Silvio Berlusconi (Milán, 1936-2023) ha muerto este lunes 12 de junio a los 86 años, según ha adelantado el Corriere della Sera. El político y empresario llevaba hospitalizado desde el viernes en el hospital San Raffaele de Milán, donde acudió para someterse a una serie de revisiones por su leucemia.
Como todos los personajes, desprendía un halo de eternidad. Berlusconi se va de este mundo después de una intensa vida en la que ha sido tres veces presidente del Consejo de Ministros (1994-96; 2001-2006; y 2008-2011), nueve veces candidato y ha afrontado más de tres decenas de causas judiciales, algunas en curso. Salvo ser presidente de la República, logró todos sus objetivos en política. Hace tan solo un año hacía público su compromiso con la última de sus novias, la treintañera Marta Fascina, 53 años menor.
Había sobrevivido a un cáncer en 1997, una operación a corazón abierto en 2016, que a punto estuvo de ser mortal, una oclusión intestinal en 2019, y al Covid en septiembre de 2020. Llevaba tiempo entrando y saliendo del hospital. De vuelta a casa de la última revisión, Berlusconi publicó el 31 de marzo en sus redes sociales una foto para agradecer a todos los que le habían dedicado "un pensamiento de cercanía y afecto". Con ánimo renovado les decía: "Ya estoy de vuelta al trabajo en los principales temas de estos días, dispuesto y decidido a comprometerme, como siempre he hecho, por el país que amo". El Domingo de Ramos bromeaba sobre su pasión por las flores, especialmente los tulipanes. Volvió a ingresar el 5 de abril y horas después se supo que padecía leucemia.
En otoño pasado, Silvio Berlusconi renacía de nuevo como senador de la República Italiana. Había sido expulsado nueve años antes por las acusaciones de fraude y este regreso por la puerta grande le hizo sentir especialmente satisfecho. Fuerza Italia logró un modesto resultado en las elecciones del 25 de septiembre, que ganó Fratelli d’Italia, de su antigua discípula Giorgia Meloni, pero el bloque conservador resultó ganador.
Meses antes, Berlusconi estuvo manejando los hilos entre bambalinas: como consecuencia, el gobierno Draghi terminó sus días y se anticiparon las elecciones legislativas. Berlusconi, que fue quien abrió la puerta a los posfascistas del Movimiento Social Italiano a la gobernabilidad, se erigía en el defensor de la democracia y la estabilidad. En 1994 llegó al poder apoyado en la Liga Norte y el posfascista MSI. Según su interpretación, ese gesto salvó a Italia del fascismo porque lo había normalizado.
En 2022, ese intento de Berlusconi de erigirse en la cara presentable del bloque conservador no iba a ser necesario, ya que la Meloni batalladora se reconvirtió en la Meloni pragmática que es capaz de mostrar cercanía hasta con el socialista Pedro Sánchez, como se ha visto en su primer encuentro en el Palacio Chigi.
Soy el Jesucristo de la política. Una víctima paciente. Me sacrifico por todos"
silvio berlusconi
Antes de Giorgia Meloni, la primera mujer que preside el Consejo de Ministros en Italia, Silvio Berlusconi era el último jefe del gobierno elegido en las urnas. Renunció en 2011 ante el temor de que Italia entrara en quiebra y le sustituyó Mario Monti. Su tesis, que expone en la película de Netflix My way, como la canción de Frank Sinatra, basada en la biografía de Alan Friedman, es que fue víctima de una conspiración. “Soy el Jesucristo de la política. Una víctima paciente. Me sacrifico por todos”, decía Berlusconi, en una muestra de su inagotable ego.
Trump antes que Trump (y mejor)
Berlusconi fue Trump antes que Trump. Y mejor. Millonario como el magnate estadounidense, también se dio cuenta de cómo los medios audiovisuales eran unos aliados fundamentales para conquistar a los electores. Había que hacerse popular. Tanto es así que en la última campaña incluso se atrevió con Tik Tok, que él llamaba Tik Tok Tak.
Como Trump, ha estado envuelto en acusaciones relacionadas con la gestión de sus empresas así como escándalos de carácter sexual. Berlusconi, después de la salida del gobierno con la popularidad por los suelos, la condena por fraude, el bunga bunga (orgías organizadas en sus mansiones con prostitutas y alguna menor) base del caso de las Olgettinas, pocos políticos sobreviven. Pero Berlusconi no era un político corriente. Como tampoco lo es Trump.
“Tanto Trump como Berlusconi han encontrado una fórmula que funciona. Han hecho fortuna en el sector inmobiliario, han usado la televisión para lanzarse en política y han ido avanzando posiciones hacia la derecha populista. Aunque en la última etapa Berlusconi ha cultivado su imagen más moderada”, señala el periodista John Hooper, autor de The Italians.
Antes de que Trump supiera de hecho alternativos, Berlusconi ya eres un maestro de la posverdad. Decía de él Indro Montanelli que es Berlusconi es tan auténtico en su ficción que ha acabado creyéndose su propia versión de la realidad. A su lado, Trump es un mero aprendiz, como la serie que le llevó a la fama (The Apprentice).
Entre sus aciertos en política internacional, se cuenta rodearse de personalidades como Antonio Tajani, que fuera presidente del Parlamento Europeo. Le hizo reforzar su perfil más institucional. Uno de sus mayores errores ha sido su defensa a ultranza de Vladimir Putin, con quien presumía de tener una relación muy cercana: se felicitaban el aniversario con regalos personales. Era una cuestión de machos alfa.
Su último renacimiento
Su renacimiento en política empezó después de que el Tribunal de Milan le permitiera volver a postularse como candidato en la primavera de 2018. En esa época se estrenó una película doble de Paolo Sorrentino, Loro 1 y Loro 2, muy crítica con Il Cavaliere, que resultó un fracaso. Había dejado de ser odiado o temido. Iba camino de ser querido.
Berlusconi presumía de haber recibido más de 200 millones de votos a lo largo de su trayectoria política. El nombre de su partido, Forza Italia (Fuerza Italia), es el grito de apoyo a la selección nacional. Berlusconi se apropió de la marca. Fue propietario del Milan hasta 2017 y luego se hizo con el Monza, de divisiones inferiores. Años después, Jair Bolsonaro se identificó con los colores de la selección carioca.
Il Cavaliere es un precursor del populismo. En los 90 atizaban el miedo a los comunistas y desde 2018 el enemigo era el Movimiento 5 Estrellas, los grillini, que ahora han quedado difuminados. Pero lo hacía desde la posición privilegiada de quien puede presumir de orquestar coaliciones contra natura como el llamado Pacto del Nazareno, en enero de 2014, sobre la reforma electoral. De entonces data su buena relación con uno de los políticos más maquiavélicos de Italia, el ex primer ministro Matteo Renzi, que decía de Berlusconi: "Tiene 12 o 13 vidas, más que los gatos". Berlusconi asegura que él viviría hasta los 120 años: "Como el buen vino, con la edad siempre mejoro".
Quizá porque no aceptaba que era mortal nunca quiso buscar un heredero político. Es uno de sus errores. Pero su optimismo le hacia verse cómo el director de orquesta, quien facilitó el ascenso de Giorgia Meloni, quien vuela por su cuenta más de lo que habría querido Berlusconi.
Durante décadas Berlusconi ha sido la respuesta electoral para quienes piensan que “el Estado es demasiado grande, la democracia excesiva y los impuestos muy elevados”, dice Andrea Betti, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Pontificia Comillas. También representaba para muchos italianos la imagen de hombre fuerte, capaz de hacer frente a todos los males.
Aunque el respaldo lo tenía entre la gente mayor, mujeres tradicionales, no ha renunciado nunca a hacerse un hueco entre los jóvenes. De hecho, desprendía gran vitalidad quizá por su gusto de rodearse de gente joven. Sobre todo, de mujeres, como sus últimas novias, que bien podrían ser sus nietas.
Cuatro parejas, cinco hijos
Ha muerto al lado de Marta Fascina, pero hasta julio de 2020 estuvo una década junto a Francesca Pascale, a quien conoció cuando era presidenta de su club de fans en Nápoles. Aunque no se casaron, con ella fue generoso: le abonó una compensación de 20 millones de euros, más una asignación anula de un millón. Rompió con Francesca Pascale a los 83 años tras conocer a Marta Fascina.
Previamente estuvo casado dos veces (primero con Carla Elvira Lucia dall’Oglio y luego con la actriz Verónica Lario). A su primera esposa la conoció en la estación central de Milán y solo era cuatro años mayor que ella (tenía 28 y ella 24). Tuvieron dos hijos: Marina y Pier Silvio, ya cincuentones.
Rompió tras 20 años al conocer a Verónica Lario con quien fue padre de Barbara, Eleonora y Luigi, treintañeros. Después de tres décadas de relación se separaron cuando estalló el escándalo que relacionaba a Berlusconi con menores, como Noemi Letizia, quien le había invitado a la celebración de su mayor de edad.
Pasó hambre en su infancia por la guerra, sufrió la ausencia de su padre y se ganó la vida en su juventud animando con canciones napolitanos los viajes en cruceros. Era fan de Nat King Cole. Hizo de guía en ciudades que no conocía y cuando se metió en el negocio inmobiliario representaba con su familia ventas inexistentes para atraer inversores. Lo cuenta en A su manera, de Alan Friedman, basada en 25 horas de conversaciones, entre 2014 y 2015 con Il Cavaliere.
Berlusconi evoca en la biografía de Friedman su visita el cementerio de Anzio, donde yacen decenas de soldados estadounidenses. Su padre le hizo prometer que nunca olvidaría el sacrificio de esos jóvenes americanos. Cada vez que lo cuenta, ya sea a su biógrafo o en el Congreso de Estados Unidos, lo hace con los ojos llenos de lágrimas. Como lo haría un gran actor. ¿Cuál de todos sus personajes era Berlusconi? Jamás lo sabremos. Pero puede que él tampoco lo supiera.
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