En el nivel más bajo desde el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1979. Así se hallan hoy los lazos entre Washington y Pekín. En busca de un incierto deshielo se han reunido este lunes en Bali el presidente estadounidense, Joe Biden, y su homólogo chino, Xi Jinping. Un encuentro cara a cara inédito desde que Biden accedió a la Casa Blanca, con la creciente tensión en Taiwán como mar de fondo y con el pretexto de la cumbre de líderes del G20 que arranca este martes en la isla indonesia de Bali.
Ambos líderes, rodeados de gran expectación y severas medidas de seguridad, han posado a media tarde -18.00 hora local- ante los fotógrafos y cámaras. Se han dado la mano y han sonreído bajo una lluvia de flashes. Xi y Biden han celebrado un encuentro que se ha prolongado durante tres horas y media, con traducción simultánea. Ha tenido lugar en el Mulia, el hotel donde se hospeda el líder chino.
En sus primeras declaraciones, Biden se ha comprometido "a mantener abierta la línea de comunicación" con Jinping para que los dos países puedan "trabajar juntos en cuestiones globales urgentes", como el cambio climático y la inseguridad. "El mundo espera que las dos naciones trabajen colaborativamente", añadió Biden. "Él ha sido claro; yo he sido claro", ha declarado Biden, quien ha calificado de "abierto y honesto" el encuentro. El demócrata ha reconocido que ha encontrado a un Xi Jinping "como siempre ha sido: directo y sin rodeos".
El presidente chino ha compartido tono y mensaje. "El mundo aguarda a que EE. UU. y China manejen adecuadamente su relación. Nuestra reunión atrajo la atención mundial. Necesitamos trabajar con todos los países para lograr la paz mundial", ha insistido Jinping. "En nuestra reunión necesitamos que exista un sincero intercambio de puntos de vista sobre temas de importancia estratégica", ha manifestado. "Espero trabajar con usted", le ha comentado a Biden.
“Las relaciones entre Estados Unidos y China se encuentran en un punto de inflexión entre la coexistencia y la rivalidad sin límites”, advierte en conversación con El Independiente el politólogo Evan S. Medeiros, experto en China de la Georgetown University. “La desconfianza y los recelos de ambas partes son profundos y las áreas de desacuerdo, sustanciales. La competencia entre Estados Unidos y China se está intensificando, ampliando y diversificando. Y abarca muchos temas: seguridad, economía, tecnología e ideología”, agrega.
El propio Biden avanzó la semana pasada que su intención es evitar nuevos fuegos en un mundo que trata de digerir aún la invasión rusa de Ucrania, exacerbando las crisis energética y alimentaria. “Se lo he dicho: Busco la competencia, no el conflicto”, deslizó en rueda de prensa. Biden y Jinping protagonizaron hace justo una década un viaje a Los Ángeles. Ambos eran entonces vicepresidentes y buscan ahora la cordialidad de entonces.
EE.UU. y China deberían acercarse el uno al otro, gestionando y controlando los desacuerdos de forma adecuada y promoviendo una cooperación mutuamente beneficiosa
PORTAVOZ DE EXTERIORES CHINO
No más fuegos, de Taiwán a Corea del Norte
La necesidad de prevenir nuevos estallidos alrededor del planeta que comprometan las aspiraciones de ambas potencias puede actuar para acercar posturas. A juicio de Biden, se trata de hablar de “lo que él cree que son los intereses nacionales críticos de China, lo que yo sé que son los intereses críticos de Estados Unidos”. “Y determinar si entran o no en conflicto. Y si lo hacen, cómo resolverlo y cómo solucionarlo”, apostilla. En boca del portavoz de Exteriores, el líder chino también insiste en que aunque Pekín defenderá su “soberanía, seguridad e intereses de desarrollo”, “EE.UU. y China deberían acercarse el uno al otro, gestionando y controlando los desacuerdos de forma adecuada y promoviendo una cooperación mutuamente beneficiosa”.
“No se trata de una reunión sobre resultados o proyectos concretos sino para intentar crear un modus vivendi para una relación estable a medida que se intensifica la competencia”, sostiene Medeiros. “Se trata de compartir percepciones e intenciones y, con suerte, de aclarar percepciones erróneas. Tendrán que abordar la trayectoria descendente de la cuestión de Taiwán, por ejemplo. Lo que está en juego en las relaciones entre Estados Unidos y China no podría ser mayor”, esboza el analista.
Biden y Jinping han compartido miles de kilómetros juntos en viajes a lo largo de los años y se han visto públicamente en hasta 78 ocasiones
Ambos presidentes se conocen bien. Han compartido miles de kilómetros juntos en viajes a lo largo de los años y se han visto públicamente en hasta 78 ocasiones. Además, han mantenido hasta cinco conversaciones telefónicas desde que Biden ocupa el Despacho Oval. La última ocasión en la que se vieron juntos fue en el foro de Davos en 2017. Según Washington, los temas del día -además de la mejora de los lazos- han estado centrados en “los desafíos transnacionales que afectan a la comunidad internacional”.
Entre los asuntos regionales, Taiwán ha acaparado la discusión. Pekín no ha olvidado la visita el pasado agosto al país de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Desde la Casa Blanca se ha advertido de los supuestos planes de China de iniciar una campaña militar contra Taiwán. Altos cargos del ejército estadounidense han realizado incluso apuestas en público, con entre 2024 y 2027 como un período de tiempo plausible para una invasión de la isla y su ansiada “reunificación”.
La diplomacia estadounidense ha alertado de que, en tal caso, EE.UU. defendería a Taiwán. Así lo ha llegado a manifestar Biden en hasta cuatro ocasiones. El Capitolio, además, debate un proyecto de ley para proporcionar hasta 10.000 de dólares en armamento para el país. Biden asegura que no está en su intención realizar concesiones a Pekín sobre el dossier de Taiwán.
El comercio y la situación en Corea del Norte también han sido abordados por Biden y Jinping. Cualquier nuevo ensayo norcoreano con proyectiles desembocará “sencillamente en un incremento de la presencia militar y de seguridad estadounidense en la región”, alertó la semana pasada el asesor de Seguridad Nacional de EEUU, Jake Sullivan. “Por ello, a China le conviene jugar un papel constructivo a la hora de contener los peores vicios de Corea del Norte. Si Pekín decide hacerlo o no, es cosa suya”.
China es el único país que tiene tanto la intención de remodelar el orden internacional como, cada vez más, el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para avanzar en ese objetivo
JOE BIDEN, PRESIDENTE DE EEUU
La invasión rusa, otra discrepancia
Ambos líderes llegan a Bali, en vísperas de la cumbre, en un momento especialmente dulce. Biden, contra pronóstico, ha salido airoso de unas elecciones de medio mandato en las que los demócratas conservan el control de ambas cámaras y han evitado la “ola roja”. Jinping, por su parte, ha reafirmado en el reciente congreso del Partido Comunista su figura de caudillo incontestable.
Entre los asuntos globales que alejan el entendimiento, figura principalmente la invasión rusa de Ucrania. Pekín es un apoyo de Vladimir Putin y no ha abandonado la cooperación con Moscú desde febrero. “La relación entre EE.UU. y China se ha visto sustancialmente afectada por la invasión rusa de Ucrania y el alineamiento chino con Rusia. Ha agravado la desconfianza de EE.UU. en las intenciones estratégicas chinas y ha alineado aún más a Europa con EE.UU. para contrarrestar a China. Por eso Pekín está cortejando con tanto ahínco a Francia y Alemania en estos momentos”, apunta Medeiros.
Las expectativas del encuentro con modestas
Las expectativas del encuentro, que no cuenta con declaración conjunta, son modestas. “Lo mejor que podemos esperar de esta reunión es un acuerdo para reabrir los canales de diálogo que China cerró tras la visita de Pelosi a Taiwán”, pronostica el politólogo. “Esto podría permitir cierta cooperación en materia de cambio climático y, tal vez, de seguridad alimentaria”, precisa. “Lo más probable es que estos canales permitan a ambas partes ganar tiempo, pero puede que no consigan mucho”.
A juicio de Madeiros, "la desconfianza de China hacia Estados Unidos es muy profunda y ven la cooperación en cuestiones globales como una concesión a Estados Unidos y no como una contribución a los asuntos globales. Este es un gran problema de China como potencia emergente. Ven sus intereses de forma muy limitada y, como resultado, su cooperación en los grandes temas globales es limitada”.
Una constatación que Biden dejó por escrito hace un mes en un documento de estrategia de seguridad nacional. China, apuntó, “es el único país que tiene tanto la intención de remodelar el orden internacional como, cada vez más, el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para avanzar en ese objetivo”.
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