La invasión rusa a gran escala de Ucrania cumple este miércoles seis meses. Una efeméride, entrelazada al día de la independencia del país, que recuerda las vastas consecuencias que la contienda, la de mayores proporciones en suelo europeo desde la II Guerra Mundial, ha causado ya a lo largo y lo ancho de la geografía ucraniana. Con las opciones de negociación que una vez alimentaron una frágil esperanza completamente arrasadas por la violencia, ambos bandos coinciden en un pronóstico: las llamas de la contienda no se extinguirán pronto.

En las últimas semanas, la parálisis se ha hecho más evidente en las múltiples trincheras que se deslizan por un país partido “de facto” por la anexión de la península de Crimea y las escaramuzas que estallaron en la región oriental del Donbás en 2014 y, años después, las ganancias territoriales logradas por las tropas rusas desde febrero. “La guerra está llegando a un punto muerto. Tras seis meses de combates, ambos bandos han perdido suficientes soldados y equipos como para que reunir las tropas necesarias y lanzar una gran ofensiva sea cada vez más complicado”, reconoce a El Independiente Paul D'Anieri, profesor de Política Pública y Ciencias Políticas de la Universidad de California, Riverside y uno de los principales estudiosos de la Ucrania contemporánea.

Tras seis meses de combates, ambos bandos han perdido suficientes soldados y equipos como para que reunir las tropas necesarias y lanzar una gran ofensiva sea cada vez más complicado

Paul D'Anieri, profesor de Política Pública y Ciencias Políticas de la Universidad de California

El 20 por ciento del país, bajo control ruso

Kiev ha logrado detener los progresos militares rusos hacia el este del país y trata de recuperar terreno en las regiones de Jersón y Zaporiyia, donde se concentran sus principales contraofensivas. Sus avances, no obstante, resultan escasos comparados con la magnitud de lo que queda por revertir. Rusia controla más del 20 por ciento del país. “Por lo general se considera que para que un ataque sea exitoso se precisa de una ventaja 3-1. Por esa razón mantener un territorio suele ser mucho más sencillo que conquistarlo”, advierte D'Anieri.

Ucrania sigue enfrentándose a un ejército que le supera en fuerza bruta, pero la progresiva llegada de armamento y ayuda militar occidental -solicitada insistentemente por Kiev desde el inicio de la contienda- ha comenzado a notarse en el campo de batalla. En los últimos días una serie de ataques se han cebado con el abastecimiento logístico de las tropas rusas, incluidas las bases en la estratégica Crimea. El asalto a la base aérea de Saki dejó a más de la mitad de la flota naval rusa en el mar Negro fuera de combate, aseguró la semana pasada un funcionario occidental y obligó al Kremlin a mover ficha, con el relevo del alto mando a cargo.

En ausencia de una movilización general que Putin claramente quiere evitar por todos los medios, Rusia tendrá dificultades para tomar más territorio ucraniano”, pronostica el académico. “Pero todavía puede hacer mucho daño. Incluso un escenario de estancamiento territorial como al que nos enfrentamos seguirá matando a miles de personas”, agrega.

Un soldado ucraniano descansa en un hospital de campaña en la región de Lugansk.

Las cifras de la tragedia ucraniana

Los ucranianos han pagado un coste altísimo que las cifras apenas alcanzan a vislumbrar tímidamente: 5.587 civiles han muerto y otros 7.890 han resultado heridos, en su mayoría, por ataques de artillería y misiles, según datos de la ONU. Entre las bajas, figuran al menos 362 menores de edad. Los enfrentamientos y el terror de los ataques rusos ha provocado un éxodo que no ha concluido. Más de 12 millones de ucranianos han abandonado sus hogares, más de cinco millones han optado por cruzar la frontera y se han diseminado por Europa.

5.587 civiles han muerto y otros 7.890 han resultado heridos

Las pérdidas humanas entre los uniformados también han resultado cuantiosas. El ejército ucraniano ha reconocido esta semana la muerte de cerca de 9.000 soldados en el campo de batalla. Los números del enemigo resultan más opacos. Según Kiev, Rusia ha perdido 45.400 miembros de su personal desde febrero. Unos datos que deben ser administrados con las reservas propias de un conflicto en el que la desinformación es la principal arma.

Una estación de metro de la ciudad ucraniana de Járkov convertida en refugio.

Más allá del desolador balance de víctimas, el plomo ha reducido a escombros infraestructuras y zonas residenciales y los propios dirigentes ucranianos trabajan con la previsión de que la economía pueda contraerse hasta el 40 por ciento hacia finales de este año. En el primer trimestre anotó una reducción del 15 por ciento.

A pesar del sombrío panorama que dibuja la contienda, los más optimistas consideran que, tras meses de reveses, la balanza ha comenzado a inclinarse hacia el lado de Kiev y sus apoyos occidentales. “La guerra va bien”, replica a este diario Lubomyr Luciuk, profesor del Royal Military College de Canadá y un destacado conocedor de la historia de Ucrania. “Después de seis meses, los rusos apenas han avanzado; han cosechado grandes pérdidas de equipo y soldados; y ciertamente se enfrentan a un ostracismo cada vez mayor por parte del resto del mundo civilizado”, esboza.

Los rusos apenas han avanzado; han cosechado grandes pérdidas de equipo y soldados; y ciertamente se enfrentan a un ostracismo cada vez mayor por parte del resto del mundo civilizado

Lubomyr Luciuk, profesor del Royal Military College de Canadá

Armamento occidental, ¿decisivo?

Los flujos de armamento ya se abren paso hacia los 1.300 kilómetros por los que se extiende el frente. La administración estadounidense anunciará este miércoles un paquete de ayuda de 3.000 millones de dólares para entrenar y equipar a las fuerzas ucranianas durante los próximos años mientras la UE debate también su contribución en adiestramiento de las tropas. “Ucrania se encuentra cada vez más cómoda con la nueva artillería de largo alcance que ha recibido y la está empleando a la perfección, especialmente los HIMARS M146 y MLRS M270”, admite el analista Sergej Sumlenny.

A medida que Ucrania se está armando mejor, resulta más probable que la invasión rusa acabe colapsando

“Muy importantes son también los misiles antirradiación AGM-88 HARM. Existen informaciones que apuntan a que los ucranianos han puesto en uso finalmente su sistema de misiles tácticos Hrim2/Sapsan. En cualquier caos, los M146 y M270 son suficientes para romper la columna vertebral de las tropas rusas en el sur: los depósitos de munición, la logística y los cuarteles generales”, recalca. “El punto de no retorno para los rusos ha pasado y los ucranianos tienen la iniciativa en el sur, y dejarán que los rusos se desangren aún más”.

“Moscú no está en ningún caso cerca de 'ganar' la guerra. De hecho, a medida que Ucrania se está armando mejor y endureciendo sus posiciones en la batalla, resulta más probable que la invasión rusa acabe colapsando”, subraya Luciuk.

Las posibilidades de un fin negociado, que surgieron en abril a partir de una ronda de conversaciones entre las partes en liza, son descartadas ahora por sus protagonistas. “Ahora no veo ninguna posibilidad de contactos diplomáticos. Y cuanto más se prolongue el conflicto, más difícil será una solución diplomática”, admitió esta semana Gennady Gatilov, representante permanente de Rusia ante la ONU en Ginebra, en declaraciones al Financial Times. A su juicio, Moscú y Kiev estuvieron “muy cerca” del acuerdo hace cuatro meses, pero -denunció-Estados Unidos y los países miembro de la OTAN presionaron para que el Gobierno de Zelenski abandonara las conversaciones.

Los cálculos sobre el final de la contienda continúan topándose con dos evidencias: el Gobierno ucraniano se niega a conceder cualquier ganancia territorial a Rusia y el régimen de Putin debe buscar una salida digna que evite su propio desmoronamiento. “Es demasiado pronto para hablar de negociaciones. Ambos bandos se creen capaces de mejorar su posición para unas futuras conversaciones”, explica a este diario Volodymyr Dubovyk, politólogo de la universidad nacional Mechnikov de Odesa.

“Hay, además, muchos frentes en esta guerra. El Donbás sigue muy caliente. El bombardeo de la región de Járkov y la acumulación de fuerzas de misiles en Bielorrusia es algo que está haciendo Rusia y que preocupa”, advierte el experto. Según el ejército ucraniano, Moscú está reforzando su presencia en el norte del país, en las regiones fronterizas de Bryansk y Kursk en un movimiento táctico que obliga a Kiev a alejar a parte de sus efectivos del este y el sur, donde la batalla prosigue.

Un miembro de la milicia de la autoproclamada República Popular de Donetsk.

Los errores tácticos de Moscú

A juicio del Instituto para el Estudio de la Guerra, que proporciona a diario un exhaustivo parte militar, la hasta ahora infructuosa conquista de las zonas del Donbás que se hallan fuera de su control -con la localidad de Bajmut como uno de los objetivos aún no satisfechos- exhibe “un problema militar ruso fundamental: su incapacidad demostrada de convertir los avances tácticos en éxitos operativos”. “Las fuerzas rusas han fracasado sistemáticamente a la hora de aprovechar los avances tácticos para maniobrar en las zonas de retaguardia ucranianas o desarticular partes significativas de las líneas defensivas ucranianas. Por eso conceden continuamente tiempo a los ucranianos para que se retiren tácticamente y restablezcan posiciones de defensa contra las que los rusos deben lanzar nuevos ataques deliberados”, detalla el citado instituto.

Las tropas rusas han fracasado sistemáticamente a la hora de aprovechar los avances tácticos para maniobrar en las zonas de retaguardia ucranianas

INSTITUTO PARA EL ESTUDIO DE LA GUERRA

Este aspecto, recurrente desde febrero, explica “el ritmo extremadamente lento de los avances rusos en el este y vaticina que los rusos no podrán tomar mucho más terreno en los próximos meses a menos que la situación evolucione de forma imprevista”. Incluso para los progresos limitados que han firmado -apuntan los analistas del instituto- “las fuerzas rusas también necesitarán generar y comprometer grupos de asalto, equipos y moral adicionales con los que reanudar estos mínimos avances territoriales que producen pequeñas ganancias tácticas”.

Debemos ser conscientes de que esta semana Rusia puede intentar hacer algo particularmente desagradable, algo particularmente cruel

VOLODÍMIR ZELENSKI, PRESIDENTE DE UCRANIA

Las variables que hipotecan el futuro

Múltiples variables complican el diagnóstico sobre el porvenir más inmediato del conflicto: desde el efecto de las sanciones occidentales sobre Rusia, que afrontará nuevos desafíos para, por ejemplo, reparar sus aviones de combate, o las tensiones en torno a la mayor central nuclear de Europa hasta la cooperación militar entre Rusia y China; la fatiga y las turbulencias que el conflicto pueden provocar en las opiniones públicas europeas, ante un invierno marcado por la escalada inflacionista y la crisis energética; o las consecuencias de potenciales atentados en el interior de Rusia como el que segó la vida de Darya Dugina.

La incógnita más directa ahora es, si tras el reclutamiento de voluntarios que Moscú lleva a cabo desde hace semanas, el Kremlin se dispone a imponer un nuevo ritmo a la guerra, quebrando el impasse actual. “¿Intentarán los rusos jugar a ser Hitler en 1943 e iniciar una gran ofensiva? Yo creo que sí”, opina Sumlenny. “Sabemos que han llevado aviación a las fronteras de Ucrania, duplicando la cantidad de aviones de guerra y helicópteros. Podría ser parcialmente exitoso en el Donbás y avanzar entre 10 y 15 kilómetros, pero será un completo suicidio. El ejército ruso es débil, se halla desmoralizado y sin buenas armas mientras que los ucranianos están bien equipados y tienen una alta moral. Para Putin es la última oportunidad. De lo contrario su guerra habrá terminado y lo habrá perdido todo”, agrega.

Precisamente las agencias de inteligencia occidentales y las autoridades ucranianas han advertido del escenario de una oleada de ataques aéreos rusos coincidiendo con una celebración, la de la independencia este miércoles, para la que se han prohibido las concentraciones públicas. “Debemos ser conscientes de que esta semana Rusia puede intentar hacer algo particularmente desagradable, algo particularmente cruel", avisó Zelenski en uno sus últimos discursos.

“En general, la situación no parece avanzar en ninguna dirección en el nivel estratégico”, confirma Linas Kojala, director del Centro de Estudios de Europa Oriental, con sede en Lituania. “Es cierto que los ucranianos son capaces de alcanzar los depósitos de munición rusos y otros objetivos estratégicos con mucha más eficacia que antes. Sin embargo, no está claro si eso podría llevar a un contraataque más amplio para empujar a las fuerzas de ocupación en un futuro próximo”, concluye.