Los cronistas chilenos hablan del "ciclón republicano" para referirse a la amplia victoria del ultraderechista Partido Republicano, liderado por José Antonio Kast (JAK), en la elección de los miembros del Consejo Constitucional. La polarización no es una novedad en Chile: ya la vimos en la segunda vuelta electoral en la que se enfrentaron Gabriel Boric y José Antonio Kast, en diciembre de 2021. Y lo que confirma esta consulta en las urnas es que la polarización sigue ahí y que la derrota de Kast frente a Boric no acabó con su trayectoria ni tampoco se evaporaron sus apoyos.
De los 50 consejeros constitucionales elegidos en las urnas este domingo, 23 serán del Partido Republicano (más del 35% del voto). Es decir, la ultraderecha de Kast consigue derecho de veto, al superar los dos quintos. En segundo lugar, quedó el oficialista Unidad para Chile con 16 representantes (28%). Y los conservadores lograron situar a 11 consejeros con un 21.4%. La derecha y la ultraderecha superan los tres quintos del Consejo Constitucional, aunque aún es pronto para saber si los conservadores tradicionales van a seguir la misma línea que los Republicanos. Es el segundo fracaso de Boric ligado a la Carta Magna, tras el rechazo de la propuesta constitucional de la Convención del pasado 4 de septiembre.
Ese giro a la izquierda que encarna Gabril Boric no se traslada en que los conservadores y ultraderechistas chilenos dejen de existir. Tampoco la victoria en las elecciones al consejo constitucional implica que Chile vuelve a confiar en un nuevo Pinochet. La realidad es más compleja. De hecho, en las constitucionales no se vota como en las generales: el voto de rechazo es mucho mayor.
Lo que resulta paradójico es que justo gane esta elección para reformar la Constitución una fuerza que prefería que se mantuviera la vigente, inicialmente promulgada en tiempos de Augusto Pinochet, pero reformada varias veces. De hecho, lleva la firma de Ricardo Lagos, del Partido por la Democracia.
Veamos las claves que pueden deducirse de los resultados del domingo en Chile:
La derecha se radicaliza
El sorpasso del Partido Republicano sobre los conservadores de Chile Seguro (UDI, Renovación Nacional, Evolución Política) confirma el liderazgo de José Antonio Kast en la derecha chilena. "Para Kast es una victoria porque se convierte en la referencia de la derecha. Y Boric se consolida en la izquierda. Es un escenario muy polarizado", señala Anna Ayuso, investigadora senior en el Cidob. Para los conservadores es una derrota, aunque terminen siendo fundamentales tanto para el oficialismo como para el Partido Republicano. "La cuestión es qué va a hacer la derecha moderada, la que votó a favor del cambio constitucional. Hay gente conservadora que rechaza el extremismo que representa Kast", añade Ayuso. Dentro del oficialismo, los mejores resultados corresponden al Partido Comunista, que supera al Socialista. La sindicalista Karen Alaya ha sido la más votada de la lista oficialista.
El Partido Republicano marca la agenda
¿A qué se debe el éxito del Partido Republicano? En primer lugar, sus votantes son más fieles. En segundo lugar, han logrado marcar la agenda. "Los principales puntos de la agenda política nacional se han orientado a la delincuencia, la inmigración masiva y el coste de la vida, aunque en Chile la inflación nada tiene que ver con la argentina. El debate sobre la Constitución dejó de tener importancia para focalizarse en la seguridad y el orden público. El partido de Kast lo interpretó bien y sus candidatos defendieron bien sus tesis", indica Miguel Ángel López, profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.
Al contrario que el voto conservador, el de izquierdas es menos fiel. "El voto de Boric es prestado, mientras que el de Kast siempre estuvo ahí. La izquierda se desmoviliza más rápido y las expectativas eran muy elevadas sobre el proceso constitucional. Sin embargo, la derecha chilena sabe lo que quiere, mientras que la izquierda no tiene un discurso sobre seguridad y delincuencia", explica Francisco Sánchez, director del Instituto de Iberoamérica en la Universidad de Salamanca.
El centro desaparece
La lista Todo por Chile, integrada por la Democracia Cristiana, el Partido por la Democracia y el Partido Radical, sufrió una derrota histórica, al no lograr ningún representante. Desde su fundación en 1957, la Democracia Cristiana siempre había logrado representación en las elecciones a las que se presentaba. Igual ocurría con el Partido por la Democracia, desde que fue creado en 1989. Desde 1912 el Partido Radical no quedaba tan mal parado. Su decisión de separarse del bloque oficialista jugó en su contra. El Partido Socialista se desmarcó y se unió al oficialismo y logró mejores resultados. "El elector ha apoyado a la derecha más recalcitrante. Es una debacle en el sistema de partidos", afirma Miguel Ángel López.
Fracaso del populista Todo por la gente
Franco Parisi, fundador de Todo por la gente, que quedó tercero en las elecciones presidenciales de diciembre de 2021, cosechó un sonoro fracaso al no conseguir ningún consejero constitucional. Obtuvo algo más de medio millón de votos. Parisi es personaje estrambótico pues vive en Estados Unidos y allí regresó incluso antes de conocer los resultados finales.
Uno de cada cinco votó en blanco o nulo
En Chile el voto es obligatorio, de modo que la abstención es mínima. Hay que hacer frente a cuantiosas multas en caso de no poder justificar la ausencia. De este modo, el voto de protesta se canaliza como voto en blanco o nulo. Por estas opciones se decantó el 20% de los chilenos convocados a las urnas. "La mayor parte de la población está preocupada por otros asuntos, no por la reforma constitucional", señala Miguel Ángel López. Para Anna Ayuso, "es un voto de protesta y no se sabe qué haría este votante en unas presidenciales".
El más votado: un profesor del Opus Dei
Jesús Silva, que se ha dado a conocer ampliamente en redes sociales como El profesor Silva, se declara muy cercano a José Antonio Kast. "Si JAK no estuviera en el Partido Republicano, yo tampoco estaría", dijo Silva, doctor en Derecho de 45 años y miembro numerario del Opus Dei. En la Región Metropolitana, logró el 18% de los sufragios. En 2021 optó como independiente a la convención constitucional pero quedó fuera por 300 votos. Silva se ha declarado partidario de una Carta Magna breve. En una entrevista en La Tercera, Silva lo dejaba claro: "Cuanto más diga la Constitución, más te limita. Cuando más extensa, más te amarra para el futuro. Las constituciones son leyes muy difíciles de modificar". También subrayó: "Si en la nueva Constitución quedara plasmado el derecho al aborto, lo rechazaría. Creo que no será así. Igual con la eutanasia... Me gusta otra cláusula que dice que la familia es el núcleo fundamental de la sociedad. Esa frase me importa mucho, porque nos defiende de una concepción individualista de la sociedad".
Hacia dónde va el proceso constitucional
Para el profesor chileno Miguel Ángel López, lo que indica este voto es que "la Constitución no será la gestora de cambios en la sociedad chilena, esa idea que se vendió para salir de la crisis en 2019". Como apunta Jesús Silva, será una Constitución minimalista, al contrario que el primer proyecto que era maximalista. "Los constitucionalistas han de hacer un buen trabajo porque ahora el Partido Republicano estará interesado en que el referéndum se supere. También a Boric le interesa para superar esta fase", apunta el profesor.
Qué hará el presidente Boric
En primer lugar, el presidente ha realizado un llamamiento al diálogo, a no cometer los errores del pasado. Reconoce que la izquierda se equivocó al querer diseñar una Constitución a su medida sin contar con otras sensibilidades. Y ha de seguir adelante con las reformas. "Boric tiene pendiente la reforma fiscal, que es la que puede darle capacidad de hacer políticas públicas. Hay una demanda de que el Estado se ocupe de la educación, la sanidad y las pensiones. La clase media quiere servicios sociales. Boric ha de reconstruir el pacto que le llevó a la investidura", dice Ayuso.
Según Francisco Sánchez, "el gobierno chileno tiene margen de acción y puede avanzar en algunas reformas, como en educación y pensiones. El gobierno ha de centrarse en esas reformas en lugar de insistir con la Constitución". En realidad, esa es la auténtica revolución en el siglo XXI: promover cambios en las políticas públicas que permitan una sociedad más justa. Y eso no se logra con una nueva Constitución.
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