Cuando la pequeña ucraniana Lyuda vio por primera vez cómo había quedado su escuela en Horenka, en la región de Kiev, empezó a llorar desconsolada. Buscaba lo que se había dejado en el centro y ahora estaba en los escombros, su osito de peluche, una chaqueta. El colegio de Lyuda es uno de los cientos que, debido a los destrozos sufridos por la guerra, no han podido abrir sus puertas este jueves, cuando se ha reanudado el curso escolar en Ucrania. Unos 2.300 centros educativos se han visto afectados por las hostilidades; de ellos, 236 han sido destruidos, según el Ministerio ucraniano de Educación.
Menos del 60% de los colegios son seguros. Niños, profesores y padres comparten el temor y la incertidumbre, pero confían en seguir adelante con su aprendizaje. Muchos de los cuatro millones de niños en edad escolar en Ucrania lo continuarán haciendo a distancia, aunque este primer día muchos hayan asistido a cantar el himno y llevar flores a sus maestros.
Arina es ya adolescente pero también se quedó impactada al ver cómo había quedado su escuela en Irpin, cerca de la capital, según información difundida por Unicef. En sus 15 años nunca había imaginado que vería tanta devastación. Vive en Bucha y recuerda con terror el primer día de la guerra.
"El primer día lloré mucho. No podía entender lo que había pasado. Era horrible porque los edificios que conocíamos estaban destruidos. Cuando fui con mis padres a ver Irpin, entendí que había gente que había perdido la vida en los ataques". Como otros niños y jóvenes siguió el curso online. Antes de la guerra, estudiaban 1.858 niños en el colegio de Arina en Irpin. Hoy el edificio es irreconocible, tras haber sido bombardeado 30 veces.
El primer día lloré mucho. No me cabía en la cabeza lo que había pasado. Era horrible porque los edificios que conocía esaban destruidos "
ARINA, 15 años, COLEGIO EN IRPIN
Zoryana es una joven profesora a quien la guerra le sorprendió el primer año que empezaba su tarea pedagógica en Irpin, la misma localidad donde Arina estudiaba. En conversación con James Elder, portavoz de Unicef, reconoce que le hace ilusión volver a impartir clase pero a la vez tiene miedo. En su escuela ahora hay un pequeño refugio y los profesores han aprendido primeros auxilios, lo que la maestra cree que les resultarán muy útil. "Me ilusiona empezar el curso pero también tengo temor porque la guerra está en todas partes".
Oleksy Kuleba, gobernador de Kiev, ha lanzado un mensaje en su cuenta de Telegram acerca "de la nueva realidad de la guerra". Según Kuleba, "este año es extraño para todos, no habrá colas interminables de escolares en los alrededores de los colegios. Hay una guerra a gran escala en el país. Lo primero en lo que pensamos es en la seguridad de nuestros jóvenes ciudadanos. A pesar de todo, empieza el curso. Las instituciones educativas combinarán el modelo presencial y la enseñanza a distancia".
El trauma del conflicto
Desde Jersón huyeron en junio Denys, de ocho años, y su familia. Su madre estuvo a punto de morir al quedar atrapada por el fuego. Están en Leópolis, al oeste de Ucrania, en un refugio para personas desplazadas. Las tropas ucranianas están tratando de rcuperar Jersón en una contraofensiva que ha empezado esta semana.
"Iré a la escuela en Leópolis", dice. "Me gusta la escuela porque allí podemos jugar. Me gustan las matemáticas". Denys quiere ser policía de mayor. Es uno de los niños ucranianos que tienen la suerte de ser escolarizados en una zona más segura.
En Járkov, las tropas rusas bombardearon el colegio en el que estudiaba Mariia, de 12 años, el pasado mes de julio. "No entiendo por qué atacaron nuestra escuela. Creía que el Covid había sido nefasto pero la guerra es aún peor. Me gustaba ir al colegio y compartir tiempo con mis compañeros y profesores. Prefiero la enseñanza presencial porque me divierte estar con mis amigos", contaba Mariia, según ha difundido Unicef. "Lo bueno de la enseñanza online es que ya no tenía que ir corriendo de un lado a otro. Podía seguir la clase desde mi cama", añade.
Mariia permaneció en Járkov a pesar de los intensos ataques ordenados por el Kremlin. Su padre fue llamado a filas y su madre trabaja en una fábrica. De los bombardeos recuerda cómo buscaban refugio en el sótano y cómo se tranquilizaban unos a otros como podían. Afirma que la vivencia de la guerra le ha llevado a conocerse mejor. "Me gusta hablar con la gente y aprender de los demás. Quiero ayudar a quienes tienen enfermedades mentales o dificultades. Será necesaria mucha ayuda psicológica tras la guerra", apunta la precoz Mariia.
Unicef, la organización de la ONU dedicada a la infancia, ha recopilado las imágenes y testimonios de Lyuda, Arina, Mariia, Denys y Zoryana para ilustrar cómo afrontan el nuevo curso los cuatro millones de niños y niñas en edad escolar en Ucrania. La directora de la organización, Catherine Russell, ha realizado una visita de tres días al país.
Muchos regresan a sus escuelas sin saber si sus maestros y amigos estarán allí para darles la bienvenida"
catherine russell, directora de UNICEF
"El nuevo año escolar debería ser un momento emocionante y prometedor, en el que los niños y las niñas comparten sus historias del verano con amigos y maestros. Sin embargo, el temor es su único estado de ánimo. Regresan a sus escuelas, muchas de ellas dañadas por la guerra, con historias de destrucción, sin saber si sus maestros y amigos estarán allí para darles la bienvenida. Muchos padres dudan si sus hijos estarán a salvo en la escuela". Desde que Rusia invadió Ucrania, más de 400.000 niños ucranianos se han beneficiado de la asistencia de Unicef.
Como prevé Mariia, una generación de niños quedará marcada por la guerra en Ucrania. Según un informe de World Vision, 1,5 millones de menores estáne n peligro de sufrir ansiedad, depresión y discapacidad social. Word Vision es una ONG que afronta el problema de la crisis educativa y de salud mental que afronta Ucrania.
La hija de Lena, una emprendedora que vive a caballo entre España y Ucrania, empezará las clases en nuestro país y lo combinará con el aprendizaje online de contenidos en ucraniano. Sin embargo, unos 650.000 niños ucranianos que viven refugiados en 12 países no han sido escolarizados aún. World Vision destaca el caso de Stefan, un niño de 13 años, que huyó con su madre y su abuela a Rumanía. No quiere empezar el colegio en un país donde no conoce el idioma.
"Muchos menores como Stefan no van a empezar el curso porque no aún sido inscritos. Sus familias aún confían en volver pronto, pero aunque lo lograran no ha garantías de que pudieran hacerlo. Sus centros pueden haber sido destruidos, o no ser seguros por carecer de refugio", apunta Eloisa Molina, coordinadora de comunicación de World Vision.
No entiendo por qué atacaron nuestra escuela. Creía que el Covid había sido nefasto pero la guerra es aún peor"
mariia, 12 años, járkov
El ABC patriótico en Rusia
También en Rusia comienza el curso escolar el primer día de septiembre. La novedad este año, que se anunció en junio pasado, son las lecciones sobre "conversaciones sobre cosas importantes", según ha publicado The Guardian. A su vez, en todos los centros educativos se empezará cada semana con el canto del himno y la izada de la bandera de la Federación Rusa, según anunció en primavera el ministro ruso de Educación, Sergei Kravtsov.
A finales de junio, el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó que las escuelas nombraran "asesores patrióticos" que se encargarían de vigilar para que se inculquen "valores espirituales y morales".
La Alianza de Maestros de Rusia y muchos activistas ha hecho un llamamiento a los padres para que boicoteen estas charlas, que no es otra cosa que adoctrinamiento. En las charlas se trasladará la versión del Kremlin sobre la "operación especial" que se está llevando a cabo en Ucrania. Es decir, la versión de Putin sobre la guerra en Ucrania, que ya se prolonga más de seis meses.
A partir de los siete años, en el primer grado, los alumnos rusos recibirán estas lecciones sobre valores rusos. Según la Alianza de Maestros de Rusia, los padres "no están obligados a que sus hijos sigan estas clases". Miles de profesores rusos tendrán que adoctrinar a los niños y jóvenes, según la metodología recién publicada.
A los ocho años ya escucharán lo que significa "amar a la patria" y cómo esto implica estar dispuesto "a empeñar las armas para defenderla". Con 10 años ya sabrán lo que supone la "operación militar especial" y sobre su finalidad, según el Kremlin, "la vuelta a Rusia de los ucranianos del Este".
"El verdadero patriotismo no se educa en una atmósfera de odio, miedo y obligación", señala el sindicato disidente de docentes. "El patriotismo solo se puede inculcar con el ejemplo: haciendo caridad, protegiendo la naturaleza, estudiando y conservando el patrimonio histórico".
Ese patriotismo debería ser incluyente y antibelicista. Así la joven Mariia Mariia, la aspirante a psicóloga de Járkov, tendría esperanza en que su sueño se hiciera realidad algún día. "Mi mayor deseo es que no haya más guerras. Traumatizan a todo el mundo, sobre todo a los niños, y mucha gente muere. La humanidad no se lo merece. No debería morir nadie así".
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