A pesar de la resistencia del sistema sanitario ucraniano tras 366 días de guerra, la población se enfrenta a una fuerte crisis sanitaria. La prestación de servicios sanitarios básicos afronta enormes desafíos debido a los continuos cortes en la red eléctrica, a la interrupción del suministro de medicamentos y equipos, la destrucción de farmacias, la falta de acceso a recursos económicos y el aislamiento de la comunidad, entre otros. La población afectada por la guerra tiene un acceso limitado a servicios de urgencia, medicamentos especializados y atención sanitaria sexual y reproductiva.
Desde la perspectiva de Médicos del Mundo, la de una organización de acción humanitaria del sector salud, cuya finalidad es preservar la vida –a través de la protección de la salud- y reducir el sufrimiento de las víctimas, las conclusiones más inmediatas y graves se pueden resumir en que casi el 40% de la población ucraniana es subsidiaria, a estas alturas, de ayuda humanitaria.
Se han producido más de 7.000 víctimas mortales entre la población civil, más de 12.000 personas han sufrido heridas físicas de guerra, como traumatismos, fracturas, amputaciones, heridas, lesiones por metralla, etc, y decenas de miles sufren diversos trastornos de salud mental como consecuencia directa del conflicto, tales como estrés postraumático, trastornos de ansiedad y otras neurosis, trastornos del sueño, etc.
En esta guerra más de 780 infraestructuras sanitarias han sido atacadas y hay más de cien víctimas mortales entre el personal sanitario
A la par, se va produciendo un daño que, si bien es menos aparente, tendrá un impacto significativo sobre la morbimortalidad derivada de la falta de continuidad en el tratamiento de enfermedades crónicas y graves: el cáncer, la diabetes, la insuficiencia renal, las enfermedades cardiovasculares, el asma u otras enfermedades respiratorias crónicas, etc.
También sabemos que más de 8 millones de personas han tenido que salir de su país y que cerca de 6 millones son desplazadas internas; es decir, 14 millones de personas que, como consecuencia directa de la guerra, han dejado atrás su tierra, su pueblo o su ciudad y toda su vida anterior. Estos datos son, a su vez, más graves en la medida en la que se ha producido un fuerte impacto sobre la capacidad de respuesta del sistema sanitario ucraniano.
En esta guerra más de 780 infraestructuras sanitarias han sido atacadas y hay más de cien víctimas mortales entre el personal sanitario. No es que los centros sanitarios sean un objetivo militar, pero tampoco se respeta el derecho humanitario internacional, que obliga a preservar de los ataques militares tanto a centros y dispositivos de asistencia médica como a profesionales de la sanidad.
Pero, aparte de esto, la capacidad del sistema sanitario está gravemente afectada por factores como la ruptura de la producción y distribución de medicamentos, de materiales y equipos de reposición, o de fungibles, de manera que la disponibilidad de productos y materiales sanitarios es muy insuficiente. También se cae, regularmente, el suministro de energía eléctrica, con lo que se paraliza la actividad asistencial especialmente en los hospitales. También afecta la inseguridad propia del contexto bélico, que dificulta la movilidad, tanto de profesionales como de la población, de modo que es habitual que se produzcan cierres de centros de sanitarios ante la imposibilidad de que el personal pueda desplazarse.
Trabajar en este contexto es muy difícil. Muchas organizaciones humanitarias, como Médicos del Mundo, estamos canalizando una parte importante de la ayuda internacional con grandes trabas, porque es muy difícil normalizar corredores humanitarios que permitan el despliegue y el suministro de ayuda en condiciones de seguridad. Una vez más se incumplen obligaciones del marco jurídico internacional.
No es que los centros sanitarios sean un objetivo militar, pero tampoco se respeta el derecho humanitario internacional
¿Cuál es nuestro trabajo en el sector salud como organización humanitaria? El suministro de medicamentos y de equipos y productos sanitarios, la reposición de infraestructuras y el aseguramiento de cadenas seguras para el aprovisionamiento, la asistencia médica directa en centros o mediante la dotación de clínicas móviles, la atención psicosocial y a la salud mental, el apoyo a programas de salud reproductiva, la disposición de kits para los bloques quirúrgicos y paritorios y el apoyo a la formación del personal sanitario, entre otros.
Médicos del Mundo aborda las necesidades que surgen en terreno, así como mediante la incidencia política ante los responsables de la toma de decisiones. En definitiva, para ocasiones como esta, en la que se cumplen 366 días de guerra, parece que más allá del análisis y las valoraciones, unos cuantos datos son la expresión más nítida de este largo año. Ojalá que quienes tienen la capacidad de influir en el desarrollo del conflicto, tengan en cuenta las calles y los días de la gente, tengan en cuenta el derecho de vivir y el derecho de vivir en paz.
Pepe Fernández es presidente de Médicos del Mundo España.
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