergieron en los noventa, indica, se fueron evaporando. “Putin y su maquinaria política propagaron la idea de que eso no importaba. Lo importante era el dinero. Se llegó a una especie de pacto entre los oligarcas y la población en general de que, a cambio de su apoyo, se les ofrecía una experiencia nostálgica. Era imposible destruir un imperio”. "Si no fuera porque tiene armas nucleares y lo dicen para recordárnoslo y agitar el fantasma de un catástrofe, sería un país cualquiera", agrega.
El millonario atribuye a los efectos de esa propaganda de larga data la reacción de quienes hoy en Rusia se ven alcanzados por los horrores del conflicto. “Los padres de esos soldados rusos que están cayendo en el campo de batalla no aceptan que esto sea una tragedia con el pretexto de que viven en un gran país. Hay una población a la que le han lavado el cerebro con la nostalgia”, replica. “Los oligarcas, por su parte, comprendieron hacia finales de la década de 2000 que todo el dinero que habían amasado era una propiedad común. Todas sus fortunas estaban bajo la responsabilidad de Putin o le pertenecían. Hoy el sistema es como una cooperativa en manos de Putin y sus más cercanos. Es como regresar a la revolución de 1917 y establecer que ese sistema es el que el país necesita”.
Hoy Rusia es como una cooperativa en manos de Putin y sus más cercanos. Es como regresar a la revolución de 1917 y establecer que ese sistema es el que el país necesita
- ¿Qué fortuna está hoy en manos de Putin?
- Partiendo de que hubo un acuerdo tácito para considerar que todos los negocios pertenecen al líder y que los empresarios lo aceptaron como una nueva manera de funcionar, el cálculo de la fortuna de Putin y los suyos podría superar los trillones de dólares. Es una suma enorme de dinero.
El cálculo de la fortuna de Putin y los suyos podría superar los trillones de dólares
Entres los activos que suman esa cantidad, se cuentan los del propio Pugachev. “Oficialmente me expropiaron unos 15.000 millones de dólares pero la cantidad real es mucho más elevada. En 2010, cuando decidí vender mis negocios, Putin quiso que compartiera con él las ganancias de esas transacciones, lo que resulta extraño. Putin logró el modo de atacarme usando mi nacionalidad francesa”, evoca quien acusa a algunos países occidentales y sus sistemas judiciales de haber cooperado con Putin “en lo que es básicamente tácticas de expropiación radicales y agresivas”. “Llegó un momento en el que me amenazaron personalmente y había personas constantemente siguiéndome y espiándome fuera de Rusia. Debí ser la primera víctima de lo que vino después”, murmura. Investigaciones en varios países europeos tratan de arrojar luz sobre los incidentes que vivió durante su década de destierro.
Litigio en España
En 2015 Pugachev hizo público el litigio que le enfrentaba a su ex jefe. “Muchos sabían que era una de las personas responsables de que Putin se hubiera convertido en presidente. Así que quise mostrar el conflicto entre dos personas, una especie de combate entre el bien y el mal. Tuve que seguir luchando contra Putin y toda Rusia, provistos de un presupuesto ilimitado y capaces de enviar asesinos y envenenarte”, esboza.
Primero llevó su caso al tribunal de La Haya y, ante una resolución que consideró desfavorable, optó por iniciar un arbitraje en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. La justicia dictó que Pugachev no había realizado inversiones en Rusia tras obtener la nacionalidad gala. Fuentes cercanas al empresario aseguran a este diario que el caso está a la espera de un recurso de amparo presentado en marzo ante el Tribunal Constitucional contra una sentencia que rechazó la solicitud de anulación de un laudo. Su representación legal busca ahora reiniciar un proceso que podría durar años.
Ucrania ganará la guerra y espero que la UE no tenga la tentación de reclamarle a Kiev que haga concesiones territoriales para acabar rápidamente con el conflicto
Pugachev no ha olvidado el último encuentro con Putin, el que celebró allá por 2014 en un exclusivo hotel de Ámsterdam. "Se mostró muy cercano, como un viejo amigo. Me cogía el brazo. Me preguntó por cómo estaba y me dijo que me echaba de menos. Había escuchado que tenía problemas [la expropiación] y quería ayudar a resolverlos. Me resultó chocante. 'No tienes que preocuparte. Vuelve a Rusia y te devolveré tu dinero. Luego, uno de sus asistentes me entregó un papel para que escribiera los problemas que tenía", evoca. "Putin es un mentiroso patológico. Miente sin ninguna razón. Lo hizo conmigo y lo ha vuelto a hacer ahora en Ucrania. Las bombas caen sobre objetivos civiles pero, en cambio, Putin dice que no atacan civiles".
En los últimos meses su batalla judicial ha quedado sepultada precisamente por la que se libra en suelo ucraniano. "Siento gratitud por el pueblo ucraniano porque están sacrificando sus vidas para destruir el mito de que Rusia es un 'gran país'. Los rusos pensaron que iban a conquistar Ucrania en 48 horas y no ha sido así. Personalmente creo que Ucrania ganará la guerra y espero que la UE no tenga la tentación de reclamarle a Kiev que haga concesiones territoriales para acabar rápidamente con el conflicto".
Rusia acabará desintegrándose en regiones autónomas más pequeñas
Pugachev duda ya de que el hombre al que contribuyó a aupar hasta la cima, en estrecha cooperación con la familia de Yeltsin, lleve las riendas de lo que sucede. "En cierto sentido hablar en este contexto de Putin personalmente no tiene ya mucho sentido o no es realmente interesante porque técnicamente Putin es una persona ya anciana y enferma que tal vez no toma ninguna decisión", advierte.
La contienda, pronostica, acabará precipitando el colapso de su patria. "Iba a derrumbarse de todos modos, pero la guerra lo ha acelerado todo y el mundo está siendo testigo. Rusia acabará desintegrándose en regiones autónomas más pequeñas como Chechenia, Tatarstan o Dagestan. Y no sería necesariamente el peor escenario. El imperio romano también cayó y hoy disfrutamos de Italia", sugiere.
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