Un tribunal de Argentina condenó este lunes a prisión perpetua a 5 de los 8 jóvenes acusados de asesinar el 18 de enero de 2020 a Fernando Báez Sosa, de 18 años, a la salida de una discoteca, un caso que conmocionó a la opinión pública en Argentina y en Paraguay, de donde son originarios sus padres.
En la ciudad bonaerense de Dolores (200 kilómetros al sur de la capital argentina), la Justicia dio a conocer la pena de prisión perpetua para Máximo Thomsen, Matías Benicelli, Enzo Comelli, Ciro Pertossi y Luciano Pertossi, solicitada por los fiscales y los abogados de la familia de la víctima en el juicio que comenzó en enero.
Mientras, Blas Cinalli, Ayrton Viollaz y Lucas Pertossi recibieron una condena de 15 años de prisión.
Los imputados escucharon de pie el veredicto, que declaró a cinco de ellos coautores penalmente responsables de homicidio doblemente agravado por el concurso premeditado de dos o más personas y por alevosía y a los otros tres partícipes secundarios del homicidio doblemente agravado por concurso premeditado de dos o más personas y por alevosía.
Tras dictar el veredicto, Thomsen, uno de los principales acusados se desvaneció en la silla en la que había permanecido sentado, haciendo que los jueces tuviesen que ordenar despejar la sala.
Los condenados son parte de un grupo de amigos de Zárate (provincia de Buenos Aires) que jugaban juntos al rugby y que habían ido de vacaciones a Villa Gesell (380 kilómetros al sur de Buenos Aires) en enero de 2020.
La víctima era Fernando Báez Sosa, residente en Buenos Aires e hijo de dos inmigrantes paraguayos, que fue emboscado al salir de la discoteca Le Brique, a la que también había ido el grupo de amigos, con quienes dentro del local había protagonizado un incidente.
Los hechos
Los acusados atacaron brutalmente a Báez Sosa con patadas y golpes de puño en todo el cuerpo, pero puntualmente en la cabeza, el abdomen y la mandíbula. También golpearon a algunos de sus amigos cuando estos se acercaron a defenderlo.
El joven falleció producto de un paro cardíaco traumático por shock neurogénico, producido por múltiples traumatismos de cráneo que generaron una hemorragia masiva intracraneana intraparenquimatosa sin fractura ósea.
La muerte del joven generó una ola de repudio generalizado en la opinión pública argentina y el juicio ha contado con un exhaustivo seguimiento de la prensa, con innumerables horas de televisión en vivo y páginas en los diarios con todas las versiones del caso.
Asimismo, la audiencia se siguió con atención en Paraguay, cuyo Congreso se sumó recientemente a los pedidos de justicia por Báez Sosa, por la procedencia de sus padres.
Prisión perpetua
Máximo Thomsen, de 23 años, fue el acusado que más le pegó a la víctima.
Los testigos describen que estaba como «enajenado» después de que, en el interior de la discoteca, hizo una seña a modo de amenaza contra Báez Sosa, a quien responsabilizó por su expulsión del boliche (bar) por parte del personal de seguridad.
Las pericias corroboraron que la víctima tenía marcada su zapatilla en el maxilar inferior izquierdo y, a su vez, el calzado tenía sangre de Báez Sosa.
Horas después del crimen fue a comer a una hamburguesería con otro acusado, Lucas Pertossi. Estudiaba Educación Física.
A Enzo Comelli, de 22 años y trabajador de un bar, lo han identificado como uno de los primeros que golpeó a Báez Sosa.
Matías Benicelli, de 23 años, trabajaba en el taller de chapa y pintura de la familia después de haber terminado la secundaria. Las pericias confirmaron que había sangre de Báez Sosa en su camisa.
Ciro Pertossi, de 22 años, hermano de Luciano y primo de Lucas Pertossi, estudiaba Arquitectura. Los videos de la escena del crimen muestran que se lamió los dedos presumiblemente para limpiarse la sangre de Báez Sosa.
Después del ataque, escribió en el grupo de WhatsApp: «Chicos, no se cuenta nada de esto a nadie».
Luciano Pertossi, de 21 años, había terminado la secundaria. Una joven declaró en la causa que dijo: «Quedate tranquilo que me lo voy a llevar como trofeo», mientras golpeaba a la víctima.
Quince años de prisión
Blas Cinalli, de 22 años, estaba terminando la secundaria. En un hisopado a una uña de la víctima se encontró su perfil genético.
Ayrton Viollaz, de 23 años, técnico electromecánico, fue identificado por los testigos como quien impedía que los amigos de la víctima se acercaran a ayudarlo.
Lucas Pertossi, de 23 años, es técnico en Seguridad e Higiene. Filmó la secuencia del crimen mientras se reía y pedía que nadie defendiera a la víctima.
Después, se acercó hasta el lugar donde sucedió todo y mandó el mensaje por WhatsApp en el que avisa que el chico «caducó» y, posteriormente, fue a la hamburguesería con Thomsen.
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