El fantasma de una "invasión" de migrantes, después de tres días consecutivos en los que llegaron mil personas a las costas italianas, ha sido la excusa a la que ha recurrido esta semana el gobierno de Giorgia Meloni para decretar el estado de emergencia migratoria nacional durante seis meses. Con la pandemia muchos Estados invocaron esta medida, un recurso asociado a catástrofes, epidemias o situaciones excepcionales, que requieren iniciativas extraordinarias. En realidad, es un "todo vale" para frenar las llegadas. Este paso sienta un peligroso precedente en Europa.
En el polo opuesto estaría la acogida dispensada a los 5,5 millones de refugiados ucranianos que viven un año después del inicio de la invasión rusa en diversos países de la Unión Europea. Nadie hablaría de "invasión", ni siquiera los miembros del gobierno de Meloni, que ha acogido a unos 150.000. Es una demostración de cómo se puede gestionar de forma conjunta la ayuda a quienes huyen de la guerra, la violencia o la extrema pobreza.
En su primer encuentro a solas y cara a cara, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en las antípodas ideológicas, coincidieron en resaltar que "la inmigración irregular es un problema europeo que requiere soluciones europeas". En estos términos se ha referido a la cuestión varias veces la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Sin embargo, el nuevo Pacto de Migración y Asilo, que España confía en impulsar durante la presidencia del Consejo de la UE en el segundo semestre, se enfrenta al problema de la falta de solidaridad europea en los repartos. El gobierno italiano ha decidido endurecer las medidas sobre migración como forma de presión a la Unión Europea. Nada indica que Meloni informara a Sánchez sobre sus planes.
Según el Ministerio del Interior, han llegado a Italia 32.769 migrantes a fecha del viernes 14 de abril, la mayoría rescatados por buques militares o embarcaciones ligadas a ONG. Son cuatro veces más que el año pasado. Y con el buen tiempo se incrementan las llegadas. A ese ritmo podrían superarse los 120.000, según el Instituto per gil Studi di Politica Internazionale (ISPI), lejos de datos atribuidos a los servicios secretos que rondarían los 700.000.
A estos datos se han aferrado las autoridades italianas, para aprobar el decreto, encaminado a "reducir la congestión" en Lampedusa, con un centro permanentemente atestado; abrir nuevas instalaciones de repatriación, uno en cada región; nombrar un comisionado especial; y dedicar cinco millones de euros al control migratorio.
Italia es absolutamente incapaz de gestionar mil llegadas diarias. Es fundamental que Europa actúe e intervenga"
matteo salivini, líder de la liga
El impulsor, Salvini
Quien está detrás del recurso a la emergencia migratoria es Matteo Salvini, actual ministro de Transportes e Infraestructuras, que impulsó como titular del Interior en 2018 y 2019 acciones antimigratorias por las que aún ha de responder en los tribunales.
Bloqueó el desembarco en puertos a barcos humanitarios. Ello Musumeci, ministro de Protección Civil y Políticas Migratorias, ha propuesto la medida, en coordinación con el titular de Interior, Matteo Piantedosi, quien fuera jefe de gabinete de Salvini.
"No es una medida justificada porque si bien ha habido un aumento de las llegadas por mar en los primeros tres meses de 2023, hubo flujos similares en 2015. Son datos altos pero es una realidad estructural en Italia. Además, el año pasado no se había recuperado la movilidad internacional. Hay otros países como Alemania, que reciben más migrantes y refugiados, y no recurren al estado de emergencia", afirma Francesco Pasetti, investigador principal del área de Migraciones de CIDOB.
De hecho, el número de extranjeros en Italia se mantiene en torno a los 5,5 millones desde 2014. Como dice en Le Grand Continent, Matteo Silva, investigador del ISPI, "la invasión ni se dio ni se da ni se va a dar".
Es una medida con alto valor simbólico que tendrá consecuencias prácticas. Puede traducirse en vulneración de derechos"
francesco pasetti, cidob
"Es una medida con alto valor simbólico que tendrá consecuencias prácticas. Por un lado, responde a la politización del asunto migratorio por parte de Salvini y de Meloni. Anticipa un giro hacia posiciones más restrictivas. El siguiente paso puede ser la abolición de la protección especial que se da desde 2020. En términos prácticos permite menos controles, más recursos y rapidez ejecutiva. Puede traducirse en una vulneración de derechos", añade Pasetti.
Prueba de que el decreto tiene el sello de Salvini son sus declaraciones. "Italia es absolutamente incapaz de gestionar mil llegadas diarias. Es crucial que Europa despierte e intervenga".
Como anticipa Pasetti, el partido de Salvini, la Liga, ha presentado una enmienda al decreto para acabar con el estatus de “protección especial para los solicitantes de asilo”, que se debatirá la próxima semana. Este estatus se otorga desde 2018 a migrantes a los que no se reconoce como refugiados y así tienen amparo legal. Salvini dice que tiene “efecto llamada” y produce saturación en los tribunales, pero de derechos humanos el dirigente ultranacionalista no habla.
También consideraba Salvini que las ONG que atienden los rescates en el mar contribuyen a que haya más personas que pretendan probar suerte. Así justificó la criminalización de las ONG mientras fue ministro del Interior, cuando bloqueó desembarcos y persiguió sus intervenciones.
"Pero se comprobó que esta intervención no tuvo efecto en las llegadas. Que haya más ONG en el mar no tiene un efecto llamada. Los actores de empuje están en los países de origen: guerras, conflicto, desesperación, eso es lo que empuja a las personas a lanzarse al mar. Gobiernos como el italiano buscan culpables para no responsabilizarse de una mala gestión", señala Pasetti.
Según Salvini, "es hora de demostrar que existe una comunidad, una Unión, y que la solidaridad no es solo responsabilidad de Italia, España, Grecia o Malta. Mil llegadas al día somos incapaces de apoyarlas económica, cultural y socialmente", dijo el líder de la Liga.
En parte no se pueden gestionar ahora porque durante sus años en Interior se desmantelaron centros de recepción de migrantes y refugiados. El centro de Lampedusa está en permanente situación de emergencia y saturado. Sobre el papel, el decreto busca descongestionar esta instalación. A fecha del 31 de marzo, había en Italia 111.928 migrantes a la espera de destino.
Llamada de alerta a la UE
A juicio de Alberto Ares, director del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) en Europa, el decreto de emergencia migratorio aprobado en Italia “apunta al control migratorio, es decir, a repatriar a los migrantes, y a la vez es una llamada de alerta a la Unión Europea. En Italia buscan la bendición de Europa para controlar las fronteras y poder repatriar de forma más rápida”.
En Italia buscan la bendición de Europa para controlar las fronteras y repatriar de la forma más rápida"
alberto ares, sJR europa
Alberto Ares subraya que recurrir a medidas excepcionales para el control migratorio “pone en peligro los derechos de las personas migrantes, una población vulnerable que intenta llegar a Europa, procedentes de Estados fallidos, situaciones de violencia, guerra, hambre… En los centros de repatriación se va a generar una situación de opacidad”.
Es cierto que países como Italia o España sufren más presión migratoria por ser frontera, pero son frontera de la Unión Europea y por ello urge que se aborde la cuestión desde una perspectiva europea. "La Unión Europea ha sido incapaz de ponerse de acuerdo en una redistribución de los migrantes entre sus Estados miembros. Hasta ahora solo se ha puesto de acuerdo a la hora de aumentar el gasto en frontera y externalizar el control migratoria, es decir, pagar a los países de origen para impedir que se acerquen a Europa", señala el investigador del Cidob.
La labor, especialmente comprometida para los países que somos frontera, es doble, a nivel estatal y europeo, como indica Nuria Díaz, coordinadora estatal de incidencia en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). "Los Estados han de ser responsables para facilitar un desembarco y una acogida segura, y la UE ha de responder según el principio de solidaridad y responsabilidad compartida".
Según CEAR, en España la respuesta que se está dando "presenta retos en Ceuta y Melilla por la gestión de las llegadas. Allí se producen devoluciones en caliente, algunas de enorme violencia como lo sucedido el 24 de junio del año pasado. Hay que recurrir a herramientas como facilitar visados, tramitar el asilo en el exterior y desembarcos seguros y posteriores reubicaciones, aspectos que debería contemplar leal nuevo Pacto de Migración y Asilo. En el centro debería estar el derecho a la vida y el principio de derecho de no devolución".
Un reto para la Presidencia española
Confían en que la Presidencia española del Consejo de la UE "promueva un enfoque garantista de respeto a la vida y a los derechos humanos. Es una oportunidad para España. Lo contrario es la declaración de emergencia como ha hecho Italia".
Los Estados han demostrado en el caso de los refugiados ucranianos que se puede dar una respuesta eficaz y garantista"
nuria díaz, CEAR
Hay esperanza si nos atenemos a cómo ha abordado la Unión Europea la acogida de refugiados ucranianos. "Los Estados han demostrado que si hay voluntad política se puede dar una respuesta eficaz, garantista, que ponga en el centro a las personas", señala la responsable de CEAR. Coincide en este enfoque Francesco Pasetti, para quien “la solución pasa por un control europeo de la migración, que se asiente en la coordinación, la gestión y la solidaridad europeas. Lo hemos visto con los refugiados ucranianos, donde la respuesta ha sido rápida, eficaz, coordinada por parte de todos los actores involucrados”. Como instrumentos para vías legales y seguras apunta el asilo, los canales de movilidad laboral, el amparo familiar, el consejo educativo.
El jesuita Alberto Ares considera que nos estamos olvidando de que el foco no ha estar en las fronteras, sino dentro de las sociedades. "Somos sociedades envejecidas que necesitamos migrantes en el mercado laboral. No implementamos políticas inclusivas que ayuden a la cohesión social. Generamos más caldo de cultivo para la xenofobia. La sociedad española, por ejemplo, ha demostrado su gran capacidad para convivir. El 17% de la población ha nacido fuera de nuestras fronteras. Es el reto que hemos de encarar".
La gente muere en el Mediterráneo porque no hay otro canal si no tienes un visado"
francesco pasetti, cidob
Solo el 5% de las entradas en la UE corresponden con lo conocido como inmigración irregular. Y es la misma proporción en España. Si ponemos más trabas, solo habrá más muertes. "La gente muere en el Mediterráneo porque no hay otro canal si no tienes un visado", recuerda Pasetti.
La más reciente tragedia sucedió en Stecatto di Cutro, en Italia, donde por problemas de coordinación en el rescate murieron 93 personas, entre ellas más de 30 menores, el 26 de febrero. La playa de esta localidad de Calabria se transformó en un cementerio. Para evitar un nuevo drama el gobierno italiano cree que basta con declarar la emergencia y así generar un "efecto rechazo". No es la Europa de los valores que decimos defender al apoyar a los ucranianos en su lucha contra la invasión rusa.
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