"Otro día de apagones y de bombardeos. En los hospitales se quedan sin tratamientos de urgencia. Es un crimen de guerra descomunal. Cada misil es un crimen de guerra. Quieren agotar las capacidades de defensa de Ucrania, castigar a la población civil y hundir la economía. Intentan que sea como Siria". Borja Lasheras (San Sebastián, 1981) empieza a hablar de la"guerra existencial" que libran los ucranianos sin que medie pregunta porque este experimentado analista, que fue asesor política internacional y de seguridad en Moncloa (2018-2021) y ahora es investigador en el Center for European Policy Analysis (CEPA), vive pendiente de cualquier novedad sobre el terreno.
Tiene descargada la aplicación que avisa de las alarmas antiaéreas a los ucranianos y nos la muestra. Ha sido otra jornada dura: al menos seis muertos en una nueva oleada de bombardeos. Y así día tras día. Es difícil dormir tranquilo si uno está tan comprometido con Ucrania como lo está Lasheras. Acaba de publicar Estación Ucrania. El país que fue, una conversación entre ucranianos a lo largo de los años, justo hasta antes de la invasión.
Hay una anécdota a la que se refiere Lasheras que describe bien ese país que fue: en Slotvyno, Slatina, donde conviven ucranianos, rumanos y húngaros, uno de los más viejos del lugar responde a la pregunta sobre cuántos países ha conocido en su centenaria vida: "Seis: Austria-Hungría, Checoslovaquia, República Cárpato-Ucania, Hungría, Unión Soviética y Ucrania". Sin moverse de su casa.
Cuando se cumplen nueve meses del inicio de esta nueva fase de la guerra, porque en el Donbás ya llevan ocho años de conflicto, hablamos del país que es Ucrania y del que será. "Creo que Ucrania no será otra Siria porque el gobierno está unido, la población está unida y porque el apoyo occidental está siendo muy importante. Sobre el terreno, Rusia está perdiendo pero Putin está decidido a que si Ucrania no es suya no sea de nadie. Es el símil de la violación al que recurre la gente de Putin. Quiere una Ucrania sin ucranianos", explica Lasheras, que profundiza en la historia de Ucrania a través de un viaje en el tiempo y en el espacio. "Lo hemos normalizado pero en Europa no hemos vivido unos bombardeos similares desde la Segunda Guerra Mundial".
El Ejército ruso está en posición de debilidad y el viento sopla a favor de Ucrania. Necesitan tanques occidentales y aviación"
Prevé Lasheras que la guerra aún durará, que habrá muchos más muertos, pero destaca que estamos en un momento crucial porque las tropas ucranianas llevan la delantera. "Es el momento de echar el fuelle. El Ejército ruso está en posición de debilidad y el viento sopla a favor de Ucrania. Necesitan tanques occidentales y aviación. Les aportamos tanques soviéticos con artillería limitada y eso es pan para hoy y hambre para mañana. Sería perder una oportunidad si no echamos el resto ahora". Igual que marcaron la diferencia los antimisiles HIMARS ahora precisarían más armamento occidental. Y más munición porque tanto rusos como ucraniano tienen carencias.
Profundo conocedor del país y de su cultura, Borja Lasheras, que se defiende bien en ucraniano, reconoce el buen hacer del presidente, Volodimir Zelenski, que renunció a salir de Ucrania en los primeros días de la invasión, contra el consejo de muchos. Hay quienes sí lo hacen y aprovechan para sacar sus pertenencias y otros que apoyan y siguen haciéndolo hasta aportando sus pensiones para comprar generadores o drones.
"Zelenski es una figura cuya gestión tiene sus luces y sus sombras, pero decide quedarse y esa es la primera victoria de Ucrania. Es más un reflejo de Ucrania como país, donde hay muchas figuras anónimas que son verdaderos héroes. Zelenski es la cara visible fuera de Ucrania. Pero hay otros que aquí no son conocidos como el escritor y músico Serhiy Zhadan, candidato al Nobel, que es inagotable. Siempre está haciendo algo por la victoria de Ucrania", relata con admiración Lasheras. "Para los ucranianos Zhadan es una referencia de orden cívico".
La fallida narrativa rusa sobre el fascismo
En Estación Ucrania, hay un intento por desmontar prejuicios sobre Ucrania, por ejemplo, como un nido de fascistas, un recurso de la narrativa rusa y de sus aliados desde hace años. Recordemos que el 24 de febrero Putin presentó la invasión como una "operación militar especial" para "desnazificar" y "desmilitarizar" Ucrania.
El neofascismo está muy bien anclado en la estructura política rusa"
En el libro Lasheras se refiere a los ultranacionalistas ucranianos antes y durante la Segunda Guerra Mundial, así como las matanzas de polacos a manos de ultranacionalistas ucranianos y las represalias polacas. "Pero el llamado fascismo ucraniano ha sido y es un hombre de paja a manos de la propaganda rusa y de sus tontos útiles de Occidente. La alarma antifascista se les apagó cuando Rusia empezó a bombardear Kiev. La narrativa rusa sí es neofascista, con esa alusión a la unidad de los pueblos, el revisionismo histórico, en palabras de Timothy Snyder, por ejemplo. El neofascismo está muy bien anclado en la estructura política rusa. En mis múltiples viajes a Ucrania durante una década solo una vez me he topado con matones de ultraderecha, en el desfile del Gay Pride en Kiev, en 2015. Si los vas buscando, los encuentras, claro ".
También es recurrente la asociación de Ucrania con la corrupción y es cierto que ha sido un mal endémico, uno de sus más graves problemas en su transición desde la independencia. "Desde 2014 se hicieron más avances que en los 20 años anteriores. Poco a poco empezaron a entrar en los gobiernos elementos reformistas que impulsaron cambios importantes como la declaración de bienes, o la transparencia en procesos de contratación. También es verdad que hubo retrocesos. Pero aquí hemos tenido corrupción en la monarquía, en los principales partidos... ", señala Lasheras.
También se adentra en el Donbás, que ahora se ha convertido "un agujero negro que no es ni Ucrania ni Rusia". No siempre fue así. "Antes de la agresión rusa era un escenario político plural, donde las ideas favorables a la adhesión rusa eran minoritarias, aunque dependía de los sectores. Había cierta añoranza de la URSS, que Rusia manipuló hábilmente, y un gran desencanto con Kiev. Ahora muchos han salido del Donbás".
El deseo de ser "un país normal"
Si hay algo que tiene sorprendida a la comunidad internacional es la resiliencia de la sociedad civil ucraniana, que en tiempos del Maidán de 2014 era crítica con los políticos, algunos como Vitali Klitschko, alcalde de Kiev, están demostrando ser líderes efectivos en tiempos de guerra. "En Ucrania hay una gran tradición de auto organización. Siempre ha buscado espacios de libertad al margen del Estado, que era opresor y tremendamente ineficaz, un Estado soviético. Los voluntarios suplen esos vacíos. Es lo que pasa en 2014 cuando Rusia empieza a invadir y el ejército ucraniano está en una situación lamentable. Son los batallones de voluntarios los que empiezan a luchar por el país, algo que se impulsa en el Maidán".
Esa tradición perdura y de ahí que los ciudadanos, que saben que su vida y su libertad está en juego, se estén volcando para ayudar, con dinero, con su trabajo, con labores de información, porque la batalla del relato la han ganado. "En gran medida los hechos hablan por sí solos. Es evidente quién es el agresor y quién es el agredido. Putin ha ordenado los primeros bombardeos para destruir grandes ciudades europeas como Kiev desde Hitler. Son regiones enteras las que están arrasando. El primer enemigo de la de la estrategia de comunicación rusa es la propia Rusia. Pero el soporte informativo ucraniano es muy importante: por un lado, les va la vida en ello, y además cuentan con gente muy preparada".
Ucrania está pagando el precio por elegir un camino que les separe del yugo ruso. La Ucrania real no encaja con la Ucrania imaginaria de Putin"
En la obra evoca el mejor momento de un país que perdió una oportunidad histórica en los 90, cuando se independizó de la Unión Soviética. "Antes de esta guerra de exterminio, vivía su mejor momento histórico. Las discusiones antes de febrero trataban sobre la recuperación económica tras la pandemia, la reforma de la ley agraria, incluso cuestiones como derechos LGTBI, lo normal en un país plural y en constante dialéctica. Era un país que quería ser normal y está pagando el precio por elegir un camino que les separe del yugo ruso. La Ucrania real no encaja con la Ucrania imaginaria de Putin, que trata de aniquilar esa Ucrania real".
Lo que más le duele a Borja Lasheras y en ese sentido comparte ese trauma bélico es que Ucrania está perdiendo a sus mejores hombres y mujeres. Y todavía caerán muchos más. Si Europa quiere sobrevivir, si no quiere vivir bajo la amenaza rusa, Ucrania ha de ganar. "¿Qué será de los Bálticos? ¿Qué pasará con Polonia si vence Rusia? ¿Qué será de Europa? ¿Y de Taiwán con una China que puede ser primera potencia en 50 años? La paz definitiva vendrá cuando Ucrania restaure su legitimidad internacional o al menos Crimea esté desmilitarizada. Rusia ha de retirarse del sur al menos con garantías de seguridad, pero no soy yo quién para decir nada, porque son los ucranianos los que tienen que decidir".
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