Quien más, quien menos ha tenido que organizar algún evento en su vida. Una boda, un nacimiento, un examen importante o una celebración de cumpleaños. Por muy bien pensado que esté, hay cosas que no salen como esperábamos, pero si estamos preparados, podemos reaccionar mucho mejor.
También se preparan los niños y niñas en una escuela de un pueblo azotado por el conflicto armado de Burkina Faso, con clases de matemáticas, historia… y simulacros sobre cómo actuar y protegerse si son objetivo de un ataque armado.

Batimos un triste récord: 36,5 millones de niños y niñas han tenido que abandonar sus hogares para sobrevivir

En Malí, Daouda (nombre ficticio para proteger su identidad), un chico de 17 años, fue reclutado por un grupo armado y tuvo que prepararse para entrar en combate, para ser maltratado y para que le obligaran a presenciar (y cometer) asesinatos, torturas violaciones, etc. Afortunadamente, ahora es libre y forma parte de un programa de reintegración de UNICEF, preparándose para volver a una vida feliz y en paz en su comunidad.

En UNICEF nos preparamos para casos extremos, como un huracán, un conflicto armado o una epidemia, en los que la preparación salva vidas. Porque, con ella, llegamos hasta 12 días antes con la respuesta, pero también es eficaz en términos económicos: tras un análisis en 6 crisis humanitarias, se ha demostrado que por cada dólar que invertimos antes, ahorramos 4 cuando el desastre ya ha ocurrido.

La pequeña Lyuda entre los escombros de la escuela de Horenka (Ucrania).

Esta semana hemos lanzado en UNICEF nuestro Informe de Acción Humanitaria para la infancia en un contexto devastador:

  1. Más de 400 millones de niños y niñas viven en zonas de conflicto, ven y sufren a diario la violencia y la escasez de lo esencial para sobrevivir.
  2. Casi la mitad de los niños y niñas del mundo (unos 1.000 millones) viven en países extremadamente vulnerables al cambio climático. Este fenómeno que amenaza la vida de la infancia está detrás de muchas olas de calor, inundaciones, sequías, etcétera.
  3. Batimos un triste récord: 36,5 millones de niños y niñas han tenido que abandonar sus hogares para sobrevivir. Son desplazados internamente en su país, refugiados, solicitantes de asilo.
  4. Unos 8 millones de niños y niñas menores de 5 años en los países más afectados están en riesgo de morir como consecuencia de la desnutrición aguda grave.

¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo los podemos ayudar? Por ejemplo, tenemos suministros básicos preparados para poder distribuirlos rápidamente. Pero también trabajamos planes de contingencia con las autoridades locales y encontramos y formamos a aliados en las zonas propensas a sufrir estas crisis, que tienen un conocimiento único del contexto y pueden empezar a trabajar inmediatamente cuando la emergencia los golpea. Por ejemplo, reforzamos los sistemas de protección social locales para que tengan la capacidad de dar ayudas en efectivo a las familias afectadas de manera rápida, para que compren elementos de primera necesidad y de supervivencia. Estos mismos sistemas de protección serán los que atiendan casos como el de Daouda en Malí.

Un médico mide y pesa a un niño de 4 años en Yemen, afectado por una hambruna endémica.

Y para que todo esto sea una realidad, ¿qué hace falta?

  1. Aumentar los fondos destinados a la acción humanitaria. Necesitamos casi 10.000 millones de euros para llegar a 110,3 millones de niños y niñas en 155 países y territorios a lo largo de 2023.
  2. Que sean fondos flexibles, es decir, que nos permitan adaptarnos a nuevas amenazas, a los constantes cambios que se dan actualmente en las crisis.
  3. Priorizar acciones que permitan adaptarse y anticiparse ante las amenazas del cambio climático en nuestro mundo.
  4. Adoptar un enfoque previsor, de forma que, a la mínima señal de alerta, empecemos a actuar de manera preventiva, antes de que sea demasiado tarde.
  5. Que la acción humanitaria sea equitativa, que responda realmente a las necesidades de emergencia y evitar así que haya crisis que, por olvidadas o poco conocidas, no reciban fondos para la respuesta.

Lo que queremos conseguir con esos fondos es que la infancia pueda sobrevivir, estar protegida, que pueda ir a la escuela y, sobre todo, que pueda soñar con el futuro con una sonrisa en la boca. Y eso se traduce en:

Necesitamos casi 10.000 millones de euros para llegar a 110,3 millones de niños y niñas en 155 países y territorios a lo largo de 2023

  1. Vacunar a 28 millones de niños y niñas contra el sarampión; tratar a 8,2 millones de niños y niñas contra la desnutrición aguda grave.
  2. Proporcionar acceso a la educación (formal o informal) a 25,7 millones de niños y niñas.
  3. Dar apoyo psicosocial y programas de salud mental a 23,5 millones de niños y niñas y sus cuidadores/as.
  4. Dar ayudas en efectivo a 1,8 millones de familias para que puedan cubrir sus necesidades básicas.
  5. Proporcionar a agua potable a 63,7 millones de personas.

Se trata de garantizar sus derechos de humanidad y de invertir en su futuro, en el de todos nosotros. Se trata de no abandonarlos a su suerte en el peor momento para la infancia desde la Segunda Guerra Mundial.


Lorena Cobas es responsable de Emergencias de UNICEF España