El coche bomba que asesinó a Darya Dugina, hija del del filósofo ultranacionalista y aliado de Putin Alexander Dugin, ha agitado la escena a punto de cumplirse seis meses de guerra en Ucrania. En tiempo récord, apenas 48 horas, el Servicio Federal de Seguridad (FSB) ruso ha atribuido a los servicios secretos ucranianos el crimen, causado por un artefacto explosivo activado remotamente y reivindicado a su vez por un movimiento ruso completamente desconocido hasta ahora. Las sombras se ciernen sobre un asesinato político que, de confirmarse su conexión con el conflicto, marcaría la primera acción violenta en Moscú desde febrero.
En las últimas horas ambos bandos se han cruzado acusaciones sobre su implicación en la muerte de Dugina, una figura más marginal de lo que se ha trasladado desde el pasado sábado. Las pesquisas apuntan a que el objetivo de la bomba lapa, con 400 gramos de TNT, era su padre, considerado padrino espiritual de Vladimir Putin y el nacionalismo que alimenta ahora la invasión de Ucrania e impulsó antes la anexión de Crimea o las escaramuzas en el Donbás. Su hija, de 29 años, conducía el Toyota Land Cruiser de su progenitor.
Ambos habían participado horas antes en un festival de música y literatura a las afueras de Moscú y, en una decisión de última hora, abandonaron por separado el acto. El artefacto, situado bajo el asiento del conductor, fue denotado en la autopista Mozhayskoye, en las proximidades del pueblo de Bolshiye Vyazemy y cerca de Rublyovka, una de las zonas más exclusivas de la capital rusa. En los confines de un país sometido a una vigilancia extrema del aparato de seguridad.
La narrativa del Kremlin
Es obra de un régimen amigo de Estados Unidos sumido en la desesperación
“Es obra de un régimen amigo de Estados Unidos sumido en la desesperación y que se desmorona en lugar de resultar exitoso en el campo de batalla, donde es militarmente incapaz. Kiev necesita una 'victoria' para mantener la apariencia de continuidad y fortaleza en casa con el fin de conservar el control y los flujos de dinero y armas desde Occidente”, apunta desde Moscú a El Independiente Mark Sleboda, analista de seguridad. Sus palabras resumen la narrativa que desde la noche del sábado ha impuesto el Kremlin en el universo catódico ruso.
La inteligencia rusa identificó este lunes a la supuesta autora del homicidio: Natalia Vovk, una mujer de nacionalidad ucraniana y 42 años de edad que, según el FSB, trabaja para los servicios secretos ucranianos y había estado vinculada al batallón Azov. Vovk llegó a Rusia el 23 de julio junto a su hija Sofia, de 12 años, y alquiló un apartamento en el bloque en el que residía Dugina con el objetivo de vigilar sus movimientos y sus rutinas.
Acompañada de su hija, asistió el sábado al festival en el que participaron Alexander y Darya antes de presuntamente colocar la bomba y detonarla remotamente. Un día después, madre e hija se trasladaron a Estonia. Los servicios de seguridad difundieron este lunes imágenes de Vovk y su hija captadas por sucesivas cámaras de vigilancia. Según la versión oficial rusa, la pareja habría logrado sortear todos los controles durante su estancia en el país. Horas después del atentado, el jefe de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Denís Pushilin, culpó de la violencia a "terroristas del régimen ucraniano" que trataban de matar a Duguin.
En los foros y canales de internet pro-Kremlin se recordó que los Dugin figuraban en el listado Mirotvorets, junto a “miles de ciudadanos ucranianos, rusos y de otros países europeos señalados como 'pro-rusos' y 'enemigos de Ucrania' por su crítica y oposición al régimen de Kiev”. “Eran objetivos explícitos”, insiste Sleboda, quien -no obstante- rebaja la influencia práctica que Dugina, periodista y comentarista, ejercía en la escena política rusa. “Tenía cero influencia en el Kremlin y poca o ninguna en el resto de la sociedad rusa. Ni padre ni hija se habían reunido jamás con Putin”, arguye.
“Más bien al contrario. El Kremlin presionó para que lo destituyeran de su puesto de profesor en el Departamento de Sociología de la Universidad Estatal de Moscú y le prohibió de manera oficiosa el acceso a los medios de comunicación gubernamentales y a los programas de entrevistas políticas durante años por sus estridentes opiniones sobre Ucrania en un momento en el que el Kremlin estaba impulsando los acuerdos de Minsk para resolver el conflicto”, opina. Putin denunció su "vil y cruel" asesinato y la describió este lunes como “una persona brillante y talentosa con un verdadero corazón ruso: amable, amoroso, comprensivo y abierto”. “Sirvió honestamente a las personas, a la Patria, demostró con hechos lo que significa ser patriota de Rusia”, agregó.
El Kremlin presionó para que destituyeran a Dugin de su puesto de profesor en la Universidad Estatal de Moscú y le prohibió de manera oficiosa el acceso a los medios
Dugina, que trabajó como secretaria de prensa de su padre, escribía sobre política con pseudónimo para los medios pro gubernamentales RT y Tsargrad y había participado en la redacción de “Z”, un libro sobre la invasión rusa de Ucrania lanzada en febrero cuya publicación está prevista para este próximo otoño.
Desde marzo su nombre había sido incluido por Estados Unidos y Reino unido en el listado de personas alcanzadas por las sanciones. Dugina era catalogada como "un agente de desinformación". Su último ensayo conocido se publicó con motivo de la feria armamentística de Moscú, celebrada a mediados de este mes. El texto es “una ridícula mezcla de psicología barata y teorías conspirativas”, denuncia el periodista ruso Kevin Rothrock. A juicio de Dugina, “las atrocidades de Bucha fueron 'escenificadas' utilizando cadáveres que se hicieron pasar por víctimas de la agresión rusa”.
El Ejército de Resistencia Nacional
En el otro extremo, Kiev negó estar involucrado en el violento final de la periodista. Un movimiento bautizado como “el Ejército de Resistencia Nacional”, integrado supuestamente por detractores de Putin, reivindicó la acción a través de un manifiesto.
Putin es un usurpador del poder y un criminal de guerra
“Nosotros, activistas, militares y políticos rusos, ahora partidarios y combatientes del Ejército Nacional Republicano, maldecimos a los belicistas, los ladrones y los opresores de los pueblos de Rusia. Declaramos que el presidente Putin es un usurpador del poder y un criminal de guerra que modificó la Constitución, desató una guerra fratricida entre los pueblos eslavos y envió a los soldados rusos a una muerte segura y sin sentido…. Putin será derribado y destruido por nosotros”, proclamó un grupo del que no se tenían referencias hasta ahora.
Ilya Ponomarev, un ex parlamentario ruso que cambió de trincheras y reside ahora en Kiev, aseguró haber sido contactado por miembros del citado movimiento que, según él, estarían detrás de otros ataques y sabotajes en suelo ruso. Analistas como Andrei Kolesnikov, investigador senior del Centro Carnegie, dibujan otras hipótesis acerca de un episodio que desempolva la tradición de asesinatos políticos que ha protagonizado la vida pública de Rusia desde la desintegración de la Unión Soviética.
“O los organizadores del asesinato eran gente próxima al poder que quiere más agresividad de Putin o personas que quieren provocar y justificar una represión más cruel dentro de Rusia”, indica el politólogo en declaraciones a este diario. “Esto significa que los organizadores eran de los servicios especiales rusos y que el objetivo era el propio Dugin. Su influencia, no obstante está muy sobrevalorada, pero el asesinato podría ser un buen pretexto para las acciones mencionadas”, subraya.
Una tesis que también defiende la periodista y opositora rusa Yulia Latynina. A su juicio, se trataría de una "operación de falsa bandera" para justificar la represión. "A este asesinato le puede suceder el terror total", alertó. "El ataque perjudica potencialmente el apoyo de Occidente a Ucrania. Habría que tener cuidado de no apresurarse a atribuir el asesinato a los ucranianos. Es posible que lo hayan firmado las fuerzas más nacionalistas de Rusia para aumentar la presión sobre Putin para que escale el conflicto", opina en declaraciones a este diario Keith Darden, experto en Rusia de la American University de Washington.
O los organizadores del asesinato eran gente próxima al poder que quiere más agresividad de Putin o personas que quieren provocar y justificar una represión más cruel dentro de Rusia
Andrei Kolesnikov, investigador senior del Centro Carnegie
Escalada bélica y más represión interna
En sus primeras declaraciones públicas, Dugin denunció que “los enemigos de Rusia la mataron de forma cobarde y en secreto”. “Sin embargo, no resulta posible doblegarnos, ni siquiera con golpes tan insoportables. Querían suprimir nuestra voluntad con un terror sangriento contra los mejores y más vulnerables de entre nosotros. Fracasarán”, pronosticó. “Nuestros corazones no sólo anhelan venganza o retribución. Es demasiado bajo y ese no es el camino ruso. Sólo necesitamos alzarnos con la victoria… Así que, por favor, ¡ganen!”, suplicó. En las primeras imágenes que se propagaron tras el atentado es posible distinguir a Dugin, de pie en la autopista, en estado de shock.
Esta nueva guerra fría entre Rusia y Occidente será aún más irreversible
Para Kolesnikov, el zarpazo contra el fundador del movimiento Eurasia y uno de los principales ideólogos del sueño de la Gran Rusia podría no tener influencia en el conflicto con la vecina Ucrania. Un extremo que sí considera probable Sleboda. “Las consecuencias de esto es que la contienda escalará. La sociedad rusa apoyará con mayor determinación la intervención en Ucrania. Las negociaciones de paz serán aún más difíciles. Esta nueva guerra fría entre Rusia y Occidente será aún más irreversible”, aventura.
"El despreciable asesinato de Daria es una muestra de la cobardía e impotencia del enemigo, de su agonía. No puede luchar con honor, así que mata a los mejores de nosotros", advirtió el magnate Konstantin Malofeyev, dueño de una cadena de televisión con la que colaboró Dugina. "El enemigo responderá por esto muy pronto". En la misma línea, Margarita Simonyan, editora de RT, instó a atacar "los centros de poder" de Kiev a modo de represalia, en mitad del temor del Gobierno ucraniano a inminentes bombardeos ante la celebración del día de la independencia del país este miércoles.
El asesinato se convertirá en la base teórica para legitimar una nueva ola de terror
Entre la amargura y la indignación, la oposición rusa recordó este lunes la rapidez con la que Moscú identificó a la presunta autora del asesinato de Dugina en comparación con los meses y años que tardaron en esclarecer los homicidios o los intentos de envenenamiento de destacados disidentes, incluido Aleksei Navalny. Tan solo dos días frente a las 2.733 jornadas del político opositor Boris Nemtsov; los 4.786 de la activista de derechos humanos Natalia Estemirova; y los 5.798 de la periodista Anna Politkovskaya.
"El asesinato se convertirá en la base teórica para legitimar una nueva ola de terror", vaticinó Leonid Volkov, mano derecha de Navalny. Su abrupta desaparición podría, además, alimentar las ansias de vendetta de quienes se sitúan a la derecha de Putin. "Agravará el descontento de los conservadores rusos y aumentará sus exigencias de un liderazgo político más radical y agresivo en Ucrania del puede ofrecer actualmente el Kremlin", señala el analista político Andrey Piontkovsky.
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