El traspaso de poder ha comenzado este martes a primera hora, a las puertas del 10 de Downing Street. Boris Johnson ha aprovechado para escenificar su despedida con alusiones veladas a sus traidores y una mano tendida a su sucesora, Liz Truss, de 47 años. A continuación ha presentado su dimisión a la Reina Isabel II en Balmoral, Escocia, donde veranea. Iba acompañado por su esposa, Carrie. Tras unos minutos en los que el Reino Unido no ha tenido jefe del gobierno, Liz Truss ha asumido como primera ministra ante la Reina.
Con Liz Truss, Isabel II, que cumplió en abril 96 años, ya ha conocido a 15 primeros ministros en sus 70 años de reinado. Liz Truss es la única que tiene un pasado republicano. A los 19 años, como dirigente de los liberaldemócratas de Oxford, hizo un discurso en el que abogaba por el fin de la monarquía. “Los liberales creemos que todos han de tener oportunidades. Nadie ha de estar en el poder por nacimiento”, dijo entonces Truss. Dado el sentido del humor de la reina, no sería de extrañar que haya aludido a esa pasión juvenil republicana.
Liz Truss, que es la tercera mujer primera ministra en el Reino Unido tras Margaret Thatcher y Theresa May, también ha estado acompañada por su esposo, Hugh O'Leary.
Tras asumir como primera ministra, Liz Truss, se ha puesto manos a la obra. Nada más llegar de Balmoral ha dado su primer discurso ante el 10 de Downing Street. Ha empezado rindiendo homenaje a su predecesor, Boris Johnson por ser un primer ministro "enormemente coherente".
Ha enumerado tres prioridades: en primer lugar, la economía. Ha prometido rebajas de impuestos y desregulación; en segundo lugar, afrontará la crisis energética porque es consciente "de que se pagan facturas inasumibles"; y en tercer lugar, la sanidad. "Una vez que actuemos sobre la economía, la energía y el sistema nacional de salud, el país recuperará el camino del éxito... Podremos capear la tormenta. No vamos a amilanarnos por la complejidad de los desafíos. Estoy dispuesta a cumplir", ha concluido su breve intervención.
A continuación dará a conocer su nuevo gobierno, en el que no estará su rival en la recta final de las elecciones internas del Partido Conservador, el ex ministro de Economía, Rishi Sunak. Truss logró vencer a Sunak, pero su porcentaje de apoyo fue inferior al 60%, menor que el logrado por Boris Johnson, por ejemplo. Fueron los militantes conservadores, unos 160.000, los que eligieron entre Truss y Sunak, los finalistas de una contienda que empezó con más de una decena de aspirantes.
Al final del día, Liz Truss ha convocado a quienes ha designado para hacerse cargo de los Ministerios. Kwasi Kwarteng, hijo de padres procedentes de Ghana, ocupará el relevante Ministerio de Economía (chancellor), James Cleverly será su sustituto en Exteriores, y Suella Braverman, hija de emigrantes de Kenia y Mauricio, se hará cargo de Interior. Son parte del núcleo duro de leales a Truss. Brandon Lewis será titular de Justicia y Ben Wallace permanece en Defensa.
El gran desafío de Liz Truss es hacer frente a la excepcional situación económica que afronta el Reino Unido. Como primera medida, anunciará un plan que puede ascender a 90.000 millones de libras, según los medios británicos, para congelar los precios de la energía en un máximo de 2.500 libras anuales hasta las próximas elecciones. Con una inflación a niveles históricos, con un 10,1%, la principal preocupación de los británicos es el coste de la vida.
En su despedida, Boris Johnson se ha presentado como un primer ministro que ha logrado descender el paro, hacer frente a la pandemia y mostrar la firmeza del Reino Unido con el líder ruso, Vladimir Putin, entre otros éxitos. Ha aludido a que se va”porque a mitad de camino cambiaron las normas”, en alusión a que venció la moción de confianza de los tories y aún así sus correligionarios presionaron para que renunciara.
Ha prometido lealtad a su sucesora, quien se mantuvo en su gobierno como ministra de Exteriores hasta el final y ha insinuado que de momento desaparece de escena pero quién sabe si no regresa. Boris Johnson se ha comparado con el general romano Cincinato, que se retiró al campo pero luego regresó. Cuando fue alcalde de Londres también recurrió a este ejemplo.
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