El presidente ruso, Vladimir Putin, busca desesperadamente recuperar la credibilidad perdida. El lunes por la noche se dirigió a la nación por primera vez después de aplacar la revuelta del jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, y sus mercenarios, a los que llamó "patriotas", aunque dijo que sus dirigentes les habían engañado y querían provocar un baño de sangre. En el Kremlin, el líder ruso se ha dirigido este martes a los militares: "Esencialmente habéis detenido una guerra civil, habéis actuado correctamente y de forma coordinada".
En la Plaza de la Catedral del Kremlin Putin se ha dirigido a 2.500 soldados y policías, guardias rusos y funcionarios de seguridad, para darles las gracias por haber permanecido leales y haber contribuido a sofocar la rebelión. Les ha elogiado por defender el orden constitucional y la seguridad de los rusos.
Putin pretende transmitir una idea de victoria frente a los sublevados y a la vez atiza el miedo a la guerra civil, muy arraigado en la población rusa. Trata de cambiar el relato, ya que la imagen que ha transmitido el líder ruso en la gestión del motín es de debilidad.
Ha pedido un minuto de silencio en honor de los pilotos caídos en el motín. No hay información oficial sobre cuántos pilotos murieron el sábado pero algunos blogueros militares estiman que fueron 13 los fallecidos.
Putin ha asegurado que los mercenarios de Wagner no cuentan con apoyo de la población ni del Ejército. Sin embargo, en las redes sociales se han difundido imágenes de la calurosa despedida que les dieron en Rostov del Don, de donde partieron en dirección a Moscú el sábado.
Prigozhin organizó la llamada Marcha por la Justicia después de sufrir un bombardeo del Ejército ruso, según su versión. Sin encontrar resistencia, avanzaron hasta llegar a 200 kilómetros de Moscú, donde pararon tras conseguir garantías para su seguridad. Prigozhin aseguró que así había evitado "un baño de sangre".
En su alocución ante los militares, Putin no ha mencionado el acuerdo con el Grupo Wagner por el que los mercenarios puede integrarse en el Ejército ruso, volver a sus casas o exiliarse en Bielorrusia. El Servicio Federal de Seguridad ha cerrado el caso sobre rebelión armada contra los dirigentes del motín.
En su discurso del lunes, Putin se presentó como el salvador que había logrado evitar una lucha fratricida en Rusia. Aseguró que "la rebelión estaba abocada al fracaso".
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