La soberanía territorial del Sáhara es el termómetro que mide las relaciones de Marruecos con otros países. Para el rey Mohamed VI es una cuestión prioritaria. El gobierno de Sánchez, el que más se acerca a las tesis marroquíes en toda la Unión Europea en la cuestión del Sáhara, tras el giro expresado en la carta conocida el 18 de marzo de 2022, se ha convertido en el gran defensor de la causa de Mohamed VI en Bruselas y Estrasburgo. Es lo que explica que su partido, el PSOE, vote en contra de una resolución del Parlamento Europeo denunciando los abusos contra la libertad de prensa en Marruecos o que no acuda a la Comisión Europea para que se respete a Ceuta y Melilla como frontera comunitaria.
Marruecos confía en que el gobierno de España, que ejerce la Presidencia rotatoria del Consejo Europeo en el segundo semestre del año, avale sus tesis en todos los ámbitos. Uno de los retos será buscar una salida en el contencioso judicial sobre los acuerdos pesquero y agrícola, a propósito precisamente del Sáhara Occidental. Salvo sorpresas, se confirmará la nulidad de los acuerdos. Será un escollo muy complicado para Madrid, beneficiada por el actual acuerdo, y para Rabat.
Una vez que Donald Trump, ya presidente saliente, reconoció la marroquinidad del Sáhara el 10 de diciembre de 2020, se abría la oportunidad para que otros países siguieran esa estela. En la primavera de 2021 se desencadenó una crisis entre Madrid y Rabat debido a que el gobierno de Sánchez, con la ministra Arantxa González Laya en Exteriores, permitió la entrada del dirigente del Polisario Brahim Gali para recibir tratamiento en España por el Covid que padecía. El 15 y 16 de julio Rabat provocaba una crisis migratoria: unas 10.000 personas entraron esos días en Ceuta con la permisividad de Marruecos. Entonces la Comisión Europea fue contundente con el mensaje de que Ceuta era frontera europea, como dijo el comisario Margaritas Schinas, y Marruecos comenzó a colaborar en la vuelta de los que habían cruzado.
Quedó claro que la Comisión Europea respaldaba a España y no iba a permitir a Marruecos utilizar la migración como arma arrojadiza. Sin embargo, como denuncia el eurodiputado del grupo Renew Jordi Cañas, el gobierno de Sánchez no está reclamando en Bruselas que Rabat cumpla con lo prometido en Ceuta y Melilla. Marruecos utiliza la estrategia de la asfixia económica de estas ciudades porque de facto no reconoce que sean parte del territorio español.
Todo tiene un límite y no se pueden poner en juego los derechos de ceutíes y melillenses"
jordi cañas, eurodiputado de renew europe
“Estamos preocupados por el futuro de Ceuta y Melilla. El Gobierno de Sánchez no ha aprovechado la puerta que se abrió para España que puede acudir a la Comisión Europea si Marruecos no cumple con la apertura de aduanas y el control de fronteras”, señala Cañas, que promovió una resolución sobre el asalto a Ceuta. “Marruecos tiene sus armas (inmigración, control de fronteras y yihadismo) pero nosotros tenemos varios ases en la UE como los acuerdos preferenciales. Todo tiene un límite y no se pueden poner en juego los derechos de ceutíes y melillenses. Es una frontera de la Unión Europea”, añade el eurodiputado de Ciudadanos.
El objetivo de Albares
La crisis diplomática con Rabat se llevó por delante a la ministra de Exteriores, Arantxa González Laya en julio de 2021. Uno de los objetivos de su sucesor, José Manuel Albares, era restablecer la relación con Marruecos, lo que ha logrado a costa de concesiones históricas. Rabat no se lo puso fácil: el 18 de marzo se divulgó una carta, con fecha del 14 de marzo, en la que reconocía la propuesta marroquí de autonomía, presentada en 2007, como "la base más seria, creíble y realista". Ni sus socios de coalición, ni la oposición, ni vecinos afectados como Argelia, ni los socios de la Unión Europea, tuvieron constancia de la carta hasta que la reveló Rabat. Varias cancillerías europeas se quedaron estupefactas. Tampoco fueron informadas.
Aludía la misiva al marco de la ONU, en lo que se escuda el gobierno español para justificar que no ha cambiado su posición, pero la fórmula empleada ("la base más seria, creíble y realista") va más allá que la suscrita por Alemania, por ejemplo, que se refiere a la propuesta marroquí como "una posible solución". Otros países como Bélgica y Países Bajos han optado por esa vía que es mucho más etérea. Incluso lo hizo Francia hace años, si bien ahora el presidente francés, Emmanuel Macron, se ha puesto de perfil y no quiere entrar en la cuestión. Macron es la nueva bestia negra de Mohamed VI.
Sánchez es el nuevo aliado, dispuesto a frenar a sus eurodiputados a la hora de reprender a Marruecos para salvar una Reunión de Alto Nivel (RAN), a principios de febrero, a la que Mohamed VI no asistió para quedarse en Gabón de vacaciones.
La Comisión Europea invoca a la ONU
Hace un año, la Comisión Europea dio la bienvenida a la normalización de las relaciones entre Madrid y Rabat, pero insistió en que hay que buscar “una solución política dentro del marco de la ONU”. Es decir, las dos partes tendrían derecho de veto. Es la respuesta que esgrimió entonces la Comisión Europea, y la que dio con más detalle el Alto Representante de Política Exterior y Seguridad, Josep Borrell, a preguntas de la eurodiputada Soraya Rodriguez.
“La posición de la UE sobre el Sáhara Occidental -que refleja la opinión común existente entre los Estados miembros de la UE- es apoyar plenamente los esfuerzos dirigidos por las Naciones Unidas (ONU) para un proceso político con vistas a alcanzar una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable a la cuestión del Sáhara Occidental, de conformidad con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, y en particular la Resolución 2602 (2021)”.
“La UE considera que todas las cuestiones relativas a la cuestión del Sáhara Occidental y a su estatuto deben abordarse, de conformidad con el Derecho internacional, en el marco de las negociaciones en curso bajo la dirección del Enviado Personal del Secretario General de las Naciones Unidas, Staffan de Mistura. El proceso dirigido por la ONU es de duración indefinida y su resultado final debe ser decidido por las partes de acuerdo con los parámetros de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU”.
Marruecos contaba con una cascada de reconocimientos de países europeos pero no se ha dado"
haizam amirah fernández, r.i. elcano
En todo caso, la política exterior es competencia de los Estados miembros en la UE. "Marruecos contaba con una cascada de reconocimientos pero no se ha dado. Alemania dijo que el plan de autonomía era una contribución importante. Pero ni siquiera la Administración Biden ha avanzado en lo prometido por Trump (ni consulado en Dajla, ni maniobras conjuntas y apoya que haya un nuevo enviado especial de la ONU", afirma Haizam Amirah Fernández, investigador principal en el Real Instituto Elcano.
Según Eduard Soler i Lecha, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Barcelona, "la cuestión del Sáhara no se discute a nivel europeo, pero sí se debate sobre la dimensión bilateral con Marruecos y Argelia. España ha participado de un movimiento europeo en el que varios países se han acercado a las tesis marroquíes. En el caso de España es fruto de una crisis bilateral que nos afectaba mucho. Hubo una negociación y a España se le pidió más que a Alemania, por ejemplo. A Rabat le habría gustado más la fórmula que empleó Trump, que reconoce la marroquinidad del Sáhara. España se refiere a la opción de Rabat como la que más opciones tiene de prosperar y se refiere al marco de la ONU".
Efecto en Argelia
Quienes tienen claro el cambio de posición son el Polisario y su aliado, Argelia, que reclamó explicaciones al gobierno de Sánchez sobre este giro pero no las ha recibido. También Rabat considera que hubo un cambio sustancial. El Gobierno de Sánchez ha enfurecido al Polisario, que ha cortado relaciones con el gobierno, y Argelia, un actor especialmente cotizado en tiempos de sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania por su riqueza gasística. El Alto Representante de Política Exterior y Seguridad, Josep Borrell, en su reciente visita a Argel a principios de marzo, intentó mediar para aplacar a las autoridades argelinas, pero no tuvo éxito. Los daños económicos a empresas españolas ascienden a unos 2.000 millones de euros. Son los grandes perdedores.
“España dio mucho a cambio de nada. El Magreb es una zona donde las relaciones se basan en la confianza y la credibilidad para superar las tensiones. Hemos dejado un espacio libre en Argelia y lo han ocupado los italianos, que han mejorado su balanza comercial. No se puede ser más desacertado. Algunos de los socialistas, como Odón Elorza, lo reconocen”, afirma Juan Ignacio Zoido, eurodiputado español del Partido Popular Europeo, miembro de la comisión de relaciones UE/Magreb y de Pegasus. Una delegación de la comisión Pegasus (el programa israelí de hackeo que habría utilizado Marruecos para espiar a varios gobiernos, como el francés y el español) visita España la próxima semana. No tienen previsto ir a Rabat en breve.
También Francia está prestando atención a Argelia, donde viajó la primera ministra con una delegación de 16 ministros, y Estados Unidos no quiere tampoco que se incline hacia Rusia y mantiene contactos relevantes como la reciente visita del viceministro para Seguridad Internacional y Control de Armas. La estabilidad en el Sahel también depende de Argelia.
La 'bomba' judicial
El momento es complicado por diversos factores. Uno de ellos viene de atrás. “Marruecos siempre ha tenido una política exterior marcada por su integridad territorial y al mismo nivel por mantener una relación estrecha con la Unión Europea. El 60% de su comercio exterior se da con la UE. Había un claro esfuerzo en sobresalir. Nunca habían tenido que elegir entre el papel de alumno modelo y la defensa de la integridad territorial. Ese problema surge con las sentencias de 2015 y 2016 del Tribunal de Justicia de la UE sobre los Acuerdos de Asociación que decían que no podían incluir el Sáhara Occidental como si fuera marroquí. Las autoridades marroquíes dieron prioridad a la integridad territorial”, señala Irene Fernández-Molina, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Exeter.
"Todas las sentencias refuerzan la misma posición: desde el punto de vista del derecho internacional, el Sáhara Occidental tiene un estatus diferenciado. Es un territorio no autónomo distinto de Marruecos y no se puede incluir sin mencionarlo", añade.
En septiembre de 2021 el TJUE volvió a incidir sobre esta cuestión con el fallo en ese sentido. Va a conocerse la resolución final de Casación sobre el acuerdo pesquero y agrícola, probablemente en el segundo semestre de este año, justo cuando España se haga cargo de la Presidencia rotatoria del Consejo Europeo. “Lo malo es que no hay plan B. Siempre se puede dejar que el tiempo corra y que siga vigente el acuerdo actual”, indica Irene Fernández-Molina. "Habrá que hacer control de años si cae en ese semestre la bomba de la sentencia", comenta Eduard Soler.
La visión desde Bruselas es que hay en España una debilidad institucional... Preocupa mucho en el Consejo y en la Comisión de cara al semestre de Presidencia"
José ramón bauzá, eurodiputado renew
Según el eurodiputado de Ciudadanos/Renew, José Ramón Bauzá, “para la Unión Europea la cuestión de los acuerdos comerciales es muy importante porque hay que encontrar alternativas y el acuerdo beneficiaba a España”. Para Bauzá, en un momento en el que se necesita más España, hay una ausencia y mucha debilidad. "La visión desde Bruselas y Estrasburgo es que hay una debilidad institucional, que se puso de manifiesto con la ausencia del rey en la RAN. Preocupa mucho a los países del Consejo y a la Comisión Europea qué va a hacer Sánchez porque España asume la presidencia en un año electoral. Marruecos es un país estratégico pero hemos de relacionarnos como adultos, y exigirle que cumpla con sus obligaciones”.
El Marruecosgate
Marruecos, después de años de ser considerado un alumno aventajado en el Magreb y en África, ahora afronta un problema reputacional serio, sobre todo, en el Parlamento Europeo. Los cimientos de la institución se han tambaleado por el Qatargate y el Marruecosgate, el mayor caso de corrupción y sobornos en años. Está en curso una investigación que afecta a los dos países y cómo movían sus hilos con pagos y regalos a diputados y asesores con el fin de hacer valer sus intereses.
La pieza clave en el caso marroquí es el ex diputado italiano del grupo de Socialistas y Demócratas Pier Antonio Panzeri, quien desde la Comisión de Derechos Humanos habría promovido posiciones favorables a Rabat a cambio de sustanciosos regalos como estancias en la lujosa Mamounia de Marraquech. En declaraciones a El Independiente, la ex eurodiputada socialista portuguesa Ana Gomes certificaba que Panzeri defendía la causa de Marruecos sobre el Sáhara Occidental y que era una persona muy cercana al entonces representante de Rabat en las negociaciones con la UE, Abderramin Atmoun, actual embajador en Polonia.
El caso de corrupción está más vinculado con Marruecos, que inició la trama. Pero a Rabat se le permite todo"
miguel urban, eurodiputado del grupo de izquierda unitaria / NGL
Según el eurodiputado español Miguel Urban, del Grupo de Izquierda Unitaria Europea/NGL, impulsor de la resolución del Parlamento Europeo sobre libertad de prensa, votada a finales de enero con el rechazo de los eurodiputados españoles socialistas, “el caso de corrupción está más vinculado con Marruecos, que inició la trama diez años antes que lo hiciera Qatar. Marruecos es quien construye la trama de compra de eurodiputados para incidir en el Parlamento Europeo. A Marruecos se le permite todo. Es un niño mimado por la política migratoria, el terrorismo, la cuestión comercial y la gestión geoestratégia. El Parlamento y la Comisión europea han cuidado históricamente a Marruecos”.
En las últimas dos décadas Marruecos no había recibido ninguna llamada de atención por el incumplimiento en cuestiones de derechos humanos del Parlamento Europeo, al contrario que otros países vecinos como Argelia, Túnez o Egipto. Pero el Marruecosgate ha irritado tanto al Parlamento Europeo que en la resolución se insta a Marruecos a “respetar la libertad de expresión y de prensa” y pide un juicio justo con garantías para los periodistas encarcelados, entre ellos Omar Radi, Souleiman Raisoouni, y Taoufik Bouchrine”, y se menciona la “preocupación” por las acusaciones de intentos de sobornos a eurodiputados, se aprobó con 356 votos a favor, 32 en contra y 42 abstenciones.
La presión de Rabat fue feroz: incluso enviaron una delegación de diputados días antes de la votación que incluía a dos diputados denunciados por corrupción. Los eurodiputados socialistas españoles se desmarcaron de su grupo y votaron en contra presionados desde Madrid. Solo la presidenta del grupo, Iratxe García, lo hizo a favor por coherencia con el grupo. “Hoy estamos escribiendo un poco de historia. Por primera vez en años, el Parlamento Europeo habla de la violación de Derechos Humanos por parte de Marruecos”, decía el socialista neerlandés Thijs Reuten. Sus compañeros españoles miraban al suelo. La RAN, a principios de febrero, estaba en juego. Al final, tampoco fue lo esperado a pesar de haberse sometido al dictado de Rabat. “La imagen de los socialistas españoles desmarcándose de su propio grupo refleja la soledad de Sanchez en su política hacia Marruecos”, apunta. Con ellos votaron en contra los eurodiputados de Agrupación Nacional, de Marine Le Pen.
Según Miguel Urban, “un año después de la inexplicable traición el gobierno de España, Marruecos nunca ha estado tan débil en Europa y sus instituciones. Y el gobierno español se mantiene en su posición de ser los únicos que apoyan a Marruecos. Con Francia las relaciones pasan el peor momento porque no sentó bien que les espiaran. El gobierno español ha reconocido que fue espiado y sigue con el apoyo incondicional a la autocracia marroquí. La pregunta es qué le debe Sánchez”.
Marruecos era el mejor alumno. Esa reputación exageradamente positiva se ha visto empañada por la acumulación de escándalos. En el Parlamento Europeo ha habido un punto de inflexión"
irene fernández-molina, profesora rrii en la universidad de exeter
La profesora Irene Fernández-Molina suscribe que Marruecos había sido hasta ahora “la niña bonita” de las instituciones en Bruselas. “Antes era imposible escuchar críticas hacia Marruecos. Siempre se ensalzaba el reformismo marroquí. Era el mejor alumno. Esa reputación exageradamente positiva se ha visto empañada por la acumulación de escándalos que han llamado la atención sobre las prácticas más dudosas que ha llevado a cabo ese país. En el Parlamento Europeo ha habido un punto de inflexión y seguramente se va a tratar de forma más critica a este país. No sé si eso alcanzará a la Comisión o el Consejo”.
De momento parece que en la Comisión Europea se impone el pragmatismo y se sigue tendiendo la mano a Rabat. A principios de año Borrell se vio con el jefe de la diplomacia alaui, Nasser Bourita, y también ha estado en Rabat el comisario de Vecindad y Ampliación, Oliver Varhelyi, este mes de marzo, quien se refirió a Marruecos como “un socio esencial para la Unión europea”. El comisario suscribió cinco proyectos de reforma por valor de unos 500 millones de euros, dedicados a la protección social, transición ecológica y empleo juvenil. Y esto ocurrió después de la resolución del Parlamento Europeo que desató la ira de Rabat que acusó al legislativo comunitario de injerencista y colonialista.
El Reino de Marruecos es un actor tan incómodo como estratégico para la Unión Europea. Según Eduard Soler, “lo que ponen en la mesa tiene un gran potencial desestabilizador: cooperación en materia antiterrorista, control de fronteras, por ejemplo. Lo que tiene la UE es un mercado, pero en ese sentido el interés es recíproco. A nivel de reputación, a Marruecos le interesa construir una narrativa como país reformista y abierto. Eso sí se lo puede dar la UE. Nos percibe dependientes. Marruecos se beneficia de que no haya alternativas en el Sur”.
Si no las hay, quizá hay que construirlas. O poner líneas rojas a nuestros socios para que sepan que no todo vale. Las instituciones europeas han respondido cuando afrontan pruebas de estrés como la pandemia o la invasión rusa de Ucrania. Si el que se salta las reglas se sale con la suya, nunca cederá. Lo hemos visto con Putin.
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