Un denso silencio envuelve en Marruecos la difusión de un vídeo en el que el rey Mohamed VI, rodeado de varios acompañantes, se tambalea en lo que parecen los efectos de una noche de fiesta en París. Ningún medio de comunicación marroquí se ha hecho eco de un vídeo de unos segundos de duración difundido inicialmente por medios argelinos.
La última aparición pública del monarca se produjo hace una semana. El pasado sábado ofreció un discurso a la Nación con motivo del 69 aniversario de la apodada “Revolución del Rey y del Pueblo”. “Aterrador silencio de la prensa marroquí, mantenida a raya, tras la difusión del último vídeo del rey en París”, denuncia Ali Lmrabet, el periodista marroquí exiliado en Barcelona en su cuenta de Twitter. A su juicio, el círculo real “se halla desorientado”. “¿Qué hacer? ¿Qué decir? Y una pregunta: ¿Por qué se difunde ahora este vídeo?”, agrega.
Según Lmrabet, se trata de “una muestra de exhibicionismo decadente”. “¿Qué hace Mohamed VI en París cuando su país atraviesa una fuerte crisis económica, cuando se encuentra en una situación de sequía y cuando su juventud ya no cree en nada?”, se interroga el reportero, una acreditada fuente del país vecino que, como decenas de activistas e intelectuales, fue espiado por los servicios secretos marroquíes mediante el programa Pegasus.
Precisamente el aparato de inteligencia marroquí ha usado ampliamente la vida privada de disidentes y activistas para desacreditarlos en público, a partir de imágenes obtenidas sin su consentimiento. En sus perfiles de redes sociales Lmrabet se ha negado a difundir el vídeo. “Hacerlo significa que empezaríamos a imitar, con ánimo de venganza, los abominables métodos utilizados por la policía política marroquí”, alega el reportero.
No es la primera ocasión en que arrecian las críticas por los continuos viajes al extranjero de Mohamed VI y su lujoso estilo de vida en contraste con las precarias condiciones de vida de sus súbditos. “¿Sabe al menos Mohamed VI que más de un tercio de los marroquíes -un porcentaje que está por debajo de la realidad porque los encuestadores no tienen acceso a las capas desfavorecidas y rurales del país- quieren abandonar el país, dejando atrás a los depredadores económicos y a los que sirven a un régimen cuya supervivencia depende de su poderoso y despiadado aparato represivo? Seguramente, pero desde hace tiempo, Mohamed VI, obligado por la enfermedad, piensa más en sí mismo que en sus 'fieles' súbditos, afligidos, preocupados y sumidos en una creciente ansiedad”, señala Lmrabet.
El estado etílico del monarca ha centrado las críticas. "La lógica democrática dicta que cuando se quiere reinar y gobernar, hay que aceptar las críticas y la oposición, como cualquier actor político. La moral, en cambio, supone que cuando uno se proclama 'comandante de los creyentes', debe respetar ciertos preceptos", opina Lmrabet.
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