Durante casi una década convivieron el Papa emérito Benedicto XVI y el Papa Francisco en buena sintonía. Los dos cuidaron mucho la imagen de una relación inédita en la Iglesia. Dos semanas después de la muerte de Benedicto XVI quien fuera su secretario personal, el arzobispo Georg Gänswein, de 66 años, ha publicado en Italia Nient'altro che la veritá. La mia vita al fianco di Benedetto XVI (Editorial Piemme), unas memorias que vienen a ser una vendetta personal contra el actual Pontífice y a la vez una señal de deslealtad a quien fuera su mentor. Es la doble traición de quien fuera apelado como el George Clooney del Vaticano.
Llama la atención que haya sido Gänswein, a quien el Papa emérito encargó destruir todos sus documentos privados, "sin excepciones ni lagunas", quien haya revelado algunas de sus opiniones sobre decisiones de su sucesor. El arzobispo alemán asegura que trató de retrasar la publicación de la obra e incluso llegó a pedírselo a Marina Berlusconi, a cargo del grupo Mondadori, pero sin éxito porque ya estaba muy adelantada la edición y se habían adelantado páginas a varios medios, según Die Tageespost. Su coautor es el periodista italiano Saverio Gaeta. Alberto Varinelli, un sacerdote de Bérgamo, ha lanzado una petición online al arzobispo alemán para que retire la obra.
Los motivos del arzobispo alemán
¿Qué ha movido a Gänswein a publicar estas memorias? "Dice que su deseo fue corregir acusaciones falsas contra Benedicto XVI sobre los abusos en la Iglesia y otros episodios que habrían sido malinterpretados. Sin embargo, al leer el libro se ven otras motivaciones. En primer lugar, es evidente que Gänswein se siente maltratado por Francisco. Hay además un deseo de justificarse a sí mismo y poner en evidencia al Papa argentino. A su vez, tiene una visión conservadora o tradicionalista y quiere respaldarla con anécdotas relativas a Benedicto XVI y sus reacciones a comentarios o comportamientos del Papa Francisco", explica Austen Ivereigh, autor de El gran reformador, biografía del actual Pontífice.
Benedicto XVI se comprometió a obedecer a Francisco y lo hizo. El libro socava este voto. A su vez, Gänswein como prefecto está al servicio del Papa. Es un acto de deslealtad muy grave"
austen ivereigh, autor de 'el gran reformador'
Destaca Austen Ivereigh cómo Gänswein revela el contenido de una carta que escribió Benedicto XVI a Francisco después de su primera entrevista con Antonio Spadaro en 2013. ¿Habría escrito lo mismo el Papa emérito su hubiera sabido que su contenido se iba a conocer? "Benedicto XVI se comprometió a obedecer en todo a Francisco y lo hizo. Gänswein no tiene derecho a revelar comentarios o escritos de su mentor porque, aunque no haya críticas demoledoras, socavan ese voto que hizo el Emérito. A su vez, sigue siendo prefecto de la Casa Pontificia. Es decir, está al servicio del Papa Francisco. Es un acto de deslealtad muy grave", apunta el coautor de Soñemos juntos. El camino a un futuro mejor.
Reconoce Ivereigh que en el libro no hay revelaciones escandalosas, pero sí se ponen de manifiesto discrepancias de criterio, que nunca mostró Benedicto XVI porque, como siempre mantuvo, es el Papa quien decide. Sí ha sorprendido que incida Gänswein sobre el disgusto de su compatriota cuando su sucesor decidió revisar el recurso al latín en misa.
"Es obvio que Gänswein se opone a lo que hizo Francisco e intenta utilizar a Benedicto diciendo que era una mala decisión. A la vez concluye que es al Papa al que le corresponde reglamentarlo. ¿Por qué Ganswein hace esta alusión entonces? "Es el tipo de maniobra que revela que en el libro hay otra agenda, otro objetivo diferente al que reconoce el arzobispo alemán", añade Ivereigh, quien destaca que la continuidad en la Iglesia es muy importante y de ahí el voto de lealtad de Benedicto XVI.
Al Papa alemán el latín le parecía el idioma en el que se expresa lo importante, un idioma de unidad, nada elitista. Por ello, su secretario dice que le provocó "dolor en el corazón" el Traditionis custodes, Motu Proprio de Francisco que limitaba su uso.
Hay otras alusiones más personales. Queda claro que no hay entendimiento con Francisco. Por ejemplo, alude a que su deseo de vivir en Santa Marta, no es por ahorrar dinero, sino "por la psicología personal de Bergoglio. Reconoce el arzobispo alemán, que llevaba tres décadas junto a Joseph Ratzinger y fue quien estuvo a su lado cuando murió, que se quedó "conmocionado y sin palabras" cuando Francisco prescindió de él en 2020 como prefecto de la Casa Pontificia y le envió a cuidar del Emérito. Había sido nombrado por Benedicto XVI antes de renunciar en febrero de 2013. Reconoce Gänswein que "unos meses después del inicio del Pontificado vi que no conseguíamos el clima adecuado".
Francisco le mantuvo el cargo siete años hasta que le encomendó dedicarse en exclusiva al Emérito. En el libro, afirma que su mentor comentó con humor: "Parece que Francisco no se fía de mí y quiere que seas mi guardián".
"Ser guapo no es pecado"
Ha cumplido este cometido durante décadas. Cuando Ratzinger Papa en 2005, los focos apuntaron a Georg Gänswein, que a sus 48 años conservaba un gran atractivo. De familia de varias generaciones de herreros procedente de la Selva Negra alemana, Gänswein destacaba en la curia por un físico que recordaba a George Clooney. Quienes le conocieron entonces en persona aseguran que su físico era realmente impactante y sabía ser encantador.
En la edición italiana Vanity Fair, le dedicaron una portada y una colección de sus mejores imágenes. "Ser guapo no es pecado", rezaba el titular, aunque en esa época reconocía cómo en algún momento se había sentido incómodo por los comentarios sobre su físico. Aseguraba que no había que fijarse en la apariencia exterior: "Hay que fijarse en la sustancia, más que en el envoltorio". Aún así Donatella Versace reconoció inspirarse en él en alguna de sus colecciones.
Gänswein se describía como una persona "fiable, decidida y sincera", y como defecto apuntaba su escasa paciencia. En su juventud, era más de los Beatles y Pink Floyd que de Mozart, la gran pasión de Benedicto XVI. Pensó en ser corredor de Bolsa y sigue siendo un esquiador apasionado. Se ordenó sacerdote a los 38 años y ya trabajaba con Ratzinger cuando era prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Le convirtió en su secretario privado al ser nombrado Papa. Ha sido su sombra desde entonces.
Supo antes que nadie que Benedicto XVI se planteaba renunciar al trono petrino y reconoce en el libro que la decisión le sorprendió. Incluso trató de convencerle para que abandonara la idea, pero el Papa estaba convencido. Ya había firmado en 2006 un documento en caso de quedar inhabilitado. "El maligno siempre intenta golpear donde más duele.. En esos años sentí la presencia del diablo muy cerca, contra el Papa Benedicto XVI", dijo en la despedida de su mentor.
En una entrevista disponible en la plataforma Famiplay.com, Gänswein recuerda que el Papa le respondió, cuando quiso convencerle para seguir: "No, no. Lo he pensado bien. He rezado. Ya no tengo fuerzas. Por el bien de la Iglesia y por el amor de Cristo tengo que irme, tengo que renunciar". Había tomado la decisión en la primavera de 2012, después de sufrir una caída en el baño en un viaje a México y Cuba, pero la llevó a cabo en febrero de 2013.
A pesar de todo el impacto mediático, Ivereigh apunta que no cree que se haya conseguido romper la imagen de unidad de los Papas. "Benedicto XVI y Francisco se tenían afecto y cariño sincero. También habla de esto Gänswein. Pero este libro daña esa imagen de respeto mutuo que Benedicto XVI se esforzó por mantener. En ese sentido, creo que Benedicto XVI estaría muy triste si supiera lo que ha hecho su secretario privado. ¿Qué diferencia hay entre lo que hizo Paolo Gabriele (el mayordomo que robó documentos a Benedicto XVI que desvelaban las miserias del Vaticano) y lo que ha hecho Gänswein?", indica el biógrafo de Francisco.
El Papa recibió el lunes a Georg Gänswein en audiencia que se hizo pública pero de la que no se ha conocido el contenido. Es un misterio qué dijeron pero es seguro que trataron de estas polémicas memorias. Aún no se sabe cuál será su destino: si volverá a una diócesis en Alemania o Francisco le enviará a algna embajada vaticana. No parece que vaya a desear tenerlo muy cerca. Hay quienes interpretan que Francisco se refería al arzobispo alemán cuando en la oración mariana del Angelus el pasado domingo ante 30.000 personas dijo: "El chismorreo es un arma letal: mata el amor, mata la sociedad y mata la fraternidad".
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