"No se puede pasar página cuando la historia tiene tanta continuidad con lo que está pasando". En marzo de 2014 Marc Marginedas se convirtió en el primer occidental liberado por el ISIS en Siria. Llevaba seis meses secuestrado junto a una veintena de periodistas y cooperantes, entre ellos los periodistas españoles Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova. Seis de sus compañeros de cautiverio fueron asesinados por el ISIS ante las cámaras y utilizados como argumento propagandístico del Estado Islámico.
Ocho años después, con Estado Islámico expulsado de Siria, Marginedas regresa a los escenarios de su secuestro para "enfrentar lo que viví y dar carpetazo al pasado". Regreso a Raqqa es el relato del secuestro a través de ese retorno a su particular infierno, de la mano de los directores Albert Solé y Raúl Cuevas, pero también una búsqueda de respuestas sobre lo sucedido.
Advierte, sin embargo, de que esa historia no está acabada. "La historia del ISIS no está contada" y la guerra de Siria tiene demasiados paralelismos con otros conflictos bélicos como Ucrania o Chechenia -todos ellos con la intervención de Rusia- para dejarla en un cajón.
"Esa página nunca se cerrará, es un secuestro en el que participaron múltiples actores" señala Marginedas, que va más allá de los autores materiales del secuestro, dos de los cuales cumplen cadena perpetua en Estados Unidos. "Algunos de los perpetradores han sido castigados, pero la insurgencia se convirtió en esa barbaridad porque hubo actores que ayudaron" advierte, decidido a exponer todas las respuestas pendientes "para que no se repita".
El origen del ISIS
Respuestas que ha buscado lejos de Siria, pero que también reclama en su retorno a este país. Como la explicación de un imán sirio al ser preguntado por el ISIS: "No sabemos quien es este grupo, no tiene nuestra moral, desterramos totalmente su concepto de la religión musulmana, no sabemos de dónde vino ni a dónde fue".
Con la rebelión se produjo un vacío de poder, recuerda Marginedas citando a uno de los militares entrevistados en el documental, y el régimen de Bashar el Assad liberó a cientos de presos yihadistas que "se dedicaron a transformar un movimiento que quería democracia en un movimiento totalmente radicalizado".
Es en este contexto en el que destaca los paralelismos con otros conflictos. "Con la guerra en Ucrania hay paralelismos en las tácticas militares" utilizadas. La invasión demuestra además, en su opinión que "el hecho de que Rusia haya llevado a cabo conflictos armados, como en Chechenia, con total impunidad solo ha servido para empoderarla".
"Ahora tengo un deseo de hacer justicia completa, explicar por qué pasó esto, quizá es mi manera de redimir mi sentimiento de culpa por haber sobrevivido"
Además, hay patrones muy claros, señala, como la reproducción de una "ola de secuestros" en Chechenia y en Siria. Lo que convirtió ambos conflictos en "una guerra que se quedó sin testigos". O "la conversión de una rebelión en una milicia terrorista... todo eso hay que seguirlo".
La conexión rusa
De hecho, el periodista insiste en que su regreso a Rusia tras el secuestro -ya había sido corresponsal en este país anteriormente- no es una huida, aunque algunos lo interpretaran así. "No me fui a Rusia huyendo de Oriente Próximo sino buscando respuestas".
Recuerda que Rusia "convirtió Chechenia en una especie de gueto de Varsovia en el que cada vez que había un atentado bloqueaban un pueblo del que desaparecían 20 personas". En Siria, prosigue, "vimos bombardeos deliberados a hospitales de Médicos Sin Fronteras, la ONU dio coordenadas de los hospitales a Rusia y esa información se usó para bombardearlos".
"Ir de Oriente Próximo a Rusia era una aproximación a la historia desde un ángulo que a mi me interesaba mucho" concluye el reportero, que no alberga dudas sobre la necesidad de apoyar a Ucrania ante la agresión rusa. "A una persona como Putin, que se mueve por narcisismo y resentimiento, si no le demuestras fuerza no haces más que empoderarlo".
Critica, en este sentido, la postura de Podemos y los independentistas contra el envío de armas a Ucrania. "Quiero pensar que es desconocimiento" porque la Rusia actual "es un régimen que está en las antípodas ideológicas de Podemos". Lo describe como un estado "gobernado por mafias con criterios de crimen organizado pero con una fachada ultraconservadora", que además está "exportando su modelo".
En este contexto "me cuesta entender que un sector de Podemos defienda que Rusia es un estado con el que podemos entendernos". Aún así, elogia la "posición muy realista" adoptada por España desde el inicio de la guerra de Ucrania. Un conflicto al que regresará en los próximos días, completada la promoción del documental que le ha otorgado un protagonismo del que abjura.
Tras la liberación, recuerda, hubo muchas peticiones de entrevistas y ofertas sustanciosas para explicar su historia. "Pero no quería que el Marc secuestrado se comiera al periodista" asegura. La idea del documental solo empezó a fraguarse un año después, con un ex compañero de redacción El Periódico, Albert Solé.
"Las olas de secuestros convirtieron Chechenia y Siria en guerras que se quedaron sin testigos"
Solo con él sentía la confianza suficiente para abordar su historia respetando los límites que exigía. Primero, la censura que impuso el propio ISIS, que seguía teniendo en su poder a algunos de sus compañeros. Después, abordar el doloroso recuerdo de los seis periodistas asesinados por Estado Islámico regresando a los escenarios de su calvario. Un viaje que acaba en Raqqa, frente al Eufrates, sobre los restos del chalé que fue el último escenario del horror.
Reconoce que el secuestro los convirtió en "protagonistas de una historia que no nos pertenece". Y advierte que su sufrimiento es menor "comparado con personas que eran ejecutadas sin ton ni son, en las calles, de forma ejemplarizante". Recuerda que antes de ser liberado le trasladaron a una cárcel local en la que compartía celda con un delincuente común. "Estaba tan aterrorizado porque alguien le había acusado de cometer una blasfemia que no podía ni comer".
En este contexto, apunta que la evolución democrática en los países musulmanes será muy lenta, pero se muestra convencido de que el camino iniciado con las primaveras árabes "no tiene vuelta atrás".
Un camino que supone "la superación del modelo colonial y sobre todo de la separación de poderes". En el mundo islámico, relata, la democratización "tiene una dificultad añadida, la religión; Mahoma no solo fundó una religión sino que creó un estado, por eso la separación entre los ámbitos político y religioso es bastante complicada".
Pese a todo, está convencido de que "los ciudadanos árabes han saltado ese muro y han conseguido crear una conciencia ciudadana. Pero de ahí a que veamos democracias consolidadas tardará tiempo".
"Quiero seguir explicando por qué una insurgencia que quería democracia se convirtió en esto tan horrible"
En cuanto a él, el secuestro no ha hecho más que reforzar su pasión por el periodismo, o por el reporterismo. "Quiero seguir explicando por qué una insurgencia que quería democracia se convirtió en esto tan horrible".
Las heridas
Lo que no significa que esa experiencia no haya dejado enormes heridas difíciles de cicatrizar. "Mi gran sentimiento de culpa" deriva de haber sobrevivido, explica. "Cuando asesinaron a Steven Sotloff -uno de los periodistas estadounidenses secuestrados, con el que Marginedas trabó especial amistad durante el cautiverio- no pude llamar a sus padres, yo era la prueba viviente de que el secuestro podría haber tenido un final diferente".
"Ahora tengo un deseo de hacer justicia completa, explicar por qué pasó esto, quizá es mi manera de redimir mi sentimiento de culpa por haber sobrevivido". En 2013, Marginedas viajó a Siria porque quería relatar al mundo los padecimientos de una población civil condenada a cohabitar con una guerra despiadada. Al cabo de 10 años, sus prioridades no han cambiado.
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