"¿Qué parlamentarios piden la muerte para su propia gente? ¿Qué gobierno lo permite?", se pregunta Ryma Sheermohammadi, activista iraní que lleva tres décadas en España. Doscientos veintisiete parlamentarios, del total de 290, del Majlis iraní han calificado como mohareb (enemigos de Dios) a los manifestantes que reclamaban el fin del velo obligatorio, tras la muerte el 16 de septiembre de Mahsa Amini, de 22 años, cuando había sido detenida por llevarlo mal colocado. Para estos diputados merecen la pena de muerte. Ahora demandan libertad y suponen un desafío al régimen de los ayatolás. Irán ya ha sentenciado a muerte a seis de ellos, y seguirá en esa línea. A su vez, mantiene a varios extranjeros detenidos, entre ellos dos españoles, que estaban en el país en el momento de las protestas.
Santiago Sánchez, que se dirigía a Qatar para asistir al Mundial de fútbol, primero desapareció hace un mes cuando visitaba la tumba de Amini en el Kurdistán iraní. Posteriormente se confirmó que el viajero madrileño de 41 años, que lleva nueve meses fuera de España, había sido arrestado en Irán. La selección española de fútbol no ha hecho ningún gesto en solidaridad con este aficionado. También se perdió la pista de Ana Baneira, joven ecologista de La Coruña. Hace una semana la agencia de noticias Activistas de Derechos Humanos informaba de su arresto.
El ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, pidió el viernes 11 con el jefe de la diplomacia iraní, Hosein Amir Abdollahian, la liberación de los dos ciudadanos españoles y solicitó que reciban asistencia consular. La familia mantiene el silencio para facilitar las conversaciones, según fuentes de Exteriores.
Recientemente ha sido liberada la italiana Alessia Piperno, que había corrido la misma suerte que los dos españoles. "Es la única buena noticia que nos ha llegado de Irán desde el 16 de septiembre (cuando murió Amini)", dijo Riccardo Noury, portavoz de Amnistía Internacional en Italia, según informa Europa Press.
Un movimiento que no cesa
Desde mediados de septiembre Irán sufre la mayor oleada de protestas desde la llamada Revolución Verde, en 2009. El régimen de los ayatolás, campeón mundial de la pena de muerte como ha quedado certificado en la cumbre que ahora se celebra sobre el castigo capital en Berlín, intenta intimidar a sus ciudadanos con una represión que no parece conocer límites.
Unas 15.000 personas han pasado por prisión, que están atestadas de gente de toda edad, incluidos muchísimos jóvenes. Al menos 326, entre ellos 43 menores de edad, han muerto por la represión policial, según la ONG Iran Human Rights, con sede en Oslo.
En su intervención en Berlín, la ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, ha destacado como Irán "ejecuta cada año a cientos de personas, según Amnistía Internacional, incluidos miembros de la comunidad LGTBQI, por el mero hecho de amarse... El régimen está empezando a dictar la pena de muerte contra quienes se manifiestan ahora solo por desear vivir en libertad. No tenemos dudas de la represión que está ejerciendo el régimen contra su propia gente. Por eso en la UE hemos aprobado sanciones contra aquellos que son responsables".
El Consejo Europeo ha sumado este 14 de noviembre a 29 personas y tres entidades a la lista de personas, entidades y organismos sujetos a medidas restrictivas en el contexto del actual régimen de sanciones relacionado con la situación de los derechos humanos en Irán... Han sido añadidos a la lista habida cuenta de su papel en la muerte de Mahsa Amini y en la violenta respuesta a las recientes manifestaciones en Irán", señala el comunicado. El mayor alto cargo que incluye es el ministro iraní del Interior, Ahmad Vahidi.
En Irán hubo 333 ejecuciones en 2021, con un incremento anual del 25%. Todo indica que este año será de récord, a no ser que la comunidad internacional actúe de forma contundente. Cada día vamos conociendo nuevas penas de muerte de personas vinculadas con las protestas pero ni siquiera informan sobre sus identidades para ocultar su destino y evitar que la comunidad internacional hable en su nombre. Ya son seis los condenados a muerte por las protestas. Los han identificado en redes sociales: Mohammad Ghobadlu
Mohammad Buroghani, Sahand Noormohamadzadeh, Mahan Sedrat Madani, Saman Yasin y Parham Parvari.
España mantiene una posición muy tímida, según algunos motivada por las relaciones de Podemos con Irán, mientras que el presidente francés, Emmanuel Macron, ha recibido a cuatro activistas destacadas y a dado su apoyo a la "revolución de las mujeres". Estuvieron en El Eliseo con Macron: Roya Piraie, que perdió a su madre en las protestas; Masih Alinejad, activista exiliada en EEUU, la socióloga Ladan Boroumand y Shima Babaei, que fue encarcelada por quitarse el velo y ahora denuncia la desaparición de su padre. Babei vive ahora en Bélgica.
La actividad en las calles de las principales ciudades iraníes es frenética y ahora está marcada por los tres meses de la muerte de Amini y el tercer aniversario de las protestas por el alza de los precios de la gasolina. Según el Critical Threats Project y el American Enterprise Institute, con apoyo del ISW, el 15 de noviembre se registraron al menos 54 protestas en 36 ciudades. Es la mayor oleada desde finales de septiembre. "Muerte al dictador", coreaban muchos de los participantes en estas manifestaciones. "Lucharemos, moriremos, retomaremos el poder", gritaban mientras unían sus manos los que se concentraron en la capital.
Esta semana se han convocado las protestas desde el martes con el lema "Noviembre Sangriento" en recuerdo de aquel mes de 2019. Las fuerzas de seguridad iraníes han abierto fuego contra los ciudadanos en una estación de metro en la capital iraní. También han golpeado a las mujeres que no llevaban el velo. Varios videos difundidos en las redes sociales muestran a los pasajeros corriendo hacia la salida después de que la policía abriera fuego en un andén lleno de gente, según informa The Guardian.
Hay activistas que son un referente para los ciudadanos iraníes, como Arash Sadegh o Majid Tavakoli, que han vuelto a ser encarcelados en represalia. El caso de Arash Sadegh, con cáncer de huesos, en prisión sin acceso a medicamentos, es de una gravedad extraordinaria.
Los estudiantes se han sumado a estas convocatorias y han ideado formas creativas de mostrar su rechazo al régimen de los ayatolás. En la facultad de Bellas Artes han creado canciones que se han hecho virales. El rapero Saman Yaasin es uno de los condenados a muerte.
"Hay un movimiento de gestos pacíficos de protesta, como la propuesta de dar abrazos gratis, lo que supone un desafío en un país que prohibe estas muestras de cariño en público; o la broma de quitar el turbante a los clérigos en la calle; o chocan las manos con un extraño para darle un caramelo o una nota dándole las gracias", señala la activista iraní afincada en España.
Ryma Sheermohammadi es consciente de que habrá más condenas a muerte y explica que ni siquiera los datos están confirmados porque muchas veces las autoridades presionan a la familia para que no hable a cambio de recibir el cuerpo. "Quienes están en la calle están siendo condenados por 'declarar la guerra contra Dios'. Ese es el delito por querer ser libre. Todos los iraníes ahora son rehenes del régimen de los ayatolás", concluye.
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