La escenografía en la sala San Jorge del Kremlin evoca grandiosidad. Es donde la Federación Rusa celebra sus victorias. El líder ruso, Vladimir Putin, ha presentado como un triunfo la anexión de cuatro regiones ucranianas, Donetsk, Lugansk, Zaporiya y Jersón, que ni siquiera domina completamente sobre el terreno. Es una huida hacia delante, el último giro de guion de una Rusia a la desesperada que busca cómo evitar el fracaso total en Ucrania. Putin lo ha llamado "misión liberadora" y ha asegurado que estos territorios "son y serán nuestros".
Putin presenta como una misión histórica y una victoria lo que en realidad es un fracaso en el campo de batalla. Y lo ha hecho también en la Plaza Roja con un concierto rebosante de banderas rusas que asemejaba los actos en honor a sus líder de nazis y fascistas. Como escribe Timothy Garton Ash en el Financial Times, "para ver un renacimiento del fascismo, hay que mirar a Moscú, más que a Roma".
Rusia está perdiendo la guerra pero no la ha perdido aún. El mes de septiembre ha sido catastrófico para las tropas rusas. La contraofensiva ucraniana en la región de Járkov dejó sorprendido a todo el mundo por su eficacia, su rapidez y por el efecto sorpresa. El ataque se esperaba en Jersón, pero se efectuó en Járkov, en una operación de desinformación que ayudó a despistar al enemigo.
Desde entonces las tropas ucranianas no han dejado de avanzar. Al tiempo que Putin anunciaba la anexión del 15% del territorio ucraniano, una superficie equivalente a Portugal, después de unos simulacros de referendos, en Lyman, en Donetsk, unos miles de soldados rusos estaban sitiados.
La anunciada movilización generalizada parcial ha provocado la huida de miles de rusos a países vecinos como Finlandia o Georgia. Putin ha reconocido algunos errores y con la anexión también quiere trasladar el mensaje de que ahora se lucha por la existencia de la propia Rusia, amenazada por Occidente, que quiere convertirles en "esclavos".
En su discurso, Putin ha subrayado que está dispuesto a sentarse a la mesa de negociaciones pero que estas cuatro regiones ya han expresado su voluntad de ser rusas y seguirán siéndolo. Ofrece paz por territorios. Y trata de dividir a los aliados del Kremlin con sus amenazas veladas. Aludió el líder ruso a cómo Estados Unidos ya empleó armas nucleares dos veces (Hiroshima y Nagasaki) y así "sentó un precedente".
Paz por territorios
"El discurso es un chantaje. Dicen que nuestros territorios y para siempre. Intenta volver a 2014, convertir la guerra en un conflicto congelado. Dice que aceptará la paz por estos territorios. Y lo hace cuando Rusia ha pagado ya un precio muy alto y tiene poco que perder. La alusión a las armas nucleares hay que tomarla en serio. Es un mensaje de un presidente desesperado porque la guerra va mal. Rusia está dispuesta a prolongar la guerra y escalar. La situación es más dramática y compleja que el 24 de febrero cuando empezó la invasión", señala Mira Milosevich, investigadora principal del Real Instituto Elcano.
La comunidad internacional ha rechazado esta anexión rusa de territorios ucranianos, pero a Putin le importa tan poco como cuando lo hizo en 2014 y anunció que se quedaba con Crimea. Poco después, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, anunciaba que su país pediría la inmediata adhesión a la OTAN para obtener garantías de seguridad.
En la práctica no será posible, ya que la OTAN no admite países que no controlen sus fronteras y difícilmente Ucrania puede contribuir a la seguridad aliada. Pero es una manera de responder a Putin con el recordatorio de que Ucrania cuenta con aliados fuertes.
Me recuerda a la crisis de los misiles de Cuba. El mundo estuvo en el punto más cercano a una guerra nuclear entre EEUU y la URSS. No sé aquí si alguien intenta gestionar la crisis"
mira milosevich, elcano
"Es una seria escalada de guerra. La guerra de Ucrania ha comenzado como consecuencia del fracaso de la disuasión y del manejo de la gestión de las crisis. La escalada verbal sigue su curso por ambas partes. Me recuerda a la crisis de los misiles de Cuba en 1962. El mundo estuvo en el punto más cercano a una guerra nuclear entre EEUU y la URSS. No sé aquí si alguien intenta gestionar la crisis", señala Mira Milosevich.
La próxima semana las dos Cámaras suscribirán la anexión de las cuatro regiones a la Federación Rusa. El mensaje queda claro: es nuestro territorio y si es atacado, lo defenderemos. Y Putin ya dijo que emplearían todos los medios a su alcance, en alusión a las armas nucleares.
"Si recurre a la opción nuclear, se convertirá en un paria absoluto. Putin es más un farolero que un fanático, aunque ha estado dando cuerda a gente fanática de su camarilla. En el peor de los casos tendremos unos ataques nucleares tácticos a la desesperada para impedir una victoria ucraniana seguidos de una intervención de la OTAN", afirma el politólogo Victor Vasilescu.
Objetivo: dividir a Occidente
Pero esa es su última baza. Antes tiene otros recursos como dividir a los aliados de Ucrania. En su discurso ha hecho varios guiños a quienes coinciden con sus tesis, esa condena de la ideología de género, que coincide con el discurso de Matteo Salvini, líder de la Liga, por ejemplo. Sin embargo, la ganadora de las elecciones en Italia, Giorgia Meloni, fue de las primeras en reaccionar contra el paso dado por el Kremlin y reafirmó su apoyo a Ucrania.
Arremete contra Occidente como una potencia colonizadora, cuando está suscribiendo una anexión ilegal. Putin no permitiría que los tártaros rusos realizaran un referéndum de autodeterminación.
"La apuesta de Putin se basa en que nos vengamos abajo en Occidente. Cuando percibe debilidad, sube su apuesta. Si la respuesta es a cara de perro, suele aflojar. No tiene tantas bazas, pero los gobiernos europeos han de despertar", afirma Nicolás de Pedro, investigador en The Institute for Statecraft.
Putin cuenta con que todo el mundo se asuste con la posibilidad de que cruce el umbral nuclear. No hay que ayudarle a generar el pánico"
nicolás de pedro, i. statecraft
Según De Pedro, "Putin cuenta con que todo el mundo se asuste con la posibilidad de que cruce el umbral nuclear. No hay que ayudarle a generar el pánico. Incluso un ataque nuclear táctico tiene riesgos para él, salvo que sea la destrucción total de Ucrania lo que derivaría en un enfrentamiento con la OTAN, lo que no quiere Putin. Rusia lo presenta como un as infalible para generar miedo y no lo es".
A su vez Putin cuenta con el general invierno y el efecto que va a tener en los hogares europeos, con problemas de desabastecimiento y carestía. El ataque a los gasoductos Nordstream 1 y Nordstream2 demuestra la fragilidad de estas infraestructuras, que son clave en las guerras híbridas.
EEUU y la Unión Europea están pagando por no haber escuchado a quienes llevan años diciendo que Rusia no iba a parar en Georgia, ni en Crimea ni en el Donbás. Ahora ha de buscar la vía de mostrar músculo frente a una Rusia malherida.
"Putin busca desmoralizar a la población civil ucraniana y dividir a Occidente. Lanza el mensaje, a la desesperada, de que están dispuestos a prolongar la guerra. Los rusos creen que tienen una misión histórica y que libran una guerra híbrida con Occidente. En territorio ucraniano se libra la convencional. La tensión entre Rusia y Occidente seguirá mucho tiempo", concluye Milosevich.
Más de siete meses de guerra, 45.000 soldados rusos muertos (el triple que en Afganistán en nueve años); 45.000 bajas ucranianas (civiles y tropas); y un coste enorme en destrucción. Ucrania necesita 6.000 millones de euros al mes para defender su territorio. Más aún precisará para la reconstrucción. Pero, como dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, si Ucrania deja de disparar, desaparece; si Rusia lo hace, habrá paz.
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