La ira marroquí se dirige ahora hacia Túnez, con el conflicto del Sáhara Occidental de nuevo como trasfondo. Rabat ha retirado a su embajador en el país vecino después de que su presidente Kais Saied, recibiera a pie de pista al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, invitado a una cumbre de inversión japonesa-africana junto a otros presidentes del continente africano.
A juicio de Marruecos, la presencia del mandatario saharaui es “un acto grave y sin precedentes que hiere profundamente los sentimientos del pueblo marroquí”. Túnez ha respondido llamando también a consultas al jefe de su misión diplomática en Rabat tras calificar de “sorpresa” la decisión marroquí. “Túnez ha mantenido una neutralidad total en el asunto del Sáhara Occidental en línea con la legalidad internacional”, alegan desde el ministerio de Asuntos Exteriores tunecino. “Esta posición no cambiará hasta que las partes implicadas hallen una solución pacífica aceptable para todos”, agregan.
Un vecino conflictivo
Fiel a otros desplantes pasados, Marruecos tampoco ha participado en la cumbre de desarrollo nipón-africano que se ha celebrado este fin de semana en la capital tunecina. Ghali había sido invitado por la Unión Africana junto a una treintena de jefes de Estado. La monarquía acusa a Túnez de haber escalado recientemente “sus posiciones negativas” contra Marruecos. La última sería precisamente haber acogido a Ghali, un gesto de “hostilidad flagrante”.
Túnez, que depende energéticamente de Argelia, se suma así al listado de países que han sufrido la agresiva política exterior de Marruecos, que ha alimentado rifirrafes diplomáticos recientes con España, Alemania o su eterno rival regional, Argelia. En todos los casos, el detonante ha sido el contencioso del Sáhara Occidental, un territorio ocupado ilegalmente por Marruecos y la última colonia del continente africano pendiente de descolonización.
Precisamente la última crisis entre Marruecos y España estuvo provocada por la entrada y presencia de Ghali en España, atendido en mayo de 2021 en un hospital público de La Rioja por una afección grave de Covid-19. Rabat respondió llamando a consultas a su embajadora en Madrid y desatando una grave crisis migratoria, con la llegada a nado de miles de marroquíes hasta las costas de Ceuta. La violenta reacción marroquí le terminó costando el puesto a la entonces ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya.
Un capítulo que, según Rabat, quedó cerrado en marzo con el histórico cambio de posición del Gobierno español, apoyando el plan de autonomía marroquí para el Sáhara. La decisión, no obstante, fue censurada por el Congreso de los Diputados, donde el PSOE escenificó su enorme soledad.
El giro copernicano ha provocado a su vez una crisis diplomática con Argelia, que retiró su embajador de Madrid en marzo y ha congelado el comercio con España. Un importante socio gasístico, Argelia ha optado por impulsar sus relaciones con Italia y Francia. Emmanuel Macron acaba de visitar Argel en busca de una mejora de las siempre complejas relaciones con un país del que fue metrópoli durante más de un siglo.
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