El sentido del deber de la Reina Isabel II es bien conocido y se la respetó con razón por haber evitado casi por completo la controversia partidista durante su largo reinado. En un mundo cambiante, fue una presencia constante y tranquilizadora, como la que quizá no volvamos a ver.
En muchos sentidos, ha sido un puente de una época a otra, conectando diferentes generaciones a lo largo de las décadas. Cuando asumió la corona en 1952, Gran Bretaña era un lugar muy diferente al país en el que vivimos hoy. Una nación que salía de los estragos de una Guerra Mundial con el racionamiento aún vigente. Los retos de la Guerra Fría y la era nuclear estaban aún en pañales.
En un mundo cambiante, fue una presencia constante y tranquilizadora
Setenta años después, la tecnología no sólo ha transformado nuestras vidas, en su mayoría para mejor, sino que nuestra sociedad es un lugar muy diferente. Ahora somos un país mucho más diverso y vibrante, que acoge a personas de todo el mundo.
Las oportunidades para las mujeres se han transformado, aunque todavía queda mucho camino por recorrer. En 1952 no podría haberme casado con mi marido Rafael. De hecho, habría corrido el riesgo de ser detenido y procesado sólo por ser quien soy.
Pero al igual que nuestro país ha cambiado, también lo hizo la Reina. Todo el mundo cambia con el paso de los años, pero ella adaptó y modernizó la Monarquía de tal manera que incluso muchos republicanos expresaron su admiración y afecto personal por ella.
Mantener los niveles de respeto y popularidad de la Reina durante siete décadas requiere un verdadero talento
La Reina fue la encarnación personal de la nación y un gran activo para todos nosotros. Reconocida al instante en todo el mundo, se ha reunido con casi todos los líderes mundiales importantes de los últimos setenta años. Los políticos van y vienen -y algunos son más queridos que otros-, pero mantener los niveles de respeto y popularidad de la Reina durante siete décadas requiere un verdadero talento.
Aprendimos mucho de ella, no sólo de su sentido del deber y su devoción por el servicio público sino una fuerte ética del trabajo, el amor a la patria y a la Commonwealth, el sentido del humor y el amor y el apoyo del Duque de Edimburgo. Aunque lloramos su muerte, también celebramos su sentido del deber, de la comunidad, de la abnegación y del servicio a los demás. Su vida representa todo lo positivo de nuestra vida pública y de nuestras instituciones.
Ray Collins, Lord Collins de Highbury, es líder adjunto de los Lores Laboristas y Ministro en la sombra de Asuntos Exteriores y Desarrollo Internacional en la Cámara de los Lores.
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