Para Elena Zhemkova hay una fecha inolvidable en el calendario: el 7 de octubre de 2022. Ese día supo que Memorial, la organización defensora de derechos humanos más antigua del Rusia, de la que es cofundadora y directora ejecutiva, había sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz, junto al Centro por las Libertades Civiles de Ucrania y al activista bielorruso Ales Bialatski. "Me dijeron que había sucedido algo muy importante y creía que había estallado una guerra nuclear. Esto muestra el estado que vivimos. No esperamos buenas noticias". Y no las tuvieron: justo ese día se dio a conocer la sentencia por la que se decretaba la expropiación de su emblemática sede en Moscú, adquirida gracias a donaciones y todo un símbolo de su labor por recuperar la memoria de las víctimas del estalinismo. Elena Zhemkova, que ha participado en Madrid en una mesa redonda organizada por la Fundación Rafael del Pino, asegura en una entrevista con El Independiente cómo la mayoría de la sociedad rusa no apoya a Putin, sino que "es presa del miedo", un miedo que les marcó desde la época de Stalin. Zhemkova cree que en Ucrania se libra "una lucha del bien, encarnado en los valores europeos, contra el mal, la represión y la violación del estado de derecho", y que "la victoria de Ucrania beneficiará a los rusos, que así podrán conocer la libertad".
¿Es Rusia un régimen totalitario? "Lo que puedo confirmar es que en Rusia los derechos civiles se están violando de forma total. Y lo más importante: se está destruyendo el sistema de derecho. No se respetan las normas del derecho internacional y tampoco hay estado de Derecho en el país”, explica Zhemkova, a quien su rigor le impide atreverse a calificar el régimen de Putin.
Memorial, fundada por Andrei Sajarov en 1989, sigue trabajando con dificultades en Rusia, pero continúa su labor. Ha documentado más de tres millones de crímenes del estalinismo, y los abusos en la guerra de Chechenia. Sus miembros viven bajo amenaza constante y algunos han sido condenados a la cárcel, o han pagado con su vida sus denuncias como Natalia Estemirova, asesinada en 2009. También Memorial lucha por la defensa de los derechos civiles en otros países, y está presente en Ucrania. "El tribunal ruso ha liquidado la institución, pero no ha prohibido su actividad. Así es difícil llevar a cabo nuestro trabajo, pero es importante. Hay mucha gente implicada, muchos de ellos son voluntarios y permanecen en Rusia", señala Zhemkova.
Bucear en el pasado, sacar a la luz los crímenes del estalinismo, y hacer reflexionar a la población sobre qué papel adopta en el momento histórico que vive se ha convertido en una bomba de relojería para el Kremlin. De ahí que quienes denuncian los abusos del poder, incluso del pasado, sean tildados de ser "agentes extranjeros, que trabajan para el enemigo, cuando están trabajando por recuperar la historia de su familia, de su ciudad, de su país".
"Cuando sucede una guerra, como ocurre en Ucrania, se da una violación descomunal de derechos de muchas personas. Lo que podemos hacer es prestar el primer auxilio a las víctimas y dejar constancia de lo que sucede”, señala la Premio Nobel, que vive de momento fuera de Rusia. En su país sería detenida por expresar lo que dice en esta entrevista. "Lo que pasa en Ucrania es un combate por los valores, por el ser humano. Son los que llamamos valores europeos, el valor de la vida y la integridad de la persona. Creo que va a ganar el bien. Y eso necesitan los rusos también. Quiero que en Rusia también los ciudadanos den valor a la vida humana y disfruten de la libertad y de que tengan un sistema judicial que les proteja y les dé seguridad".
La mayoría no está con Putin, sino con su propio miedo. Es la tarea del poder en Rusia: intimidar a las personas"
Zhemkova alude a los voluntarios que colaboran con Memorial en Rusia y a los 20.000 rusos que están siendo investigados por haberse manifestado en contra de la guerra. Pero la gran mayoría parece que respalda a Putin o mira a otro lado, sin querer saber qué está pasando. “La mayoría no está con Putin sino con su propio miedo. Es la tarea del poder en Rusia: intimidar a las personas. Y es fácil hacerlo porque los que provenimos del espacio soviético o postsoviético percibimos ese temor. Las represiones en la URSS eran fuertes, largas en el tiempo, y ese pasado no ha sido evaluado y pensado. Ahora ese pasado se ha levantado y está frente a nosotros”, indica. Y evoca una imagen de Vladimir Sorokin que ve ese pasado como un cadáver que está en nuestro camino y se ha levantado como un zombi para plantarse ante nosotros.
A Elena Zhemkova el momento actual le lleva a pensar en los alemanes que durante la Segunda Guerra Mundial no quisieron enterarse de lo que pasaba delante de sus ojos. "Muchos de los que ahora dicen que no tienen nada que ver con lo que está sucediendo, se desvinculan de lo que hace su país y luego dirán que no saben nada, que no quieren que maten a niños, ni destruyan edificios. Cuando pienso en estas personas, visualizo la maqueta del campo de concentración de Mauthausen, donde queda clara la cercanía de las viviendas. Un panadero de la zona contestó en un cuestionario que no sabía nada de las masacres. Pero desde esas casas al lado del campo se veía la chimenea del crematorio claramente". Zhemkova se pregunta también a sí misma en qué medida estamos dispuestos a abrir los ojos para ver el horror. “Por eso las personas son propensas a consumir la propaganda. Por un lado, están presa del miedo y la propaganda ofrece esa salida. Hay que dar pasos para sacudirnos el miedo. Lo que ayuda es ver que al lado hay gente que nos ayuda a luchar contra el miedo".
En Ucrania se libra una lucha por todos nosotros, es la lucha del bien contra el mal. No terminará en un mes"
Memorial cobra especial sentido en este contexto. “Guardamos memoria de las represalias pero también de cómo hubo personas que conservaron la dignidad”. Para Zhemkova está claro que en Ucrania no se libra una lucha por los ucranianos y de ahí que haya que ayudar a la victoria de Ucrania. “Es una lucha por todos nosotros, ya que todos queremos que nos respeten, nadie quiere que nos maten o maten a nuestros hijos. Estamos en pleno apogeo de la lucha del bien contra el mal y estamos en medio las personas corriente. Esto no terminará en un mes. Va a durar mucho. Pero está en juego nuestra existencia y nuestro futuro. Ayudar a los ucranianos es ayudarnos a nosotros mismos”.
¿Cómo pasará a la historia Putin? Zhemkova es pesimista porque tiene en mente a Stalin y la llamada Gran Guerra Patria por los rusos. "¿Cuánto tiempo tardará en convertirse en una leyenda? Los rusos no recuerdan a Stalin sino el mito de Stalin. La propaganda convierte la realidad en una leyenda. En la imagen propagandística de la Gran Guerra Patria no cabe el recuerdo a las víctimas, o la participación de otros países. Ni se tiene en cuenta cuánto se tardó en reconstruir todo lo destruido. Solo queda la palabra victoria. Esta es la pregunta: ¿en qué se convertirá Putin con el tiempo? Y nos interpela a los que trabajamos con los hechos. ¿Tendremos el suficiente valor para no dejar que sea un mito? Esa lucha nunca va a parar. Siempre habrá necesidad de proteger la verdad".
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