Alemania es el país mejor valorado por los españoles. El primer informe sobre la imagen de Alemania en España, realizado por el Real Instituto Elcano a demanda de la embajada alemana en nuestro país, destaca que los españoles admiramos a los alemanes, de los que tenemos mejor concepto incluso que de nosotros mismos. En la valoración basada en encuestas online que ha dirigido la investigadora Carmen López Enríquez obtienen un 7.3. En los peores años de la crisis financiera, en 2013, llegaron a suspender. Pero su prestigio ha remontado. "España nos ve de forma positiva, aunque hay algunos puntos débiles. Nos los tomamos con sentido del humor", señala la embajadora alemana en España, Maria Margarete Gosse.
Este sentimiento de admiración que nos inspiran los alemanes no es novedoso. Como ha apuntado el director del Real Instituto Elcano, Charles Powell, data desde que intelectuales como Ortega y Gasset se declararan germanófilos. Como escribió el periodista Julio Camba, "los españoles vamos a Alemania a hacernos sabios". Y aseguraba que era difícil evitarlo.
En los años 60 fue la economía social de mercado lo que nos interesaba y en el 70 por su apoyo excepcional a la democratización. Alemania es una referencia como potencia económica para los españoles pero también como padrino de la transición española.
Alemania fue el único país del mundo que tuvo una estrategia para España en la transición democrática"
charles powell, director r.I.Elcano
"Alemania fue el único país del mundo que tuvo una estrategia para España en la transición democrática: facilitar, apoyar, impulsar la democratización del país; hacer posible el ingreso de España en la Comunidad Europea; y, en tercer lugar, favorecer la aparición de partidos políticos y organizaciones sindicales acordes con la nueva realidad democrática española. Hubo una apuesta sistémica por el futuro de la democracia española. Los españoles han de estar agradecidos al Estado alemán por esa contribución", ha subrayado Charles Powell, que como historiador ha investigado sobre la dimensión internacional de la transición española.
Las primeras asociaciones que vienen a la mente de los encuestados al referirse a los alemanes son las siguientes: organizados, rigurosos, economía y empleo, calidad de los productos, cívicos y formales. Solo un 6% los asocian con alusiones a la Segunda Guerra Mundial.
El 54% confiesa su admiración por la primera economía europea. En gran parte, debido a su poder comercial y exportador. Un 57% declara que Alemania le inspira curiosidad. Las personas de tendencia conservadora son más favorables que las de izquierdas. Pero las dos terceras partes de los encuestados indica que Alemania no le despierta especial simpatía.
En realidad, el 80% dice que está poco o nada informado sobre Alemania. Y llama la atención que lo que menos se aprecie sea la cultura y la gastronomía. La gran distancia la marca el idioma. Solo un 1% de los españoles que han participado en el sondeo afirma que habla y entiende bien alemán.
La mayoría ni viviría ni estudiaría allí, si bien muchos españoles, especialmente jóvenes, emigraron con la última crisis financiera. Y Alemania sigue necesitando mano de obra.
El mayor defecto, el egoísmo
Las relaciones actuales entre Madrid y Berlín gozan de buena salud. Solo son mejores con Portugal. Este hecho lo confirman tanto la embajadora Gosse como el informe. Recientemente ha tenido la cumbre en la que han participado los dos gobiernos y la Feria del Libro de Francfort tuvo a España como invitada especial. La Presidencia española de la UE también servirá para estrechar lazos. Como decía la embajadora a El Independiente, "tenemos un fondo muy europeo y sobre esa base trabajamos".
Resulta curioso que los españoles creemos que tenemos mejor nivel de vida y mejor producción cultural que los alemanes: solo en el País Vasco creen que se vive mejor en Alemania. En Andalucía no cambian su sol y sus molletes por la cerveza y los Bretzel.
Lo que trasladan los encuestados como el mayor defecto de los alemanes es el egoísmo, o falta de solidaridad. Probablemente sigue en el inconsciente colectivo la política de austeridad defendida por Alemania en la crisis financiera y sus críticas al derroche de los países del Sur, aunque ha mejorado la percepción de ese egoísmo en unos diez puntos.
Es curioso que se percibe a Alemania como una potencia en la UE y se aprecia su liderazgo pero hay cierto resquemor hacia ese control. Es un hecho que suele repetirse: se demanda a la República Federal que lidere pero cuando lidera se critica. No hay conflictos históricos pendientes, y eso también pesa a favor de la relación, a la que falta cercanía emocional. La ex canciller Angela Merkel era una figura muy apreciada. Uno de sus últimos actos en el cargo tuvo lugar en el monasterio de Yuste, cuando recogió el Premio Carlos V. El actual canciller, Olaf Scholz, es menos conocido. Merkel estuvo 16 años en el poder y Scholz apenas lleva más de un año. "Necesita tiempo este nuevo gobierno", dice Gosse. Aún es pronto, es una nueva era.
"En España hay cosas que funcionan mejor. No somos tan buenos", ha concluido con esa autocrítica tan alemana la embajadora. "Lo que me frustra más es que haya falta de interés, y veo que en gran parte se relaciona con el idioma, que no es tan difícil". Curiosamente en España hay más colegios alemanes que en otros países vecinos. Quienes se han sumergido en la lengua de Goethe, en general, se quedan enganchados. Así que la cuestión es perder el miedo a las declinaciones, y pasar de la admiración al amor.
Como le ocurrió a John Kampfner, autor de Por qué los alemanes lo hacen mejor (Capital Swing), director ejecutivo de Chatham House y ex corresponsal de Reuters y The Daily Telegraph en Bonn y Berlín. Para Kampfner lo más admirable de los alemanes es que están en permanente "estado de alerta moral" y son extraordinariamente fiables. Recuerda cómo la ex canciller Merkel respondió en una entrevista que lo primero que pensaba al escuchar la palabra "Alemania" era en "ventanas herméticas". El culmen de la fiabilidad y la eficacia. Como la Ley Fundamental, "el motivo más importante de orgullo nacional durante decenios". Gracias a esa Ley Fundamental, el sistema político se articula para favorecer el consenso.
Kampfner realiza un recorrido por la historia reciente de Alemania en el que no oculta su admiración por cómo se reconstruyó el país después de la Segunda Guerra Mundial, gracias al generoso Plan Marshall y con una tardía pero imprescindible revisión de la memoria. Y después cómo se realizó la unificación, un proceso con defectos, que ha dejado huella en el Este, pero que supuso un trasvase de unos dos billones de euros, sufragado con el llamado impuesto de solidaridad. ¿Algún otro país lo habría hecho mejor?
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