Daud Mohamed recuerda con todo lujo de detalles el ataque con dron que casi le cuesta la vida. Sucedió hace meses en la base usada por un batallón saharaui cerca del muro que separa los territorios liberados de los ocupados por Marruecos. “Faltaban dos días para hacer el cambio de unidad. Fue una jornada de ataques marroquíes desde primera hora de la mañana”, evoca el joven soldado de 22 años.
La arremetida acaeció a última hora, de regreso al campamento empleado por la unidad. “Estábamos preparando un té y jugando a las cartas, cuando se produjo la detonación”, señala Daud. El dron marroquí tenía como objetivo la jaima, a unos metros de su reunión. 8 de los 9 uniformados resultaron heridos, algunos con heridas de consideración en la cabeza. “No tengo miedo de los drones marroquíes. Solo temo a Alá”, responde Daud, quien se ha reincorporado a la lucha tras cinco meses de convalecencia.
Su cuerpo conserva el rastro del material explosivo que almacenaba el dron. Las esquirlas han dejado su huella en la figura espigada del joven, que ejercía de albañil hasta que se alistó en noviembre de 2020, tras el fin de tres décadas de alto el fuego y la movilización masiva que provocó la decisión de la cúpula del Frente Polisario. Desde entonces, una guerra de baja intensidad ha regresado al muro, de 2.720 kilómetros, con los drones del ejército marroquí convertidos en la mayor amenaza.
Incremento de los ataques
Desde entonces, la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO) ha dejado constancia en sus informes del incremento de los ataques con drones. El organismo, que denuncia insistentemente la falta de comprobación directa de las acometidas por su limitación de acceso a la zona, no ha respondido a la petición de El Independiente para proporcionar información actualizada de los incidentes. Durante la última semana tres ataques con dron han dejado tres civiles fallecidos.
En su informe anual, fechado en octubre, reconoce seguir recibiendo “informaciones de ataques llevados a cabo por vehículos aéreos no tripulados del Real Ejército de Marruecos al este del muro”. “Debido al tiempo necesario para recibir la autorización de las partes para visitar estos lugares, la MINURSO sólo pudo confirmar de forma independiente que se habían producido víctimas en una ocasión, el 16 de noviembre de 2021 en la zona de Mijek. Se observaron restos humanos en otros cuatro lugares”, señala sin más detalles.
En los últimos años el ejército alauí ha adquirido drones de vigilancia y ataque de Israel -con el que se ha impulsado la cooperación en materia militar tras los Acuerdos de Abraham que supusieron el reconocimiento del Estado judío por Rabat-; Francia, y Turquía. El Ejército del Aire marroquí dispone en su arsenal de unidades del Bayraktar turco que, más económico que otros competidores, ha demostrado su utilidad en manos de las fuerzas ucranianas en la invasión rusa del país.
El rastro de un ataque con dron
En el mapa la huella que dejó el ataque aéreo de drones marroquíes en las proximidades de Bir Lahlu, "en el que estaban implicados dos camiones argelinos y que, al parecer, se saldó con la muerte de tres civiles argelinos", señala la MINURSO. Ocurrió en noviembre de 2021. La misión de la ONU envió patrullas terrestres al lugar y observó dos camiones con matrícula argelina estacionados en paralelo, que habían resultado calcinados. "Se halló metralla en el camión que parecía haber sido alcanzado. La observación de la MINURSO sugirió que los camiones transportaban combustible y que los daños fueron causados por la explosión de un proyectil aire-tierra y el incendio resultante", indica el informe de la misión. Murieron tres personas.
Sin arsenal de drones
Las autoridades del Frente Polisario, que celebra este fin de semana su Congreso en los campamentos de refugiados, no ocultan que la ausencia de drones y material de Defensa de última generación es uno de sus talones de Aquiles. “Los drones son una cuestión sencilla” replicó en una entrevista reciente con este diario Omar Mansour, ministro de Interior de la República Árabe Saharaui Democrática. “Probablemente sean simplemente las mujeres las que se ocupen de los drones porque no necesitan estar en primera fila. Cuando empezamos en 1975, lo hicimos con armas sencillas. Marruecos nos ha obligado a buscar en el campo de batalla; recuperar esas armas; entrenar nuestras fuerzas con ellas y utilizarlas, entre ellos, los blindados”, agregó.
Mansour rehuyó, no obstante, confirmar si ya disponen de unidades aunque aseguró que se habían producido entrenamientos con drones y negó la acusación de Marruecos, que insiste en que el Polisario se halla en conversaciones con el régimen iraní para hacerse con sus primeros aviones tripulados. Los drones kamikazes Shahed han demostrado sus capacidades en manos del grupo rebelde chií yemení de los hutíes, firmando notables ataques contra instalaciones petroleras en el vecino Arabia Saudí; en la guerra civil siria, como arsenal de Hizbulá; o más recientemente en Ucrania, en las filas rusas.
“Es evidente que los saharauis no tienen tecnología de drones, pero también es verdad que juegan con varias ventajas en esta guerra”, explica a este diario Carlos Ruiz Miguel, director del Centro de Estudios sobre el Sáhara Occidental de la Universidad de Santiago de Compostela y autor de “El Frente Polisario, desde sus orígenes hasta la actualidad”. “Sí disponen de armamento antiaéreo para aviones y por esa razón Marruecos no usa la aviación, porque tiene pánico a que le derriben un avión, con pérdida de dinero y prestigio”, arguye. “El hecho de que Marruecos esté en el muro es una desventaja para los marroquíes porque tiene las infraestructuras y el personal. Para el Polisario, es más fácil hacer años”.
Es una guerra de artillería por parte del Polisario y de artillería y drones por Marruecos. El Polisario tiene más posibilidades de hacer daño
Ventajas de las tropas saharauis
En estos 26 meses de reanudación de la contienda, las tropas saharauis han empleado precisamente esa capacidad para ir moviéndose por el territorio en unidades pequeñas y móviles, lanzando ataques esporádicos, frente a un enemigo parapetado y confinado en bases repartidas a lo largo del muro. “Es una guerra de artillería por parte del Polisario y de artillería y drones por Marruecos. El Polisario tiene más posibilidades de hacer daño”, apunta el académico.
El impacto del uso de los drones ha excedido a las partes en liza, en una zona caracterizada por el tránsito de ciudadanos de países cercanos. El recuento hecho público por la ONU contabiliza dos ataques aéreos en los que, en noviembre de 2021 y abril de 2022, se vieron implicados ciudadanos de dos países vecinos, Argelia y Mauritania. El pasado abril el ejército marroquí aseguró que, tras haber realizado tareas de vigilancia, había “neutralizado una docena de vehículos de combate y logísticos utilizados por la milicia armada [Frente Polisario]" y acusaba a la organización saharaui de “hacerse pasar por víctimas civiles”.
Se han producido al menos 18 ataques desde septiembre de 2021, según la MINURSO
Un día después, Argel -enemigo histórico de la monarquía alauí y principal garante del Polisario- condenó “los asesinatos selectivos de civiles inocentes de tres países distintos de la región cometidos por el Reino de Marruecos empleando armas sofisticadas fuera de sus fronteras internacionales reconocidas”. Desplazado al lugar, un equipo de la Minurso identificó el rastro de hasta tres ataques ocurridos en el radio de dos kilómetros.
Es una de las pocas arremetidas bien documentadas, ante las restricciones a las que se enfrenta la misión de la ONU desde ambos lados. Según la Minurso, que confirma la existencia de “hostilidades de baja intensidad”, se han documentado hasta 18 supuestos ataques con vehículos aéreos no tripulados marroquíes desde septiembre de 2021. El más destacado para el parte bélico segó el pasado 26 de julio la vida del Jefe de Estado Mayor de la Cuarta Región Militar del Frente Polisario. “Las incursiones diarias en la franja de protección adyacente al muro y las hostilidades entre las partes en esta zona violan su condición de zona desmilitarizada”, advierte la misión en su último informe.
Una sucesión de ataques que ha propagado cierto temor entre las filas saharauis, integradas por mandos curtidos que participaron activamente en la guerra entre 1975 y 1991 y una nueva generación de veinteañeros desencantados con la vía política que han recibido algunos meses de entrenamiento a cargo del Polisario y Argelia y que reciben unos 50 euros de salario mensual. “La guerra no es nuestra intención pero los marroquíes nos han obligado a retomar las armas”, asegura Edda Abdu, un universitario enrolado en la contienda que reconoce haber sido testigo de un ataque con drones. “Fue terrible”, evoca.
En el caso de Daud, sobrevivir a uno de esa veintena de ataques de aviones kamikazes registrados en las estadísticas no ha cambiado un ápice su determinación. “Los saharauis tenemos una cosa para sobrevivir: la aspiración de un Sáhara libre. Es por lo que tenemos que dar toda nuestra vida y nuestra sangre”, replica quien desempolva su biografía familiar para alimentar su ardor guerrero. “Tengo a dos tíos mártires de guerra. En la primera contienda, mi abuelo carecía de armas y fue herido de gravedad. Vivió el resto de su vida con los restos de una detonación en el estómago”, concluye.
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