El tráfico es infernal en Bali. La isla indonesia, destino para turistas de todo el mundo aficionados al surf y los paisajes paradisíacos, tiene una extensión similar a la de Cantabria pero casi diez veces más población, con 4,3 millones de habitantes. Una realidad que explica las legiones de motocicletas que pueblan sus calles a diario.
Las estrictas medidas de seguridad impuestas por las autoridades locales para recibir a los 17 líderes mundiales que participan hasta este miércoles en la cumbre del G20 ha complicado aún más el ya denso tráfico en la provincia. Así que la mejor opción para alcanzar el Centro Internacional de Convenciones, donde está ubicado un centro de prensa de proporciones gigantescas, es hacerlo sobre dos ruedas.
El trayecto comienza hacia las 9.32 de la mañana. Entre el hotel y las instalaciones de la cumbre apenas distan 6 kilómetros. En una jornada corriente, se trata de un trayecto que se despacha fácilmente en menos de 10 minutos por un módico precio de 18.000 rupias indonesias (alrededor de un euro). Este martes, sin embargo, el periplo se hace eterno.
Decenas de motos esperan en los cruces de la avenida jalonada de negocios que conduce hasta Nusa Dua, el exclusivo complejo de hoteles y resorts construido hace décadas para recibir a los turistas. La policía monta guardia y bloquea las arterias mientras, a bordo de imponentes vehículos, las delegaciones de los líderes mundiales se abren paso hacia la cumbre.
Los balineses, profundamente educados, esperan pacientemente durante minutos. Una madre consuela a su hija a bordo de una moto y los riders aprovechan la larga esperar para cruzarse saludos y preguntarse por el trabajo. Los autobuses desplegados por la organización para acercar a los periodistas se amontonan. No avanzan en absoluto. Los propietarios de los locales cercanos observan el espectáculo.
30 minutos de trayecto por un euro
Cuando la carretera vuelve a abrirse al tráfico, una fina lluvia hace acto de presencia. Es temporada de lluvias en Bali. Las columnas de motos reanudan la marcha. El acceso al recinto ha sido restringido por las fuerzas de seguridad. La acreditación oficial deja expedita la ruta hacia el centro de prensa. Para acceder, se necesita haberse sometido previamente a una prueba de antígenos o PCR, cuyo resultado se guarda en la tarjeta de la acreditación.
El viaje en moto concluye a las puertas del Centro de Convenciones, donde un grupo de policías custodia la puerta. Los uniformados se sorprenden al ver acercarse la motocicleta. De nuevo, la acreditación evita malentendidos. El reloj marca las 9.52 de este martes. Es tiempo de iniciar la cobertura de una cita internacional marcada por el seísmo de la invasión rusa en Ucrania y las réplicas que han exacerbado el hambre, la pobreza o el suministro de energía a lo largo y ancho del planeta. Allá vamos. Que los dioses de Bali iluminen a los mandamases del mundo.
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