Miles de ciudadanos protestaron este martes en la capital de Georgia, Tbilisi, contra la intención de su gobierno de aprobar una ley que obligue a registrarse como "agente extranjero" a cualquier empresa u organización civil que reciba más del 20% de su financiación desde el exterior del país. Una ley que resulta inaceptable a ojos de la Unión Europea, y que sus críticos asemejan a una muy similar aprobada en Rusia en 2012, usada después para censurar a multitud de organizaciones de derechos civiles incómodas para el régimen de Vladimir Putin.

Las protestas, que se produjeron el mismo día que el Parlamento georgiano aprobaba la ley en primera lectura -tendrá que superar otros dos trámites hasta entrar en vigor- evolucionaron en choques con la policía antidisturbios que han dado la vuelta al mundo. En la imagen más viralizada, una mujer sujeta una bandera de la Unión Europea mientras recibe el impacto de un cañón de agua dirigido contra los manifestantes.

Los disturbios se saldaron este martes con más de 60 detenidos, entre ellos algunos políticos de la oposición. El gobierno georgiano defiende que la Policía recibió ataques con piedras y cócteles molotov y se vio obligada a disolver la concentración, que trató de irrumpir en el Parlamento. Hay nuevas protestas convocadas de forma indefinida.

Georgia está gobernada desde el año 2012 por la coalición de centro-izquierda Sueño Georgiano, fundada por el multimillonario Bidzina Ivanishvili, que construyó su fortuna durante la era de las privatizaciones en Rusia hasta regresar a Georgia en el año 2003. Aunque la coalición se fundó con un espíritu europeista, y el país pidió su integración en la Unión Europea en 2022, tras la invasión de Ucrania, los últimos movimientos del gobierno georgiano se han interpretado como favorables a la órbita del Kremlin.

Una postura poco popular en un país con un 85% de población que apoya la integración europea, y que sufrió en el año 2008 las guerras separatistas en Osetia del Sur y Abjasia, apoyadas precisamente por Rusia. Ambos territorios siguen a día de hoy en un limbo legal, el gobierno no los controla y han provocado miles de desplazados internos en el país. Georgia, pese al rechazo de su población a la invasión, ha sido muy reticente a apoyar las sanciones internacionales contra Moscú.

La presidenta de Georgia, Salome Zourabichvili, apoyó este martes a los manifestantes desde Nueva York, donde se encuentra de viaje oficial, y aseguró que vetará la ley cuando pase por su mesa. No obstante, el Parlamento tiene capacidad para ignorar ese veto. El primer ministro Irakli Garibashvili aseguró que la norma es legal y que el gobierno seguirá adelante con su plan pese a la amenaza de más protestas en Tbilisi, donde también gobierna Sueño Georgiano a través del alcalde Kakha Kaladze, exfutbolista e histórico defensa del AC Milan, entre otros equipos.

Además, la situación política en el país es muy tensa por el encarcelamiento del expresidente Mijail Saakashvili, por cargos de corrupción, y que según organizaciones internacionales corre el riesgo de morir en prisión por el deterioro de su estado de salud.

Reacción europea contra la ley georgiana

La posible aprobación de la nueva ley de agentes extranjeros, que la población ve como una coartada para arrinconar a organizaciones civiles, ha despertado una profunda preocupación en Bruselas. "Es un paso muy negativo para Georgia y su gente", ha dicho este miércoles el Alto Representante europeo y exministro de Exteriores español, Josep Borrell. "Esta ley es incompatible con los valores y estándares de la Unión Europea. Va contra el objetivo de Georgia de unirse a la UE, tal y como apoyan la gran mayoría de sus ciudadanos. Su aprobación final podría tener serias repercusiones en nuestras relaciones", ha añadido.

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, también ha mostrado su indignación por los acontecimientos de las últimas horas. "Muy preocupado por los acontecimientos en Georgia. El derecho a la manifestación pacífica es el centro de cualquier democracia. La adopción de la ley de 'influencia extranjera' no es compatible con el camino europeo que la mayoría de la población en Georgia desea", ha escrito el dirigente comunitario.