Cuando el mundo parecía haber olvidado la amenaza yihadista, el ataque contra Salman Rushdie ha recordado las dimensiones precisas de la amenaza. Con su apuñalamiento en un acto público han vuelto a aflorar las terribles consecuencias de la fatua dictada por el Ayatolá Jomeini, en la que le declaró apóstata y exigió su asesinato. Las voces que, tres décadas después, reclaman su ejecución no se han extinguido. “Rushdie no podrá descansar nunca”, señala tajante Anjem Choudary en declaraciones a El Independiente.
Choudary es el máximo rostro del yihadismo en suelo europeo. Polémico e incendiario predicador, fue condenado en 2016 a un lustro entre rejas por cargos relacionados con terrorismo. Tras la autoproclamación del califato en Siria e Irak, el británico de raíces paquistaníes mostró su adhesión a Estado Islámico. Durante los meses siguientes vendió las bondades de iniciar la “hégira”, el viaje hacia los confines administrados por la organización yihadista. Sobre él pesan todavía sanciones de Estados Unidos y el Consejo de Seguridad de la ONU. “Estoy tratando de luchar contra estas designaciones. He acudido a Estrasburgo. Todo ha sido una farsa”, replica cuando se le interroga por su pasado reciente.
Tras su excarcelación a finales de 2018 y el fin de su prohibición de hablar con periodistas, Choudary ha reanudado sus actividades mientras trata de reagrupar a sus acólitos. No hay en él ningún arrepentimiento. “Es que no es cuestión de arrepentimiento sino de ser leal a uno mismo”, argumenta. Su paso por la cárcel, admite, no ha modificado su desprecio a los valores democráticos y las libertades públicas. “Entre rejas aprendí mucho sobre el islam y la sharia (legislación islámica) pero mis creencias no han cambiado. No creo en los conceptos de la democracia o la libertad”, esgrime quien rehusó inscribirse en un programa de desradicalización durante su tiempo en una celda.
Rushdie fue muy claro en su insulto al profeta Mahoma y su esposa Aisha
Anjem Choudary
Sin ápice de arrepentimiento
Calificado por muchos como “predicador del odio”, Choudary vuelve a escena con el intento de asesinato de Rushdie. Un acto cuyo esclarecimiento aún ocupa a las autoridades estadounidenses y que el yihadista defiende sin cortapisas. “Rushdie fue muy claro en su insulto al profeta Mahoma y su esposa Aisha. Tengo la edad suficiente para recordar lo que ocurrió cuando se publicaron 'Los Versos Satánicos' y, por lo tanto, estoy plenamente familiarizado con su contenido porque, aunque no leí todo el libro, sí algunos extractos del mismo. El insulto se produjo”, indica.
“Ante tales hechos, el veredicto islámico resulta evidente: la pena capital. Existen muchos ejemplos en el Corán, procedentes de los tiempos del profeta, en los que llegó a enviar a gente a la ejecución porque le habían insultado”, agrega quien ignora intencionadamente la diversidad de escuelas e interpretaciones que anidan en el islam y que rechazan mayoritariamente el uso de la violencia. De hecho, la agresión contra Rushdie ha suscitado la condena de consejos islámicos en todo el mundo. “Esos llamados consejos carecen de evidencias para lo que dicen. Más bien lo que buscan es intentar apaciguar a los no musulmanes y a los regímenes no islámicos, a los amos y los títeres de Occidente”.
Se trata casi siempre de varones con demasiado tiempo en sus manos y que se radicalizan a través de internet, con una vida fallida
La incógnita que tratan ahora de descifrar los servicios de inteligencia occidentales es si la tentativa de homicidio de Rushdie -de la que se recupera lentamente- puede alimentar no solo discursos del odio como el que sostiene Choudary sino una nueva oleada de ataques como la que desató el auge y caída del autodenominado Estado Islámico en Oriente Próximo, una fuerza hoy pujante en el continente africano. “Parece un ataque aislado del tipo que estamos viendo cada vez más, y que veremos en el futuro, de individuos que actúan en solitario”, apunta en declaraciones a este diario Steve Hewitt, profesor experto en terrorismo de la universidad británica de Birmingham.
El perfil, según este académico, se repite: “Se trata casi siempre de varones con demasiado tiempo en sus manos y que se radicalizan a través de internet. Tienen a menudo problemas en la vida y terminan perpetrando un acto de violencia extrema como una forma de tratar de salvar algo de una existencia fallida”. En el caso de Hadi Matar, que ha comenzado a ser juzgado en Nueva York por el asalto al novelista, “existe una conexión islámica, posiblemente más chií que suní, dado que el presunto atacante se centraba en Irán”, advierte Hewitt. “En otras ocasiones, ha sido la extrema derecha”, recalca. “Cualquier acto de terrorismo tiene el potencial de inspirar a otros a cometer actos de violencia, pero Rushdie no era actualmente un elemento destacado en, por ejemplo, círculos radicales de Reino Unido, comparado con la política exterior occidental y otros agravios”, agrega.
Lo que el ataque contra Rushdie muestra es que la militancia chií es algo a lo que debemos prestar atención a nivel global y no sólo como un fenómeno regional aislado a Oriente Próximo
Tore Hamming, experto del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización
Una amenaza que no cesa
En similares términos se expresa Tore Hamming, experto del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización, con sede en Londres. “Hay que subrayar que, en este caso, se trata de militancia chií y no de la militancia suní que mejor conocemos a través de Al Qaeda o Estado Islámico. Lo que el ataque contra Rushdie muestra es que la militancia chií es algo a lo que debemos prestar atención a nivel global y no sólo como un fenómeno regional aislado a Oriente Próximo”, comenta.
El ataque también ha producido réplicas al otro lado del espectro. Organizaciones que vigilan los movimientos de los movimientos de extrema derecha así lo consideran. “Hemos asistido a una enorme cantidad de comunicaciones y discusiones procedentes de la extrema derecha, rezando para que el agresor fuera musulmán como prueba de que todos los musulmanes son malos”, confirma a este diario Veryan Khan, presidenta de TRAC, un centro de estudios dedicado a analizar los movimientos yihadistas.
La única alternativa que tiene Rushdie es arrepentirse de una manera sincera y abrazar el islam
Anjem Choudary
Desde los postulados más radicales del islam suní, Choudary muestra, no obstante, una defensa cerrada a la persecución sin fin al escritor británico. “Su vida siempre estará en peligro. La única alternativa es arrepentirse de una manera sincera y abrazar el islam. Tal vez, después de hacer eso, algunos de los edictos en su contra podrán ser retirados. A mí no me sorprende lo que le ha sucedido”, dice con sangre fría. “Por desgracia, con el tiempo se ha vuelto más arrogante y se ha reafirmado en sus actos”.
A su juicio, lo único que resta por determinar es “el método” del cumplimiento de la fatua. “La única cuestión es si será llevado a cabo por un estado islámico legítimo a través de un juicio y la aplicación de una sentencia o por acciones individuales”, detalla. “Lo que habría que entender es que el honor del profeta es para nosotros más preciado que el de nuestros propios padres e hijos”, alega. Choudary niega que tal estado sea Irán. “Es un país que aplica algunos principios de la sharia pero no todo en su conjunto”, responde.
“Rushdie no ha dejado nunca de ser un objetivo para los musulmanes. Durante mucho tiempo permaneció escondido. Jamás ha estado a salvo y para nosotros es una cuestión de vida o muerte. Nadie ha olvidado lo que sucedió”, manifiesta Choudary, que confía en la “osadía” de los jóvenes.
“Las nuevas generaciones tienen mucha más determinación que la mía. Cuando fuimos jóvenes, a finales de los ochenta y los noventa, no había tanta gente comprometida y términos como califato y yihad eran relativamente nuevos. Fue entonces cuando se inició el renacimiento. Pero ahora hay una comunidad musulmana mucho más grande y más diversa geográficamente. No he hablado con muchos fieles en la última semana pero lo que recibo por internet muestra que la gente está feliz con lo que le sucedió a Rushdie”, concluye.
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