"La vida en Cuba en un absurdo y a uno no le queda más que asumir o adaptarse a esa demencia. Es por eso que los cubanos tenemos naturalizado el horror". El régimen cubano ha convertido la isla en un lugar "invivible". No solo para Abraham Jiménez Enoa (La Habana, 1988), periodista y autor de esas palabras recogidas en su última obra La isla oculta, a quien su defensa del derecho a la libertad de expresión ha forzado al exilio en España. Cuba es "invivible" para todos los miembros de la sociedad civil que se han atrevido a disentir con el régimen, ahora en la cárcel o fuera de la isla. Y para quienes son considerados "ilegales" por cobijarse en infraviviendas, o para los que denuncian la corrupción sea a la escala que sea. Jiménez Enoa nos muestra en La isla oculta, que acaba de publicar en España Libros del KO, una Cuba tan real como desconocida, tan fascinante como aterradora, tan surrealista que parece ficción, especialmente en el retrato de "los acuáticos" con el que arranca esta colección de 16 reportajes, con prólogo de John Lee Anderson.
Jiménez Enoa, cofundador de El Estornudo y colaborador habitual de The Washington Post, vive desde hace poco más de un año en Barcelona, donde su esposa, la productora cinematográfica Claudia Calviño encontró trabajo. Ella ha sido su faro en los momentos más sombríos.
"Me considero un exiliado político, aunque no he pedido el asilo. Primero el gobierno me prohibió salir de la isla. Desde 2016 me aplicó la regulación migratoria, el arma favorita del castrismo contra la sociedad civil durante las dos últimas décadas. A finales de 2021 me llamaron para decirme que tenía el pasaporte. Había cambiado su estrategia represiva: decidieron vaciar la isla de inconformidad: libertad a cambio de exilio", relata Jiménez Enoa, que había incomodado al régimen por relatar al mundo el nacimiento de un movimiento de protesta de la sociedad civil, posible gracias a la introducción de Internet en 2015.
Por no callarse, por seguir escribiendo sobre lo que sucedía, Jiménez Enoa fue detenido varias veces, sometido a interrogatorios, y a un hostigamiento a su entorno y familia, que le condenó a la soledad. En cualquier momento aparecían los agentes de la seguridad del Estado y se lo llevaban: en una ocasión bajaba a tirar la basura y ni le dejaron hacerlo. En la última época en La Habana solo se relacionaba con su esposa Claudia y su hijo pequeño. Cualquiera que contactara con él era señalado por el régimen.
El despertar de la sociedad civil y su ocaso
El despertar de la sociedad civil cubana germinó con el Movimiento San Isidro, un grupo de artistas que se levantó contra el decreto 349, que pretendía regular sus actividades, es decir, aplicar la censura. Primero se logró frenar el decreto pero el régimen contraatacó con fuerza al ver que aquello podía derivar en una protesta mayor. A partir de 2018 se volcó en la represión de los activistas y artistas ligados al Movimiento San Isidro, que acaparó la atención internacional. En noviembre de 2020 el rapero Denís Solís grabó cómo un policía entraba ilegalmente en su domicilio y horas después fue golpeado y arresto. Hubo más protestas y huelgas de hambre.
El gobierno prometió un dialogo que no se concretó y se fundó el Movimiento 27-N, que clamaba "tener derecho a los derechos". La protesta siguió latente hasta que cristalizó el 11 de julio, cuando decenas de ciudades en Cuba se levantaron. Hubo cientos de detenidos.
De todo aquello queda el recuerdo de una canción Patria y Vida, un tema creado entre los artistas del Movimiento San Isidro y músicos en el exilio, que aboga por el fin de la dictadura cubana. Frente a Patria o Muerte de Fidel Castro esa Patria y Vida de la sociedad civil.
"Con Internet nacieron medios independientes que narraban la realidad del país. Y surgieron espacios de artistas e intelectuales. Nació una nueva generación de la sociedad civil que desde la libertad de expresión intentó promover cambios en aquello en lo que estaban en desacuerdo con el gobierno. Pensábamos que los cambios eran posibles, pero el gobierno también lo percibió y por eso arremetió con toda su fuerza hasta barrer toda esa sociedad civil, que hoy está en el exilio o en las cárceles de máxima seguridad. Hay 1.500 presos políticos. El país ahora parece que está viviendo en los días posteriores a una guerra civil", explica el periodista.
El gobierno arremetió con toda su fuerza hasta barrer la sociedad civil. El país vive como en los días posteriores a una guerra civil"
Confiesa Jiménez Enoa que le da rabia cómo la izquierda española, y la europea, "pretende dar lecciones" a los cubanos "sobre lo que pasa en la isla": sobre si es o no una dictadura, si funciona o no un sistema que tiene anclado el país en el siglo XX, parado en el tiempo. En un artículo publicado en Gatopardo, que fue premiado por la Sociedad Interamericana de Prensa, argumentaba Jiménez Enoa por qué Cuba es una dictadura con el ejemplo del informático Luis Robles, encarcelado en condiciones miserables por portar un cartel en el que se podía leer "Libertad", "No + Represión", y "Free Denis". Termina el texto invitando a todo el que dude qué tipo de régimen es el cubano a quedarse en su casa unos días para confirmar su versión.
"En Cuba se vive subyugado a un gobierno opresor que controla hasta lo más mínimo". Al preguntarle si España hace lo suficiente por los cubanos, señala que el gobierno español de alguna manera ha sido "cómplice del régimen castrista al legitimarlo con visitas a la isla del presidente del gobierno o los Reyes sin denunciar los abusos de derechos humanos", algo que también le reprocha a Podemos, olvidarse de la falta de libertades y de las violaciones de derechos humanos por justificar al régimen cubano.
"Impera en Cuba con todas las letras el totalitarismo. Es la manera en que funciona el país: terminan asfixiando cada paso que das. Es un tejido muy difícil de romper, donde al gobierno no le hace falta darle un disparo a nadie en la cabeza porque asesina de manera cívica: te someten a un nivel de acoso, a veces físico y otras intangible. A mi me dejaron en una isla", cuenta desde su exilio barcelonés. Por contar lo que veía le condenaron a quedarse aislado. Recibió ayuda psicológica gracias al Comité de Protección de Periodistas para las Américas (CPJ).
En Cuba se vive subyugado a un gobierno opresor que controla hasta lo más mínimo
Choque generacional
El proceso le llevó a distanciarse de su familia. Su abuelo era escolta del Che Guevara y de pequeño le solía contar historias del arranque de la Revolución. Su madre, abogada, y su padre, militar, eran firmes defensores del régimen. "En Cuba hay mucha gente que está en contra de cómo funciona el país pero no lo relaciona con el gobierno. También hay una cuestión generacional. Para la generación de mis padres cuestionar al gobierno sería como cuestionar el sentido de su propia vida", señala el reportero, si bien reconoce que cree que sus padres, sus hermanas, sus tíos, han visto por lo que él ha pasado y probablemente eso haya cambiado su percepción. Su madre perdió su trabajo y su padre se retiró antes. El régimen no perdona a los suyos si no logran encauzar a los de su entorno.
Jiménez Enoa se sale del encuadre que marca el régimen, pero no es un disidente, ni un activista. Es un periodista honesto, que observa lo que ve y lo narra. Son los hechos los que hablan, decretos suscritos por el gobierno cubano, que cuando uno los ve impresos, no admiten lugar a dudas, como el decreto ley 217 de 1997 que ordena la deportación hacia su ciudad natal a quien no tenga reconocido el derecho legal de permanecer en la capital del país.
"¿Tú sabes lo que es ser ilegal en tu propio país? Uno no puede estar en la capital de su país, tenemos que andar con miedo, los policías viven para identificar a los que no son habaneros", dice Piquirí en La isla oculta. Quienes se atreven a desafiar la orden se exponen a multas y la expulsión a su lugar de origen.
Especialmente simbólico es el relato sobre el hueco, un no lugar a pocos metros de la plaza de Revolución de Santa Clara. Solo hay una casa de ladrillos, el resto es de cartón o madera. Quienes infraviven en el hueco son también ilegales, que desde sus casuchas ven la estatua del Che Guevara. Para la mayoría de los cubanos que describe Jiménez Enoa en su obra el día a día es una batalla continua. Los pensionistas cobran el equivalente a diez euros mensuales. Un deportista de élite, unos 80 euros. De los logros de la revolución como la educación o la sanidad queda poco: en la cola de la farmacia dice una mujer: "Tenemos que madrugar para no morirnos". Si bien el periodista reconoce que se mantiene la atención a enfermedades graves como el VIH o el cáncer.
El bloqueo es una decisión descabellada. Pero, ¿qué tiene que ver el bloqueo con la falta de derechos y libertades?"
¿De qué forma influye el bloqueo en los perjuicios que sufren los cubanos? Es el argumento de muchos en la izquierda para legitimar al gobierno cubano. "El bloqueo es una decisión autoritaria y descabellada. Debería dejar de aplicarse desde ya porque afecta realmente al pueblo cubano. Los gobernantes siguen viviendo en casa de lujo y comiendo bien. Son los cubanos rasos los que pasan hambre y dificultades. Pero, ¿qué tiene que ver el bloqueo con que un periodista no pueda salir de su casa? ¿Qué tiene que ver el bloqueo con que alguien se pare en una esquina con un cartel sin decir una palabra y lo metan en prisión? ¿Qué tiene que ver el bloqueo con esa falta de derechos y libertades? El bloqueo no tiene nada que ver con los derechos humanos. Al final el bloqueo le sirve al gobierno cubano para justificarse. Así dicen que todas sus decisiones políticas son por ese asedio de EEUU y nos acusan de ser agentes de la CIA", apunta el autor de La isla oculta.
Cuando muera Raúl Castro
Después de que se haya abortado esa ola de contestación social de los últimos años, sostiene Jiménez Enoa que será la muerte de Raúl Castro lo que marcará el fin de una era. "Cuando se murió Fidel estaba Raúl, pero ya no quedan Castro y la mayoría de esa generación se está muriendo o es muy mayor. Esa muerte va a generar un cambio brusco en el interior del establishment cubano y habrá una lucha por el poder. Habrá que ver si se quedan con el poder los militares que ya dominan el 70% o el 80% de la economía cubana o los civiles como Díaz-Canel y compañía. Tendrá que haber reformas porque el país no puede estar peor. Nacerá una Cuba diferente. Temo que el capitalismo de estado, que ya rige la vida del país, irá a más. Cuba terminará siendo una isla del Caribe, un destino turístico", señala con pesimismo el periodista.
No veo a la sociedad civil desbancando al gobierno, porque es un país bajo control"
"No veo a la sociedad civil desbancando al gobierno, porque es un país militarizado, donde todo está bajo control. Los cubanos no tienen poder de decisión". Suceda lo que suceda a Jiménez Enoa le gustaría narrarlo como periodista. "No soy de los que dice que jamás volverá a Cuba".
Mientras tanto, trata de entender cómo funciona el capitalismo. Su aterrizaje en España, después de toda una vida en la isla, fue impactante. Pasó en cuestión de horas de la escasez al exceso, del calor al frío, de un mundo donde el reloj se ha parado a uno que va a velocidad trepidante, y donde también hay desterrados. "Es como otro planeta. Al principio todo me deslumbraba. Aquí el consumo es compulsivo, en todos los sentidos. Lo que me llama más la atención es el individualismo, ligado al sistema capitalista".
Una vez más, al salir de la isla, confirmó cómo "ser cubano es una condición ardua". Uno de los personajes que retrata Ariel Ruiz Urquiola, un hombre con principios al que el Estado no perdona su coherencia, padece especialmente las condiciones estrictas de un retiro de meditación en Alemania y la doctora que lo supervisa le pregunta de dónde viene. “De Cuba”. Entonces lo entiende: “Hay países con un historial de sufrimiento más grave que el de otros”.
De ese sufrimiento escribe Jiménez Enoa, pero también de seres humanos de una naturaleza poderosa, que no renuncian a su sueños como la boxeadora Namibia Flores, inquebrantables como el artista Luis Manuel Otero, infatigables como la creadora Afrik3 Reina, que canta a sus deidades yorubas a las que pide compasión por Cuba. En una de las obras de Afrik3 Reina puede leerse: "La magia no es posible frenarla, la luz no se tapa, la palabra no se ata y el universo es cómplice fiel de lo próspero y justo siempre".
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