En un país de modales exquisitos y suaves, su Gobierno se ha propuesto ejercer de anfitrión previsor. El protocolo siempre marca las reuniones del G20, pero este año resulta especialmente evidentemente. La cumbre de líderes, que arranca este martes en la isla indonesia de Bali, está marcada por la invasión rusa de Ucrania y sus amargas consecuencias globales, desde la crisis energética hasta la alimentaria o la escalada inflacionaria. Para evitar susceptibilidades, la cumbre carecerá de foto de familia al completo.
Finalmente, los mandatarios lograrán firmar una declaración conjunta con una condena a la agresión rusa en Ucrania en la que se optará por la fórmula «la mayoría de los países» para evitar el bloqueo del documento, según han avanzado fuentes implicadas en las negociaciones.
Hace días se despejó unas de las dudas que proyectaba la cumbre, que se celebra en mitad de unas imponentes medidas de seguridad en Nusa Dua, un complejo de resorts en Bali. Vladimir Putin confirmó entonces que no asistiría a una cumbre de la que, no obstante, será el principal protagonista. El presidente ruso está representado en la cita por su ministro de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov. Volodimir Zelenski ha intervenido telemáticamente. El ucraniano había condicionado su participación a la ausencia de Putin. Fuentes de Exteriores ucraniano han señalado a El Independiente que el jefe de la diplomacia, Dmytro Kuleba, no estará presente en el G20.
Desde hace meses se habían registrado presiones para que Indonesia retirara su invitación a Putin y expulsara a Rusia del selecto grupo, en medio de las graves violaciones que llegaban del frente. La presidencia del país asiático siempre ha alegado que carecía de autoridad para tomar una medida tan drástica. Es precisamente la necesidad de consenso la que amenazaba con arruinar el encuentro. Fuentes de la delegación española habían indicado a este diario que las delegaciones nacionales llevaban semanas negociando el borrador, palabra por palabra y párrafo a párrafo.
Finalmente, el borrador de comunicado que han preparado los sherpas y que aguarda a la luz verde definitiva de los líderes incluye mención a la contienda. El documento lamentará el impacto económico del conflicto ucraniano y pedirá la prórroga de un acuerdo con Rusia que expira el sábado y que permite la exportación de grano ucraniano. "Este año también hemos sido testigos de cómo la guerra en Ucrania ha tenido un impacto negativo en la economía mundial", cita el borrador. Los países, agrega, "reiteramos nuestras posiciones nacionales" y "la mayoría de los miembros condenamos firmemente la guerra en Ucrania".
Biden descartó una Guerra Fría con China
En un ejercicio de sensibilidad, la presidencia indonesia ha optado por cuidar hasta el mínimo detalle. Así, Lavrov no se ha sentado cerca de ningún líder occidental y contrario a la invasión rusa y lo ha hecho junto a sus homólogos de Brasil y México. Entre los apoyos de Moscú más o menos explícitos, figuran China e India, los países más poblados del mundo y dos de sus seis mayores economías. Ninguno de los dos ha condenado a Putin y su anexión de amplias zonas del este de Ucrania. Otros países del G20, como Arabia Saudí, Sudáfrica y Turquía, han rechazado las reclamaciones occidentales de castigar a Rusia por su intervención en Ucrania.
La cumbre se ha iniciado este martes, precedida por un encuentro bilateral entre Joe Biden y Xi Jinping que se prolongó hasta tres horas y media la víspera. En rueda de prensa posterior, Biden aseguró que creía "firmemente" en que no habrá una nueva Guerra Fría con China y descartó también un "intento inminente por parte de China de invadir Taiwán".
Un grupo disfuncional
"El G20 se ha vuelto cada vez más disfuncional frente a los graves problemas económicos mundiales que han surgido desde que la pandemia del coronavirus irrumpió en 2020", indica a este diario Jeremy Mark, miembro del The Atlantic Council de Washington y ex funcionario del Fondo Monetario Internacional (FMI). "Los esfuerzos del grupo por resolver la crisis de la deuda que afecta a tantos países pobres y de mercados emergentes han resultado lentos e ineficaces, y no ha dado respuesta a la rápida subida de los precios de los alimentos y los combustibles que ha vuelto a sumir a millones de personas en una profunda pobreza", agrega el analista.
La guerra ha agravado los males, desde la seguridad alimentaria hasta la crisis energética o el cambio climático
En los últimos dos años, el mundo ha encarado dos cataclismos: la crisis sanitaria del covid, aún no superada y con medidas muy estrictas en el continente asiático; y la invasión rusa a gran escala en la vecina Ucrania. El conflicto bélico ha agravado los males que ya exhibió descarnadamente la pandemia: la seguridad alimentaria, la escalada nuclear, la crisis energética, la inflación, la desaceleración del crecimiento global, el cambio climático o la frágil situación financiera en amplias zonas del planeta.
Entre este martes y miércoles están previstas tres sesiones: la primera centrada en la guerra en Ucrania y sus consecuencias; la segunda, en la salud global; y la tercera en transformación digital. Los líderes europeos tratarán de avanzar en su objetivo de limitar el precio de las exportaciones de gas ruso y hallar soluciones a la escasez de fertilizantes y alimentos. También podría haber algún consenso en la lucha contra el cambio climático, en paralelo a la Cumbre del Clima que se celebra estos días en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij.
No es la primera vez que la guerra en Ucrania muestra las costuras del grupo, en el que participa España -es el único país con el estatus de invitado permanente-. En julio el encuentro de ministros de Finanzas, Exteriores y Clima concluyó sin comunicado conjunto. Tampoco hubo consenso esta pasada semana en la cumbre del Asia Oriental, celebrada en Camboya, y donde Rusia y Estados Unidos no llegaron a un acuerdo sobre la redacción.
La declaración final, en el aire
“La invasión rusa de Ucrania ha tenido un impacto profundamente negativo en la economía mundial en términos de escasez de alimentos e inflación. La falta de voluntad de algunos gobiernos del G20 para excluir a Rusia de las reuniones del grupo, incluidos los anfitriones de Indonesia, solo ha amplificado la disfunción del G20", considera Mark, "profundamente pesimista sobre la capacidad de los líderes en la cumbre de Bali para abordar todos estos problemas".
Indonesia busca un comunicado amplio y vago
Para salvar las enormes diferencias, lo que se barruntó era forjar una declaración tan amplia como vaga en la que se declarara que "no es el momento de la guerra" y se condenara la escalada militar. El precedente más claro sucedió en 2018 cuando el entonces presidente estadounidense Donald Trump mostró su aislamiento internacional al negarse a firmar una declaración que abordaba la crisis climática. El comunicado fue entonces firmado por 19 de los 20 líderes y apoyaba el acuerdo de París sobre emisiones. Pocos querían un escenario similar, porque -reconocían- abrió una puerta peligrosa.
Frente a los ausentes -también ha declinado su participación el brasileño Jair Bolsonaro, recién derrotado en las elecciones frente a Lula da Silva, y el mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que no suele acudir a estas citas internacionales-, despunta la figura del "invitado estrella", el magnate estadounidense Elon Musk, cofundador de Tesla y flamante dueño de Twitter. Finalmente el multimillonario participará telemáticamente, en mitad de despidos masivos de la red social -hasta 3.700 empleados han abandonado la compañía en los últimos días-. "Se han producido algunos incidentes en EE.UU. y debe estar allí", alegaron los organizadores.
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