El jueves negro para Francia ya es una realidad. Este 23 de marzo, el país vivió fuertes protestas contra la reforma de pensiones del presidente Emmanuel Macron.
De acuerdo con las cifras de los sindicatos, las manifestaciones concentraron a 3.5 millones de personas. Aunque el Gobierno insiste en que los inconformes apenas superan el millón de personas.
París volvió a estar bajo el foco, tanto por la amplitud de la manifestación, 800.000 personas, según los sindicatos como por el caos que se formó por los manifestantes que quemaron basura cerca de la Opera de París y provocaron una gran llamarada. Pero los disturbios no se quedaron en la capital. En Bordeaux, los manifestantes incendiaron el ayuntamiento de la ciudad. También en Rennes, donde la policía utilizó dos cañones de agua para dispersar a los manifestantes. En Nantes, Lorient y Marsella, se presentaron escenas de guerrilla urbana.
“El vandalismo, sin ningún sentido”
El fuego fue extinguido por los bomberos, informa France Bleu, que especifica que el alcalde de Burdeos, Pierre Hurmic, llegó al lugar en compañía del prefecto de la Gironda Etienne Guyot para ver los daños. Según la prefectura, un hombre fue detenido.
El alcalde ecologista dice que está sorprendido y no entiende “por qué atacamos la casa de todos los habitantes de Burdeos”. “Es vandalismo, sin ningún sentido. Todos estamos extremadamente sorprendidos”.
Los disturbios provocan 149 agentes heridos y 172 detenciones
Los disturbios al margen de las manifestaciones provocaron heridas a 149 agentes y 172 detenidos, según los datos ofrecidos por el ministro del Interior, Gérald Darmanin.
En una breve comparecencia ante la prensa desde la Prefectura de París, donde acudió a seguir los incidentes que se desarrollaron en la capital, Darmanin señaló que la novena jornada de protestas contra la reforma de las pensiones estuvo marcada por una elevación de los actos violentos.
Aunque insistió en que la mayor parte de los manifestantes, 119.000 según sus cifras, 3,5 millones según los sindicatos, eran pacíficos y agradeció el civismo de las organizadores de trabajadores.
El ministro denunció los ataques a edificios públicos, como una comisaría en Lorient o el Ayuntamiento de Burdeos, cuya entrada fue incendiada, así como varios comercios en la capital, donde se registraron algunas de las imágenes más impresionantes.
Señaló que las autoridades registraron 140 incendios en la capital, de los que medio centenar siguen en curso, la mayor parte de ellos aprovechando mobiliario urbano o las montañas de basura acumuladas en las calles tras dos semanas de huelga de recogida.
Darmanin señaló que la policía considera que en París había unos 1.200 manifestantes violentos, que identificó en muchos casos con activistas de extrema izquierda, en su mayor parte jóvenes. Un millar de ellos siguen en las calles de la ciudad, lo que justifica un gran despliegue policial.
Señaló que están analizando las imágenes de las cámaras de vídeo-vigilancia de la policía y de las calles para tratar de identificarlos y que ha dado instrucciones para poder llevarlos ante los tribunales.
El ministro aseguró que se trata de la sexta jornada de manifestación que acaba con disturbios y aseguró que "la violencia no será tolerada".
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