“Tener en la mano la llave de la democratización del Reino alauí y esgrimirlo ante el sufrido pueblo marroquí bien podía valer apostar por la autonomía”, le sugirió hace más de dos décadas Bernabé López García a uno de los líderes del Frente Polisario. El reputado arabista, uno de los mayores conocedores españoles de la otra orilla del Estrecho, sostenía que los saharauis podrían convertirse en “los almorávides del siglo XXI”, contribuyendo a refundar Marruecos.
La respuesta del dirigente saharaui al órdago no resultó menos contundente: “No nos pidas, Bernabé, que seamos los sacrificados de la transición marroquí cuando ya fuimos los sacrificados de la transición española”. “En línea con lo que ha sido el planteamiento saharaui desde siempre y que he calificado en más de una ocasión de 'fundamentalismo refrendario'”, advierte López García (Granada, 1947) en “Sáhara, democracia y Marruecos. ¿Es posible una reconciliación?”, publicado recientemente por la editorial Icaria. Una obra que aboga por la democracia como “la clave de la solución del dossier del Sáhara” y el diálogo franco entre las partes en liza tras 47 años de sufrimiento y huida hacia delante, en una coyuntura marcada por el giro del Gobierno español en el conflicto.
Pregunta.- Se cumple precisamente un año del cambio de posición del Gobierno español en el contencioso del Sáhara Occidental. ¿Ha contribuido en algo el giro a la resolución del conflicto?
Respuesta.- Si se analiza bien, es un poco más de lo mismo. Ha dado la imagen de perder la neutralidad falsa que tenía antes. Yo creo que Sánchez ha pensado que le ha venido bien a él para llevarse bien con Marruecos, pero que le pueda venir bien al conflicto está por ver, porque ha endurecido más la posición de las partes y ha provocado en Argelia la ruptura diplomática. No ha generado una dinámica de diálogo y debate que hubiera sido muy positiva. Lo cierto es que los problemas con Marruecos no han cesado porque, encima de todo, ha venido luego el drama de Melilla y de la valla.
Dentro del partido de Sánchez hay personas como Zapatero, Bono o Moratinos que, en lugar de pasar mensajes a Marruecos favoreciendo el aperturismo, son complacientes y hablan de que es el mejor país africano
P.- ¿Cómo es posible que dos países fronterizos, uno democrático y otro autocrático, puedan estar unidos en la defensa de la tragedia de Melilla?
R.- Es un contrasentido. Sánchez y Grande-Marlaska han quedado a la altura de una zapatilla. Quizás piensan que el tema pasará y que al fin y al cabo estos murieron en la valla igual que otros murieron en el Estrecho y la causa es la misma. Lo ven como daños colaterales. Es lamentable pero forma parte de la hipocresía inmensa que no es solo el Gobierno español sino toda Europa en el tema de la inmigración.
Nos seguiremos llevando bien con Marruecos, pero nadie le habrá pasado a Marruecos un mensaje de que en su mano tiene posibilidad de hacer gestos. Tiene presos de Gdeim Izik injustamente encarcelados. Hay algo muy negativo y triste y es que dentro del partido de Sánchez haya personas como Zapatero, Bono o Moratinos que, en lugar de pasar mensajes a Marruecos favoreciendo el aperturismo, son complacientes y hablan de que Marruecos es el mejor país africano y el mejor vecino que podíamos tener. Es evidente que con un vecino democrático nos iría mejor.
P.- ¿Por qué los mayores apoyos a Rabat se encuentran en el PSOE?
R.- No estoy del todo de acuerdo con que el lobby marroquí está en el PSOE. Primero, es que no hay un lobby pro marroquí. En España no se ha sabido crear nunca. Los intentos del comité Averroes fueron un fracaso. Marruecos juega a llevarse bien con los gobiernos pero le iría mejor si pensara en cambiar su imagen ante el pueblo español. Marruecos podría lograr que no se centrara la información en lo negativo para que pueda haber avances sociales más allá de la mudawana (código de familia en Marruecos) en 2003, que está ya muy lejos. Mejoró la situación pero sigue habiendo matrimonios por debajo de la edad legal ni la igualdad de la mujer no se ha conseguido.
Marruecos juega a llevarse bien con los gobiernos españoles pero le iría mejor si pensara en cambiar su imagen ante el pueblo
P.- ¿Hacia dónde va este Marruecos actual?
R.- Las ausencias del rey son imperdonables porque demuestran, entre otras cosas, una fatiga y una desgana que lo deja todo en manos de los que gobiernan efectivamente.
P.- Y aún, con esa ausencia, es un país que es capaz de ganar partidas en la escena internacional...
R.- Se las gana para los regímenes europeos, parando la emigración y cometiendo la aberración de Melilla, en la que hay responsabilidades múltiples y a lo mejor hay más torpeza que culpabilidades, que empiezan no en la valla, sino en el Gurugú y en la torpe desarticulación de la concentración de migrantes que va a seguir de una manera u otra.
P.- ¿Cómo se podría resumir este último año en las relaciones hispano-marroquíes?
R.- El mensaje es que hay que llevarse bien con Marruecos. El problema está en que se puede encontrar un equilibrio más digno, que no es exactamente el que en el momento actual se tiene.
Uno de los problemas del Polisario es el paraguas argelino. Hacer cambiar de posición a Argelia sería tocar una seña de identidad
P.- ¿España ha dado sensación de sumisión a Marruecos?
R.- Ante la opinión pública española y marroquí, evidentemente que sí. En Marruecos los medios del poder han exagerado la capacidad que tienen de marcar la agenda pero es cierto que de alguna forma la están marcando en la medida en que no se terminan todavía de ver las contrapartidas que puede haber habido en esa relación sólida que el propio Mohamed VI viene planteando desde agosto de 2021.
P.- El regreso de la misma embajadora a Madrid, tan conocida por sus declaraciones incendiarias, no ayuda...
R.- Se le podría haber retirado el plácet, pero, dado como estaban las cosas, mejor que venga esta amiga del rey, que hace un trabajo absolutamente nulo desde mi punto de vista.
P.- Queda la duda de si, a cambio de la cesión española sobre el Sáhara, Marruecos renunciará a la reivindicación de Ceuta y Melilla...
R.- Yo apostaría por una gibraltarización de Ceuta y Melilla, que sigan reivindicando esto pero dándose cuenta de que ceutíes y melillenses, como los gibraltareños, están a gusto en su tierra y en las condiciones que tienen. Si los partidos políticos marroquíes ladran, que ladren, mientras no muerdan. Rabat no va a reconocer nunca que Ceuta y Melilla son españolas. Lo inteligente sería hablar de ello con España y que no se jugara a la avestruz. Ceuta y Melilla podrían ser factores de desarrollo de la zona. Si no se revierte la situación actual con la carta de Sánchez habrá sido un fracaso.
P.- El tema central aquí son las aduanas de Ceuta y Melilla...
R.- La propia celebración de la RAN (Reunión de Alto Nivel España-Marruecos) contra viento y marea demuestra que las relaciones están aseguradas por una temporada. No se ha concretado la idea de que pudiera abrir esa aduana en Ceuta, que se veía como la contrapartida. Se han dado ciertos pasos. Hay un compás de espera, que está siempre presente en los lazos entre los dos países. El desplante que, para algunos, ha sido la ausencia del monarca no es nuevo. Rajoy tuvo que tomar un vuelo para encontrarse con él.
Una salida que escape de la intransigencia de referéndum autodeterminación o nada y de la integración pura y simple
P.- En el litigio del Sáhara Occidental insiste en la falta inteligencia de ambos bandos...
R.- En 1999, con la muerte de Hasán II, se plantearon esperanzas de cambios en Marruecos y, entre otras cosas, de enfocar la cuestión del Sáhara de una manera más inteligente por una y otra parte, es decir, menos intransigente e ir hacia una solución negociada. El que por entonces se estaba planteando en el Plan Baker y todavía no se había definido y concretado. Aún así, estaba James Baker tratando de hacer mediaciones en ese campo y había habido negociaciones en el año 96 entre los líderes del Polisario. El hermano del fundador Uali y el mismo Brahim Ghali, participó en una reunión con el actual Mohamed VI, entonces príncipe heredero, en Rabat.
Una reunión donde estuvieron hablando de autonomía y regionalización. Era el tiempo en que el ministro del Interior marroquí, él llamémosle sanguinario Driss Basri, que participaba en la reunión, pues era el que llevaba en mano el tema del Sáhara y proyectaba por entonces una cierta regionalización en Marruecos, en línea con lo que Hasán II pretendido delegar a su hijo en Marruecos, el Marruecos de los lander. El Polisario estuvo hablando. Es una tercera vía que viene de antiguo. El planteamiento de buscar una salida que escapara de la intransigencia de referéndum autodeterminación o nada. Y del otro lado de la integración pura y simple.
El plan de autonomía para el Sáhara no es realista teniendo en cuenta las condiciones actuales de Marruecos
P.- Cuando habla de una tercera vía, entiendo que no le convence el actual plan de autonomía que plantea Marruecos...
R.- No me convence en el sentido de que no puede ser realidad teniendo en cuenta las condiciones actuales de Marruecos. Para que fuera una propuesta realista haría falta la garantía que sólo proporciona un régimen democrático.
P.- ¿Cuánto se separa esa tercera vía que plantea del plan de autonomía?
R.- El plan de autonomía habla de una amnistía. Lo que lo que plantearía sería que hubiera garantías internacionales y garantías en el propio régimen de que aquello es creíble. Al fin y al cabo el problema está en la palabra creíble. No es creíble que el régimen actual hable de autonomía, porque no cabe una autonomía si no existe una descentralización efectiva, si no hay una participación efectiva de la población. Hoy día la población del Sáhara tiene cuatro quintas partes que no son saharauis de origen. Muchos de ellos ya han nacido ahí, puesto que llevan más de más de 20 años viviendo allí y hay generaciones nuevas que han nacido en ese territorio. Son habitantes del Sáhara, pero no nos podemos olvidar de que hay una buena parte, difícil de censar, en Tinduf. La clave está en poder volver en condiciones ofrecidas de dignidad y que no significara la humillación de tener que reconocerse como súbdito de una majestad que no admite realmente la ciudadanía de sus propios habitantes. Ahí es donde radica el asunto.
P.- ¿Qué concesiones tendrían que hacer ambas partes?
R.- El Frente Polisario debe negociar, sentarse a negociar sin condiciones, es decir, partiendo como base de partida del plan de autonomía, que no está tan mal. Si lo lees a la luz de lo que en Marruecos ha ocurrido después, lógicamente se te cae de las manos. Pero cuando en 2007 planteaba las cosas que planteaba; hablaba de parlamentos elegidos; de un presidente de la región elegido democráticamente. Hoy que ha habido regionalización que llaman avanzada después del 2011, hay parlamentos; son elegidos únicamente por la gente que vive allí, pero con tal grado de coerción y manipulación y con tanta falta de libertad que efectivamente no resulta creíble. Según la ley de regionalización, la última palabra en los parlamentos regionales la tiene el gobernador civil que es elegido desde Rabat, lo cual desnaturaliza absolutamente la capacidad de autonomía que pretende la ley. En 2007 era un momento en donde Marruecos no había llegado al nivel de involución que tiene ahora. Efectivamente, en los últimos años, por lo menos una década, quizá más, las esperanzas del comienzo del reinado de Mohamed VI se truncaron poco después de 2007, cuando se plantea la autonomía.
La democracia acabaría naturalmente con privilegios de una casta pero daría una imagen del país que Marruecos necesita
P.- ¿Cuáles son las razones del fracaso de esas esperanzas?
R.- Depende simplemente de la orientación política que se ha dado, de en qué manos está el majzén y qué temores tienen de lo que la participación política supondría. Cuando estalla la Primavera Árabe y surge el movimiento del 20 de febrero, se ve claramente: no ponen en cuestión la monarquía ni a Mohamed VI, pero sí a su secretario personal y sí a su a su íntimo amigo, que al fin y al cabo sigue hoy día en las comandas junto a los servicios de seguridad.
P.- Pero, lejos de ese entendimiento, lo que observamos hoy es una política exterior marroquí muy agresiva, con el expansionismo siempre presente...
R.- Pero se trata de puro cortoplacismo, de una interpretación de que las cosas van a ir así bien siempre. Hay una realidad social, económica y política complicada que puede en un momento determinado dar marcha atrás. Tanta euforia, cuando se compruebe que no es más que farfolla para jalear un poco a las masas y no haya las esperanzas que se necesitan en sanidad y en nivel de vida y precios y se siga viendo la arrogancia de que el primer ministro siga siendo el gran petrolero del país. Esa euforia puede costar cara. Ojalá hubiera quien pudiera pasar el mensaje a la más alta autoridad que está demasiado ausente y que se fía demasiado de este cuadrilátero porque lo deja en sus manos, que piensa que la democracia no es dañina. La democracia acabaría naturalmente con privilegios de una casta pero daría una imagen del país que Marruecos necesita. Ahí es donde critico a los líderes del Polisario por esa intransigencia de no sentarse a hablar.
P.- La situación interna es muy compleja, con corrupción, subida de precios y abismos sociales...
R.- Esa es la bomba de retardo que de alguna manera Marruecos teme. Y cree que castigando a periodistas o intelectuales críticos se traslada un mensaje a la mayoría de la gente que pueda de alguna forma indisponerse de que se callen. Marruecos no tiene la varita mágica para resolver los problemas sociales. En la élite política no tengo gran confianza. En la élite económica y social solo falta una coyuntura más favorable.
P.- ¿A quién beneficia esta parálisis de décadas?
R.- A los mandatarios del régimen en Marruecos, sin duda, porque creen que con esto de dar un largo plazo es tiempo que ganas y a lo mejor se consigue un consulado más de algún otro país americano o africano o alguna islita del Pacífico. Por parte del Polisario tendría que pensar si en la camarilla que domina y que no vive tan mal, sobre todo los que viven en Argel o puestos internacionales o incluso en las comunidades autónomas españolas. No viven en el día a día de los campamentos, que es lo que a mí me parece que debería ser lo prioritario. No se puede mantener otros 45 años a esa población en los campamentos. El Sáhara no es solo desierto sino 1.200 kilómetros de costa y esa población que vive en Tinduf no ha visto nunca el mar. Hay que darle una salida digna. Abraham Serfaty planteaba la idea de una solución sin vencedores ni vencidos y apoyaba de alguna forma una forma de autonomía, pero en un régimen de libertades y de Estado de derecho.
P.- En ese planteamiento, los saharauis parecen condenados a ser los que más ceden...
R.- Renunciar a la autocracia como manera de gobernar después de un incidente como el de Hirak en Alhucemas y liberar de las cárceles a todos los prisioneros saharauis y rifeños además de intelectuales como Maati Monjib o periodistas como Omar Radi son renuncias importantes, la vistas como la vistas. En España tenemos el ejemplo de Adolfo Suárez, que fue haciendo todas las concesiones sobre la marcha pero aparentemente allí no hubo ningún cambio aunque fuera gigantesco. Ahí es donde Marruecos se equivoca profundamente. En mis conversaciones con líderes del Polisario siempre les he invitado a que vieran el ejemplo de Comisiones Obreras practicando el entrismo dentro de dentro del régimen, dentro de los sindicatos verticales. Aceptar discutir y hablar de dignidad para la vida y trabajo, los derechos de los saharauis que viven en Tinduf; amnistía plena para todos los saharauis víctimas de la represión; y libertad para defender también, como hacen los partidos independentistas en la España de hoy la independencia. Se trataría de aplazar la utopía.
Y el Partido Comunista español es otro ejemplo: en un momento determinado pacta con el régimen que acepta la bandera monárquica y acepta la monarquía a cambio de las libertades plenas sin privarle que en su sueño utópico siga defendiendo la República como el mejor sistema. A veces me pregunto qué supondría ese paso dado por el Polisario. A quien peor sentaría sería a los defensores del Polisario en Asturias, en Madrid, en España y en algunos otros países europeos, más que a sus propios saharauis, porque es que están deseando que haya algo bueno.
P.- La vieja guardia del Polisario sigue llevando las riendas de la organización. ¿Cuáles son los motivos de este continuismo?
R.- La cúpula no debe fiarse de la posibilidad de una deriva radical que puede hacerle perder la confianza o buscar una vía alternativa. A la vieja guardia le sigue sentando muy mal la gente que quiere hablar de otras vías. Otro de los problemas es el paraguas argelino. Hacer cambiar de posición a Argelia sería tocar una seña de identidad. El régimen de Tabounne ha ido más lejos si cabe que Buteflika, pero se halla arropado por la coyuntura internacional del precio del gas. Argelia sólo ha negociado en etapas en las que los hidrocarburos estaban por los suelos y en plenas revueltas sociales como las del 1988.
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