Nadie sabe predecir el momento y el lugar exacto en que se va a producir un terremoto, pero hay quienes viven pendientes de que la tierra a sus pies tiemble como nunca antes se había visto. Son quienes han construido su hogar cerca de una falla como la de Anatolia Este. Viven a la espera del terremoto del siglo. Cuando pasaban 17 minutos y 35 segundos de la una de la madrugada del lunes en el sur de Turquía y el norte de Siria el mundo se hizo pedazos. A muchos se les tragó la tierra cuando dormían.
A otros el estruendo les despertó. "Fue peor que el peor de los bombardeos", le contaba Miriam (nombre ficticio) desde la ciudad siria de Alepo a su hermano Musa, residente en España. Buscó a sus cuatro pequeños y se pusieron a salvo. Bajo una incesante lluvia pero vivos.
Parecía el día del juicio final. Todo el mundo estaba en la calle y la gente, muy perdida"
hassan, logista de msf
Al bajar a la calle, Hassan, logista de MSF en Al Dana, lo que vio le dejó estremecido. "Parecía el día del juicio final. Todo el mundo estaba en la calle y la gente estaba completamente perdida", aseguraba Hassan, legista de Médicos sin Fronteras (MSF), desde Al Dana, en el noroeste de Siria. Hasan recorrió varias localidades, como Sarmada y Termanin, y solo vio destrucción. “Decenas de bloques habían quedado aplastados. Había gente bajo los escombros”. Aquello era el Armagedón.
El primer terremoto fue de 7.8 grados Richter. Once minutos después hubo una réplica de 6.7 y a los ocho minutos otra de 5.6. Un segundo terremoto sacudió la misma zona nueve horas después con una intensidad de 7.5. Después, más de mil réplicas.
Esta oleada de terremotos, la mayor en el siglo XXI en esta convulsa región, ya se ha cobrado la vida de más de 33.000 personas en los dos países: de ellas, al menos 3.553 en Siria, según el gobierno de Damasco y los cascos blancos. Hay más de 80.000 heridos en hospitales y miles de desaparecidos, con lo que el balance de muertos puede llegar al doble del actual. Ya son más que los fallecidos en el terremoto de Izmit, de 1999, que causó daños y un millar de pérdidas humanas en Estambul. El responsable de ayuda humanitaria de la ONU, Martin Griffiths, ha reconocido que es el "peor desastre en 100 años en esta región".
La débil respuesta del gobierno a esta catástrofe acabó favoreciendo la llegada del presidente Recep Tayyip Erdogan al poder en 2002. Ahora es Erdogan quien está en el foco y ha llegado a reconocer que la respuesta no ha sido tan rápida como se habría necesitado, aunque se ha excusado en el tiempo y los daños en las carreteras. "Nadie podrá haber evitado este desastre", se ha justificado. Llegó a censurar Twitter para acallar las críticas. Ya se ha dejado ver en la zona, rodeado de afectados.
Ha justificado el estado de emergencia para evitar saqueos y las fuerzas del orden han detenido a un centenar de personas relacionadas con la construcción de los edificios.
Más de 13 millones de personas residían en la zona afectada en Turquía. Los movimientos sísmicos partieron de la provincia de Kahramanmaras y se sintieron en Adana, Adiyaman, Diyarkabir, Gaziantep, Hatay, Kilis, Malatya, Osmaniye y Sanliurfa. Unos 11.000 edificios se han derrumbado en Turquía, según datos oficiales del gobierno de Erdogan. Unas 870.000 necesitan asistencia para alimentarse. Más de un millón están en alojamientos temporales.
En el noroeste de Siria, zona rebelde, hay más de cuatro millones de desplazados por la guerra, de ellos un 80% mujeres y niños. También han resultado dañadas ciudades bajo el control del régimen de Asad, como Alepo. En total, 5,3 millones de personas han quedado sin techo en Siria.
Refugiados y desplazados sirios, dobles víctimas
En el sur de Turquía también se concentran muchos refugiados sirios. Por ejemplo en la ciudad turca de Gaziantep, en el epicentro, con dos millones de habitantes, se guarecían de una guerra cruenta al menos medio millón de sirios. Las diez provincias turcas afectadas, en las que el presidente Erdogan ha decretado el estado de emergencia, estaban densamente pobladas y eran una de las bases industriales de Anatolia. La ciudad de Karmanmarash estaba creciendo y ahora está hundida.
"La concentración de dolor por metro cuadrado en esta zona es enorme. Han pasado por la guerra de Siria, la crisis económica y la crisis de refugiados. Ahí han luchado las fuerzas estatales y el PKK (kurdos). Los refugiados y desplazados sirios son dobles víctimas: de la guerra y ahora del desastre natural", explica Eduard Soler, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Barcelona e investigador sénior asociado en el CIDOB.
Erdogan tiene miedo de que le pase factura. El discurso anti sirio va a subir de tono. La presión aumentará porque van a atender primero a los nacionales"
eduard soler, univ. barcelona y cidob
En Turquía hay elecciones el proximo 14 de mayo y Erdogan y su partido, el AKP, estaban ya debilitados, debido a la crisis económica. "Erdogan tiene miedo de que esto le pase factura. Las elecciones ya se preveían ajustadas, aunque aún la oposición no ha elegido a su candidato. El tema de los refugiados sirios va a atraer la atención. El discurso anti sirio va a subir de tono. La presión se va a incrementar porque van a atender primero a los nacionales", añade Eduard Soler.
Aún así muchos turcos se quejan de que son ellos los que tienen que hacerse cargo de enterrar a sus parientes muertos por los terremotos, como ha sucedido en Adiyaman, una ciudad de 300.000 habitantes muy dañada por los seísmos, como informa el Financial Times. Los empleados municipales no dan a basto con tanta inhumación. En Adiyaman la población se quejaba de que la ayuda había llegado tarde y que había problemas de coordinación. Erdogan lo ha admitido pero echa la culpa a los daños ocasionados por los terremotos y al mal tiempo. “El gobierno no abandona a las víctimas”, ha insistido. En Adiyaman, como en otras ciudades turcas, crece la sospecha sobre la calidad de los edificios en un país donde el boom de la construcción ha enriquecido a muchos. Hubo medidas después del terremoto de 1999 pero luego también se realizaron exenciones en su cumplimiento a quienes pagaban más impuestos.
"El terremoto hará que todo sea más visible: refuerza el debate sobre la corrupción y la gobernanza, sobre la crisis económica. El AKP, en el poder, ha invertido más en educación religiosa que en protección civil. Hay mucha gente que se siente desasistida. Habrá que ver cómo afecta a la campaña que estas provincias estén bajo estado de emergencia", añade Eduard Soler, que prevé que se eleve el nivel de crispación. "Erdogan no ha aprovechado el momento para generar una catarsis".
Despliegue internacional en Turquía
De todas formas, la ayuda internacional se ha volcado con Turquía desde las primeras horas. Unas 166.000 personas participan en el operativo de rescate. Gracias a este despliegue, se ha salvado a más de 8.000 personas, algunas decenas incluso pasada las primeras 72 horas. El Banco Mundial ha destinado 780 millones de dólares para la reconstrucción en Turquía, y prevé dedicar otros 1.000 millones. EEUU dará 85 millones. China aportó 200.000 euros a la Media Luna Roja turca y otro tanto a la siria.
Unos 70 países, entre ellos España, han enviado equipos especializados en rescate. Incluso Ucrania han desplegado a 88 rescatistas. La Unidad Militar de Emergencias (UME) ha desplazado desde España a 55 efectivos y cuatro perros. Este viernes lograba un gran éxito al salvar a dos niños, que ya llevaban más de 100 horas entre los escombros.
El ERICAM, grupo de emergencias de la Comunidad de Madrid, ha llevado a 35 bomberos y cinco sanitarios, y otros cuatro perros. Han salvado a un hombre de 65 años en una de sus intervenciones. Hay varios grupos de bomberos voluntarios de la ONG Bomberos Unidos sin Fronteras y la valenciana IEA destacados en Turquía.
En la madrugada del sábado, los infantes españoles de la Marina, junto con un equipo turco, han participado en el rescate de un niño de siete años en Iskenderun, donde se calcula que hay más de 5.000 fallecidos. Los infantes llegaron a Turquía el miércoles a borde del Grupo Anfibio Aeronaval Dédalo 23 del Ejército. “La situación es catastrófica. No hay ningún servicio”, confirmaba el contralmirante Gonzalo Villar.
Es el mismo diagnóstico que realiza Ana Mora, especialista en comunicación internacional, en el recorrido que ha realizado el equipo de Acción contra el Hambre por la provincia de Hatay. "Los supervivientes están durmiendo en la calle o en coches, con temperaturas bajo cero. No hay gas, ni electricidad, ni agua potable. Nosotros actuamos en coordinación con nuestro socio local, la ONG turca Support to Life".
Ana Mora recuerda a una chica que estaba sentada junto a sus padres en las ruinas de lo que era su casa. Esperaban que salvara a dos personas aún entre los escombros y poder pasar a rescatar algo de sus pertenencias. "Nunca había visto algo así. Todo está destrozado", apunta Mora, quien destaca cómo la labor de ACH es evaluar las necesidades y ayudar a poner en marcha de nuevo la vida. “El hambre tiene muchas caras: es acceso a los alimentos, al agua, a la salud, a un techo. Ayudamos a que se ponga en marcha la vida”.
Donde la ayuda apenas llega
El caso de Siria es más complejo. Los terremotos son una crisis más superpuesta a otras crisis. Los adolescentes sirios de 12 años han vivido una guerra, muchos se han convertido en desplazados o refugiados en otros países, luego han padecido una pandemia y su consecuente crisis económica, el cólera… y ahora el terremoto. "Después de todo esto aún te ofrecen una sonrisa o se brindan a ayudar a los más débiles o más pequeños", contaba el voluntario Mateo Colmenares desde Alepo.
El régimen de Asad quiere controlar toda la asistencia y aprovechar para que la comunidad internacional levante las sanciones. La ONU ha apelado a un alto el fuego para que pueda llegar la ayuda. Han aterrizado en Damasco rescatistas de Irán, Irak y Rusia, aliados de Rusia. Siria ha apelado a que intervenga el Mecanismo de Emergencia de Protección Civil de la Unión Europea, que incluye equipos de búsqueda, rescate, refugio y medicamentos. Cooperan con ONG que trabajan en la zona.
En Alepo los misioneros salesianos han dado cobijo a los que se han quedado sin techo. Desde esta ciudad siria, que ya quedó devastada por la guerra y ahora ha sufrido nuevos daños, el padre Alejandro León, señala que en el edificio de la Fundación Matilde Salem pernoctan cada día unos centenares de sirios que lo han perdido todo. Allí comen algo, descansan y se protegen de las temperaturas bajo cero. El presidente sirio, Bashar Asad, y su esposa, hicieron una gira por ciudades afectadas como Alepo y Latakia.
En la zona de Alepo ha dos campamentos de personas refugiadas de Palestina: Neirab y Ein El Tal. También han resultado afectados los campamentos de Hama y Latakia. En Latakia, varias vivienda se han derrumbado y hay desaparecidos. El 90% de estos refugiados están en situación de necesidad. La UNWRA (Agencia de la ONU para la población refugiada de Palestina), la única de la ONU con misión permanente en Siria, proporciona ayuda de emergencia,agua y atención sanitaria a estos 56.000 refugiados.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido de que decenas de miles de personas corren serio riesgo si no reciben ayuda urgentemente. Wessel Ajerk, cirujano en el hospital de Idlib, confirma cómo en el noroeste la situación es como en Turquía pero sin apoyo del gobierno. En el noroeste de Siria la ayuda ni llegaba con regularidad antes ni lo está haciendo ahora. En una parte del noroeste controlan milicias cercanas a Turquía y en otra grupos yihadistas de la órbita de Al Qaeda.
Solo hay un paso abierto, Bab el Hawa, pero ahora tendría complicaciones logísticas. La ONG Still I Rise lo ponía en duda porque este jueves denunciaba que habían cruzado cadáveres antes que la ayuda de emergencia que necesitan para sobrevivir.
'Cascos blancos' y MSF en Siria
Prestan allí ayuda los cascos blancos, también llamados Defensa Civil siria, que cuenta con unos 3.000 efectivos, pero se ven impotentes de hacer frente a un desastre de esta magnitud. También actúan en Siria, tanto en la zona gubernamental (Alepo) como en la rebelde (Idlib) los equipos de Médicos sin Fronteras (MSF).
La coordinación es clave en estos casos de emergencia. “En Siria comamos con una red de estructuras médicas a las que damos apoyo desde hace tiempo y estamos en contacto con ellos para saber sus necesidades. Hemos recurrido a stocks pero se agotarán pronto”, señala Fernando G. Calero, responsable de comunicación de MSF, organización que ahora ha empezado a desplegarse también en Turquía. MSF ha atendido a 3.560 heridos en los primeros tres días tras el terremoto.
La reconstrucción va a durar al menos un año. Hay mucha devastación y mucha muerte. En Turquía es grave, pero en Siria es demoledor"
celia román, msf en oriente medio
“En Siria se vive una de las mayores catástrofes humanitarias de los últimos tiempos. Llevan 12 años de guerra, el Covid, una epidemia de cólera aún no superada, y ahora el terremoto. La destrucción es masiva. La gente duerme en la calle, en tiendas, en coches… Tienen miedo a que haya más réplicas”, señala desde Amán Celia Román, responsable médica de MSF España para Oriente Medio. De hecho, se han registrado más de un millar de réplicas, afortunadamente de baja intensidad. "Dos de nuestras maternidades, en Yandaris y Yaari han sido evacuadas. Había neonatos en incubadoras, pero teníamos miedo a que se derrumbaran, apunta Román.
"Apoyamos a los centros médicos que funcionan con material quirúrgico y también con personal médico. O cubrimos necesidades para que funcionen 90 ambulancias (combustible, pago del salario de los conductores) El sistema de salud es muy frágil”, añade. En una segunda fase van a montar al menos ocho clínicas móviles.
Hasta ahora han podido recurrir al material almacenado, pero necesitarán que haya más puertas de entrada para la ayuda humanitaria. El 90% de los que viven en el noroeste de Siria precisaban antes de los sismos ayuda para comer. Tras este desastre los precios han subido y es más difícil aún salir adelante.
Según Celia Román, con más de dos décadas de acciones sobre el terreno, "la reconstrucción va a durar al menos un año. Hay afectadas muchas estructuras y hay mucha mortalidad. No es una emergencia que vaya a durar poco tiempo. En Turquía es grave, pero aún más en Siria por la cronicidad de esa vulnerabilidad. Es devastador. He vivido emergencias complejas pero esto es impactante. Me sigue impresionando la resistencia de los sirios. Lo vemos en nuestros trabajadores sirios. Hemos perdido a dos. Siguen poniéndose en pie cada día para seguir ayudando".
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