"Es muy difícil para ellos adaptarse", afirma la ucraniana Olha Lopatkina. "Es complicado aprender un nuevo idioma para un adulto, y estamos hablando de niños con discapacidades de aprendizaje, así que no es fácil", agrega. Olha y su esposo Denys son padres de nueve hijos: dos de ellos son biológicos y siete adoptados. Cuando comenzó la invasión a gran escala el 24 de febrero de 2022, seis de los hijos de Olha estaban en Mariúpol, en un sanatorio donde se realizaban sus controles de salud anuales. Como los rusos bloquearon rápidamente las carreteras dentro y alrededor de la ciudad, los niños no podían salir y los padres no podían llegar a ellos. Durante casi cuatro meses, la familia estuvo separada.
Los seis niños que quedaron bajo la ocupación estuvieron a punto de ser adoptados. Mientras estaban retenidos contra su voluntad en el Donetsk ocupado, pudieron contactar a sus padres y decirles su paradero. Después de batallas legales, y gracias a la ayuda de voluntarios locales y la resistencia de los niños, finalmente en este caso la historia tuvo final feliz y regresaron con su familia."Fue una sensación increíble", dice Olha, al recordar el momento en que los volvió a ver después de meses de angustia. "No podía quedarme quieta".
El máximo responsable de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, ha reconocido, en una entrevista con la agencia Reuters, que Rusia, en las zonas ocupadas, está violando "los principios fundamentales de la protección de los niños" en tiempo de guerra, al darles pasaportes rusos y ofrecerles en adopción.
La familia de Olha es de Vuhledar, una ciudad minera en la región de Donetsk, a unos 100 kilómetros de Mariúpol, la ciudad que fue defendida de forma numantina por los ucranianos hasta que cayeron los últimos combatientes atrincherados en la acería de Azovstal a mediados de mayo pasado. Olha daba clases de música y su esposo Denys, como muchos hombres en la localidad, trabajaba como minero. En 2016, la pareja decidió adoptar a su primer hijo. Luego, el segundo. En 2018 ya habían adoptado siete niños además de dos hijos biológicos.
La familia se mudó a una casa que les facilitaron las autoridades en Vuhledar. El pueblo está cerca de las llamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk, territorios ucranianos ocupados por Rusia desde 2014. A pesar de eso, la localidad permaneció en calma hasta 2022. Actualmente en esa zona es donde se libran los combates más duros.
Sin embargo, en enero de 2022, pocos en Ucrania creían en la probabilidad de una guerra a gran escala con Rusia. Así que Olha envió a seis de sus hijos al sanatorio en la cercana Mariúpol. No era su primer viaje a esta ciudad portuaria, a la orilla del mar de Azov. Todos los años, los niños iban allí durante unas semanas para mejorar su salud. En el centro había maestros para que no perdieran clases.
"Me encantaba ese hospital", dice Tymofiy, el hijo mayor de Olha. Está en el último año de la escuela secundaria, así que era la última vez que iba a pasar unos días en el centro. Timofiy este año estaba acompañado de cinco de sus hermanos, el menor de seis años. Tenían previsto dejar el sanatorio a principios de marzo. Cuando empezó la invasión rusa, la primogénita de Olha estaba en una competición deportiva en el oeste de Ucrania, y otros dos niños se habían quedado en Vuhledar.
En el hospital de Mariúpol la enfermera despertó a los niños a las cinco de la mañana aquel 24 de febrero de 2022. Reunió a todos los pequeños residentes en una habitación."Nos dijo que llamáramos a nuestros padres para que nos fueran a buscar. Llamé a casa de inmediato". Pero no era tan fácil. Había que atravesar Volnovakha, un pueblo que fue bombardeado desde el primer día de la invasión. La familia no podía llegar hasta allí, por lo que los padres les dijeron a los niños que esperaran una evacuación oficial."Durante los primeros días, estábamos bien en Mariúpol", relata Tymofiy, que cuenta cómo se entretenían con videojuegos y películas. Poco a poco el centro se fue vaciando, mientras la familia hacía lo imposible por comunicarse con ellos sin lograrlo.
En marzo, la ciudad de Mariúpol era el epicentro de intensos combates. La ciudad se desangraba. El 1 de marzo Tymofiy logró hablar con us madre por última vez. A partir de ahí la gerencia del sanatorio salió huyendo y se quedaron con algunos empleados. El centro se convirtió en un refugio para los residentes en Mariúpol que habían perdido sus viviendas. "No teníamos calefacción y electricidad. Los jóvenes salíamos a cortar árboles para hacer fuego con la madera y calentarnos. Para lograr agua íbamos al mar de Azov. Con ella cocinábamos y nos lavábamos", rememora el chico. El complejo también fue bombardeado, por lo que todos se escondieron en el sótano. Solo salían para conseguir leña y agua.
Huida hacia Francia
Para Olha y el resto de su familia, quedarse en Vuhledar también fue malo. Los rusos bombardearon la ciudad el 24 de febrero. Las ciudades cercanas también fueron atacadas."Teníamos miedo", señala Olha. "No sabíamos qué hacer. Era peligroso ir a Mariúpol, así que estábamos tratando de decidir. Tenía miedo de ir. Tenía miedo de no ir. Era una agonía".
Olha contactó a las autoridades locales con la esperanza de que evacuaran a los niños. Sin embargo,no pudieron ayudar."Llamábamos a los niños todos los días con la esperanza de que los intensos combates terminaran pronto", continúa la mujer. En marzo, la familia ya vivía en el sótano de su casa mientras albergaba a seis personas más que huyeron de la cercana Volnovakha. El 6 de marzo, la familia decidió abandonar el pueblo.
Rápidamente hicieron las maletas en dirección a Zaporiya, en el sur de Ucrania. Al día siguiente, se trasladaron al oeste, donde recogieron a su hija mayor. Y, un día después, los padres y los tres hijos cruzaron la frontera con Ucrania. En su camioneta blanca, llegaron a Francia donde se establecieron como refugiados.
Tymofiy y sus hermanos seguían en Mariúpol. El 18 de marzo, los rusos permitieron un corredor humanitario para evacuar a los civiles. Un voluntario local fue a recoger a Tymofiy y su familia. Ese día, alrededor de 9.000 residentes de Mariupol lograron huir al territorio controlado por Ucrania. Tymofiy, sin embargo, no tuvo tanta suerte. Los soldados rusos reconocieron al voluntario local que conducía a los niños. Le quitaron el auto e hicieron salir a todos los pasajeros.
A pesar de nuestras protestas, los soldados nos retuvieron y al día siguiente nos enviaron a Donetsk"
timofiy, hijo de olha
"Los soldados sabían que el conductor era un activista proucraniano, por lo que no le permitieron llevarnos a un lugar seguro", dijo Tymofiy. "A pesar de nuestras protestas, los soldados nos retuvieron y al día siguiente nos enviaron a Donetsk". Cuando Tymofiy llegó a Donetsk, pudo llamar a su madre. Entonces se enteró que habían salido del país y al principio no entendía por qué no les habían ido a buscar pero luego comprendió que habría sido suicida. Tymofiy y sus hermanos fueron internados entonces en el hospital de Donetsk para personas enfermas de tuberculosis.
Donetsk es la ciudad más grande de Donbás, una región industrial en el este de Ucrania, que en parte lleva bajo ocupación rusa desde 2014. Los representantes rusos establecieron allí la llamada República Popular de Donetsk. Es una de las cuatro repúblicas, junto con Lugansk, Zaporiya y Jersón, que la Federación Rusa se ha anexionada ilegalmente.
Fue Eleonora Fedorenko, portavoz de los derechos de la infancia en la llamada república, quien ordenó que los niños fueran llevados a Donetsk en lugar de ir a los territorios controlados por Ucrania."Eleonora venía a vernos con periodistas de Russia Today", cuenta Tymofiy, "Traían regalos y grababan todo para mostrarlo en la televisión rusa. Nunca vendrían sin cámaras". Las grabaciones se utilizaron después en los canales de televisión rusos con fines propagandísticos: se mostraba a los niños como supervivientes rescatados por las tropas rusas. Los periodistas rusos no mencionaron que esos niños estaban en Donetsk en contra de su voluntad.
"Las autoridades de Donetsk me exigían los documentos de los niños", indica Olha. "Me dijeron que querían darles a mis hijos pasaportes de la llamada República Popular de Donetsk. Les dije que no les enviaría los documentos de los niños, pero les mostré la prueba de que mi esposo y yo éramos los guardianes legales de los niños. Las autoridades también me dijeron que si no me presentaba personalmente, les harían estos nuevos pasaportes de su república y los darían en adopción a otras personas", agrega Olha. A los niños les decían a diario que iban a ser dados en adopción.
Para Olha rescatar a los niños se convirtió en un gran dilema. Por un lado, las autoridades de Donetsk se negaban a dar a los niños a nadie más que a ella. Ni siquiera el hermano de Olha, dispuesto a viajar a por ellos, suponía una opción válida para los prorrusos. Por otro lado, Olha no podía salir de Francia, donde estaba refugiada con el resto de su familia. "Había salido de Ucrania huyendo de las tropas rusas y ahora me obligaban a volver hasta su territorio. Ni siquiera tenía pasaporte internacional. Perdería el estatus de refugiado. Si iba hasta la zona ocupada, no podría volver a Ucrania ni a la UE. Tendría que quedarme en Donetsk o incluso en Rusia. Era una mala perspectiva".
Las autoridades de Donetsk no respondieron a Olha ni a sus súplicas. Los niños permanecieron en Donetsk dos larguísimos meses. Podrían salir del territorio del hospital por unas horas y hacer una llamada diaria a sus padres. Estaban junto a algunos huérfanos y otros niños separados de sus familias. Olha, que intentaba comenzar una nueva vida en Francia, perdía poco a poco la esperanza de volver a ver a sus hijos. Sin embargo, a fines de abril, recibió un mensaje de un conocido que decía que había un voluntario local en Donetsk dispuesto a ayudarla.
Una heroína al rescate
"Todavía no puedo creer que existan personas así, amables y desinteresadas". Olha se refiere a Tetyana Nosach, una ciudadana de Donetsk que era activista y fundadora de refugios para mujeres. Tetyana ha vivido siempre en Donetsk.
Cuando los rusos ocuparon su ciudad en 2014, se mudó a Kiev durante un año. Sin embargo, extrañaba a Donetsk, por lo que decidió regresar y se quedó allí a pesar de la invasión a gran escala.
Pensé que no iba a volver a ver a mi madre y estaba planeando huir del hospital cuando apareció Tetyana, nuestra salvadora"
timofiy, hijo de olha
Allí también mantuvo sus refugios para mujeres. Tetyana se enteró de la historia de Olha y de sus hijos a través de las redes sociales. Tetyana le envió un mensaje y se ofreció a transportar a los niños de Donetsk a Europa si Olha accedía a enviarle un permiso suscrito por un notario. "Pensé que nunca volvería a ver a mi madre y estaba planeando huir del hospital cuando apareció Tetyana", cuenta Tymofiy, "Me dijo que esperara porque las autoridades me atraparían de inmediato. Ella prometió ayudarnos".
Junto con Tetyana, Tymofiy y sus otros hermanos apelaron a las autoridades locales. Con los documentos de Olha en la mano, Tetyana exigió que los niños salieran del centro sanitario y se los entregaran. Las autoridades se negaron. Tetyana volvió a apelar y las autoridades finalmente accedieron.
Tetyana salió con los chicos en autobús con dirección a Moscú. Desde la capital rusa fueron a Riga y de ahí a Berlín. En la capital alemana los esperaba su padre. Tetyana regresó a Donetsk mientras la familia se dirigía a Francia."Papá lloró, todos lloramos", recuerda Tymofiy.
La familia logró reunirse en Francia tras este periplo. Esperan viajar para ver el mar. Echan de menos Ucrania. Tymofiy todavía recuerda su tiempo en Donetsk. "Era imposible vivir allí. A pesar de los bombardeos, estábamos mejor en Mariúpol. Todos intentan salir de Donetsk porque es insufrible. Todos los hombres fueron reclutados por el ejército ruso. Solo quedan los que son dependientes. O te envían a la guerra o a reconstruir Mariúpol".
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