Vivimos como zombis y no queremos ver que el mundo en 2023 está al borde del abismo: una combinación de una decena de crisis interconectadas está configurando un escenario que poco tiene que ver con la prosperidad conocida en Occidente en la segunda mitad del siglo XX. "Nuestro mundo se parece más al de los años 30 pero con mayores problemas porque entonces no sabían de los efectos del cambio climático o la robotización del mercado de trabajo. Nos espera la madre de todas las crisis de deuda y no es la única. Las grandes potencias, China y Estados Unidos, van hacia la colisión. Son potencias nucleares. Hemos de despertar y buscar soluciones globales. El tiempo se agota". Es el mensaje de Nouriel Roubini (Estambul, 1959), autor de Megamenazas. Las diez tendencias globales que ponen en peligro nuestro futuro y cómo sobrevivir a ellas, editorial Deusto, con quien hablamos en Madrid en la Fundación del Pino.
Europa vivirá lo que el autor denomina la Gran Crisis de la Deuda Estanflacionaria peor que Estados Unidos por su dependencia energética y su deuda. En cuanto a España, "tiene una inflación subyacente alta, el déficit es más elevado y las reformas son difíciles de aplicar… Como otros países en Europa, las ayudas del gobierno reprimen la subida de precios a corto plazo pero crean más demanda, y eso hace más difícil que el BCE controle la inflación".
En el escenario distópico, al lado de madre de todas las crisis de la deuda la Gran Recesión de 2008 y el crack de 1929 parecerán un sueño. Para que nos hagamos a la idea Roubini evoca en su libro a Argentina, con una deuda pública de unos 300.000 millones de dólares y una inflación en 2022 94,8%. A finales de 2021, la deuda mundial, soberana y privada, sobrepasaba el 350% del PIB mundial. "El mundo se parece cada vez más a Argentina".
Hay megamenazas que se van a materializar a corto plazo, como el estancamiento combinado con la inflación y otras a medio plazo (efectos devastadores del cambio climático), pero de todas ellas ya tenemos señales. Y lo peor es que están interrelacionadas y se retroalimentan. Algunas son inquietantes como la bomba de relojería demográfica y otras terroríficas como la posibilidad de un conflicto entre potencias nucleares, ya sea Rusia y la OTAN, China y EEUU, o Israel e Irán. Incluso Corea del Norte. Roubini confiesa que escribió el libro pensando en el mundo que veremos en las próximas dos décadas. Y si es realmente el Doctor Realista será estremecedor.
Recordemos que Nouriel Roubini, nacido en Turquía, educado en Italia y Estados Unidos, y gran enamorado de la ciudad de Nueva York, predijo en 2006 la crisis financiera de 2008, la llamada Gran Recesión. Para Roubini, que ha sido asesor económico en la Casa Blanca y ha trabajado para el FMI, el Banco Mundial y la Reserva Federal de EEUU, era evidente que la burbuja inmobiliaria iba a explotar y sus efectos iban a ser devastadores. Pero no le creyó la mayoría y se ganó el apodo de Dr Doom (Doctor Catástrofe). Por eso ahora presume de realismo, e incluso muchos le ven como un profeta. Mientras no pasemos a la acción, seguirá clamando en el desierto. Asegura que escribe y da conferencias sobre estas megamenazas para ayudar a que de una vez por todas despertemos. "Hemos de vivir en permanente alerta", porque estamos ante "una confluencia de calamidades".
¿Nos encontramos al borde del precipicio? "Sí. A corto plazo, la mayor amenaza para nosotros es el riesgo de inflación. La recesión, la estanflación, y la crisis de la deuda. A medio plazo, afrontamos amenazas aún mayores, el cambio climático, las pandemias, la guerra entre las grandes potencias que tienen armas nucleares, los efectos de la Inteligencia Artificial en el mundo laboral, la desglobalización. Pero en el próximo año más o menos, el riesgo cíclico son la inflación y la recesión. Ya estamos en estanflación en la mayor parte del mundo. La eurozona, también el Reino Unido, está entrando en contracción económica".
Según Roubini, el debate entre los expertos está entre si la recesión será breve y poco profunda o más severa y prolongada. Se sitúa entre los pesimistas. "Aunque la inflación haya tocado techo, no va a caer lo bastante rápido hacia el 2% por muchas razones. Creo que las consecuencias persistentes de estas perturbaciones negativas de la oferta, ya sea el impacto del COVID, o los problemas en las cadenas de suministro y el efecto de la invasión rusa de Ucrania en los precios de los productos básicos, e incluso las políticas económicas de China con el COVID cero, que ahora están eliminando, van a persistir. La inflación será más resistente y el BCE no podrá detenerse en el 3% si realmente quiere luchar contra el alza de precios. Y eso implica un aterrizaje más duro y tensiones financieras alimentándose mutuamente”.
Europa, peor escenario que EEUU
Sostiene Roubini que la crisis de la deuda y la estanflación será peor en Europa que en Estados Unidos. Y la peor parte se la llevará el Reino Unido por el Brexit. "Los británicos tienen con el Brexit un shock autoinfligido que reduce el crecimiento y aumenta el coste del comercio, mediante más restricciones, incluidas los límites migratorios. En términos generales, Europa sufrirá más porque está más expuesta por su dependencia energética de Rusia en petróleo y gas. EEUU es más autosuficiente. A eso se suma que la deuda pública es un problema mayor y que EEUU es una economía más dinámica en términos de innovación tecnológica, aunque también esté estallando la burbuja tecnológica. Pero en industrias de futuro la batalla se libra entre China y EEUU. En términos teóricos, Europa avanza pero no en la aplicación. Es cierto que EEUU tiene sus propios problemas económicos y, sobre todo, una creciente polarización política que incide en la disfuncionalidad del sistema político. La desigualdad es mayor que en Europa”.
El proteccionismo que nos lleva a pensar que solos nos podemos salvar nos lleva a un juego de suma cero. Siempre nos protegemos a costa de otro"
A la crisis del capitalismo une la crisis de la democracia liberal, que está amenazada. Sigue siendo el mejor sistema posible, pero su capacidad para resolver problemas está condicionada por el cortoplacismo que imponen las elecciones y las policrisis alimentan los populismos y la polarización. “Hay mucha gente que siente que se queda atrás. El crecimiento ha de ser sostenible e inclusivo, con una economía mixta y un sector privado dinámico. Ese proteccionismo que nos lleva a pensar que solos nos podemos salvar nos lleva a un juego de suma cero. Todo el mundo quiere protegerse pero al final siempre será a costa de otro".
Para Roubini, España, como otros países europeos, presenta aspectos positivos y negativos. Destaca la buena reacción después del Covid y a su atractivo para los inversores extranjeros. También se refiere a cómo nuestra sociedad y nuestra cultura, como ocurre con Portugal, atrae a los llamados nómadas digitales. Ese dinamismo económico se vincula con su papel en Europa y en América Latina. "Pero, aunque la inflación esté cayendo, la inflación subyacente es elevada y los déficits son mayores que en otros países de la eurozona, especialmente los balances primarios. Las reformas son difíciles de poner en marcha. Como en otros sitios, hay partidos populistas de derechas y de izquierdas que presionan para aplicar políticas más radicales. Y en periodo electoral, sea quien sea el que esté en el poder, recurre a los estímulos económicos para ser reelegido y no es una buena idea", señala el analista.
"En política fiscal, España, como el resto de Europa intenta ayudar a los trabajadores, las familias, los negocios. Así tratan de rebajar el precio de los alimentos y la energía con la reducción de algunos impuestos para beneficiar a todos, pero así se crea más demanda al transferir dinero y eso conlleva un coste fiscal lo que dificulta al BCE su lucha contra la inflación. De esta manera, al combatir la inflación a corto plazo se genera más demanda con los estímulos y eso genera más inflación. Son las contradicciones en las que caen la mayor parte de los países europeos", añade Roubini.
La Tercera Guerra Mundial en curso
Los europeos estamos entre los que hemos disfrutado de unas décadas de prosperidad excepcionales en la historia a medida que nos fuimos recuperando de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y el fin de dictaduras. Pero no podemos dar por hecho que el mundo seguirá siendo igual. De hecho, ya estamos viendo cómo se está librando una guerra en nuestro continente, como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania, que de momento es convencional. Para Roubini, la Tercera Guerra Mundial puede que comenzara ese 24 de febrero cuando Rusia decretó lo que llamó "operación especial" para "desnazificar" Ucrania. O bien el 7 de octubre cuando Estados Unidos impuso restricciones a las importaciones de chips de China.
EEUU y China están en riesgo de colisión sobre Taiwán. En el mejor de los casos veremos un mundo dividido. En el peor, pueden ir a la destrucción mutua"
"La guerra que libran Rusia y Ucrania puede implicar a la OTAN y ser no convencional. El impacto que nosotros notamos ahora es mínimo en comparación con lo que sufren otras partes del mundo, donde están muriendo de hambre. Y la guerra entre las superpotencias puede suceder antes que después. En Israel están preocupados por el hecho de que Irán se convierta en un Estado nuclear, lo que llevará a un enfrentamiento con enormes repercusiones económicas, financieras y geopolíticas. Estados Unidos y China están en riesgo de colisión sobre Taiwán. En el mejor de los casos, veremos un mundo dividido, como en la Primera Guerra Fría con dos potencias enfrentadas y con diferentes sistemas de seguridad, comercio, economía, finanzas, político y geopolítico. En el peor, pueden ir a la destrucción mutua. Con Taiwán China va a seguir adelante. Si se confirma como superpotencia, lo hará. Y si se ve débil, también porque será su forma de desviar la atención como hizo Argentina en las Malvinas o Rusia en Ucrania”, explica Nouriel Roubini, que cree que Xi Jinping quiere pasar a la Historia como el líder de una China que domina Asia, y es primera potencia global.
La bomba de relojería demográfica
Para el analista económico, nuestro mundo se parece más a la Europa de los años 30 pero con mayores riesgos en el horizonte. Entonces no sabían de los efectos del cambio climático y estaban lejos de concebir que la Inteligencia Artificial se desarrollara tanto que hubiera tantas posibilidades de que nos sustituyeran máquinas. No solo a los obreros, también a los llamados profesionales cualificados. Y Roubini pone el ejemplo de cómo en pocos años harán informes económicos como los que hacía cuando trabajaba en la Reseva Federal. "Es un arma de doble filo. Por un lado, la IA va a incrementar la productividad. Hará posible crecer más rápido. Pero incidirá en el empleo. Incluso los trabajos creativos están amenazados. Esto incrementará la desigualdad".
Por primera vez los jóvenes vivirán peor que sus padres. Es un riesgo. Muchos están desesperados"
Otra de las megamenazas de las que habla en su libro es la bomba de relojería demográfica y en Europa sabemos bien a lo que se refiere. Las tasas de nacimiento son bajas y las malas perspectivas económicas no ayudan. Cada vez hay más octogenarios, dados los avances médicos y menos jóvenes cotizantes. Por un lado, subraya que "el sistema de pensiones es insostenible", aunque ningún gobierno lo vaya a reconocer. Por otro, se está gestando un conflicto generacional. "Las nuevas generaciones vivirán peor que sus padres por primera vez en décadas. Es un riesgo. Muchos están desesperados, sin empleo, invierten en criptomonedas o se pasan el tiempo con los videojuegos. Y luego votan por opciones populistas o no votan. Aún así tengo esperanza en esa juventud que sí es consciente de lo que está pasando y se implica en la sociedad civil y trabaja duro para que haya mejoras".
El planeta que dejamos en herencia
Son los jóvenes los más concienciados de los efectos devastadores del cambio climático, el caso más claro de cómo cerramos los ojos a la evidencia y creemos que la prosperidad y la seguridad están garantizadas para siempre. A pesar de que vemos los efectos día tras días, sequías devastadoras, inundaciones incontenibles, y unos cambios meteorológicos que favorecen la propagación de nuevas enfermedades. Aún así, "los mercados emergentes, entre ellos China e India, los países más poblados del mundo, prevén aumentar las emisiones en la próxima década. Cualquier reducción deberá esperar hasta después de 2030", escribe Nourini en su ensayo.
Hay que gastar mucho dinero para alcanzar las cero emisiones. Nadie quiere asumir el coste"
"Hay grandes fuerzas que impiden una acción colectiva global contra el cambio climático. Puedo darle un ejemplo. En la mayoría de los países, como ocurre en EEUU, la mitad de la gente no cree que los efectos del cambio climático sean tan letales, y por ejemplo los republicanos no hacen nada si están en el poder. Los mayores creen que a ellos no les tocará y muchos jóvenes no votan. Nadie está dispuesto a pagar hoy por lo que ocurra mañana. Esperan que suceda un milagro", apunta.
"Y en términos globales hay que gastar mucho dinero para alcanzar las cero emisiones. Nadie quiere asumir el coste. Los países en vías de desarrollo y los pobres reprochan los ricos que se ha llegado a estos niveles por su industrialización. Y tienen razón. Es ahora cuando ellos contaminan más. Pero prefieren seguir así hasta alcanzar más crecimiento y solo lo aceptan si reciben ayudas. Esto sucede en un mundo donde las superpotencias están enfrentadas sobre seguridad global, comercio, estabilidad financiera, e incluso sobre cómo abordar una pandemia”, añade.
¿Tenemos algún margen de acción como ciudadanos? "Hemos de hacer todo lo que podamos individualmente. Reducir la huella de carbono. Justo lo que no hacen los gobiernos. Podemos aislar nuestras casas, instalar paneles solares, utilizar material reciclable, incluso hacernos vegetarianos. Si fuera joven, estudiaría ciencias, tecnología, ingeniería y computación, y me prepararía para estar educándome constantemente porque cambiaré de empleo y carrera una decena de veces en mi vida. Intentaría ahorrar para el largo plazo porque todo lo especulativo, incluidas las criptomonedas, son una pérdida de dinero. Hay que implicarse en acciones colectivas, ong o partidos políticos. Nada se resuelve solo de forma individual ni solo de forma colectiva. Igual que es imprescindible la cooperación internacional, una gobernanza global para salir adelante".
Hay una posibilidad de que la fusión nuclear, que permite generar energía barata y limpia, fuera un 'game changer' pero tendría que lograrse antes de una década"
En su obra Roubini contempla un escenario utópico en el que el mundo logra un crecimiento sostenido de un 5 o un 6% que permite pagar la deuda y crear redes de ayuda como la renta básica universal. Los avances tecnológicos, sobre todo ligados a la fusión nuclear y su capacidad para generar energía barata, jugarían un papel clave. Sin embargo, Roubini cree que vamos mal de tiempo. "Hay una posibilidad de que fuera un game changer. El problema con la fusión nuclear es que no habrá reactores comerciales hasta 2035 y aún se precisarían otros 20 o 30 años para que produzcan energía de cero emisiones y barata. Tendríamos que lograrlo antes de una década porque los efectos del cambio climático serán cada año más devastadores".
¿Aterrado? "No, no estoy aterrado. Estoy preocupado”, nos confiesa con gran serenidad. Ve el mundo a través de unas gafas oscuras de las que no se despega en toda la conversación, pero lo explica en un tono sosegado, lejos de la estridencia. "No podemos escapar de la realidad. A pesar de que será uno de los primeros objetivos en caso de guerra nuclear entre superpotencias, seguiré viviendo en Nueva York, la ciudad que amo”, señala el intelectual, a quien seguramente esta vez le gustaría equivocarse en sus predicciones, como también ha pasado alguna vez. Disfruta de la vida, especialmente de la buena cocina y las charlas con amigos, y le encantaría que las futuras generaciones tuvieran sus oportunidades.
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